
37
Hay cosas que nunca dejarán de ser.
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Las gotas de lluvia habían cesado, pero el suelo se encontraba fangoso y las hojas crujientes eran evitadas a todo pasó con tal de no ocasionar ruido. De por si no nos habíamos topado con algún caminante, la mayoría de ellos eran arrastrados a la horda que manipulaban los susurradores. Caminaba con mis ojos tumbados. Me sentía moribunda y sin energía. Si tuviera un reloj que funcionara, no habría manera de que dejara de mirarlo. Cuando me fui de esa comunidad tardamos unos días a pie en llegar a ella, pero no una semana completa, porque no estaba tan lejos del punto de Alejandría. Por eso en parte, algo de mí se decepcionó con Carl, porque nunca estuvo tan lejos de decidir buscarnos, de confirmar él mismo si realmente habíamos muerto. Despeje esos pensares. Él estaba enfrente, rodeando con su grupo el área y yo me encontraba atrás. Sabía que esta movida para él no debía ser fácil, porque Carl sobrevivió seis años en esa comunidad con gente que apreció. Decidir un asalto donde morirían, debe ser amargo.
Pero, ¿en cuantas situaciones no hemos estado que han sido similar? Incluso desde antes de conocerlo, ya había estado ahí, en la posición donde tenía que arrebatarle algo a alguien para mi misma supervivencia. Era así como vivíamos en este mundo. Y se volvió más intenso para mí cuando mis hijos empezaron a crecer. Eran dos, no solo fue uno. Tuve dos y era joven, no lo hice de la mejor manera, pero ahora quería ser mejor de lo que fui. Porque tenía tres. Y este drama amoroso no era tan importante, este triángulo en el que todos veían y se daban cuenta de que nos moriríamos por amor, no era lo que me debía importar a este punto tan amargo. Alanna, Nathan y Bianca. No podía dejar de pensar en mis hijos y en lo desesperada que me sentía por tenerlos conmigo de nuevo. Quería abrazarlos, ponerlos en una caja de cristal donde nadie los viera, solamente yo. Era egoísta, pero eran lo más que amaba en este mundo y los necesitaba, porque me estaba desangrando por dentro como si un alfiler me cruzara.
—Has crecido tanto.—a mi lado, Maggie se posicionaba, su hijo yacía aún lado suyo, sosteniendo una arma no tan pesada.
—Bueno, podría decir lo mismo de ti.—comente, no con una actitud reacia, pero si vaga, porque no tenía ánimos para hablar.
—Glenn estaría orgulloso de ti.—esas palabras fueron un balde de agua fría para mi, haciendo que la mirara sumamente afligida.
—Abraham también.—artículo una voz, la de Rosita quien venía caminando detrás de nosotras; sacrificó pasar tiempo con su hija para estar aquí.
—Yo tampoco los olvidó.—admití, recordando a una joven yo molestando a Abraham en las guardias, o comiendo con Glenn en las noches.
—Creó que nadie los olvidará.—añadió Maggie, mirando de manera fría a un punto, el mismo donde yacía mi padre caminando.
—Mamá, ¿puedo tomar agua?—se preguntó su hijo con educación, ella asintió y se la dio, verlo a él también era un balde de agua fría.
Era idéntico a Glenn. Aunque tenía facciones de Maggie, sumamente sus características coreanas resaltaban. Sonreí. Era difícil distinguir a Glenn, distinguir si era coreano, japonés o chino. Aún así, solíamos bromear con eso o jugar cartas en las tardes de cena cuando volvíamos de la guardia. Jamás, pero jamás imaginé que eso cambiaría de una manera tan drástica. Porque él ya no estaba. Muchos de los que recordaba merodeando en Alejandría cuando llegamos ya no estaban, como si hubiéramos sido una maldición, pero no fue así. El grupo de Rick era lo que el nuevo mundo necesitaba, por eso parte de ese grupo aún vivía aquí, en los alrededores o en lo más profundo, no importaba donde, habían fragmentos de ellos en todas partes. Y si hoy soy lo que soy, es por todo lo que aprendí de aquellos que murieron por mi y que vivieron protegiéndome. Como Abraham, como Glenn, e incluso como Sasha.
—Lo recuerdo todo el tiempo.—musite, obteniendo nuevamente la atención de Maggie.—A Glenn.—esclarecí, viendo como me miraba.—Solíamos jugar con él, Natasha y yo en las noches nos desvelábamos, parecíamos olvidar lo que había afuera, se sentía bien.—recordé, amargamente.
—Natasha, ella era maravillosa.—comentó Maggie, de frente Carl oía, lo supe por el silencio que de pronto había entre él y quienes lo acompañaban; oía atentamente.
—Terminamos mal.—contaba, sosteniendo mi arma y sintiendo el día lluvioso.—Creo que en algún punto quise hacer lo que hizo por mí cuando fui una niña, cuidarla, pero no funcionó.—dije, sonriendo de lado en medio de mi desolada tristeza.
—Te cuidaba mucho, recuerdo que era así.—añadió Maggie.—De verdad ha pasado mucho tiempo desde que nos conocimos, jamás creí que llegáramos aquí.—dijo, mirando enfrente.
—Desearía que muchos estuvieran aquí, incluso ella.—esboce con pesadez, notando a Daryl tenso por el otro lado; no le gustaba hablar de ella.
—Yo también.—enfrente la voz de Carl se dirigió a mi, aunque no me miró, aportó a la conversación de manera fría y amarga.
—No recuerdo quién era Natasha mamá.—comentó Hershel Jr, algo curioso miró a Maggie quien de igual manera dirigió su mirada a él.
—Era la hermana de Aliana, la hermana mayor.—respondió ella.—Como mi familia, tal vez hasta parecía mi hija también.—añadió.
—Y mi mejor amiga.—añadió Carl con aún más pereza, haciéndome sentir la magnitud de su sentimiento pesar entre los demás.
Nunca fue mentira que se llevaron tan bien, que mi hermana y Carl pasaron noches juntos, hablando, conociéndose entre ellos y compartiendo chistes. Habían creado un vínculo que ni siquiera yo pude creer con él al principio. Natasha logró acoplarse más al grupo antiguo de Rick cuando nos encontraron, no solo porque no tenían mucha diferencia de edad, si no porque tenía las mismas ganas de sobrevivir y mantener a salvo lo que quedaba de su familia. Habían pasado años, los suficientes como para olvidar todos esos eventos, pero aún lo recuerdo, aún puedo recordar a Natasha embarazada y cansada, suplicando a Rick clemencia para nosotros. De un momento a otro caminábamos con ellos bajo el sol, sin provisiones o municiones para poder sobrevivir. Se sentía melancólico el paso de los años, pero dolía entender y asumir que muchos de ellos jamás volverían. Suspiré hondo, mi hermana y mi hermano eran lo que tuve al principio, incluso Jayden, pero sé que ya no están.
—Deténganse.—la voz de Carl pausó al grupo, las divisiones más distantes lograron oír la advertencia y alejando a los demás nos hizo preocupar.
—¿Qué ocurre?—pregunto Maggie, quien distanció a su hijo hasta colocarlo en su espalda, de igual forma lo protegí, mirando a Carl.
—Hay unas trampas.—comentó Carl, mirando en el suelo ciertos cordales que dirigían a algún punto.—No sé a dónde llevan.—admitió.
—Sabían que vendríamos, Sarah debió advertirles.—indique yo, levantando mi arma cuando oímos pasos, se oyó el cargamento de municiones.
—No disparen.—pidió Carl, en un tono sumiso y bajo, pero el disparo que ahuyentó su deseo, hizo que todos se tensaran.
—Oigo algo.—expreso Ethan, quien estaba en la lejanía, pero solo se oía el gruñido de un caminante vagar.—¡Es una trampa!—afirmo.
Abrí mis ojos grandemente cuando el caminante cruzó la cuerda y unos pitidos se oyeron. Asumí la acción y empujé rápidamente a Hershel Jr del área cuando las detonaciones se vieron presentes, levantando la tierra y las hojas secas del suelo, creando que nos dividiéramos rápidamente. Sostuve mi arma y fui a esconderme detrás del tronco de un árbol, pero disparos activos se oyeron y quedé atónica por la sorpresa que nos llevamos. Del brazo me levantaron, los ojos verdosos de Ethan se reflejaron en la angustia cuando el asalto nos vino arriba. Alenté a Maggie que corriera junto a su hijo, escabulléndonos por los árboles y aprovechando las detonaciones aún presentes para camuflarnos entre la subida de la tierra. Las demás divisiones no eran visibles para mí o los demás, solo sé que los disparos seguían a mano armada y continuaban cerca. Corrimos cuesta abajo, evitando utilizar las armas. Seguía a Maggie, quien tenía de la mano a su hijo.
Tenía mucha adrenalina, era por la rabia que sentía ante todo lo que ocurría y sentir que esto me alejaba de encontrar a mis hijos me abrumaba demasiado. Me detuve en seco cuando de frente se pararon dos hombre, no pensé por todo lo que corría entre mis venas y jalé el gatillo. Me escondí detrás de un tronco y me cubrí, viendo a Maggie tener su arma arriba en otro tronco para tener contra este a Hershel, cubriéndole su cuerpo. El otro disparo provino de Ethan, eran hombres que no estaban tan cubiertos o preparados, parecían solo haber estado vigilando la zona, como si nos esperaran. Decidimos avanzar en una señal, hasta que otra de las detonaciones se presentó tan cerca, que el zumbido en mi oído me hizo sentir sorda por un momento, disociándome de la realidad hasta que vi a Ethan resbalar. Me deslicé hacia él rápidamente, sujetándolo con fuerza y viendo como cuesta abajo solo habían piedras, si se caía, podría morir; o romperse todos los huesos que técnicamente, sería igual.
—Mierda.—gruñí, sin ver a Maggie, la detonación debió haberla alejado, tenía que sacar a su hijo del cambio de disparos que aún se oía.
—Aliana, ¡suéltame!—pidió Ethan, su rostro estaba lleno de tierra, sucio me veía de manera detenida y no dude en tener que verme igual.
—No puedo soltarte.—indique, intentando de subirlo, pero pesaba demasiado y el piso resbaloso por la lluvia me empujaba más contra él.
—Aliana, ¿por qué escogiste a Carl?—pregunto, lo miré viendo las gotas de lluvia caer.—Éramos tu y yo contra el mundo.—añadió.
—Aún somos tú y yo contra el mundo. Lo seremos si no me sueltas.—indique, viendo su pierna sangrar, ¿en qué momento se había lastimado?
—Me duele no tenerte.—me dijo con tanta pesadez, aferrándose a mí como si fuera lo último que quisiera sostener en su vida.
—Ethan, no me sueltes. ¡Te lo suplico, resiste!—le pedí con euforia, me resbalaba y él también, la lluvia se intensificaba y sentía tensión, más cuando vi entre los arbustos a unos caminantes.—Estás sangrando.—admití, con pereza.
—¡No me importa!—indico, desesperado cuando los caminantes se acercaban.—¿Por qué? ¿Por qué? ¡Suéltame!—me pidió.
—¡Ethan, por favor!—grite cuando sentí que no teníamos más agarre, mi corazón estaba apunto de salirse por la boca, no quería perderlo, ¿por qué me sentía tan desesperada!
—¡Aliana!—aquel grito me alivió de la tensión y más cuando al girarme vi como la navaja que sostenía aquel hombre se clavaba en los caminantes que se acercaban a nosotros.
—¡Papá, ayúdame, ayúdame!—grite, él se acercó rápidamente y levantó a Ethan con facilidad, conjunto a mi madre quien llegó a rodearnos.
—Vámonos de aquí.—me pidió ella, levantándome del suelo para así oír rápidamente unos pasos acercarse con brusquedad.
—Ey, cálmate.—le pidió mi padre a Carl cuando se presentó de una manera rabiosa, sosteniendo a Ethan por la camiseta.
—¡Carl!—grite fuertemente, sosteniéndolo por la espalda e intentando de alejarlo cuando ambos se acercaban al risco.
—Pudiste habernos matado.—exclamó Carl, mientras que Ethan apretó sus labios y aún así tomó fuerza para empujarlo lejos de él.
—Déjalo.—pedí molesta, mientras que mi madre se inclinó a ver la pierna de Ethan, parecía el rasguño de alguna bala que rozó su piel.
—¿Por qué lo defiendes? ¿Ahora estás de tu lado?—me preguntó, haciendo que me quedara desconcertada por su actitud.
—Huele a drama.—comentó mi padre, dando círculos alrededor de nosotros y viéndonos con cierta burla que no parecía buena en el momento.
—Estoy en mi lado.—respondí de manera fría, queriendo bajar el tono de voz cuando se veía la tensión entre ambos.
—Y por eso terminarás perdiéndonos a los dos.—masculló con coraje, alejándose de mí y dejándome con la piel fría.
—No hay rastros del grupo de Michonne o Daryl.—comentó mi madre, cambiando de conversación y haciendo que la miráramos.
—Perdí a Maggie.—comenté con pereza y enojo, mi pecho subía, como también bajaba, estaba agitada y algo cansada.—Debieron ser las detonaciones.—indique, molesta.
—Sabían que vendríamos, ¿no es así asesino en serie?—papá se dirigió a Carl, quien estaba dándonos la espalda, notándose fatigado.
—Si.—respondió.—Les advertí.—añadió de manera fría, su cabello humedecido se le pegaba en su rostro.—Colocaron las detonaciones para sepáranos y así emboscarnos, atacamos a algunos, los que escaparon solo llevarán el mensaje.—musitó.
—Es solo el principio.—añadió mi madre, mirando la pierna de Ethan y su herida.—Nos quieren atrasar, así que están claros que sin importar lo que hagan, llegaremos a ellos, de una forma u otra esto es una guerra.—dijo.
—Busquemos un lugar seguro, Daryl y Michonne no tardarán en querer buscarnos, no nos moveremos por mucho, pero no esperaré hasta mañana, si debo llegar sola, lo haré.—expresé fríamente.
La lluvia cayó encima de mí de forma continua y sostuve mi arma para caminar cuesta abajo, buscando un lugar seguro. Entre piedras caminé y observé el risco por el que Ethan pudo haberse caído, sería una caída mortal, pero mientras la lluvia caía recordé aquel día. Aun tenía la cicatriz que me dejó aquella mujer cuando intentó matarme, recuerdo mi cuerpo caer bruscamente contra el mar y sentir que mi vida se iba en hilos. No recuerdo sentir el miedo que hoy sentía, ni siquiera por mi, pero cuando estás alrededor de personas que amas sabes lo significante que se vuelven y lo difícil que es verlas morir. Quería sentir que lo que mi corazón sintió cuando Ethan caería no era amor, solo desesperación. Cerré mis ojos y apreté mi arma en medio de mi situación, estaba perdida en las tinieblas dispuesta a ensuciarme las manos de sangre por salvar a mis hijos, ¿pero qué pasaría con quienes me seguían? Entre Carl y Ethan, mi corazón se dividía y fragmentaba.
—Encendimos una fogata, deberías ir.—parpadee, ni siquiera me percaté que la noche cayó y la lluvia cesó.—No hay rastros de los demás.—articuló mi padre, quien me miraba.
—¿Está molesto?—le pregunté a mi padre, mirando a Carl alejado, en medio había una laguna que él miraba, la luna se reflejaba ahí.
—Cole era su amigo, se siente traicionado.—comentó mi padre.—Son sus hijos también, está preocupado y por los hijos uno hace lo que sea. Soporta incluso lo que no debería.—añadió.
—Quizás tome una decisión apresurada.—admití, mirando a Ethan frente a la fogata, hablando con mi madre, quien le oía.
—La emoción de que estuviera vivo te cegó, ¿no es así?—preguntó mi padre, haciéndome cuestionarme en medio de la noche.
—Lo amo papá, de verdad lo amo.—adjunte con pereza, viendo a Carl.
—Amabas al Carl de hace seis años Aliana, no a este Carl. Lastimaste al chico, te sientes culpable.—difirió.—¿Tienes miedo de que te vean como una zorra?—me preguntó, burlón.
—¿Solo por que hizo una mala elección? Por favor Negan, estamos en medio de un apocalipsis. ¿A quién le importa con quien se acuesta y quien no?—le cuestione, mirándolo.
—Bueno, a ellos dos les importa.—expreso, refiriéndose a Carl y a Ethan.—Te aman tanto que quieren salvar tu honor.—esclareció.
—No me importa que me vean como una zorra.—admití encogida de hombros.—Me importa no ser estable en mis decisiones y en cómo esto puede afectar mi futuro, incluso el de mis hijos. Estar con Ethan, estar con Carl. No se ve bien, soy una adulta.—especifique.
—Esto es un drama amoroso innecesario, me recuerda a tu madre y a mí cuando jóvenes.—comentó, riéndose.—Aunque está mejor que antes.—su rostro coqueto me hizo denegar, sonriendo.
—Basta.—le pedí, él se acercó a mí y se quedó viéndome de forma detenida, como si fuera lo más importante en su vida.
—Aliana, estuviste sola durante seis malditos años. Escoger la felicidad no es tarea fácil después de todo lo que ha pasado.—dijo, posando su brazo encima de mi hombro.—Sea Carl o Ethan, la elección siempre será tuya.—dijo, suspirando.
—Por ahora solo me interesa recuperar a los niños, después de eso, haré lo correcto.—asumí la responsabilidad y mire a Ethan, también a Carl.—Ahora, ¿quién hace guardia?—pregunte, viendo la noche sentirse más fría.
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¡Hola, hola! Feliz 2024, volví. De nuevo aquí vendiéndoles ilusiones de que seguiré con la novela, no sé cuánto me tarde pero me anime en subir un capítulo. ¡Gracias por esperar!
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