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LXXXVIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Pasó el tiempo ahí con Gerard, hasta que después de rezar habían de despedirse. Ambos se persignaron, estuvieron un minuto en silencio por respeto. Y después estaban listos para irse.

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      Gerard respiró profundamente, junto a Lauren. La misma estaba mucho más tranquila había bastante más paz en ella, al fin había podido cumplir con esa visita. Debía hacerlo, y por fin había tenido oportunidad. Se sentía mejor, honrar las almas de quienes habían muerto siempre era importante en cualquier Religión y para cualquier persona.

       Era una visita sencilla simple y rápida, como debía de ser, porque así de concisa era igual de especial. Significativa e importante.

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       Tenían que salir del cementerio, volver al carruaje, y regresar cada quien a donde debían de.

       Todo sucedió como pensado, con ayuda y protección de los guardias que estaban ahí todo minuto.

       Caminaron con cuidado, empezó a hacer algo de viento y tanto Gerard como Lauren sostuvieron sus sombreros en sus cabezas con cuidado.

       Lauren a medio camino ya para salir, se preguntó si del otro lado, donde estaban las lápidas de gente pobre del pueblo, que de alguna manera sí pudo dar entierro a sus seres queridos. Estaría la señora Annighan.

       Aún tenía tiempo, podía averiguar. Sabía que en caso de las lápidas simples, estaban por secciones dependiendo sus letras, en orden alfabético claramente. Podía tener suerte.

       Le contó a Gerard, y éste estuvo de acuerdo, diciendo que para dar más privacidad el podía ir hacia el carruaje y esperar ahí. Lauren se lo agradeció. Y el tierno hombre se fue alejando hacia la salida, dejando a los dos guardias con Lauren por seguridad. A él ya lo conocían y no era la gran cosa para que lo anden saludando. Así que esperaría sentado en el carruaje. Con unas rosquillitas que a veces vendían puestos ambulantes, si los encontraba.

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      Fue con ayuda de los guardias. Y la otra zona definitivamente estaba más llena que la de las lápidas de familias adineradas. Pero era un lugar más grande, debido a que precisamente habían mucho más tumbas ahí. Y era totalmente diferente, en la otra zona estaban lápidas separadas, bien cuidadas y cada una especial, la otra zona estaba llena de pabellones con más de cien lápidas por pabellón y niveles.

     Gente se aglomeró pero no como fuera, porque claramente todos estaban en un lugar en el que no podían faltar el respeto a nada. De todas formas los guardias dejaron el orden, y en silencio, Lauren no podía evitar hacer reverencias a la gente de tanto en tanto.

     Preguntando a un par de gente y con su ayuda también, pudieron ubicarse en la zona probable donde podía estar enterrada la mujer. Y fueron caminando en aquel inmenso lugar.

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     Siguieron preguntando, los guardias también colaboraron amablemente. Y pasando por otro enorme pabellón que también empezaba por la letra "A" uno de los guardias paró para avisar algo.

      —Mi señora, con todo respeto a estas personas y a estos nombres, aquí estan Annighan Emerauld, Annighan Giuliana, y Annighan Daniella. —Dijo educadamente. —Esos son los apellidos con nombres de dama aquí.  —Son las tres únicas Annighan mujeres. —Dijo respetuosamente.

      —Es Daniella, la última. —Lauren dijo amablemente terminando de acercarse. Sí estaba ahí, felizmente.

       En aquel gran pabellón, su lápida estaba en un segundo nivel de los tantos que había vertical y horizontalmente, por lo que técnicamente la señora Annighan estaba bastante bajo. Tenía un vidrio como todas las demas para que claramente ningún saqueadores de tumbas atente el lugar. Pero ese vidrio tenia una pequeña apertura por debajo, por donde se veía habían metido bastantes cartas, todas decían "Para mamá" y también habían varios dibujos de una niña con sus dos padres. Claramente los había hecho Hope.

      Lauren no podía ponerse de cuclillas, el armazón bajo el vestido no se lo iba a permitir. Así que tenía que ver la misma para abajo solamente.

      1850—1881

       Sólo tenía 31 años. Lo lamentaba mucho. Perder a un padre era terrible, más cuando se era pequeño. Sus flores aún estaban frescas.

        —Buenos días, Señora Annighan. —Susurró y se quedó ahí en silencio para presentar sus respetos. Y elevar un par de oraciones en ese mismo silencio.

        Se sorprendió entonces cuando sintió a los dos guardias bajar la cabeza y cerrar los ojos con ella. Pero le pareció un gesto muy noble de parte de ambos.

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     Y al igual que en caso de Vladimir, habían de retirarse educadamente después.

      Así fue.

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      Se sentía bien con aquellas visitas. Y esperaba en un futuro poder ir a Doncaster a visitar a sus padres. Pero sabía que ese sería mucho más emotivo, demasiado en realidad. Y también se tendría que preparar para eso.

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      Regresaron al carruaje, tranquilamente y al reencuentro de Gerard claramente. Ahí estaba, no había podido conseguir sus rosquillas, pero no había problema,  ya las iba a conseguir en la panadería cuando regrese.

      Al llegar Sam esperaba leyendo un periódico tranquilamente. Y al ver el regreso de Lauren se lo ofreció por sí deseaba ver un par de noticias. Lauren se lo agradeció lo recibió, y después subió al carruaje con aquella pequeña banca de madera para hacerlo más fácil.

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      Y así fue el viaje junto a Gerard, ambos leyeron el periódico durante aquel tiempo. Habían noticias sobre la estabilidad en el Reino, como Dios aparentemente les sonreía de nuevo. De que la alianza con Suecia continuaba en términos de deuda, por lo que había sucedido con ambas familias y la ahora prometida del príncipe.

      Siempre la gente se había enterado bastante rápido de las cosas, no era sorpresa. Además, en los periódicos también ya confirmaban que los Skrlova habían llegado a Suecia sanos, seguros y en muy buen viaje según los informes. Eso era bueno.

      Eso era bueno.

      En otra página había un retrato dibujado de Lauren, era un pequeño párrafo, que contaba su historia en el juicio y su historia de vida como contexto para que la gente que aún no lo hacía, sepa quien se convertiría en su princesa. Si la historia del juicio y el nombre de la muchacha no era lo suficientemente relevante ya para ámbitos jurídicos, ahora lo sería para su Reino. Y era increíble.

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      Llegaron a la biblioteca y ahí dejaron a Gerard. El hombre bajo despidiéndose de manera alegre y amable de hasta los caballos. Le agradeció mucho a Lauren por aquella salida. Y se despidió de ella al final, deseándole lo mejor, y nuevamente esperando verla pronto.

     Lauren deseó que Gerard se quede con el periódico, y con eso el hombre se retiró.

     Desde el carruaje Lauren se aseguró de que Gerard entre al lugar, y cuando vio que lo hizo, estuvo segura. El hombre agitó su mano a la distancia para despedir al carruaje que empezó a a arrancar. Lauren correspondió su gesto desde la ventana del vehículo, y así este mismo empezó su rumbo de vuelta al castillo.

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   El viaje fue larguísimo de vuelta. Pero ya era obvio, así eran las distancias.

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      Lauren esperaba que todo en la reunión del consejo haya ido bien. Ya cuando se encuentre con Thomas podrían conversar al respecto. Pero esperaba que cosas se hayan solucionado.

      Sabía que el gran Duque debía de estar en aquella reunión. Y esperaba poder llegar mientras el mismo aún no se había ido. Podía hablar con él, sobre que más sabía sobre el asunto de su hijo, en el que para el público seguramente habían ocultado mucho para hacerlo ver como el crimen que habían calificado que era. Había algo en ese tema también que era injusto del que Lauren sabía tenía que averiguar algo. Y nadie mejor que el gran Duque para aquello, porque era seguro que a los abuelos de Louis les habían ocultado y dado mala información, para convencerlos de que no hubo ninguna irregularidad, y que su nieto sí era un criminal.

       De todas formas sabía que la familia estaba bien, los dos abuelos. Ya que cuando Louis murió, Thomas había donado dinero para la recuperación de la abuela. Aún así, la muerte de ese nieto que criaron como hijo propio sería un dolor que esté presente por siempre, más porque estaban claramente obligados, a creer fervientemente que Louis era un criminal, y que no lo debían recordar.

      Lo que quería Lauren era saber que no, ver quien exactamente podía tener una relación tan personal con ese caso para ponerle tantísimo odio. La ejecución fue injusta, fue por odio. Algo tenía que saber. Algún responsable tenía que encontrar y verlo cara a cara, saber por qué. Cobrar el daño que le hicieron a su amigo, a su familia.

      Porque Louis podía estar al fin descansando junto a Harry en aquel cielo. Pero ella aún no. Y en esa vida que aún tenía, no podía dejar cosas sin resolver.

      Alguien tenía que responder por la muerte de Louis y la de Harry. Tenía que ver a esa persona a los ojos, encararla. Hacerla pagar de cierta manera. La venganza no era buena, pero quería tenerla.

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       Cuando llegó al castillo. No corrió con la suerte de encontrar al gran Duque, con todo el tiempo que había demorado, aquella reunión ya había terminado, sus integrantes ya se habían retirado.

     Se frustró un poco con eso, pero pronto Thomas le avisó que la reunión que tuvieron fue tremenda, que iban a tener otra la otra semana, pero la cantidad de cosas que habían avanzado eran magníficas. Pero que le contaría detalles en la cena.

     Pero por lo que fue mencionando, efectivamente todo era un milagro y un golpe de suerte en el que Dios protegía a Inglaterra de nuevo. Porque hasta el mismo parecía estar de acuerdo con el pare de desgracias, porque en realidad eran tiempos muy buenos.

      En la próxima reunión ya se sabrían  últimos detalles, porque a pesar de la suerte de las cosas, sabían que tenían que solucionarlo por completo.

      Eso parecía bien. El Duque vendría a la próxima semana, ahí podría hablarle, le contó a Thomas sobre eso, y el mismo dijo que podía hacer que el Duque llegue bastante antes de la Reunión para que puedan conversar tranquilamente.

      Lauren se lo agradeció, y pidió si ese día Thomas podía hablar con el Duque junto a ella. Thomas claramente aceptó asegurando que también todo estaría bien ese aspecto.

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      —Andas muy nerviosa. —Le dijo Thomas en aquella conversación que surgió en el pasillo, mientras tomaba las manos de su prometida y las acunaba entre las suyas. —A pesar de que ambos llevamos guantes siento las tuyas heladas. —Dijo empezando a sobar las manos de Lauren para calentarlas.

      —Disculpa, es que justo en el último tramo llegando me puse a pensar eso. Quería ver si aún estaba el Duque y todo lo que ya te conté. Pero no te preocupes más, ya lo hablamos. —Suspiró. —Ya todo a la próxima semana. —Sacudió la cabeza. —Pero puedes contarme lo de la reunión de ahora, es importante.

      —Te dije que ya a la cena, porque aún tengo que confirmar unas cosas. —Dijo divertidamente. — No seas chismosa. —Le bromeó. —¿O ya te gustó serlo?

     Lauren sacudió la cabeza. Mientras reía un poco por la broma. —No, perdón solo se me olvidó. —Dijo. —Aunque bueno, un poco —Hizo una pausa algo larga provocando una risa en el muchacho. —¿No puedes contarme un pedacito?

      Thomas de repente se le acercó mucho, soltando sus manos para tomar delicadamente su rostro. Tomó de sorpresa a Lauren pero no en disgusto. Se acercó para besarla y se detuvo casi en sus labios.  —No. —Susurró, y empezó a alejarse tranquilamente. 

      Lauren frunció la nariz en diversión y broma, le había hecho lo mismo que en la mañana. Era divertido, se lo merecía de todas formas. Thomas se las había cobrado.

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     El muchacho fue alejándose por el pasillo.

     —Te odio. —Le dijo Lauren cuando él estaba un poco lejos. No quería admitirlo mucho, pero sí hubiese querido que vaya a besarla. Tampoco lo podía negar.

     Casi riéndose Thomas giró mientras seguía caminando, se levantó la boina, como saludando. —Yo también. —Dijo divertidamente. Para luego colocarse la prenda de nuevo, y seguir caminando.

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