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L. II || Capítulo cuatro.



— ¿Por qué no te acercaste?

La voz de Ralph captó mi atención, habíamos llegado a una bodega enorme, Caitlin y Barry se habían alejado para acomodar lo que necesitaríamos. 

Suspiré.

— No podía — Dije, volteando a verle —. No debía, no quería.

— Hubiera muerto en paz sabiendo que tú estabas aquí todavía.

— No la conoces, Ralph — Contradije, pero él negó.

—No, sí la conozco. ¡Me iba a casar con ella!

— Si tanto la conoces deberías saber que si me hubiera acercado, ella hubiera muerto preocupada por haberme dejado sola aquí y ella no haber estado conmigo.

— Ell estaba tranquila, lo había logrado, se había enamorado, había terminado la carrera, conoció a su primer amor, a su alma gemela, a su verdadero amor y pudo volver a ver a su hermana otra vez, aunque hubiese muerto. Ella daría la vida por la persona que ama. Ella me amaba.

— No tanto como a mi —contesté, comenzando a molestarme.

— Amanda amaba a la Ana de niña, jamás en sí conoció a la adulta, simplemente por poco tiempo; te amaba porque recordaba que no pudo salvarte — Él me hablaba con cierto odio, lo reconocí, no me importó.

— Sigo siendo su hermana.

— ¡Hey! — Barry llegó, Caity le siguió después sonriéndome sin mostrar sus dientes —. ¿Listos? Iremos a saber las razones de que Amanda siga viva y sea villana.

— Eobard la manipuló, pero intentaremos que eso no suceda. — Caitlin fue la que habló.

— Eso la dejará donde mismo: muerta. — Ralph con sus ánimos al mil por hora, murmuró aquellas palabras, recibiendo una mirada un poco triste por él de mi parte.

— ¿Y si la forma de tenerla con vida es evitando que se una al equipo? Ahí fue donde todo comenzó. — Opinó la castaña, quien me observó con cautela.

— Y si logramos eso..., ¿cómo sabremos que el destino no nos vuelve a juntar? — Habló primero el más alto de la habitación, iba a contestar pero suspiré.

— Barry podría llevarnos al día del accidente donde ella sube al autobús con Ralph, evitar que suba o seguirla y evitar que conozca a Wally.— Le di un punto a Caitlin, yo no podía hablar.

— ¿Ana? — La voz de Barry me hizo girar a verle, él puso sus manos sobre mis hombros obligándome a verlo directo a los ojos —. Tu hermana estará bien igual que tú, ambas estarán bien al final.

— Barry..., no es que no confíe, pero no creo que funcione— Susurré solo para él, quien asintió relamiendo sus labios.

— No perdemos nada con intentarlo, ¿o sí?— Dijo y suspiré.

— Creo que deberíamos evitar el accidente que ella tiene en su departamento, ahí es donde ella conoció a Cisco por primera vez, ahí lo vió.

— Primero debemos ir a ver el inicio, cuando moriste — Barry me sonrió ladinamente, asentí y un escalofrío me recorrió la espalda.

Debería de no asustarme, pero ver mi propia muerte cuando era niña, me causaba miedo. Caitlin puso su mano sobre mi hombro, dándome calor inmediato, un calor amigable.

— No es necesario que vengas con nosotros, puedes quedarte.

— Iré.

Puse mi mano encima de la de ella, asentimos al mismo tiempo sonriéndonos mutuamente, nos acercamos listas para ir detrás de Barry, Ralph traía un rostro algo preocupado, era extraño.

Pero uno casi nunca viaja al pasado a ver la muerte de alguien y ver cómo alguien casi muere.

Pero no todo salió como uno lo esperaba.

REALIDAD ALTERNA.

Algo muy extraño había sucedido, Barry, Caitlin, Ralph y Cisco habían viajado a lo que se suponía que era el pasado, incluida yo, pero era otra cosa completamente diferente.

Estábamos en jitters, los cafés más deliciosos de toda la ciudad.

— ¿Qué pasó? — Preguntó Caitlin. Yo miré todo a mi alrededor, la gente parecía estar normal tomando café o comiendo algún pan.

— No sé.

— ¡Mamá, mamá! — Una niña gritó, al girar esta me golpeó, después me miró —. Perdón.

— No pasa nada, anda con cuidado.

Dicho esto, La Niña salió corriendo yendo con alguien más, al verla, me sorprendo viendo que era ella, Amanda. Ella cargó a la niña en brazos dándole muchos besos en la mejilla y acariciando su cabello.

— Es Amanda — Ralph susurró. Alcé la vista para verle, sus ojos tenían lágrimas asomándose rápidamente, relamió sus labios y suspiró. Yo volví a ver a mi hermana.

Era más adulta, alguna que otra arruga en su rostro, pero seguía resplandeciendo su juventud y felicidad. Después, apareció un chico, no era Cisco, pero tampoco era Ralph.

— ¿Qué...?

— ¿Y ese quién carajo es?

Nadie entendía nada, pero Amanda giró y sin querer nos miramos a los ojos, después miró a mi lado; Ralph. Ella se sorprendió y sus ojos brillaron en suma tristeza.

La tierra comenzó a temblar, un extraño rayo apareció frente de nosotros y ahora estábamos en otro lado. La Amanda de ahí, era de otra dimensión.

— ¿Qué acaba de ocurrir? — Cisco habló, mirando a Barry.

— No tengo ni idea, esto es demasiado extraño...

— Chicos, miren.

Caitlin captó nuestra atención, yo me encaminé a ella viendo a lo lejos un parque, era Amanda de nuevo, con una niña y un niño, Ralph estaba a su lado mirándole con una sonrisa.

La pequeña mostró algo con sus manos, tal vez algunos poderes, pero Amanda intentaba decirle que los escondiera.

— Dios..., es Randha — Ralph habló, sentí mi pecho con dolor.

Todo a mi alrededor se puso en silencio, sentí la mano de Ralph tomándome y dando un apretón sincero. Después éramos solamente nosotros dos, no había nadie alrededor.

— ¡Papi! — Una niña gritó, bajé la vista y la niña abrazaba la pierna de Ralph. Él le miró.

Era Randha.

— Papi, ¿qué tienes? ¿Por qué no me cargas? — La pequeña insistió, Ralph la cargó aguantando las lágrimas—. ¿Estas triste? Mamá vuelve tarde del trabajo.

No se habían percatado, pero estaban en una casa. Habían fotos de Ralph, Amanda..., los peques, el equipo Flash, mías.

— ¿Tú eres tía Ana? — La niña preguntó sacándome de mi mente, yo sonreí.

— ¿Cómo has sabido?

— Mamá me cuenta muchas historias de la héroe que eres, pero dijo que habías muerto.

— Lo qué pasa, es que soy un fantasma bueno y vine a verte — Dije, intentando hacerle entender—. Me enteré de mi sobrina favorita y vine a verte. Igual a tu hermano.

— Sí, Carl está dormido.

— ¿Carl? — Ralph preguntó extrañado.

— Sí papi, ¿que se te ha olvidado nuestros nombres?

— N-no cariño, solamente que es un juego — Ralph habló otra vez, yo sentí una extraña opresión en el pecho —. Es recordar nuestros nombres para tía Ana, recuerda que solo se ha enterado de ustedes pero no sabe sus nombres, preséntate, cariño.

— ¡Sí! Amo los juegos — Ella dijo —. Bueno, tía Ana, yo me llamo Ana Caro, tengo siete años y mi hermano se llama Carl Raphael, tiene ocho. Es más grande.

Ralph y yo nos miramos y el dolor aumentó que provocó que gritase con fuerza, sintiendo como todo a nuestro alrededor cambiaba. De la nada, estábamos en el cortex.

Estaba todo dañado, fuego, cosas descompuestas como si hubiera habido un ataque previo.

— ¡Ana! — Ralph gritó, yo giré a verle y él estaba en el suelo abrazando a alguien.

— ¿Qué- qué es esto? ¿Quién es?

— Creo que- es Ana Caro, mi hija.

— Ha de tener unos veinte y algo.

— No responde..., creo que- no quiero ni pensarlo.

— Ralph, no es tu hija, es una simulación ¿ok? Estamos brincando de realidad en realidad.

— Pero, se siente tan real...

— ¡Ana Caro! — La voz de un varón se escuchó, al verlo entrar al cortex, con tan solo verle a los ojos y el pequeño parecido a Ralph sabía quién era.

— Carl.

— ¿Papá? ¿Tía Ana? — Él miró el cuerpo en los brazos de Ralph y corrió para verle. Abrazando a su hermana—. ¿Ana Caro? Dios, despierta por favor..., ahora tú no.

— Carl, ¿y Amanda? — Ralph preguntó, él le miró con una sonrisa triste.

— Sabía que te volvería a encontrar..., sé que no eres el mismo papá que tengo ahorita, pero quiero que sepas que te amo, papá. Ana Caro también te ama muchísimo.

— ¿Cómo sabes? — Pregunté.

— Lo sé así como sé que tú estás muerta, tía.

— Carl..., ¿y Amanda?

— Mamá murió hace unos meses, fue un accidente, pero papá nos ha cuidado bien — Carl miró a Ralph.

Este mismo iba a decirle algo, pero el cuerpo de sus brazos desapareció al igual que Carl lo iba haciendo lentamente. Mi cabeza dolió como si quisiera explotar.

ACTUALIDAD.

En cuestión de segundos, todos estábamos en el cortex, desde que nos fuimos como si nada hubiera ocurrido. Mi cabeza dejó de doler y Caitlin se acercó corriendo hacia mi.

— ¿Qué fue lo que les pasó? Desaparecieron ustedes dos de la nada.

— Miré a mis hijos — Ralph fue el que captó la atención de todos. Caitlin me ayudó a levantarme —. Eran preciosos.

— ¿Randha y Marcus?

— No, ahora se llamaban diferente y lucian diferente.

— Pero necesitamos saber la razón, ¿Barry? — El mencionado no sabía ni que decir.

— No tengo idea, es imposible que cambien el rostro o incluso el nombre. Solamente cambia su línea temporal, pero no lo demás.

— Pues lo hicieron y lo peor de todo que no sé cómo es posible extrañar y amar a alguien que técnicamente nunca conocí.

Ralph salió del lugar con lágrimas en los ojos. Yo miré a los demás, no entendía que es lo que pasaba, pero sí sabía como terminar con esto.

— Ir al inicio de todo es algo que debo hacer sola.

— No — Barry interrumpió y el lugar se puso en silencio —. No puedo- podemos perderte a ti también. Es como si perdiéramos a todos en tan solo unas semanas.

— Lo siento Barry, pero no es decisión tuya.

Caitlin me miró un poco triste, tuve que ignorarla para no sentirme mal conmigo misma, no quería tampoco irme, no quería desaparecer, no quería morir. Pero yo debía estar muerta desde el inicio de todo.

Yo no debería estar viva.





Algunas horas más tarde, yo me encontraba en unas habitaciones ahí mismo en los laboratorios, Caitlin vino y se sentó a un lado mío en la cama. Yo estaba simplemente sentada pensando en todo, en como terminar..., aunque ya sabía lo que debía hacer, solamente tenía miedo y no quería aún terminar sin buscar más opciones.

— Así que debes morir, huh.

— Sí, no debería estar viva, todo sería un gran problema..., de por sí ya lo es.

— Encontraremos otra forma, ya verás.

— Todos dicen lo mismo, pero resulta peor. El viaje del tiempo nos llevó a muchos lugares y en todos estaba muerta, como debe de ser, para que Amanda viva.

—Pero sin ti, Amanda estaría mal.

— Ella lo había superado, verme de nuevo trajo consigo muchas muertes incluida la de ella.

— Ana, ¿no entiendes?

— ¿Qué? — Ambas nos miramos fijamente, ella sonrió ladina pasando una mano por su cabello colocándolo detrás de su oreja.

— No solo Amanda estaría mal, también nosotros, en especial yo — Dijo ella, pasé saliva sintiendo mi corazón latir con fuerza. No sabía lo que significaba, o probablemente sí.

¿Ella también lo sentía?

— ¿Por qué tú? — Me acerqué por inercia más a ella, Caitlin hizo lo mismo, la miré relamer sus labios e hice lo mismo.

— Porque sí.

Ella sonrió, yo también y puse una mano sobre su mejilla, no se apartó y segundos más tarde yo había acortado la distancia para dejarle un beso en sus labios.

Ambas nos sorprendimos, pero ella volvió a unirse, así que continué besándola con un poco de desespero que aumentaba entre más besos que nos dábamos. Mis manos fueron a su cadera atrayéndola a mi subiéndola sobre mis piernas, metí mis manos dentro de su blusa acariciando su piel.

Ella removió su cadera hacia mi, pasando sus manos por mi cabello. Sonreí soltando un pequeño jadeo en cuanto mordió mi labio inferior; mis manos subieron y desabrocharon su sostén en un rápido movimiento.

— Yo también estaré mal sin ti.

Susurré continuando con los besos y la calentura de ese momento.

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