«𝐐𝐔𝐄𝐃𝐀𝐓𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐌𝐈𝐆𝐎» 𝟒
Si Dahyun hubiera sabido que sería abandonada, hubiera preferido no salir de casa y quedarse sentada en ese rincón; jamás pensó que la abandonarían. Luego de que la chica desconocida de nombre Sana se fuera, Dahyun se quedo recostada en la cama admirando su alrededor, todo parecía limpió y olía bonito, no había fotos en las paredes, solo unos pequeños recuadros, etc... Le llamó la atención el enorme armario que estaba del otro lado de la habitación junto a un ropero, era la primera vez que veía uno, en su casa no había nada de eso, su ropa que usaba la tenía dentro de una caja y de vez en cuando la lavaba su madre. Así estuvo admirando todo hasta que la noche llegó, poco a poco la fue venciendo el cansancio hasta caer en un profundo sueño.
No supo por cuanto tiempo durmió, despacito abría los ojos, esperaba que fuera de día, sentía que había dormido durante muchas horas, sin embargo, todavía seguía siendo de noche; el reflejo de la luna entraba por la ventana. Miró debajo de la cama, aún lado queriendo levantarse y fue cuando sus ojos se encontraron con la silueta de Sana dormida en el suelo recostada su cabeza aún lado de la cama. Siendo de noche no pudo escanearla, solo lo poco que podía ver era parte de su rostro y un poco de su piel, su respiración era tranquila y se movía de vez en cuando. Se acomodó de lado, mirando hacía Sana y se quedó viéndola «Es muy linda y su aroma es dulce» Pensó la menor.
A la mañana siguiente, no recordó en que momento se quedo dormida, lo único que recordaba era que miraba dormir a Sana hasta que caer dormida de nuevo. Se levantó, su cuerpo no dolía como antes, miró su brazo e intentó moverlo, no sintió dolor alguno, por lo que miró aún lado de la cama, pero, la chica que dormía tranquilamente allí, no se encontraba. Escuchó un ruido de afuera, lo pensó 3 veces antes de decidir levantarse e ir a averiguar de dónde provenía. Miró su alrededor no había nadie más, sin titubearlo, puso un pie fuera de la cama y se dirigió a la puerta, al tocar la perilla, dudo unos segundos en abrirla, pero terminó abriéndola poco a poco dejando solo una pequeña abertura, se asomó cuidadosamente, miró afuera todo lo que veía era pasto, árboles y un lago alado; justo en el lago estaba Sana, no lograba ver que estaba haciendo, intentó abrir un poco más la puerta y asomarse un poco más para ver que hacía la chica desconocida. Estaba sentada sobre el pasto frente al lago, estiró un poco el cuello para ver mejor y la chica lavaba ropa; era la primera vez que veía lavar ropa a alguien.
—¿Necesitas algo? —Preguntó Sana en voz alta para que Dahyun pudiera escucharla—¿Tienes hambre? Ya mero termino, iré por comida.
Sana se había despertado desde antes que saliera el sol, era su rutina diría. Apenas el sol salió recogió toda la ropa sucia, incluyendo la de la niña que había encontrado, su ropa a diferencia de la de la niña se encontraba más sucia y percudida. Volteó a ver a Dahyun, seguía parada en la misma alado de la puerta agarrando la perilla. Tenía un buen oído, podía escuchar cualquier ruido que proviniera de casa o un poco más lejanos, sabía que había despertado; solo no imagino que la espiaría.
Dahyun trago saliva cuando sus ojos se encontraron con los bonitos ojos de la niña de ojos marrones, no creyó que la hubieran escuchando cuando fue tan cuidadosa de no hacer ningún ruido.
—No, es solo que salí a tomar un poco de aire—Respondió rápidamente Dahyun hablando lo más rápido que pudo—Lo siento, si te molesté.
Sana dejó la ropa aún lado la ropa sobre una canasta y se puso de pie, aún lado de la casa se encontraban un par de sogas, sin responderle a Dahyun, comenzó a tender la ropa en silencio, no era mucha por la que solo utilizo una soga. Dahyun solo observaba callada viendo a la de ojos marrones tender la ropa con cuidado de no tirarlas al pasto y que se ensuciaran, sus ojos se abrieron aún más cuando vio entre la soga su ropa que llevaba puesta; estaba limpia.
—¿Qué te gustaría desayunar? ¿Fruta? ¿Pan? ¿Ramyeon? ¿Chocolate? —Sana se limpió las manos y caminó hasta la puerta quedando enfrente de Dahyun—Puedes pedir lo que tu desees comer.
Dahyun alzo un poco la cabeza, era más alta la chica de ojos marrones, sus ojos eran tan bonitos y brillosos, pero intimidantes. Tenía miedo de respirar fuertemente y que notara sus nervios, no sabía que responder, la única comida que conocía era el agua, el pan y de vez en cuando la fruta.
—No es necesario, no tienes por que hacerlo—Susurro Dahyun bajando la cabeza mirando a otro lado que no fuera directo a sus ojos marrones de Sana—No quiero ser una molestia.
Sana no sabía como reaccionar, alzó una ceja confundida y miró hacía otro lado.
—No es una molestia, si quieres, luego de desayunar puedo acompañarte al pueblo y ayudarte a encontrar a tu familia.
Dahyun tembló al escuchar ''Familia'', buscar a su familia sonaba bien, pero estaba segura que, aunque la encontrará, la volvería abandonar. No podía desaprovechar la oportunidad, una vez que llegara al pueblo estaría de nuevo a su suerte y no sabía por cuanto tiempo no comería.
—Sí, muchas gracias.
Sana se dio cuenta del cambio de expresión en su rostro.
—¿Y que quieres desayunar?
—Yo soy feliz comiendo cualquier cosa—Expresó Dahyun con una enorme sonrisa evitando romper en llanto.
—De acuerdo—Sana antes de irse, le dio unas pequeñas palmadas a la cabecita de Dahyun, acto que hizo que la menor la mirara con la boca abierta y con unas mejillas ligeramente coloradas—No tardaré—Dijo sin más antes de despedirse.
Dahyun solo se quedo parada en la puerta con el mismo gesto en su rostro, era la primera vez que alguien le hacía dicha caricia de darle unas palmaditas a su cabecita; su mamá nunca lo hizo. La silueta de Sana desapareció de su panorama, estaba sorprendida con todo lo que veía afuera, nunca había visto el lugar, no parecía que nadie más viviera cerca, no escuchaba ningún ruido que no fuera el de la naturaleza, miró el lago y los enormes árboles, no sabía que hora eran, pero a juzgar por el paisaje sabía que no era ni medio día.
Entró a la casa, esta vez podía darse a la tarea de investigar un poco el lugar, seguía incrédula por el lugar, todo era tan bonito y de día podía apreciarse mejor que la noche, lo primero que quiso ver fue el librero, se preguntaba que eran y para que servían, abrió varios sin entender y cuando estaba apunto de ir a la cama, se encontró con un libro que tenía dibujos, tenía una textura extraña, pero era colorido y bonito, lo hojeo página por página, se perdía dentro de esos colores y aunque no supiera leer, lo estaba disfrutando.
Sana, por el contrario, había ido a comprar el desayuno. El pueblo no quedaba muy cerca de casa, por lo que tenía un largo caminó hasta llegar, aunque para ella ese no era un problema. El pueblo por la mañana era tranquilo, muy pocas personas caminaban por las calles del pequeño mercado antes de las 7 de la mañana, podía caminar libre sin llamar la atención. Caminó hasta casi al final del mercado, había un puesto en dónde su mamá solía comprar, compró un par de manzanas y fresas, y antes de regresar fue por pan, un poco de ramyeon y una bebida de chocolate.
No quería hacer esperar por más tiempo a Dahyun, por lo que decidió regresar a casa. Caminó lo más rápido posible, se sentía nerviosa, las personas empezaban a llegar y no le gustaba estar entre la multitud. Para su buena suerte, el resto del caminó fue tranquilo, luego de salir del mercado, todo era más tranquilo y lo era mucho más el caminó hasta su casa.
Estando cerca, no escuchó ningún ruido provenir de la casa. Caminó a toda velocidad sin hacer ruido, miró por la ventana y vio a la pequeña niña sentada en el suelo mirando uno de sus libros de cuentos, se quedó en silenció observándola en silenció, miraba como sonreía mientras cambiaba la página y una pequeña sonrisa salió de su rostro por primera vez luego de la muerte de su madre.
—Tarde más de lo esperado—Dijo Sana abriendo la puerta de casa e interrumpiendo a Dahyun.
Dahyun rápidamente se levantó del suelo y puso el libro en su lugar, miró al suelo evitando ver a la castaña.
—Lo siento, me dio curiosidad ver aquellos libros—Dahyun sonaba nerviosa y trago saliva esperando no haber hecho enojar a la castaña—No lo volveré hacer.
Sana la miró extrañada, pudo notar sus nervios por el tono de su voz y como escondía sus brazos en la espalda.
—No importa—Respondió Sana con total sinceridad, caminó hasta su cama y dejó las bolsas encima—¿No tienes hambre?
Dahyun asintió con la mirada aún en el suelo y caminó despacio hasta llegar a la cama en dónde estaba Sana parada aún lado. Abrió la bolsa y se encontró con un montón de comida, sus pequeños ojos brillaron y su estomagó aún sin probar un bocado, se sentía bendecido por tener algo que comer esa mañana.
—No sabía que comprar, así que espero que te guste.
—Gracias—Dijo Dahyun sutilmente sonriendo de una manera inocente y agradecida—¡GRACIAS! —Repitió.
Sana solo asintió ante sus agradecimientos y se alejó un poco para no incomodarla y que pudiera comer a gusto, se fue a sentar del otro lado de la habitación y se quedó mirando la ventana. Dahyun, por el contrario, no se resistió más y comenzó a comer todo, cada bocado era el cielo para ella, siempre disfrutaba de cada bocado como si fuera el último. El sabor a chocolate era de sus favoritos, las fresas era la primera vez que lo probaba, el pan siempre le encantaba y ese raymeon sabía tan rico que se lo comió casi de un bocado.
—Esto es muy rico—Murmuraba Dahyun con una enorme sonrisa.
Sana se quedaba observándola de reojo, le sorprendía la rapidez con la que podía comer aquella pequeña niña.
—Oh, es verdad—Dahyun se detuvo antes de morder el último pan que quedaba y volteó a ver a Sana apenada—Aún queda comida para ti, lo siento casi estuve apunto de comerme todo.
—Esta bien, comí al amanecer. Compre eso solo para ti—Sana la miraba con una expresión sería—Puedes comer todo.
—¡¿DE VERDAD?! —Preguntó Dahyun con entusiasmo.
—Sí.
Dahyun no lo pensó ni dos veces, continuó comiendo todo a paso veloz hasta que finalmente terminó todo, recogió toda la basura que quedo y se sentó en la cama con el estomagó lleno. No recordaba la última vez que su estomagó se sentía así, sin hambre y muy satisfecho. Estaba tan perdida en su mundo, que no se dio cuenta de que la castaña la estuvo observando.
Sana estaba en silenció, se preguntaba como un cuerpo tan pequeño podía comer mucho, podía ver la sonrisa de la pequeña en cada bocado y en como disfrutaba todo, se seguía preguntando la razón de haberla ayudado.
—Si quieres, puedo ir a comprar más—Indicó Sana.
—Eh, no es necesario... Ya has sido lo suficiente amable conmigo—Dahyun rasco su pequeño brazo nerviosa—Me salvaste, me diste ropa limpia y comida, me dejaste dormir en tu cama. Ya has hecho suficiente por mí—Hizo una pequeña reverencia—Gracias por ayudarme. Pero, ya es hora de irme.
Sana no sabía cómo reaccionar, ni que decir.
—Tú ropa aún no se seca...—Sana se puso de pie y caminó hasta la cama parándose enfrente de Dahyun—Puedes quedarte hasta el medió día si quieres, luego puedo llevarte al pueblo.
Dahyun se quedo paralizada, miró directamente a los ojos de la castaña, tenía rasgos diferentes, una piel más morena y unos ojos más redondos que los suyos. Su corazón latía de los nervios, nunca antes había estado tan cerca de un desconocido.
—Sí, esta bien—Susurro Dahyun mirando hacia otro lado.
—¿Cómo siguen tus heridas? ¿Aún te duele el cuerpo? —Sana cambió la expresión de su rostro a una preocupada.
Dahyun asintió rápidamente tocando su brazo en dónde se encontraba su herida. De solo recordar lo sucedido, la piel se le ponía chinita,
—Aún duele un poco—Dahyun acarició su brazo—Mamá me enseño a no llorar, así que estaré bien.
Sana se quedo en el mismo lugar, sin dejar de observar a Dahyun.
—Tengo curiosidad ¿Qué hacías sola en el parque tan tarde? —Preguntó Sana curiosa por saber que hacía una niña tan pequeña sola de noche.
Dahyun no respondió de inmediato, en su lugar bajo la mirada y queriendo ocultar su rostro, volteó a mirar la pared, de solo recordar lo que paso esa noche, su corazón dolía.
—Me perdí, mamá dijo que no me alejara y no hice caso—Mintió Dahyun, no quería decirle lo que realmente había sucedido—Si me hubiera portado bien, mi mamá no me hubiera perdido—Mustió.
Sana pudo escuchar la voz de Dahyun casi quebrándose al contarle lo último.
—Tú madre debe estar buscándote—Sana se acercó a Dahyun, toco ligeramente su hombro en un gesto de querer levantarle el ánimo y Dahyun volvió a mirarla a los ojos con la boca entre abierta y unos ojos cristalinos—Verás que te reencontraras con ella.
Dahyun solo asintió tímidamente y su corazón latió cuando la chica castaña le sonrió dejando ver sus dientes. Se quedo hipnotizada. Sana podía escuchar los latidos de la menor, le parecía curioso y esa fue la razón de que sonriera.
—Tengo que ir hacer unas cosas—Sana se dio la media vuelta dándole la espalda—Cuando regrese te llevaré a la plaza.
Sana antes de salir de casa, miró de reojo a la menor quién parecía querer llorar. No quiso preguntar, solo se limitó a irse. Realmente no tenía algo que hacer, solo busco un pretexto para salir de casa y terminar con la conversación. No era muy buena consolando, pero el simple hecho de recordad a su madre, le entraron unas enormes ganas de llorar. Recordó su rostro de la menor, era como verse a si misma después de que su madre falleciera, habían dos cosas que no se podían esconder, la felicidad y la tristeza. Tal vez no la conocía, ni habían conversado lo suficiente, pero algo dentro de ella, le decía que debería levantarles los ánimos.
Sin pensarlo un solo segundo más y se fue directo al pueblo. Llegó hasta el mercado en dónde había comprado a primera hora de la mañana. No sabía de qué manera levantarle los ánimos, siguió caminando mirando en todos los puestos, luego de varios minutos observando sus ojos se encontraron con un peluche de un perrito; recordó el peluche que su madre le obsequió cuando era más pequeña. Se lo quedo mirando y se acerco al puesto, una señora mayor la recibió con una sonrisa y Sana solo regreso la sonrisa algo tímida.
—¿Buscabas algo en especial? —Preguntó la señora mayor del puesto.
Sana negó con la cabeza y se quedo observando el peluche de perrito, que resulto ser de un shiba inu.
—¿Usted cree que un peluche pueda levantarle el ánimo a alguien? —Sana no estaba segura si comprar el peluche o seguir buscando otro regalo.
—Cualquier regalo que se de con mucho cariño, puede levantarle el ánimo a cualquier persona.
Sana levantó la mirada y miró a la anciana quién sonreía.
—Me llevaré este peluche—Sana agarro el peluche de shiba inu y saco el dinero de su bolsillo y pago—Muchas gracias—Agradeció.
La señora mayor solo asintió y Sana sonrió mirando aquel pequeño peluche. Estaba ansiosa por llegar y entregárselo a la pequeña niña de nombre Dahyun.
Dahyun por otra parte luego de ver irse a Sana, se quedo recostada en la cama. Sentía miedo, luego de que aquella castaña regresará, la llevaría de vuelta a la plaza, en dónde nadie la buscaba y en dónde no tendría a dónde ir. No pudo contener las lágrimas, sin darse cuenta sus lágrimas caían por sus mejillas, seguía repitiendo en su cabeza ''Debí morirme esa noche'', no quería estar sola, quería estar con su madre en casa, aunque le pegará o olvidará de llevarle de comer, al menos tenía en dónde dormir y ahora no tenía nada ni a nadie.
Se levantó de la cama luego de llorar por varios minutos, se sentó en la orilla y observo de nuevo la casa, se sentía tan cómodo y acogedor, a pesar de que no conocía a la dueña de dicha casa. Volvió a mirar el librero, antes de irse quiso echar un pequeño vistazo de nuevo a los libros coloridos. Había ojeado la mayoría de los que podía alcanzar, solo le quedaban unos cuantos que no había ojeado, le llamó la atención uno en especial, no era tan colorido como el resto, lo agarro con cuidado y lo abrió, dentro del libro se encontró con una fotografía, era una señora y alado estaba la chica castaña de nombre Sana; ambas sonreían. Dahyun se quedo observando la foto, la madre de la castaña era realmente muy bonita, tenían facciones parecidas.
—Que bonita es—Susurro Dahyun admirando la belleza de la madre de Sana—Ojalá mamá también hubiera así conmigo.
Sana regresó del pueblo, no quiso demorarse mucho por lo que regreso lo más rápido posible. Dahyun quién seguía admirando la fotografía, no escucho los pasos de afuera. La puerta se abrió y Sana lo primero que vio fue a Dahyun con la última fotografía que se tomo con su madre, Dahyun la miró rápidamente asustada al notar la presencia de la castaña. Se miraban directamente a los ojos, en el momento en el que sus miradas se encontraron, Dahyun no supo como reaccionar, se mantuvo con la boca entre abierta y las manos temblando. Sana luego de un par de segundos desvió su mirada a la fotografía.
—¿Qué haces con esa foto?—Preguntó Sana en un tono serio sin desviar sus ojos de la menor—¿Andas fisgoneando? ¿Qué buscabas?
Dahyun se quedo quieta pensando en que responder.
—Lo siento—Se disculpó rápidamente Dahyun haciendo una pequeña reverencia para demostrar lo arrepentida que estaba por husmear en dónde no debía. Agarro la foto y la guardo dentro del libro acomodándolo en el lugar en el que lo encontró—Solo quería ver los dibujos de los libros y me encontré con aquella foto.
Sana pudo notar los nervios al hablar, como si tuviera miedo de ella. En ese momento se arrepintió por usar ese tono de voz en una niña menor que ella.
—No importa—Respondió Sana en un tono más dulce—Puedes pararte bien, no estoy molesta ni nada.
Dahyun hizo caso y la volvió a mirar a los ojos. La castaña ya no parecía molesta, tampoco es que sonriera.
—Antes de que vayamos al pueblo...—Sana rompió con el silencio que se había formado en la habitación—Hace ratos parecías triste, no nos conocemos, pero... no me gusta ver a las personas tristes—Se fue acercando a Dahyun cuidadosamente con las manos ocultas en su espalda—Espero que esto pueda hacerte sentir mejor—Le mostro el peluche de perrito shiba inu que había encontrado y se lo acerco para que Dahyun lo agarrara—Cuando te sientas triste, solo abrázalo y el cargara con tu tristeza.
Dahyun se quedó inmóvil, no sabía como reaccionar; era la primera vez que recibía un obsequió. Agarro el peluche con mucho cuidado y se quedó viéndolo, sus ojos comenzaron a cristalizarse, no pudo evitar soltar un par de lágrimas. Sana no se espero que la menor cayera en lágrimas, pensaba que los regalos nos hacían sentir felices, sin pensarlo rodeo con sus brazos a Dahyun quién no tardo en corresponder el abrazo y llorar en silencio durante unos minutos. Aquel abrazo era el primero de Dahyun y el primero de Sana luego de que su madre falleciera; un abrazo tan único y especial para ambas.
—Lo siento por llorar—Dahyun se fue separando poco a poco de Sana limpiando sus lágrimas—Es solo que es la primera vez que alguien me regala algo.
Sana sin darse cuenta también había soltado un par de lágrimas, por lo que se dio la vuelta para ocultar su rostro y que no la viera Dahyun.
—Te disculpas mucho ¿No te lo han dicho? —Sana miraba de reojo a la menor quién ahora sonreía mirando el peluche—¿De verdad nunca te han regalado nada? ¿Ni tu madre?
Dahyun negó con la cabeza.
—Mamá no tiene mucho dinero, prefiero no molestarla con esas cosas—Mustió Dahyun y abrazo su nuevo peluche sin dejar de sonreír—Cuidare este perrito con mi vida, te lo prometo.
Sana no sabía como sentirse, sonrió cuando vio sonreír a Dahyun abrazando aquel peluche, era la primera vez que la veía sonreír de una manera tan bonita.
—¿Es hora de ir al pueblo? ¿No es así? —Dahyun agacho la mirada, su risa de hace unos momentos había desaparecido—No quiero hacerte perder más el tiempo, ni tampoco invadir tu casa. Iré por mi ropa y me cambiaré rápidamente.
Sana asintió, no le dirigió ni una sola palabra. Dahyun acomodó su peluche en la cama, fue afuera de la casa en dónde la ropa estaba tendida, por suerte su ropa estaba seca, se cambió en el baño, miró sus heridas en un pequeño espejo que tenía en el baño y miró sus heridas, recordando como se los había hecho su madre. Salió del baño, agarro su peluche y salió de nuevo de la casa en dónde estaba Sana sentada debajo de un árbol mirando el lago, la vista de dicha casa realmente era muy bonita, todo alrededor eran árboles y no parecía vivir nadie más cerca, por esa razón era muy silencioso y tranquilo.
—¿Ya está lista? —Preguntó Sana poniéndose de pie y mirando a Dahyun quién ya tenía puesta la ropa con la que la encontró—¿A dónde quieres que te lleve?
Dahyun ni siquiera sabía el caminó a casa, no es como si su madre la quisiera de vuelta tampoco.
—En la plaza en dónde me encontraste. Ahí debe estar mamá buscándome—Mintió Dahyun.
—Bien, te llevaré a la plaza.
Sana comenzó a caminar sin decir otra palabra, Dahyun la seguía, se mantuvo caminando detrás de ella. Se empezó a preguntar porque vivía muy alejado del pueblo, de noche seguramente de noche daba miedo ir caminando por dicho bosque, pero en el día seguía impresionada por la vista. Entre más se iban acercando al pueblo, más nerviosa se ponía, solo miraba la espalda de la castaña, caminaba demasiado rápido que a veces perdía el paso y se quedaba un poco atrás. Los ruidos de la multitud de personas se escuchaban cada vez más cerca y sus ojos divisaron algún par de casas, tragó saliva cuando se adentraron a la multitud, parecía un mercado y había un montón de personas. Caminaron solo por unos minutos más y llegaron a dicha plaza, el festival continuaba y los puestos apenas estaban abriendo, su corazón latió rápido y sus ojos comenzaron a cristalizarse luego de recordar todo lo que paso esa noche en esa plaza.
—Bien, llegamos—Sana se detuvo y se dio la vuelta para verle la cara a Dahyun—Hay mucha gente ¿Crees que tu mamá este aquí? —Dahyun no le respondió parecía perdida en sus pensamientos—Oye...
Dahyun reacciono y miró a Sana.
—¿Quieres que te ayude a encontrar a tu madre?
—No, esta bien. Ya has hecho mucho por mí, no quiero ser más una molestia—Dahyun le sonrió para persuadirla—Te agradezco todo lo que hiciste por mí, si no fuera por ti, no sé a dónde estaría. Fuiste como un ángel para mí.
—No soy un ángel—Sana miró hacía otro lado—Bien, espero que te encuentres con tu madre.
Dahyun se despidió de Sana y se perdió frente la multitud. No sabía que haría a partir de ese día, no tenía en dónde volver ni a nadie que la buscara, lo único que pedía es que nada malo le pasara y si moría de hambre o frío, al menos alguien había sido buena con ella, eso le bastaba. Y así estuvo deambulando por toda la plaza, muy en el fondo tenía la esperanza que su madre se arrepintiera y fuera por ella. La noche llegó y no la encontró en ningún lado, logró comer un poco de lo que encontró en un basurero y luego de caminar por todos lados se sentó en un árbol viendo las luces del festival mientras abrazaba su peluche y se acurrucaba en el para descansar un poco.
—¿Qué haces aún aquí? ¿En dónde está tu madre?
Dahyun reconoció aquella voz y abrió los ojos, se encontró con la chica castaña de nombre Sana parada enfrente de ella.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó Dahyun extrañada, pensó que no vería de nuevo aquellos ojos marrones y ahora mismo la estaban mirando fijamente.
—Quería asegurarme que mientras encontrabas a tu madre y estuvieras bien—Sana se agacho para quedar cara a cara frente a Dahyun—¿Tu madre de verdad te esta buscando? Cuando vine al pueblo al día después de que te encontré, nunca vi a nadie buscándote.
Dahyun no supo que responder, ocultó su rostro entre sus piernas mientras abrazaba fuertemente su peluche. No pudo evitar caer en lágrimas, quería creer en esa mentira de que su madre en verdad la amaba y la buscaría. No pudo aguantarlo más. Sana no sabía que hacer cuando la escuchó caer en llanto, en un intento de consuelo, acarició su cabeza con mucho cuidado.
—Ella... Ella...—Repetía en susurros Dahyun entre lágrimas—Ella... me abandono. Nunca me quiso o le importe, solo quiero morirme.
Sana contuvo sus lágrimas, perder una madre era doloroso, pero no sabía que tan doloroso sería que la persona que más te debía amar y cuidar te abandonara.
—Si no tienes a dónde ir, puedes quedarte conmigo.
Dahyun alzó su rostro para ver a Sana quién la miraba con una expresión triste en el rostro con sus ojos cristalinos.
—Yo también estoy sola—Sana acarició sus mejillas de Dahyun—Nos acabamos de conocer, pero si tu no tienes una familia, entonces yo seré tu familia a partir de ahora—Se puso de pie y estiro su mano—¿Quieres venir conmigo? Te cuidaré, espero que tú también me cuides.
Dahyun miró la mano de Sana y quedo hipnotizada por su sonrisa. No dudo más y la tomó de la mano poniéndose de pie quedando frente a frente. De nuevo tendría una familia, tendría un lugar en dónde dormir y comida, era lo único que su corazón deseaba.
—¿De verdad?
Sana asintió con una sonrisa en el rostro.
—Te prometo que no seré una molestia y haré todo lo que me digas, no tendrás ninguna queja de mí.
—No es necesario todo eso—Sana soltó la mano de la menor—Que te parece si comes algo delicioso y luego regresamos a casa ¿Te gustaría?
—Me encantaría, Sana.
Dahyun era la primera vez que la llamaba por su nombre. Sana la agarro de la mano con cuidado y caminaron por todo el festival, las luces, los puestos de comida y de juegos, todo era muy bonito, ni siquiera sabía que día era o que significaba dicho festival, pero aquel día en el que Sana le ofreció su mano, nunca lo olvidaría. Estuvieron mirando todo el lugar durante varias horas hasta que sus pies no pudieron más y se sentaron a comer Tteokbokki, era la primera vez que lo probaba, su estomago se sintió agradecido, podía comer y llorar de felicidad, en tan solo dos días no había tenido que pasar hambre ni sed, era como vivir un sueño.
—¿Te gusto la comida? ¿Quieres algo más? —Sana sonreía de solo ver lo mucho que disfrutaba la comida.
—Sí, es muy deliciosa. Es la primera vez que lo pruebo y no pensé que sería tan delicioso—Decía Dahyun mientras se metía más comida en la boca—¿No quieres un poco? No te he visto comer nada.
—No tengo hambre, comí hace unas horas.
Dahyun dejó de comer.
—Es la primera vez que vengo a un festival. Cuando vivía con mamá no salía de casa, solo miraba por la ventana y esperaba a que regresara a casa—La voz de Dahyun comenzaba a quebrarse—Ella nunca me quiso, siempre me gritaba o pegaba, me siento en un sueño estar aquí y comiendo esta deliciosa comida. Antes solo comía restos o comida fría, si es que no se le olvidaba de traer algo.
—Debiste tener una vida difícil—Sana agarro su mano de Dahyun, dicho acto sorprendió a la menor—Pronto todas esas heridas sanaran y solo serán un triste recuerdo.
Dahyun se quedo callada y recordó un viejo cuento que su madre le había leído alguna vez.
—Me gustaría recordar este día por siempre—Dahyun parecía apenada pero aún así no perdía su sonrisa—¿Podemos tomarnos una foto antes de irnos? Yo nunca me tome una foto con mamá, pero si tengo una foto, podré recordar este día siempre, en el lugar en dónde me encontraste y el lugar en dónde te conocí.
—Claro, tomémonos una foto Dahyun.
Sin pensarlo ni un solo segundo más, se pusieron de pie en busca de una cabina de fotos, encontraron una cerca de la entrada, había una pequeña fila de espera, al pararse ahí, Dahyun sostuvo todo el tiempo la mano de Sana, no podía aguantar la felicidad, era su primera foto y se sentía nerviosa. Poco a poco las personas iban pasando, hasta que por fin fue su turno, entraron a la cabina, Sana metió el dinero y Dahyun sonrió viendo a la cámara. No tardo en salir la foto, Dahyun la agarro rápidamente y su sonrisa se hizo más grande al verla, su sonrisa era tan bonita y junto a ella, estaba Sana quién la estaba viendo en el momento en que la foto fue tomada. Ahora dicha foto sería su mayor tesoro junto a su peluche.
La luna grande había cumplido su deseo, aquel deseo que siempre pedía cada noche de luna llena.
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