xiii. Saving Clara
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Capítulo trece| Salvando a Clara
No lograron encontrar la forma de capturarla, pero al menos el amuleto estaba en sus manos. Strickler y Nomura aguardaban frente al puente mientras los goblins vitoreaban, observando a Bular avanzar hacia el centro con el amuleto en mano. Sin embargo, lo que inicialmente se creyó sería la liberación de Gunmar se convirtió en un desastre: el amuleto salió disparado, y lo único que se escuchó fueron los gritos de Gunmar culpando a su hijo por el fracaso.
—¡La luz del día esta bajo "su" mando! —recalcó Strickler al tomar el amuleto—. ¡Bular!—al llamarlo, el troll lo cogió por el cuello.
—¡Dijiste que con el amuleto no era necesario obtener la sangre de la hija de Marion!.
—¡Al muchacho, necesitamos al muchacho!.
—¡Él solo trata de proteger a la chica! —teorizó Nomura apuntándolo con una de sus espadas
Strickler la fulminó con la mirada, aunque en algo tenía razón, no solo había estado tratando de proteger a James de los líos en que se había metido si no desde que se entero que la alumna "preciada" de Faradonga se había sumado a todo esto e incluso que era hija de los reyes de antaño hizo lo que pudo en hallar diferentes de manera de poder abrir el puente y no tuvieran que usar a ambos jóvenes, la verdad era que se arrepentía de haberle dado aquella información de Bridget a Bular.
—¡Tráiganme a la hija de Marion Mellark! —demando el troll lanzando al cambiante
—Los traeré a ambos —dijo Nomura con una sonrisa para después irse
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Ideas, ideas eran lo único en lo que pensaban. Buscaban desesperadamente una forma de usar la trampa para llegar a las tierras oscuras y rescatar al hermano de Clara, pero ninguna de sus propuestas parecía viable. Jim sugirió encogerse, pero al llegar allí no tendrían manera de salir. Bridget, por su parte, se mantenía algo distante, intentando pensar por su cuenta, aunque le resultaba imposible concentrarse debido a las constantes discusiones que subían de tono a cada minuto. Incluso AAARRRGGHH no ayudaba, distraído jugando un juego de sushi.
Con un suspiro, Bridget pasó las manos por su rostro, notando de inmediato las pequeñas quemaduras que marcaban las yemas de sus dedos. Extrañada, bajó las manos rápidamente. Comenzaba a sospechar que eran las consecuencias de tantos días de entrenamiento sin descanso, sacrificando horas de sueño en su esfuerzo por controlar su magia. Jim, ignorando las advertencias de Blinky, fijó su mirada en la pelirroja y luego en sus manos. Bridget, al darse cuenta de que él había notado las marcas, las escondió de inmediato, sintiendo una punzada de incomodidad.
"¿Bree'?"
Quiso acercarse pero fue interceptado por su mentor—. Tiene un corazón fuerte Maese Jim—admitió—. Una cualidad rara vez vista en los troles. Y creo que algún día responderás la llamada de Enrique, pero ese día no puede ser hoy.
Bridget dejó escapar un profundo suspiro antes de desplomarse en la cama de Tobías. No podía imaginar lo aterrador que debía ser estar atrapado en las tierras oscuras. Enrique no era más que un bebé, un pobre niño junto a otros que sufrían en aquel infierno.
"Prometo que los vamos a liberar".
Sintió una suave caricia en su mejilla. Al girarse para descubrir quién era el responsable, se encontró con la pequeña sonrisa del gnomo Chompsky. Este saltó de la cama con una expresión decidida; estaba dispuesto a salvar al pequeño Enrique
—No puedes hacerlo, es demasiado arriesgado —le advirtió la joven mientras lo tomaba entre sus manos.
El gnomo suspiró profundamente, embelesado por los encantadores ojos azules de Bridget. Aunque alguna vez había sentido algo por una muñeca, la pelirroja despertaba en él una atracción mucho más intensa.
—Creo que está dispuesto a sacrificarse —comentó el chico de frenos con una mueca burlona—. Tus ojos lo tienen hipnotizado, Brid'.
Bridget rodó los ojos con fastidio ante la burla.
"Y no es el único al que has hipnotizado".
Un nuevo plan tomó forma. Ataron una cuerda a la cintura de Chompsky, colocando una trampa como medida de seguridad.
—Ten cuidado. Las tierras oscuras son peligrosas —le advirtió el azabache.
El gnomo asintió con seriedad.
—Cuando encuentres al hermano de Clara, da un tirón y te traeremos de vuelta —indicó con firmeza—. ¿De acuerdo?
—Sin duda te juzgué mal —dijo el de seis ojos—. No eres una alimaña, eres un alihombre.
El comentario buscaba animarlo, pero antes de que pudieran continuar, el chico del chaleco intervino, tirando del brazo de Bridget.
—Vamos, dile algo. Es obvio que le gustas —la instó con una sonrisa divertida mientras la codeaba.
Bridget lo apartó con un gesto molesto y se agachó hasta quedar a la altura del gnomo. Este volvió a suspirar, mirándola con ternura.
—Eres valiente, pequeño, y de verdad te agradezco lo que estás haciendo —le dijo con sinceridad mientras lo sostenía entre sus manos—. No te preocupes, ¿sí? Apenas sintamos el tirón, te sacaremos de ahí.
Le dedicó una cálida sonrisa que derritió no solo al gnomo, sino también a alguien más que observaba en silencio. Como gesto de despedida, Bridget depositó un beso en su frente antes de dejarlo frente a la trampilla.
Ella y los demás se ocultaron detrás de una barrera improvisada con la base inferior de la cama de Tobías. Jim fue el encargado de sujetar la cuerda, listo para actuar en cuanto fuera necesario.
La pequeña criatura avanzó unos pasos, subió a la trampilla para tomar aire y, con determinación, atravesó el portal.
—Solo nos queda esperar.
—Todo bien hasta ahora.
Pasaron unos segundos mientras la cuerda seguía descendiendo. De repente, dos tirones alertaron al grupo.
—Oigan, sentí un tirón —advirtió el de chaqueta azul.
—¡Sácalo de ahí! —exclamó alarmada la chica.
Jim intentó jalar la cuerda, pero parecía que algo del otro lado impedía que el gnomo cruzara el portal. Lake terminó siendo arrastrado hacia la orilla con todo el grupo intentando ayudarlo. Con tanta fuerza aplicada, la cuerda se rompió, dejando al pequeño gnomo atrapado en las tierras oscuras.
—¡Chompsky! —gritó la de cabello carmesí, acercándose al borde. Toby metió la cabeza, pero AAARRRGGHH lo sacó de inmediato.
—Es una criatura obstinada. Si alguien puede sobrevivir ahí, es él —aseguró el de seis ojos, calmando a los tres adolescentes.
—Pero le prometí que lo sacaríamos apenas sintiéramos el tirón —murmuró Bridget, pasándose las manos por el cabello mientras caía sentada en un rincón.
Lake se acercó y tomó sus manos, evitando que se lastimara, obviamente la pelirroja se tensó al notar la manera en como acaricio las quemaduras de sus dedos.
—Y lo vamos a sacar, Bree', te lo prometo.
La menor esbozó una leve sonrisa, aunque la preocupación seguía reflejada en su rostro. Fueron interrumpidos por unos golpes en la ventana de Toby.
—¡Abran, déjenme entrar! —gritó No-Enrique desde el otro lado.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó el de chaqueta azul, dejándolo pasar.
—Un goblin vino a buscarme. Lo hice carne molida —relató el cambiante—, pero ahora el resto quiere su kilo de carne. Tuve suerte de escapar con un pañal manchado.
El azabache se alejó de él, visiblemente asqueado.
—¡Atrajiste la ira de los goblins y los guiaste hasta aquí! —exclamó el de cuatro brazos, intentando ahorcar al cambiante
—¡Blinky, tranquilízate! —intervino el de ojos azules, separándolos.
—Relájate, creen que fue la chica —restó importancia el de piel verde.
Bridget abrió los ojos de par en par y se levantó de inmediato, decidida a buscar a Clara, ya había tenido la experiencia de haber perdido a Chompsky, no permitiría que una chica inocente como Clara sufriera las consecuencias que un cambiante había ocasionado.
—Yo que tú me cuidaría, flamita. Esos bichos olfatearon las cenizas que dejaste en mi cuarto —señaló a la pelirroja—. También te están buscando.
La chica rodó los ojos, ignorándolo, y aun así salió.
—¿¡Quién la está buscando?! —preguntó Jim, sujetando a No-Enrique por el cuello—. ¿¡Y por qué dejaste que pensaran que Clara fue la culpable?!.
—¡Tranquilízate, niño! —exclamó aterrado el cambiante—. ¡Bular la está buscando! Sabe que es hija de los reyes de antaño—Blinky soltó un jadeo compartiendo miradas sorprendidas con AAARRRGGHH.
—¿¡Y eso qué tiene que ver?! —Jim lo apretó con más fuerza. No le importaba que los Núñez se quedaran sin su "Enrique". Estaba furioso, muy furioso.
Había hecho todo lo posible por evitar que Bridget corriera peligro desde que se unió a ellos en esta "aventura". Ya era bastante con el temor constante de que pudiera lastimarse con su propia magia, y más que suficiente con haberla expuesto al riesgo aquel día en que actuó como un verdadero idiota. No, no iba a permitirlo de nuevo. No dejaría que Bridget volviera a enfrentarse a situaciones en las que su vida estuviera en peligro.
"Habían dicho que cada Cazatroles tiene una debilidad. Tu eres la mía Bridget".
Había aprendido de sus errores, aunque el peso de la culpa seguía anclado en su pecho como una piedra. Cada decisión que tomaba ahora, cada paso que daba, estaba marcado por la necesidad de protegerla, incluso si eso significaba alejarla de él. Bridget no lo entendía, claro, y cómo podría hacerlo. Ella era todo valentía y determinación, una fuerza indomable que no conocía límites. Pero él sí conocía los límites, los suyos y los del mundo que los rodeaba, y sabía que no siempre la voluntad era suficiente para vencer al destino. Por eso, aunque le doliera, haría lo que fuera necesario para mantenerla a salvo, incluso si eso significaba convertirse en el villano de su historia.
—¡Necesitan su sangre para abrir el puente!.
El azabache lo soltó de inmediato, invadido por la sorpresa que lo paralizó por un instante. Retrocedió unos pasos, frunciendo el ceño con incredulidad. Pensaba que se trataba de una de las habituales mentiras del cambiante, pero en el rostro del pequeño troll no había rastro alguno de engaño.
—¿S-Su sangre? —balbuceó, aún intentando procesar lo dicho.
—Tiene algo que ver con su apellido... no lo entendí del todo —respondió el troll, algo confuso.
Jim no le permitió terminar. Con decisión, agarró su amuleto y salió disparado en busca de Bridget ignorando cualquier intento de llamada por parte de sus amigos. Lo único que rodeaba en su mente era el nombre de su pecosa.
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A Bridget le costó un poco llegar a la casa de Clara, ya que en el camino fue interceptada por unos Goblins, de los cuales se deshizo en un abrir y cerrar de ojos. Escaló hasta la ventana de su amiga y tocó con desesperación.
—¡Brid'!—exclamo la de mechón azul dejándola pasar—¿Qué haces aquí?.
—Es una larga historia, pero tenemos que irnos —respondió Bridget, asomándose de vez en cuando por la ventana. Estaba segura de que esas criaturas estaban más cerca de lo que creía.
—¿Irnos? ¿A don-...?.
Clara dejó la pregunta en el aire cuando Jim entró de repente y cerró la ventana tras él.
—Qué bueno que estás bien —suspiró aliviado al ver a su mejor amiga, aunque no pudo evitar notar los rasguños en su rostro.
—¿Qué están haciendo aquí?—pregunto la de blusa morada mirándolos confundida.
—Debemos irnos, vienen por ti—respondió James algo apresurado.
—¿Quién viene? ¿Y por que estaban en mi techo?.
—Es difícil de explicar, Clara, pero realmente estás en peligro —contestó Bridget—. No sé cómo decírtelo, pero quienes me hicieron esto —señaló los rasguños en su rostro— vienen por ti.
—Me estás asustando Brid'.
—Clara, tu hermano fue reemplazado por un cambiante, y ahora los Goblins vienen por ti por algo que él hizo —explico el de chaqueta azul—. Vine aquí a salvarte y a llevarme a Bridget conmigo —añadió, señalando a ambas.
—Espera, ¿Quien salva a quien?.
—Siempre sospeche que había diferente en ti—interrumpió la de mechón azul rodando los ojos—. Y ahora lo sé, ¡Eres raro!.
—Lo sé, lo sé, suena a locura, pero puedo probarlo —aseguró Jim, sacando su amuleto—. Ok, soy el Cazatroles y este amuleto me da poderes místicos.
—Y no es ningún juego de roles—agrego la de cabello carmesí
—¿En serio?.
—Apártense —ordenó, mientras Bridget tomaba la mano de Clara para apartarla—. Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando —recitó con determinación, pero nada sucedió.
—¡Jim, la armadura! ¿Dónde está la armadura? —exclamó Bridget, sorprendida al ver que no pasaba nada.
—Que bueno que me aparte.
—¡No lo sé! —respondió, tratando de concentrarse nuevamente. Volvió a recitar, incluso elevando el tono de voz, pero seguía sin funcionar.
—Es suficiente. Tú te vas de mi cuarto —dijo Clara, señalándolo con firmeza—. Y tú te quedas conmigo porque necesito hablar seriamente contigo —añadió, mirando a Bridget, quien sonrió nerviosa.
—Tu hermano —recordó de repente, volviendo la mirada hacia ambas—. Clara, se llevaron a tu hermano.
Clara se apartó de golpe y corrió hacia el cuarto de Enrique—. ¿En serio tenías que usar lo de su hermano? —recriminó Bridget en voz baja, mirando a Jim.
—¿Qué más querías que hiciera? —le respondió él en el mismo tono. Antes de que la pelirroja pudiera seguir a Clara, el Cazatroles tomó su mano.
—Bree', no puedes quedarte aquí. Debes irte ahora —ordenó con seriedad.
—¿De qué estas hablando?.
—¡Bular necesita tu sangre para abrir el puente!—respondió tomándola por los hombros
—¡Se cómo ayudarte!—exclamo en voz baja separándose de su agarre
—¿¡Qué estas haciendo aquí?!.
—¡He visto lo que esas cosas son capaces!.
—¿¡Qué haces?! ¡Ese no es el punto!—siguió regañándola pasando sus manos por su rostro desesperado—. No puedes quedarte, no estoy bromeando, no puedes estar aquí—volvió a tomarla por los hombros deteniendo su paso—. Es una locura.
—¿Qué crees? Nadie toma decisiones por mi—respondió mientras se señalaba así misma—. ¿Oíste? Nadie, es mi decisión—remarco mirando el chico seguía reprochándose—. Mi decisión—remarco
—Me vas a matar Bree'—admitió con un suspiro y sintió como su corazón dio un vuelvo al ver la sonrisa victoriosa que se formó en el rostro de la pelirroja
De repente, Núñez irrumpió en la habitación, golpeando al chico de la chaqueta azul con una almohada y exigiendo respuestas sobre su hermano. Él explicó que su hermano había sido cambiado y que el impostor estaba en casa de Toby. Clara, aunque incrédula, trató de mantenerse serena mientras asimilaba la información.
Unos ruidos en el techo alertaron a los presentes. Jim observó ojos rojos acercándose y les urgió a salir de inmediato si querían encontrar al verdadero hermano de Clara. Sin tiempo que perder, escaparon por la puerta trasera, con Bridget guiando a Clara mientras le aseguraba que los atacantes iban tras ella, no sus padres.
Corrieron hacia el bosque, dejando atrás la mochila de Clara, que cayó al suelo sin que nadie lo notara.
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Mientras corrían a toda prisa por el bosque, Lake intentaba invocar su amuleto, pero siempre obtenía el mismo resultado: nada. Bridget comenzaba a preguntarse si realmente era el auténtico amuleto o solo una imitación.
—¡Deténganse, ya basta! —exclamó la chica de mechón azul, frenando en seco—. Me están asustando. Ustedes y Strickler tienen algo entre manos, algo que no entiendo —tragó saliva con nerviosismo—. Los escuché... ¿y qué era eso en el sótano? Vi algo
"Draal"
—Clara, te lo explicaremos todo cuando estés a salvo en Mercado Troll.
—¿Mercado Troll?.
—Tenemos que movernos, Clara —intervino Bridget con urgencia—. Si nos atrapan...
El sonido de las criaturas acercándose hizo que la piel de Clara se erizara. Miró a sus compañeros con terror.
—¿No son mapaches, verdad? —preguntó, temblando.
—No, son goblins —respondió Bridget mientras la colocaba detrás de ella—. Cúbrete los ojos.
Aunque confundida, ella obedeció. Los ojos de la pelirroja brillaron con un intenso tono dorado antes de que un círculo de fuego surgiera a su alrededor, creando una barrera que esperaba mantener a raya a las criaturas por unos minutos.
—¿Fuego en un bosque? —preguntó Lake con incredulidad al acercarse—. Bree' tus ampollas...
—Lo tengo bajo control —aseguró Bridget, apagando las llamas de sus manos con un suspiro, ignorando el dolor que comenzaba a sentir—. Vámonos —añadió, tomando nuevamente la mano de Nuñez y echando a correr.
—¿¡Cómo hiciste eso?!.
Se detuvieron de nuevo, escondiéndose tras un árbol. Los ruidos se habían debilitado, aunque los gritos de agonía de las criaturas confirmaban que el plan de Bridget había funcionado.
—Necesito encontrar un arma —murmuró Lake, poniéndose de pie.
—Dime qué está pasando —exigió Clara, mirándolo mientras él se alejaba unos pasos—. Bridget, ¿cómo hiciste ese fuego? ¿Eres... el diablo? —preguntó con una mueca de miedo.
—¿Qué? ¡Claro que no! —negó de inmediato, frunciendo el ceño—. Te lo explicaremos después.
Un crujido en los arbustos captó su atención. Bridget se acercó con cautela, pero un goblin saltó de entre las ramas. Clara gritó asustada y retrocedió, mientras la pecosa incineraba a la criatura antes de que pudiera atacarlas.
—Cómo detesto a estas cosas —murmuró, levantándose con molestia.
—Esa cosa no era un mapache.
—Como te dije, goblins —respondió Jim, acercándose para ayudarla a levantarse.
—¿Una rama? —preguntó Bridget al verlo con un trozo de madera en la mano.
—Es lo único que encontré como arma —se excusó él, encogiéndose de hombros.
De repente, una horda de goblins comenzó a rodearlos. Bridget lanzó una esfera de fuego que explotó en medio de las criaturas, haciendo que algunos retrocedieran aterrorizados.
—Los goblins no existen... no son reales... —se repetía Clara, intentando convencerse.
—Clara, no es momento para eso —replicó Lake, forcejeando con uno de los goblins que se había subido a su espalda. Finalmente, logró deshacerse de él.
Bridget creó una barrera de fuego en el suelo alrededor de ellos, impidiendo que las criaturas se acercaran. Sin embargo, uno de los goblins logró atravesar las llamas y se abalanzó sobre Lake, haciéndolo soltar su rama improvisada. Fue Clara quien, con determinación, golpeó al goblin y lo derribó.
—También tienes una gran izquierda —admitió antes de lanzar al goblin hacia las llamas—. ¡Por la gloria de Merl...! ¡Es falso! —le lanzó el amuleto a otro goblin que se acercaba peligrosamente.
—Strickler... —murmuró la joven de cabello carmesí para sí misma.
Jim volvió a tomar la rama mientras Clara improvisaba un par de armas con rocas. Bridget alzó una mano y, con un movimiento ágil, formó pequeñas esferas de fuego alrededor de sus dedos. Con un gesto rápido, las lanzó hacia los goblins, que explotaron al instante.
—Eh... ¿Bree, Clara? —las llamó, luego de haber sido derribado por más criaturas.
Bridget intentó concentrarse y creó un pequeño látigo en forma de dragón. Extendió su mano, atrapó a dos goblins y los arrojó contra los árboles. Jim se encargó del último antes de ponerse de pie nuevamente.
—¡POR LA GLORIA DE MERLÍN! ¿¡DÓNDE ESTÁS!?.
Pasaron varios segundos antes de que el verdadero amuleto regresara a su dueño, quien estaba siendo atacado por varios goblins.
—Por la gloria de Merlín la luz del día esta bajo mi mando —recitó el encantamiento, invocando finalmente su armadura.
Un fuerte viento golpeó el lugar, y varias aureolas azules rodearon a Jim. El impacto apartó a las criaturas, que cayeron a los lados de las dos chicas. Clara quedó sorprendida, mientras Bridget observaba fascinada.
"Si que es hermoso"
"Y ya la perdimos"
—¡Agáchense! —ordenó. Núñez tomó la mano de su amiga y ambas cayeron al otro lado.
Jim acabó con todas esas espantosas criaturas gracias a su espada, dejando aún más impresionada a Bridget. Cuando no quedó ninguno, se pusieron de pie.
—Pero... ¿Cómo?.
—Sí, la cosa genial que quería mostrarte era esto —respondió, señalándose a sí mismo.
—¿Ósea que nunca fue un disfraz?.
—Nop
—¡Bree' atrás de ti!.
Sin darse cuenta, los ojos de Bridget volvieron a su tono dorado, y el goblin que estaba detrás de ella se quemó al instante, dejando solo cenizas y una mancha verde viscosa. La situación la dejó atónita.
—¿Qué rayos acaba de pasar? —se preguntó a sí misma, frunciendo el ceño.
"Ni idea, ya te estas volviendo loca"
"Cállate"
—¿Esas cosas se llevaron a mi hermano? —preguntó Clara, sacando a Bridget de sus pensamientos—. ¿Sabes dónde está?.
—Sí y no —respondió, algo confuso—. Es complicado.
—¡Los monstruos en tu carta eran reales! —exclamó, conectando los cabos.
—No monstruos, troles —corrigió Bridget—. Y algunos de ellos son nuestros amigos —agregó con una sonrisa ladeada. Sin embargo, Clara comenzó a hiperventilar.
—Clara, trata de respirar —se acercó Jim con preocupación—. Respira hondo.
—¡No me pidas que...! —lo apartó de un empujón, comenzando a caminar en círculos—. ¿Por qué algo que no tenía sentido tiene tanto sentido ahora? —se preguntó, enumerando—. Que destruyeras mi casa, que faltaras a tantos ensayos...
Bridget asentía a cada palabra, dándole la razón.
—¡Usaste esa armadura para los ensayos! Como si estar en una obra tonta fuera una prioridad.
—Espera, ¡no! —interrumpió Bridget, negando con la cabeza—. La obra debe continuar.
—Tenemos que hacer que todo esto parezca normal —dijo James, acercándose nuevamente—. Si la gente supiera... Lo siento, Clara, pero no puedes decirle a nadie sobre esto. Ni a tus amigos, ni a tus padres.
—Sobretodo a tus padres.
—¿Qué voy a decirles a mis padres sobre Enrique? —preguntó Clara, separándose del agarre de Bridget—. ¿Que es un... caminante? —tartamudeó, confundida—. ¿Volveré a ver a mi hermano algún día? —susurró, abrazándose a sí misma.
Jim y Bridget intercambiaron miradas, sintiéndose apenados por la joven de cabello oscuro. Al fin y al cabo, se trataba de su hermano menor, y era su responsabilidad protegerlo siempre.
—Como dije... es complicado —admitió el azabache, con un deje de pesar en la voz—. Pero puedo asegurarte que está a salvo.
—¿Quién más lo sabe? ¿Toby? —cuestionó la joven de mechón azul, arqueando una ceja.
—Strickler... —murmuró, desviando la mirada hacia el suelo, inmersa en sus pensamientos.
"Y Faradonga".
"¡Que te calles!".
Un silbido lúgubre y escalofriante paralizó a los tres adolescentes. Jim lo reconoció al instante, su rostro endureciéndose, mientras que Bridget sintió cómo un frío helado recorría su espalda, imaginando lo peor.
—¿Quién está silbando? —preguntó Clara, su voz temblorosa traicionando su inquietud.
—Eso no importa, Bridget. Llévate a Clara y no regresen bajo ninguna circunstancia —ordenó con firmeza, ajustando su armadura y desenvainando su espada con determinación.
—Pero...
—¡Ahora, Bree! —exclamó, lanzándole una mirada que no admitía réplica.
Bridget bufó con frustración, pero terminó obedeciendo. Tomó la mano de Clara y ambas se alejaron apresuradas, aunque la incertidumbre y el miedo las acompañaban mientras corrían.
—Lo siento... pero no puedo permitir perderte —murmuró para sí mismo, dejando escapar un suspiro pesado mientras se preparaba para lo que estaba por venir.
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Las dos chicas seguían corriendo a toda prisa por el bosque, obligadas a detenerse de vez en cuando debido al leve incendio que había comenzado a propagarse. Bridget se culpaba a sí misma, pero no sentía arrepentimiento alguno.
—Tenemos que llamar a mis padres —insistió Clara con urgencia, señalando la casa que ya se distinguía entre las ramas.
—¡No! ¡Tus padres no deben saberlo! —replicó Bridget con firmeza.
—¡Jim podría estar muerto ahora mismo, Brid'! —exclamó, desesperada.
El corazón de la pelirroja comenzó a latir con fuerza, tan rápido que sus pensamientos se desbordaron en una tormenta de incertidumbre y pánico. ¿Y si Clara tenía razón? ¿Y si Jim realmente estaba en peligro mortal y necesitaba su ayuda de inmediato?
"¡Pues ve con él!".
Sin pensarlo más, sus piernas se movieron por instinto, y echó a correr de nuevo hacia el interior del bosque, decidida a encontrar a Jim a tiempo. Las llamas se extendían con una rapidez aterradora, y el humo la envolvía como una nube sofocante. Bridget tosió, cubriéndose la boca con una mano mientras intentaba apartar el humo de sus ojos irritados.
Tropezó varias veces con raíces sobresalientes, y la temperatura aumentaba con cada paso que daba. A pesar de caer, se levantaba a duras penas y seguía adelante. Entonces, algo extraño ocurrió. Las llamas que ella misma había provocado comenzaron a comportarse de manera inusual: en lugar de avanzar, empezaron a retroceder.
Bridget se detuvo de golpe, observando con asombro cómo el fuego parecía tener vida propia. Las lenguas de llamas se arrastraban por el suelo y trepaban por los árboles, pero en lugar de seguir expandiéndose, regresaban hacia ella. Sin comprender del todo lo que estaba sucediendo, alzó las manos casi por instinto. Para su sorpresa, el fuego se dirigió hacia sus palmas. El calor era intenso, pero no la quemaba. Finalmente, el incendio se extinguió por completo.
Sin perder más tiempo, reanudó su carrera hasta que lo vio. Allí estaba Jim, inconsciente, siendo arrastrado por la cambiante que había visto aquel día en el museo. La ira se encendió en su interior, y sus ojos adquirieron un tono rojizo. Nomura, la cambiante, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Bridget formara una esfera de fuego en su palma derecha.
—¡Suéltalo! —gritó con furia, lanzando la esfera directamente hacia su enemigo.
Nomura, logró esquivar el ataque, dejando al azabache en el suelo y sacando sus cuchillas afiladas—. Miren a quien tenemos aquí—rió con malicia—. Te mataría pero Bular necesita de tu sangre princesa.
Sin detenerse, la cambiante avanzó hacia ella atacándola con sus cuchillas, obligando a la pelirroja a retroceder y levantar una barrera de fuego que chisporroteaba al contacto con el metal.
La cambiante saltó sobre la barrera, atacando desde arriba. Bridget apenas logró reaccionar a tiempo, generando una explosión de llamas a su alrededor que forzó a Nomura a retroceder, aterrizando a varios metros de distancia.
La chica no perdió la oportunidad y lanzó una ráfaga de fuego directo hacia Nomura, pero la cambiante se desplazó de un lado a otro, esquivando cada llama. Nomura no perdió el ritmo y contraatacó, lanzando una de sus cuchillas hacia la pierna de Bridget.
La de cabello carmesí alcanzó apenas a saltar a un lado, sintiendo el filo del arma pasar peligrosamente cerca de su muslo, con un movimiento rápido, levantó las manos y creó un anillo de fuego a su alrededor pero aún sí la cambiante avanzó, confiada, cortando el aire con un golpe preciso de su cuchilla.
Bridget movió las manos, manipulando las llamas para envolver a Nomura, pero la cambiante se deslizó y logró atravesar las defensas de la pelirroja. Antes de que pudiera reaccionar, Nomura había cerrado la distancia y la empujó con un golpe de codo en el estómago que la dejó sin aire.
—A Gunmar le agradará tenerte entre sus manos—rió la impura afilando una de sus cuchillas y alzarla.
Sin embargo, en ese instante, algo dentro de la pelirroja estalló; el fuego en sus manos creció con una intensidad cegadora, una llama en forma de un dragón se propagó en todas direcciones, forzando a Nomura a saltar hacia atrás para evitar ser devorada por el calor.
Las llamas envolvieron sus brazos mientras se levantaba y el fuego comenzó a rodear alrededor de su cintura, girando en espirales ardientes. De repente, las llamas cobraron vida propia y, con un rugido intenso, un dragón hecho de puro fuego emergió detrás de ella
—No, no, no—empezó a negar Nomura retrocediendo algo asustada—. ¡No puede ser cierto! ¡Tu no puedes...!.
—Pues si puedo—la interrumpió con una sonrisa, con un grito levanto ambas manos, y el dragón fue directamente hacía Nomura soltando un rugido, la cambiante retrocedió, pero esta vez no pudo esquivar por completo; el fuego le había rozado el brazo, convirtiendo una gran parte de su piel en piedra.
La impura soltó un grito de dolor sosteniendo su brazo, presionó los dientes y lanzó su última cuchilla directamente hacia la cabeza de Bridget. La pelirroja levantó una barrera de fuego, pero la cuchilla atravesó las llamas, rozándole la mejilla antes de hundirse en un árbol detrás de ella.
Finalmente Nomura se dio por vencida y se dio la vuelta desapareciendo en el bosque. La de cabello carmesí respiro con dificultad, las llamas alrededor de sus manos disminuyeron hasta desaparecer.
—¡Jim! —murmuró al recordarlo, y corrió hacia donde yacía el cuerpo de su amigo—. Vamos, quédate conmigo, por favor, quédate conmigo —repetía con desesperación mientras lo sostenía con cuidado, acomodándolo sobre sus rodillas.
—¡Aquí están! —exclamó Clara, apareciendo junto a su padre—. Papá, llama a una ambulancia —le pidió con urgencia.
—Por favor, Jim... —suplicó, su voz quebrándose.
—¡Jim! —gritó nuevamente, la desesperación reflejada en cada palabra.
Toby llegó acompañado de AAARRRGGHH, aunque este último decidió permanecer oculto al notar la presencia del señor Núñez.
—Por favor, despierta —continuó murmurando la pelirroja, dándole suaves palmadas en las mejillas.
Un nudo se formó en su estómago al ver cómo, de vez en cuando, Lake entreabría los ojos—. No puedo hacerlo sin ti... no puedo.
Aquellas palabras fueron lo último que James escuchó antes de sumirse por completo en la oscuridad de la inconsciencia.
Editado.
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