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twenty seven • the truth

STILL ALIVE
CAPÍTULO VEINTISIETE

LA VERDAD.

DEENA Y BONNIE SE SOBRESALTARON, sorprendidas por lo que acababan de ver.

—¿Qué demonios fue todo eso? —preguntó la primera, con una mezcla de asombro y confusión.

—No lo sé —murmuró su amiga, aún tratando de procesar lo que había sucedido.

De pronto, escucharon las sirenas de una patrulla. Ambas compartieron una mirada de alarma al saber ahora lo que significaba.

—¡El alguacil Goode! —exclamó Deena.

Se levantaron rápidamente y corrieron hacia donde estaban los chicos. Ambos estaban afuera del auto hablando con el alguacil.

Vieron cómo, en un momento, Simon le mostró el dedo del medio al hombre. Hubiera sido divertido si no supieran ya la verdad.

—¡Simon!

Bonnie lo agarró del brazo y Deena tomó a Josh, corriendo de vuelta al bosque, alejándose de aquel hombre.

—¿Qué demonios? —exclamó Josh, confundido. Deena lo calló con una mirada.

—¡Es él! —susurró.

—¡Josh! ¡Simon! —llamaba Nick, el alguacil, a lo lejos—. Tu hermana y su amiga están confundidas.

—¡Su padre, su abuelo y su bisabuelo! —murmuró Bonnie, con un deje de ansiedad por la situación.

—¿Qué? —frunció el ceño Simon, sin entender.

—Es evidente que están sufriendo... un colapso nervioso —decía Nick—. Necesitan ayuda. ¿Chicos?

—¡Goode es el mal! —gritaron las dos amigas al unísono, en un susurro.

—Ah, con razón.

Deena decidió dejar sus zapatos donde estaban. Se aseguraron de que Nick no los viera y corrieron hasta la patrulla.

Bonnie se sentó en el asiento del conductor, con Deena a su lado y Simon y Josh en el asiento trasero. La castaña comenzó a conducir.

—Regresamos en el tiempo —comenzó a decir la morena, ya más calmada al estar a solas y alejándose de Goode—. Yo era Sarah Fier y era inocente. No convierte a las personas en asesinas. ¡No era una bruja!

De pronto, la radio del auto sonó.

—Tenemos un 5150 en posesión del vehículo 961. Sospechosos en camino.

Simon rodó los ojos, se quitó un zapato y golpeó la radio hasta romperla. Luego se lo volvió a poner.

—Solomon Goode... —dijo la castaña, mirando al frente con desdén.

—¿Quién? —preguntó Josh, confundido.

—El ancestro de Nick Goode. Hizo un pacto con el diablo e incriminó a Sarah Fier y a Violet Crane...

—¿Y quién es esa? —preguntó Josh nuevamente—. Su nombre me suena.

—¡Una ancestro mía!

—¡Bonnie! —le dijo Deena, viendo que el semáforo cambiaba a rojo.

Sin embargo, ella ignoró el rojo y siguió conduciendo, ya que no había otros autos en las calles y, bueno, era una emergencia.

—Los Goode nos están entregando. A toda la gente de Shadyside —dijo Deena—. Goode le da un nombre al diablo. El mal se apodera de esa persona. Luego esa persona mata y asesina.

—El diablo se alimenta de la sangre de esos muertos —dijo Bonnie sin apartar la mirada de la carretera—. Y Goode obtiene su deseo. Es sheriff. Su hermano es el alcalde. Sunnyvale progresa.

—Y Shadyside no —dijo Josh, con desánimo.

—Y los Goode hacen esto una y otra vez —continuó Deena—. Siempre hay un Goode que le pasa el mal a otra generación. Solomon...

Cyrus Miller.

—Su hijo —continuó Bonnie—. Isaac Milton.

William Barker.

—De un primogénito a otro.

Harry Rooker.

Ruby Lane.

Thomas Slater.

—Hasta el día de hoy. Hasta llegar a Nick Goode.

—Y a Sarah y a esa tal Violet... —dijo el moreno, intentando unir las piezas.

—¡Las incriminó! —exclamó su hermana—. Son las únicas que descubrieron la verdad... hasta ahora.

—Los asesinos querían evitar que los descubriéramos —dijo el rubio, preocupado.

—Sí, para proteger el pacto de Goode —respondió la castaña dando un golpe al volante.

—Pero... Chicos —les dijo el menor de todos, su rostro adquiriendo una nueva preocupación—. Si ya han venido antes por nosotros... ahora que sabemos la verdad, que sabemos del pacto, ¿qué ocurrirá?

—Vivir o morir, supongo —Deena se encogió de hombros, mirando al frente fijamente.

—Pero hay algo que aún no entiendo —dijo Simon—. ¿Cómo es que esa tal Violet, si también era una bruja, no se sabe nada de ella?

—Supongo que alguien limpió todo rastro que había de "bruja" de ella para evitar que le pasara lo mismo que le ocurrió a Sarah —respondió Bonnie sin voltear a verlos—. Pero aún no logro entender quién fue.

—Creo que sé quién pudo haber sido —dijo Deena, llamando la atención de todos—. Pudo haber sido la ancestro de Kate, Lizzie. Ella y Violet... salían, así que supongo que borró todo rastro de ella porque no quería que la acusaran.

[ • • • ]

El grupo de amigos entró de golpe a la casa de Ziggy, encontrándola en el baño con un cuchillo en la mano, a punto de atacar a Kate y a Sam por quién sabe qué.

Ziggy se giró al escucharlos, visiblemente asustada, pero se relajó al reconocer quiénes eran.

—¡Dios mío! ¡Mírenlas! ¡Les dije que no funcionaría! No podremos acabar con esto.

Vio que Bonnie la miraba intensamente, como si quisiera decirle algo importante.

—¿Qué ocurre? —preguntó Ziggy, notando la seriedad en la expresión de su sobrina.

—Debemos hablar.

[ • • • ]

Ziggy cayó de rodillas, destrozada después de haber escuchado todo.

—Así salvaremos a Kate y a Sam —dijo Bonnie, su voz firme—. Y a Shadyside. Nadie mata al diablo. Entonces, debemos matarlo a él.

—Pero yo lo llamé. Pensé que... podría ayudarnos —respondió Ziggy en voz baja, la culpa en sus palabras.

Bonnie, sin perder tiempo, se dirigió rápidamente hacia el baño donde estaban sus amigos, con las chicas aún atadas.

—¡Debemos irnos! ¡Ahora! —exclamó al entrar, aplaudiendo con urgencia.

Se acercó para desatar a Kate mientras Deena hacía lo mismo con Sam. Sin embargo, tan pronto como ambas estuvieron libres, tanto Kate como Sam se abalanzaron contra ellas.

De pronto, las dos cayeron al suelo. Ziggy, con alivio en los ojos, las había golpeado.

—Tenía muchas ganas de hacer eso.

Bonnie, todavía en el suelo, se pasó una mano por el cabello despeinado.

—¿Cuánto nos demoraremos en ir a mi casa? —preguntó mientras se levantaba.

—No mucho —respondió Deena, frunciendo el ceño—. ¿Por?

—Creo que sé quiénes podrían ayudarnos.

[ • • • ]

—¡Pero qué sorpresa! —exclamó una mujer rubia saliendo de la casa junto a su esposo—. Mi querida ahijada viene con mi querida amiga, Ziggy Berman. Habías tardado en saber de ella, Bon.

—No es momento para hacer de tus bromas, Alice —dijo la pelirroja con una leve mueca mientras dejaba que la nujer le diera un abrazo—. Tenemos trabajo que hacer.

—No me digas. Está pasando otra vez, ¿no? —dijo Alice cruzándose de brazos—. Sí, vi las noticas. Espera, no me digas. ¿Quién es el nuevo poseído?

—Un tal Ryan Torres es uno de los asesinos, y...

—Y mi novia y la novia de Deena están a punto de serlo —respondió Bonnie desde el asiento del volante todavía.

—No. ¿La hermosa Kate y la amargada de Samantha? —preguntó Alice, arqueando una ceja con incredulidad—. Vaya.

—¿Y tú por qué traes una sartén? —le preguntó curioso Simon al hombre.

—Oh, en el campamento nos dio un poco de tiempo y nos dejó sobrevivir un poco más una sartén. No tengo la original pero tengo la mía propia —respondió Arnie encogiéndose de hombros.

—Bueno, ¿qué esperamos? Vámonos —les dijo Alice a punto de entrar al auto, pero escucharon los gruñidos de las chicas en el maletero.

—¿Qué demonios...? —murmuró Arnie, acercándose a intentar abrir el maletero.

—¡No lo hagas! —dijeron Deena y Josh al unísono.

Arnie solo se alejó del maletero y entró al auto, seguido de Alice, quien tuvo que sentarse en sus piernas por el espacio.

—Bien, ¿adónde vamos ahora? —le preguntó Bonnie al menor.

—Vayamos por alguien más y después al centro comercial —respondió Josh.

[ • • • ]

—Por aquí, a la derecha.

—¿Estamos seguros? —le preguntó Ziggy.

—Bonnie lo conoce, así que sí —respondió Josh.

—¿Es Martin? —dijo Alice.

Josh asintió justo cuando la castaña llegaba a la casa.

—No puede ser —escucharon que dijo el hombre para después levantarse y alzar los brazos—. Oye, no estaba haciendo nada. No molesto a nadie.

—¡Hola, viejo! —lo saludó Arnie, asomando la cabeza.

—¿Idiota? —Martin vio quiénes estaban en el auto—. ¿También tú, oxigenada? —Alice le mostró el dedo del medio—. Hola, Bon.

Bonnie lo saludó con la mano con una sonrisa apretada.

—Oye, ¿nos ayudas a matar a Goode? —le preguntó, como si fuera algo de todos los días.

—Déjame ir por mi abrigo —dijo el hombre sin miramientos antes de entrar a su casa.

Josh se tuvo que sentar sobre Simon, y Ziggy tuvo que quedar sentada sobre Martin. Incómodo, ¿no?

[ • • • ]

Finalmente, habían llegado al centro comercial.

—Como ingeniero encargado, les informo que todas las tiendas cuentan con el TiendaSegura 250 —dijo Martin en cuanto estuvieron adentro—. El Cadillac de las cortinas. El 250 evita los robos relámpago, los grafitis y cumple con el 70% de visibilidad. La mejor parte... —alzó la reja de una tienda—, es simple.

—¿Podemos hacer que bajen rápido? —le preguntó Josh.

—Con algo de grasa, bajarán más rápido que una porrista —respondió Martin, haciendo que todas las féminas hicieran unas muecas—. ¿Alguna de ustedes lo es?

—Yo sí —respondió Bonnie, algo ofendida.

—Bien, Deena y Bonnie son el blanco. Los asesinos irán tras su sangre, como sucedió con Sam —dijo Josh—. Las usamos para atraerlos a las tiendas y luego...

Martin bajó la reja.

—Bienvenidos a la jaula, cabrones.

—Ya me caes bien —le dijo Simon, chocando los cinco con él.

—Y supongo que será el idiota de Goode contra nosotros —dijo Arnie.

—De acuerdo, pero ¿qué haremos después? —les preguntó Alice.

—Sí, ¿cómo liquidaremos a Goode? —preguntó Deena.

—¿Están seguros de esto? —les preguntó el nuevo integrante.

—¿Qué tan rápido pueden volver a subir? —preguntó Ziggy, mirando las demás rejas con curiosidad.

—Depende...

—¿Por qué las subiríamos, tía? —le preguntó Bonnie.

—Haremos la gran Carrie.

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