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𝑖𝑣. 𝑯𝒆 𝒘𝒂𝒔 𝒅𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓𝒐𝒖𝒔.

━┅┅┄┄ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕔𝕦𝕒𝕥𝕣𝕠; 𝐃𝐀𝐕𝐈𝐃.

(Por cierto, el personaje no es exactamente como stephen James pero algo así me viene a la mente).

     MIRE A MI ALREDEDOR Y TRATÉ concentrarme en lo que debía hacer. Las personas iban y venían, todas estaban sumerjidas en su mundo, hablando por teléfono, mandando mensajes, es decir existiendo simplemente. Realmente sólo estaba buscando huir ese día antes de que él la encontrara, si lo hacía una tempestad se aproximaba.

     Gracias adiós nadie impedía mi huida hacía el aparcamiento por lo que tome las escaleras y me dirigí en un paso rápido donde suponía debía haber dejado mi auto el día anterior; toda la confusión que generaba un día ajetreado hacía que olvide algo tan simple como una ubicación. Y no me culpaba por ello, la verdad es que mi corazón solo quería salirme del pecho.

     Al llegar, cosa que hize rápido, abrí la puerta de cristal que daba al estacionamiento. Este era algo extraño, pues era particularmente grande con grandes muros de cemento, parecía parte del edificio y eso que estaba a un lado, es decir no lo era. Pero no me culpen por sus particularidades, culpen al arquitecto y a mi padre que autorizo su construcción.

     La pregunta es: ¿Por qué estaba huyendo?. Simple, había dejado el auto ayer en este lugar olvidado y no era por que sí. Todo tenía un por que, digamos que cuando quieres huir de tu ex para ir a una sesión de fotos, tomas medidas desesperadas. Sí esto, no era una prueba de ello entonces ni idea. Realmente lo único que quería es que todo fuera una gran, gran sorpresa y lo logré; puff cuando se enteré me divertire muchísimo. Y por esa razón mi auto estaba momentáneamente olvidado por aquí, en este estacionamiento que parecia un cementerio. No había ni un alma y tenía sentido, por que según mi celular eran las nueve y media de la noche, al parecer nos habíamos entretenido de más. Había bastantes autos, pero ni una persona por el lugar.

     Ugh.

     El tiempo había pasado demasiado rápido y era un martirio que todo haya salido tan mal. Desde los fósiles hasta el insufrible Tony Stark, podía ser todo un bombón pero eso no le quitaba lo insoportable. Esperaba no volver a verlo, bueno no es que lo fuera a ver nuevamente eso no era probable según los números. Al menos me encargaría de que eso no ocurra, sentía que los problemas venían con el. Se que él hombre me defendió en la reunión pero ¡Rompió mis malditos lentes! ¡Y ahora no veo un cuerno! ¡Oh! ¡¿Cómo me voy?!

     «Venus» me dije «sólo conduce tú maldito auto a casa».

     El universo pareció sorprenderme, es decir que me sonrió, por que en un instante observe a mi hermoso impala negro del 67' con el que me podría retirar, si no fuera por que no podía ver a más de tres metros de donde estaba parada, ojalá pudiera ver un poco más de lo que veo ahora. Probablemente no notaria ni un semáforo en esta condición.

     Lo único bueno de esto era que ese auto que brillaba en cualquier lugar que estaba, lograba esa reacción reconfortante en mi. Y me demostrba que al menos algo de toda esta situación que era increíblemente estresante seguía relativamente bien en comparación a mi vida. Ese auto era el amor de mi vida y era algo totalmente cierto. Aunque pudiera ser que hace un mes pensaba que ese lugar era él de David, mi guardaespaldas. Ese que me engañó con una reportera bastante conocida.

     ¡Oh lo he inbocado! ¡mierda! justo, justo en ese momento lo veo venir hacía aquí con sus puños apretados y su mirada enojada. Verlo me hace dar escalofríos. Algunos recuerdos venían a mi y no eran precisamente buenos. Él es un maldito hijo de puta y lo afirmo y reafirmó y confirmo. Rápidamente con desesperación pensé en que hacer y caí en cuenta en que tenía un hermoso auto cerca mío y lo podría utilizar, pero...

     ¡Demonios! ¡No podría huir! ¡Ese hombre debía llevarme a mi casa! ¡No tenía como carajos irme! y lamentablemente estoy segura de que mi otra salvación llamada Rosali no llegaría ni aunque dependiera de ello mi vida. Nunca atendería el telefono y lo sé por que pasé situaciones en donde necesitaba una ayuda de su parte y nunca llegaba una respuesta. En esa situación ella terminaba con cinco llamadas perdidas y yo con una situación sin resolver o lo que fuera que haya pasado por mi cabeza cuando requería una conversación.

     Acelere el paso, pero antes de llegar al auto una mano fría me tomo del brazo y me jalo, haciéndo que de la vuelta de un tirón. Me encontré de lleno con unos ojos ámbar que me miraban fijamente, tenían un fuego interno al que temía. No quería quedarme. No quería verlos de cerca, ni ahora, ni nunca si era posible.

     Su agarre era fuerte, conciso y no lo quería sobre mi piel. Rechazaba su tacto y no lo quería sobre mí jamás.

     ―Venus, hermosa basta de huir. ¿Acaso fue tanto lo que hice? ―me dijo con ojos de cordero degollado tratando de dar ternura y lástima. Podía observar como el hombre que había amado tenía sombras oscuras bajo los ojos. Su mirada pedía que ceda, pero yo no era débil.

     Y siendo sincera conmigo misma podría haber funcionado sí no fuera por que me fue malditamente infiel en mi propio cumpleaños y otras razones que no quería mencionar, la verdad no quería una relación que me lastimara. Yo me había decidido y no cambiaría de opinión. El era un hombre infiel del demonio.

     ―No David, creo que sabes que lo ❝nuestro❞, nunca volvería después de lo que hiciste, todo lo que hiciste ―le contesté mientras sacaba su brazo de mi y recordaba lo vivido. Me volteé, quería irme y no sería una opción estar cerca de él, ya no lo era.

     ―Pero tú me amas, yo lo sé. Venus siempre nos amariamos lo prometiste. ―dijo ahogandome en sus brazos, que por cierto eran grandes, musculosos y asfixiantes, sentía que el aire no me bastaba ―me necesitas tanto como yo a ti, fueron dos años... ―declaró tratando de hacerme cambiar de opinión, algo que no pasaría ―Venus, por favor piénsalo ―lo último me lo susurró en el oído mientras procedía a acariciarme los brazos causandome algo de miedo. Los bellos de mis brazos se erizaron.

     Traté de apartarme nuevamente.

     ―Sueltame.

     Pero él solo me apretó más contra si. No podía escaparme de sus brazos y era horrible, esa sensación era horrible. No quería que me abrace. Odiaba estás actitudes suyas y siempre lo hice. Sólo que era demasiado idiota y no sabía como sacarmelo de encima. Cuando estábamos juntos sus juegos me hacían pensar que realmente me amaba y pensaba que las actitudes posesivas eran atrayentes, fue estupido considerar eso por mi parte.

     ―Sólo sueltame. ―mencioné frustrada forcejeando para que me dejara ir de una vez. La situación ya me estaba cansando y de alguna manera había prendido un interruptor en mi.

     «Peligro».

     ―¿Por qué debería?. ―preguntó para luego lleva sus labios a mi cuello ―tú eres mía, amor ―aplicó más fuerza con sus brazos y dejó un beso en mi blanquecina piel. Solté un quejido verdaderamente me estaba asfixiando.

     Comenzó el cambio, su cambio. No lo quería cerca mío y no quería verlo explotar, más en esta faceta que aterraba. No quería revivir aquello.

     ―Por favor... ―dije sin fuerzas. Realmente me apretaba mucho y hacía que recuerde cosas que yo no quería. Las había borrado o tratado de borrar, pero en estos momentos eran cuando resurgian ―tú no eres mi dueño... ―no sé si eso fue un acto de idiotez o valentía, pero mi rigidez se mostró rápidamente y el miedo me envolvió y pronto paralizó.

     Bruscamente mi cuerpo chocó con una superficie fría, mi cuerpo titilaba, no de frío, si no que el miedo latía en mis venas. El impacto hizo que soltará un segundo quejido y creo que no sería el último. Mi experiencia lo decía. Me había arrojado contra el capo de mi auto y quedé semi recostada.

     Cerré mis ojos fuertemente y las lágrimas comenzaron a picar, queriendo escapar justo como yo. Ellas trataban de salir de sus cuencas, pero eran débiles. Cuando trate de levantarme el solo me tiro nuevamente.

     ―Venus, Venus mía. Ya deberías saber que no puedes alejarte de mi. ―tomo mis brazos y agarro mis muñecas ejerciendo presión con sus manos, las colocó sobre mi cabeza contra la superficie de mi auto. Me hizo sentir enjaulada, como si no pudiera escapar y mis alas hubieran sido cortadas. ¿Cómo había considerado esto normal? ―No sé por que no me sorprendió que te quisieras ir, aunque ―paro un momento para acto seguido besarme. Trato de dejar pasar su horrible lengua en mi boca y me negué. Tratando de quitármelo de encima, haciendo movimientos desesperados por tratar de liberarme.

     No le respondí de ninguna manera y por ello me gané un tercer quejido. Me había mordido los labios y yo traté nuevamente de empujarlo o sacarlo de encima mío. David se acomo aún más entre mis piernas logrando meter su asquerosa lengua en mi cavidad bucal, soltó una de mis manos para comenzar a tratar de introducirla por debajo de mi remera. ¿Por qué me pasaba esto?, yo odiaba su malditos toques. No lo quería allí.

     Sus ojos estaban nublados de deseo y crueldad, buscaban mi piel entre el tejido de mi ropa.

     ―¿Con cuántos te habrás acostado? ―preguntó en un gruñido.

     No respondí, desvíe mi mirada no queriendo responder y David me tomo fuertemente de las mejillas tratando de que lo mire. Seguía sin mirar esas cuencas vacías.

     ―¡Responde pequeña zorra! ―exclamó mientras acariciaba mi abdomen.

     No conteste, temblaba sin quererlo. Estaba entrando en pánico, lo sabía.

     ―¡Responde! ¡Zorra!... ―cuando notó que no le respondía. Toco mis pechos bruscamente, sobre mi sostén de encaje ―Oh, hmmm bueno eso realmente no importa, eres tan hermosa Venus... justo como una diosa ―el comenzó a divagar sin claras palabras acariciando mis pezones. Me daban ganas de vomitar.

     David había dejado mis brazos libres en un descuido y no me había dado cuenta por que el terror se había introducido en mi como una toxina. Tomaría esa oportunidad para tratar de escapar.

     Lo empujé con todas las fuerzas que tenía en mi y para mi sorpresa, David como si se tratara de una anomalía gravitatoria o fuerza mayor, salió disparado contra el asfalto cerca de cinco metros lejos de mi.

     No sabía que demonios fue eso, pero no lo quise averiguar. Me iría, así lo decidí en ese momento y huí tan rápido como mis piernas lo permitían, aún estando en zapatos altos

     La calle estaba con continuo movimiento, autos circulaban ida y vuelta como era normal en Nueva York. Miré atrás con nerviosismo ¿Podría levantarse?, concluí en que sí efectivamente era una posibilidad y sin importarme nada, fui aún más rápido.

     Pronto me encontré tomando la precipitada opción de correr como una lunática por la avenida más transitada de la ciudad, pues en ese momento el miedo era mi motor y no podía pensar claramente. Solo pensaba en huir como fuera.

     Al cruzar la avenida corriendo sólo pude notar de reojo algo alarmante, había borrones de luces demasiado cerca, tanto que me cegó.

     Un auto se aproximaba.

     Cerré mis ojos esperando lo peor por que ya era demasiado tarde. Las lagrimas caían libres nuevamente.

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