~Dieciocho'🎄
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Katie, 18 años.
Trillizos, 14 años.
El tiempo pasa realmente rápido y cuando menos lo piensas, como en un parpadeo han pasado tres, cinco, diez, casi veinte años y puedes mirar hacia atrás y decir que han sido unos buenos años o lo contrario, arrepentirte porque quizás no viviste esos años lo suficiente, no amas, lloraste o reiste lo suficiente para que fueran buenos años.
Pero por fortuna Louis puede decir que si han sido los mejores años de su vida, él tiene más de veinte años unido a la persona que ama y dieciocho criando a sus hijos junto a esa persona; cuatro preciosos cachorros que no cambiará por nada del mundo.
Cada uno de sus hijos eran tan distintos y similares a la vez.
Katie había crecido y ahora era una adolescente un poco rebelde, Louis aún recuerda el día, bueno, mejor dicho la noche en la que su hija mayor llegó ebria a casa por primera y última vez.
La chica mayor había tratado de entrar a casa, alrededor de las 2 de la madrugada, pero el simple hecho de poner las llaves en la cerradura de su casa fue algo complicado para ella y su mareada mente, qué fue lo que la delató.
Y cuando ella por fin logró abrir la puerta, la imagen de Harry y Louis en la puerta casi logra que le diera un paro cardíaco.
- ¡Oops! - susurró la chica un poco nerviosa y encogiéndose de hombros mirando a sus padres.
Katie recibió uno de los peores regaños por parte de sus padres aquella noche.
Y Louis hasta la fecha de hoy aún no puede creer que Katie haya hecho algo así.
Pero a pesar de los años y las travesuras, el omega está seguro de que su hija lo amaba demasiado, además de que ella lo sigue protegiendo tal y como Harry lo hace.
Al igual que los trillizos.
Louis realmente estaba comenzando a preguntarse y a ponerse paranoico pensando sobre la pequeña posibilidad de que todos sus hijos fueran alfas.
Dios.
Él no está seguro de poder con cuatro alfas posesivos sobre protegiéndolo de todo a cada instante.
Una parte de él piensa que sería lindo, pero otra parte de él, de seguro la consciente, le dice que no, definitivamente eso no sería tan genial.
Pero bueno, sea lo que sea que pase, él seguirá amando a sus hijos y su familia de la misma manera e intensidad de siempre.
Katie había cumplido dieciocho años hace un par de meses y desde entonces, Louis ha notado algo diferente en su hija, como que está más sonrojada, siempre tiene un brillo especial en la mirada y con una emoción inexplicable a la hora de ir a la escuela.
Louis y Harry han llegado a la conclusión de que su hija está enamorada de alguien, pero aún no están muy seguros de ello y no quieren preguntar al respecto, porqué respetan a su hija y su privacidad, y ella se los dirá cuando se sienta cómoda y segura de hacerlo.
Por su parte los trillizos hay veces en las que ni siquiera parecen hermanos, los niños parecen siempre estar juntos y hacer a un lado a su hermana.
Eso no le gusta a Louis, pero igual Olivia parece no ponerle mucha atención a eso, es como si a ella realmente no le importará si sus hermanos la incluían o no en algo, ella está mejor sola en su habitación individual escuchando música a todo volumen en sus tocadiscos o viendo Netflix, era la más callada y calmada de los cuatro de alguna manera.
Mientras que Edward y James a pesar de los años parecen tener siempre mucha energía, siempre hablando en voz alta, peleando, pasando el tiempo patinando en la calle, etc...
- Así que... el celo de Katie aún no ha llegado. - murmuró en voz baja Niall en la cocina, procurando que nadie los escuchará.
- Nop. - negó Louis mirando a su hermano cocinar.
- ¿Y no te preocupa?, ella ya tiene dieciocho. - comentó el rubio.
- A mi me pasó lo mismo, ¿Ya lo olvidaste? - le respondió el castaño encogiéndose de hombros. - Llegará cuando deba hacerlo, no tengo prisa en que mi niña crezca. - agregó con la mirada baja.
- Ella ya creció, Louis. - suspiró Niall. - Cuando menos lo esperes, llegará con una pareja o con su título universitario, quizás ambas, y se irá de casa. - explicó su punto.
- ¡No, cállate! - chilló el omega castaño cruzándose de brazos.
- Y lo mismo pasará con los trillizos y ustedes pasarán su vejez juntos. - continuó hablando su hermano.
- A ti te pasará lo mismo con las gemelas. - sentenció Louis irritado y triste a la vez.
- Lo sé, por eso te lo digo. - dijo Niall sin preocupación. - Ya ves a la hija de Jade y Perrie, ella dijo su hogar a la edad de Katie y nunca más la hemos visto. - comentó torciendo los labios.
Una mueca de tristeza se pintó en el rostro del omega castaño, con una presión en su pecho, como si su corazón se estuviera hundiendo con el solo pensamiento de Katie desapareciendo de sus vidas.
- Y la pobre Jade nunca más pudo tener más hijos. - agregó Niall con un suspiro melancólico.
Era cierto.
Jade había intentado varias veces desde el cumpleaños número 10 de Rose tener más hijos, pero nunca lo logró.
- ¿Y si me pasa lo mismo Niall? - preguntó Louis preocupado pensando en eso.
- ¿Pasarte que? - cuestionó el rubio, mirando a su hermano angustiado.
- Si me quedo seco y no puedo tener más cachorros. - respondió el castaño con la voz apagada.
- ¿Quieres más hijos? - preguntó Niall sin poder creerlo. - ¿No crees que tus hijos ya están muy grandes?, le van a llevar muchos años a tus otros hijos, si es que decides tener más. - se explicó.
Louis soltó un suspiro triste, como derrotado, su hermano tenía razón, ya era demasiado tarde para tener más hijos, su oportunidad de dar vida había terminado y quizás, tan solo quizás, no se siente bien con ello.
- Pero mira, recién entras a los cuarenta, puede que puedas tener más si quieres. - ánimo Niall. - El tiempo de fertilidad del omega puede llegar a ser hasta los cincuenta años, obvio, ya tienes tus riesgos, pero lo vale, ¿no?
- Yo.... - Louis sacudió su cabeza un poco, para aclarar su mente y poder hablar. - Olvídalo, no sé en qué estaba pensando cuando dije eso, quizás solo entre en pánico con la idea de que mis hijos nos van a abandonar. - dijo haciendo una mueca con sus labios.
- Perdón, no debí hacer esos comentarios. - se disculpó Niall apagando la estufa, para abrazar a su hermanito. - Todo estará bien, Harry y tú han sido unos buenos padres. - consoló, dándole unos pequeños y suaves golpes en sus espalda para tranquilizarlo.
Louis asintió, recibiendo gustosamente el abrazo de su hermano, tranquilizandolo un poco, pero en el fondo aún con aquel deprimente pensamiento en los más profundo de su mente.
Y esa noche en la oscuridad de su habitación el omega no pudo evitar comentarle su inquietud a su alfa, cuando ambos estaban acostados en la cama, listos para dormir.
- Alfa, ¿Crees que somos buenos padres? - preguntó Louis con su cabeza recargada en el pecho de su pareja y sus piernas enredadas con las del contrario.
- Por supuesto, amor. - respondió Harry sin dudarlo, pasando sus dedos por el cabello cobrizo del omega. - ¿Por qué lo preguntas? - cuestionó frunciendo el ceño.
- Nuestros cachorros no nos van a dejar, ¿verdad? - dijo el castaño haciendo un puchero con sus labios.
- Lou, no debes preocuparte por eso, los niños crecen y se convierten en adultos es lo más natural. A la edad de Katie, Niall y tú se fueron a vivir solos con un alfa estupido como compañero. - dijo el rizado lentamente riendo, acariciando la espalda de su omega, para mantenerlo tranquilo.
Louis soltó una risa amarga y le dio un golpecito en el pecho a su alfa con sus dedos.
- Y no por eso Jay fue una mala madre, ¿verdad? - continuó hablando el rizado.
- No. - negó en un susurro del castaño, abrazándose más al cuerpo de su alfa.
- Omega, no puedo mentirte y decirte que nuestros hijos van a vivir con nosotros por siempre, por qué no será así, ellos crecerán y tendrán sus parejas, aunque eso no me guste del todo a mi tampoco, y tendrán sus propios cachorros. Y nosotros vamos a envejecer juntos y nuestros aromas combinados será el único olor en nuestro hogar y con un poco de suerte veremos a nuestros nietos de vez en cuando y seguiremos amándonos a pesar de los años, las arrugas y todo eso que viene con la edad. - explicó Harry mirando hacia el techo, con una sonrisa en su rostro.
Y todo eso igual le hizo bien escucharlo al omega y una sonrisa apareció de la misma manera en su rostro.
- Has pensado mucho en eso, ¿no? - respondió Louis con alegría.
- Imaginar mi futuro a tu lado es en lo único que puedo pensar desde el día que nos unimos. - confesó Harry besando su cabecita castaña, aspirando su aroma dulce de vainilla con canela.
- Has hecho que envejecer no suene tan mal. - murmuró Louis, moviendo su cabeza del pecho de su alfa, para esconder su rostro sonrojado en su cuello, para también llenarse con el aroma de su amante de chocolate con menta.
- Cualquier futuro a tu lado no sonará mal nunca, amor. - respondió el rizado sonriendo.
"Eres muy dulce alfa", habló su omega contento.
"Yo solo te amo demasiado omega", ronroneó su alfa en respuesta.
Y al día siguiente era víspera de Navidad, por lo tanto, también del cumpleaños de Louis, y la casa estaba decorada con luces Navideñas y toda clase de decoraciones coloridas, además de que el olor a comida especial recién hecha abundaba en el lugar.
El omega tenía música en un volúmen bajo mientras terminaba de colocarle los últimos detalles al árbol de Navidad, mientras que Harry terminaba con la comida, cuando de pronto todo el ambiente en la casa pasó de estar tranquilo y dulce a tensó.
Louis pudo olerlo y sentirlo en cuestión de segundos.
- Harry. - llamó a su alfa en un susurro, sintiéndose desorientado.
Y no pasó mucho tiempo antes de que en la casa se hiciera presente un aroma intenso, que hizo que las piernas del omega temblarán, haciendo que Harry tuviera que sostenerlo de la cadera para que no cayera al suelo.
Y entonces pasó, ambos padres pudieron identificar lo que estaba sucediendo en ese momento en su hogar.
El aroma potente de kiwi con nuez se hizo presente en todo el lugar y lo siguiente que escucharon fue el llamado de dolor y desesperación de su hija mayor desde su habitación.
- ¡Mamá!, ¡Papá! - gritó desesperada la chica, con la voz ligeramente cambiante, sin poder entender el porqué su cuerpo estaba comenzando a doler, como si hubiera hecho un ejercicio tormentoso y doloroso, y tampoco entendía el porqué del cambio de su voz.
Ella estaba tan confusa, con la mente nublada por completo por el calor y el dolor, y con lágrimas bajando por ojos por la frustración de no entender su dolor y poder hacer algo respecto.
El celo de Katie por fin se había presentado.
Y aunque para ella en ese momento parecía que nada tenía sentido, la realidad era otra por completo, ya que desde la sala sus padres pudieron entender lo que sucedía con su pequeña y el importante momento que estaba viviendo en ese instante.
Ella se estaba presentando como una alfa.
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