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TE NECESITO

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Cerré mis ojos al sentir como succionaba con prisa la leche que salía de mis pechos. El que más chupaba era Kenny, Kuchel tomaba su tiempo además de estar intentando pellizcar mi pecho.

Para poder darles de comer a ambos, tuve que colocar una almohada en mis codos para poder mantenerlos boca arriba cargando uno en cada mano.

──¿No crees que es mucho? ─preguntó Levi sentado a un lado de la cama viendo como comían. ──. Llevan casi quince minutos.

──El doctor dijo que al ser recién nacidos pueden tardar 20 minutos. ─le recordé al ver su impaciencia. ──. No seas impaciente.

Adivinen quién no quiere dejar de cargar a Kuchel. Así es, Levi.

──Lamento haber llegado tarde. ─cortó el silencio que había. ──. Me dijeron que estuviste casi trece horas con las contracciones.

──No pasa nada. ─lo miré fijamente. ──. Lo importante es que llegaste.

Cerré mis ojos sintiendo su frente juntarse con la mía. Me sentía tan tranquila y feliz con él de regreso, aunque sea por unos días.

En unos pocos segundos, juntó sus labios con los míos en un beso. Hace cuatro meses que no nos veíamos, creo que ambos nos extrañamos.

Nos separamos al sentir una manita golpear mi rostro.

──Sí, es todo tuyo. ─dije divertida al ver a la azabache terminar de tomar leche. ──. Si salió igual al padre de celoso.

──No soy celoso. ─negó tomando en sus brazos a la pequeña e hizo lo que anteriormente le explique para que eructará.

──Ajá, claro. ─susurré subiendo mi blusa de hombros descubiertos, recargando en mi hombro a Kenny dando leves palmaditas en la espalda para que eructará.

Cuando ambos lo hicieron, los acostamos en su camita. Eran tan hermosos. Kuchel era idéntica a su padre.

──Es igual a ti. ─me dijo viendo a mi pequeño. ──. Saco tus ojos y tu cabello. ─lo vi acariciar su cabecita, se refería a las entradas pues el color era azabache.

──No lo había pensado. ─confesé, seguramente porque casi nunca me fijaba en la forma de mis mechones.

Me acosté un poco descansando mi espalda, la cual aún me mataba. Unos golpes a la puerta se presentaron.

──Adelante. ─permití al no ver indicios de parte de Levi.

Él no quería que se acercaran a los bebés ni que los vieran. Según él les pegaran los gérmenes.

──¡Liberty! ─un enorme gritó resonó por la habitación, era Hange entrando con mucha rapidez. ──. ¡¿Cómo está el bebé?! ¡Dime que salió a ti!

Dejó de gritar cuando Levi la pateó.

──Baja la voz que los despertarás. ─la miró asesinamente ocultando la cuna de la castaña.

──¿Despertarás? ─no tenía ni idea que eran mellizos, pues Levi llegó antes que ellos. ──. No me digas...

──Te presento a Kenny, y Kuchel. ─miré a los pequeños dormidos en la cuna.

Hange se quedó estupefacta cuando vio dos pequeñas cabelleras azabaches sobresalir de la cuna. Avanzó unos pasos, los que Levi le permitió.

──Son tan enanos. ─murmuró sorprendida. ──. Se parecen a ti, Levi.

──Tsk. ─chasqueó. ──. Claramente son pequeños porqué son recién nacidos, idiota.

──Escusas. ─dijo para dejar una pequeña caja en mis piernas. ──. Hace meses compré esto.

──No debiste molestarte. ─comenté abriendo la caja encontrando dos trajecitos, uno negro y otro blanco.

──La verdad me gustaron ambos y no me decidía en cual elegir, así que compre ambos. ─aclaró cuando vi su contenido. ──. ¿Y mira ahora? Parece que predije que tuvieras dos enanos.

Sonreí enternecida.

──Gracias por esto, Hange. ─la miré y por un segundo recordé aquella pesadilla, pero decidí olvidarla. ──. Levi. ¿Le dices lo que hablamos? ─miré a mi esposo.

Él miró a la castaña de arriba y abajo sin buen semblante, claramente dudaba un poco de lo que hablamos, pero creemos que se lo merece.

──Hange. ─la nombrara lo miró esperando lo que le diría. ──. ¿Quieres ser la madrina de Kenny, y de Kuchel?

El rostro de la mujer era un completo cuento.

──¿Yo? ─parpadeó varias veces sin creerlo. ──. ¿Madrina?

──Hace tiempo lo habías pedido, ¿recuerdas? ─le hablé. ──. Justo cuando Trost fue atacado. ─ella pareció recordarlo. ──. Además, eres la única que queda de todos nosotros.

Miré a mis bebés, me hubiera gustado que Moblit y Hange fueran los padrinos de Kenny. Y estaba segura que Levi quería que Erwin lo fuera de Kuchel.

──¡Por supuestísimo que sí! ─soltó un enorme grito de felicidad.

Se quedó en silencio cuando unos llantos invadieron la habitación.

──Hange, idiota. ─Levi la pateó cuando escuchó a Kuchel llorar, ante esa acción, la bebé rió. ──. ¿Qué pasa? ¿Te da risa su desgracia?

──Es increíble. ─Hange se reincorporó viendo a la azabache. ──. Es una mini copia de Levi. ¡Han creado a otro monstruo!

Kuchel rió al ver a su padre golpear a Hange otra vez.

──Por lo menos tú si te comportas. ─miré a mi pequeño Kenny, él solo miraba el espectáculo. ──. Espero y no aprendas de tu padre. Golpear a Hange está mal, a no ser que sea yo.

Suspiré.

A partir de aquí las cosas podían cambiar.















De ese día, pasaron ocho meses.



















Pasé mis ojos por el papel leyendo algunos reportes anteriores. Bufé firmando aquellos sin mucho gusto, la persona que lo escribió tenía pésima letra.

Deje la hoja encima de las demás tomando otra. En estos meses el trabajo se acumuló y más cuando los demás regresaron a Shiganshina acabar con los titanes.

Desde hace cinco meses.

Su trabajo ya no era muy peligroso, pues eran simples titanes sin inteligencia. Hange, Levi y yo, pensamos que los mocosos ya tenían buena experiencia para no morir por uno de ellos.

Además, en estos tiempos se estaban capacitando a nuevos reclutas para la Legión. Por el momento, solo nueve son los que exterminan titanes.

De vez en cuando, mi mirada paraba en mis dos pequeños jugando en una pequeña sábana con almohadas que les coloque a un lado del escritorio.

Kuchel jugaba con su sonaja golpeando a Kenny con ella, a él no parecía molestarle, siempre y cuando su hermana se divirtiera.

En estos meses han crecido un poco, ya no son tan pequeños. Deje de darles pecho al cumplir los seis meses de nacidos y hace poco, Kenny comenzaba a gatear intentando ponerse de pie.

El doctor había mencionado que los niños empezaban a caminar alrededor de doce meses, pero en algunos casos pueden caminar a los siete o ocho meses.

No me sorprendí al verlo intentar caminar.

Fijé mi mirada en el reloj.

──Las quince para las doce. ─me dije a mi misma.

Ya era hora de darles de comer. Deje los papeles de lado y me puse de pie hasta abrir la bolsa con las cosas necesarias. Saqué dos biberones vertiendo agua tibia, que tenía en un termo para mantener su calor, le agregue las tres cucharaditas de leche en polvo agitando bien para que se mezcle bien.

──Es hora de comer. ─anuncie dejando los biberones en el escritorio.

Cargue uno en cada mano para sentarme en mi lugar. Senté a Kenny en mi rodilla y con mi mano izquierda acuné a Kuchel. Le di el biberón a Kenny, él solo lo tomó recargando su cabeza en mi pecho mientras que el biberón de Kuchel lo recargue en mi pecho para que lo tomara.

Aproveche su hora de comida para seguir con el papeleo usando mi mano derecha. No tenía problema, ya estaba acostumbrada a eso.

Los minutos pasaron con tranquilidad hasta que Kenny tiró el biberón al suelo, indicando que ya no tenía. Kuchel también había acabado y agradecía que no tirara el biberón. Coloque a la azabache en mi hombro e hice lo mismo con su hermano, dando suaves palmaditas hasta escucharlos eructar.

Me puse de pie con cuidado de no despertarlos y los acosté en la cuna que se encontraba en la habitación a un lado del despacho. Deje la puerta entreabierta para escuchar cuando despierten.

Antes de continuar con mi trabajo, recogí todo y lave los biberones. Ahora tenía unas cuantas horas para terminar esto antes de que despierten.

Si todo sale bien, puede que Levi llegará entre el día de hoy o el de mañana.

Eso me alegraba más que nada.

Estuve tan sumida en mi trabajo que ni me di cuenta que pasaron las horas hasta que noté que ya era tarde. Lo noté cuando unos lloriqueos despertaron mi sexto sentido.

Me levanté directo a la habitación encontrando a la pequeña llorando y su hermano viéndola.

──Pero si mis amores ya despertaron. ─tomé el osito que Mikasa le regaló a Kuchel dándoselo. ──. Eso significa que vamos a dar un paseo.

Cada cierto día, los sacaba a pasear un poco para que conozcan el exterior. Antes de irnos, les dí un baño rápido y cambié su pañal, en menos de diez minutos estaban listos.

Coloque a Kuchel en la pechera mientras colgaba en mis brazos a Kenny. Hoy no tocaba carriola.

El día estaba soleado y no hacía tanto viento, cosa que me agradaba. El objetivo de no traer carriola era caminar y ayudar a Kenny a que diera pasitos.

Lo tomé de sus manitas mientras daba leves pasos, él imitó mi acción. Era increíble ver cómo sus pasos se hacían cada vez más firmes. Kuchel en cambio, solo se la pasaba mirando a los alrededores con la mirada igual a su padre mientras chupaba chupete.

Todo estaba tranquilo hasta que unas campanas sonaron.

Y eso indicaba una sola cosa.

La Legión llegó.

──Papá regresó. ─ambos me miraron al escucharme. ──. Volvamos antes de que nos encuentre aquí.

Estábamos un poco lejos de la base, así que cargué a Kenny para apresurar el paso y tratar de llegar antes que ellos.

Pero, para mi mala suerte, cuando estaba por llegar escuché las pisadas de los caballos.

──¿Liberty? ─escuche esa voz nuevamente. ──. ¿Qué haces fuera?

Me detuve mirando los ojos de mi esposo.

──De paseo. ─contesté girando para verlo de frente dejando ver a los pequeños azabaches.

Los presentes se sorprendieron al ver lo grandes que habían crecido.

──¿Pero qué les das de comer, mujer? ¡Están enormes! ─Hange gritó mientras su ojo resplandecía.

──Ya están tomando leche en polvo. ─comenté. ──. Hace tres semanas que cumplieron ocho meses.

Levi iba a decir algo, pero unos balbuceos lo detuvieron.

──P-pa... p-p...á....

Nos quedamos en silencio mirando a Kuchel estirar sus manos en dirección a Levi. Nadie tenía palabras que decir, al presenciar las primeras palabras de la pequeña.

Tal parece que Kenny caminó primero, pero Kuchel habló primero.

──P-pa-ap-pá. ─volvió a decir.

A Levi le brillaron sus ojos.

──Ven aquí, mocosa. ─al estar cerca de mí, la tomó en sus brazos sacándola de la pechera. ──. Demos un paseo.

Sentó a la pequeña delante de él en la montura tomándola con una mano y con la otra no soltaba la rienda.

──Si se te cae, no sabes lo que te va a pasar. ─le advertí antes de que el caballo caminara.

──Liberty. ─Mikasa llegó a mi lado y pude ver su brillo en los ojos mirando a Kenny.

──No lo harás. ─sabía que quería hacer lo mismo que Levi.

──Por favor, solo serán menos de unos kilómetros. ─la miré de reojo, puso su cara de cachorro.

Suspiré.

──Pero ten cuidado. ─pedí extendiendo al azabache.

Mikasa lo tomó con firmeza dejando a Kenny en el mismo lugar que Levi con Kuchel. Para vigilarla, me subí a la carretilla procurando que no se cayera.

──¿Y qué tal estos meses, Liberty? ─preguntó Hange.

──Bueno, pues...

Le resumí un poco en lo que se basaba mi vida ahora. Trabajo y cuidar a mis hijos. Al principio creía que iba a ser pesado, pero no lo fue. Seguramente porque ambos eran tranquilos y su forma de crecer hacía que vieran las cosas un poco diferentes.

Baje de la carretilla cuando llegamos a la base. Sin perder tiempo, tomé a Kenny en mis brazos. A lo lejos se encontraba Levi cargando a Kuchel.

Sentí a mi pequeño removerse.

──¿Quieres ir con papá? ─pregunté dejando que sus pies tocaran el pasto.

Mis manos lo sujetaban y lo mantenían de pie, pero poco a poco las fui retirando dejando que se mantuviera él solo.

Los presentes se asombraron cuando dio un paso y seguía de pie con equilibrio. Levi no parecía sorprendido, más bien orgulloso de ver a sus hijos crecer perfectamente y rápido.

Kenny dio unos cuantos pasos más hasta que tomó velocidad llegando a los brazos de su padre.

──Solo han pasado pocos meses. ─Hange llegó a mi lado observando a Levi cargar a ambos sin problema alguno. ──. ¿Cómo es posible que crezcan tanto?

──Porqué son nuestros hijos. ─solté orgullosa. ──. Y son Ackerman.

Regresé mi vista al frente, viendo a Mikasa de cuclillas llamando a Kenny para que caminara a sus brazos, pero Levi no lo dejaba caminar.

No le gustaba que se acercara a Mikasa.



















Ni a nadie más.



























──Di "Hange".

Rodé mis ojos escuchando por séptima vez a la castaña diciendo su nombre con esperanza de que mis hijos lo dijeran.

──Han-ge. ─repitió lentamente mirando a los niños. ──. H-a-n-g-e. ¡Hange!

──Si en media hora no intenta decirlo, creo que forzarlos no sea la opción. ─comenté dejando el pastel en el centro de la mesa. ──. Mejor darles el regalo y deja que vayan a jugar.

──Mierda. ─soltó por lo bajo levantándose.

──¿Cuántas veces te he dicho que malas palabras frente a ellos no? ─la miré severamente acomodando los platos y cubiertos en su lugar. ──. Ya es suficiente que Levi no mida sus palabras.

──Lo siento. ─sonrió nerviosa. ──. Se me olvidaba.

Bufé tomando los regalos que les trajo dejándolos junto a los otros. Hoy cumplían un año y quisimos olvidar un poco el trabajo y festejar a mi pequeños.

Obviamente solo estamos nosotros y los mocosos, mis anteriores mocosos.

──Hange. ─una pequeña voz hizo que la castaña detuviera sus pasos.

Kenny le había llamado por su nombre.

──¡Sí! ─saltó con emoción. ──. ¡Ese es mi nombre! ¡Lo dijo!

Suspiré alzando una ceja al verla dar saltos de felicidad. Kenny, a diferencia de Kuchel, parecía que le agradaba la presencia de Hange.

En pocas palabras, salió a mí.

──¿Por qué tanto ruido? ─preguntó Levi llegando a la mesa con su tan apreciado té negro y un biberón.

──Es Hange, ¿te sorprende? ─lo miré cruzando mis brazos.

──Mierda. ─nos quedamos en completo silencio cuando Kuchel dijo eso.

──¿Quien te enseñó eso? ─cuestiono Levi comenzando a enojarse.

──Hange. ─señaló a la castaña.

La mirada del azabache se oscureció mirando a la nombrada.

──¡Ahora si lo dices! ─se quejó antes de correr por su vida.

──Maldita cuatro ojos, ven aquí. ─me limité a ver cómo logró darle una patada.

──Lo bueno que sería un día tranquilo, ¿eh? ─murmuré mirando a Hange correr esquivando otra patada.

──Tía Mikasa. ─escuche la voz de Kenny mientras corría a sus brazos.

──¡Mi hermoso enano! ─creo que se sabe quién era el preferido de la azabache.

Kuchel por su parte, solo le limitó a extender sus brazos para que Eren la cargara. El castaño de inmediato lo hacía, digamos que de vez en cuando recibe patadas de parte de ella si no lo hace.

Eren ya está muy traumado con las patadas.

──Liberty-san, aquí están nuestros regalos. ─miré a Jean traer como cuatro regalos. ──. No sabía que regalarles, así que traje muchas cosas.

──Es por eso que cuando quieren algo siempre piensan en ti. ─dije recordando que Jean los consentía en todo. ──. Deberías dejar de consentirlos.

──No los consiento. ─excusó dejando sus regalos en la mesa.

──Te pasaste todo el camino diciendo que tus regalos no eran suficientes. ─descubrió Sasha dejando dos papas en la mesa. ──. El mío es perfecto.

──Eso ni es un regalo para un niño. ─le riño el castaño.

──Estás celoso. ─dijo apunto de meterle el dedo al pastel, pero le pegue con una cuchara. ──. ¡Auch!

──El dedo fuera del pastel, ¿entendido?

──¡Sí! ─Connie soltó una risa dejando su regalo. ──. ¡No te rías!

──Chicos calmense. ─pidió Armin un poco nervioso al ver cómo adoptan una pose extraña.

──Me quieres más a mí que a tu papá, ¿verdad? ─escuche la pregunta de Mikasa.

Desde que cargo a Kenny por primera vez y noto que se parecía a mí, tiene en mente hacer que la quiera más a ella que a Levi.

──Quiero más a mamá. ─dijo mirándome.

Sonreí al escucharlo.

──Yo también te quiero, enano. ─bese su mejilla.

──Eren... té. ─miré de reojo a Kuchel pedirle el té al chico.

──Ah, claro. ─no tardó en darle el biberón con té que Levi le trajo.

Estaba en contra de que tomará té, pero para la suerte de Kuchel, Levi se las ingeniaba para darle té sin que haya problemas. Es decir el 20% es té y el resto es agua.

Suspiré al ver todo el escándalo que se formó en unos minutos. Connie y Sasha ahora peleando con Jean, Armin tratando de calmarlos, Mikasa diciéndole a Kenny que ella sería mejor padre que el suyo, Kuchel haciendo a Eren de caballo cuando su padre le regaló uno, Levi soltando insulto a Hange por enseñarle esa palabra a su hija.

Ni Kenny y Kuchel hacen tanto escándalo como todos juntos.

──El que no esté sentado y callado no va a comer. Fin del comunicado. ─anuncié alzando la voz.

Los presentes sin protestar y con rapidez, se sentaron en el primer lugar que miraban. No era mentira saber que amaban mi comida.

Más Sasha.

En menos de un minuto, todo quedó tranquilo y en silencio. Creo que merezco un reconocimiento por ser tan buena madre.

Y gracias a mí.


















El día pasó tranquilo.


























──Y entonces, la malvada dragona se comió al príncipe para proteger a sus bebés dragones. ─finalice la historia sin un bonito final para el príncipe.

──¿Y qué pasó con el papá dragón? ─preguntó Kuchel media dormida.

──Él se fue a enfrentar a la malvada bestia que acechaba a su familia.

──¿Pero volverá?

──Sí, no en una pieza, pero regresará con su familia. ─baje la voz al verla cerrar sus ojos. ──. Descansa, enana. ─bese su frente arropando su cuerpo con la sabana.

Miré a mi pequeño seguir despierto, él no dormida hasta que su hermana lo hiciera.

──Ya se durmió. ─cubrí su pecho dejando un beso en su frente.
──. Ahora duérmete o quemaré tus juguetes. ─pellizque levemente su nariz.

Sople la vela apagando la luz de la lámpara dejando la puerta entreabierta, por si se despiertan a media noche, no se asusten por la oscuridad.

Entre al despacho encontrando a la castaña sentada en su escritorio. No me miraba, solo enfocaba su ojo en la ventana observando el cielo oscuro.

──Aquí me tienes. ─mi voz resonó por toda la habitación. ──. ¿De qué querías hablar?

Ella soltó una leve risita.

──Quería pasar tiempo contigo. ─excusó rascando su cabeza nerviosa. ──. Ya casi no lo hacemos.

──Tienes trabajo en la Legión, te la pasas encerrada aquí. ─recordé cruzando mis brazos.

──Sí, eso debe ser. ─murmuró. ──. Ahora que soy Danchō de la Legión el trabajo se duplicó. ─una risa sorna se dejó ver. ──. Más bien triplicó, Moblit siempre hacía mi trabajo.

──Sí, me lo decía a diario. ─miré la luna recordando algunos tiempos. ──. A veces nos pasábamos nuestros días libres ayudando en su papeleo.

El silencio se instaló. Para ambas aún era doloroso la pérdida de su presencia aunque haya pasado más de un año.

──Lo siento. ─se disculpó. ──. Él me salvó. ─pasó sus dedos por el parche de su ojo izquierdo.

──No te disculpes, yo soy la que no estuvo ahí para protegerte. ─miré a otro lado, no estaba en condiciones de cuidarla. ──. Y estoy agradecida de que él lo hiciera. Perdí mucho ese día, y perderte también no lo toleraría. ─susurré.

Me aliviaba saber que seguía conmigo, ver a Levi que en las noches despierta gritando con dolores en la cabeza no era muy lindo. Y sabía que lo sufría por no obedecer la última orden de Erwin.

──¿Cómo sigue Levi?

──Aún se lamenta no haber cumplido la última orden de Erwin. ─me sinceré. ──. Los dolores de cabeza se hicieron presentes desde hace un año. Por suerte, lo ayudó a calmarlos.

──Recuerdos cuando los tenías. ─mencionó. ──. Me alegra que te recuperaste.

La miré, ella aún seguía mirando por la ventana abierta dejando que el viento entrara moviendo nuestro cabello.

──Dentro de dos meses vamos a salir de las murallas. ─anunció.

──Levi me contó eso. ─mencione, entre nosotros no había secretos ni nada. ──. La primera expedición fuera de las murallas después de seis años.

Recuerdos de mi primera expedición. invadieron mi mente.

──Recordar mi primera expedición me hace sentir vieja de los años que pasaron. ─cerré mis ojos por un segundo viendo las imágenes proyectarse en mi mente. ──. Han pasado más de dieciocho años de eso, cuando tenía quince.

──Sí, lo recuerdo. ─soltó una risa. ──. Ese día te abofeteé.

Llevé mi mano a mi mejilla recordando aquel día. Ese recuerdo se mantuvo presenté en mi vida. Me lo merecía si me lo preguntan.

──Eso me hizo lo que soy el día de hoy.

El silencio reinó nuevamente.

──Liberty. ─me miró por primera vez y en sus ojos podía ver una mirada colérica. ──. Te necesito.
























Más que nunca.






























Cerré mis ojos sintiendo el viento golpear mi rostro al igual que el extraño olor que desprendía la extraña tierra amarilla cuando era tocada por la inmensa agua de aquel enorme lago.

El mar.

Así es como se llamaba.

Miré a mis mocosos con detenimiento. Sasha, Connie y Jean estaban por un lado disfrutando sentir el agua humedecer sus pies.

──Ni se te ocurra beberla. ─le advertí al castaño al ver como hacía con su manos un hueco tomando agua.

No sabía que bacterias podría traer el mar como para que él la bebiera. Pero como es tonto, la bebió escupiendo el agua de inmediato.

──¡Es salada! ─exclamó haciendo un gesto.

──Te lo dije. ─cruce mis brazos mirando severamente al chico.

Preferí pasar mi mirada a los otros tres mocosos. Armin sonreía sosteniendo algo entre sus manos mientras que Mikasa me miraba soltando una enorme sonrisa. Ellos aún no podían creer que lo que tanto anhelaban existía fuera de las murallas.

Me preocupaba un poco ver como Eren era el único sin sonreír. Desde que la reina nos dio las medallas, ha cambiado mucho. He tratado de hablar con él, pero nunca dice nada. Solo se quedaba en silencio y su miraba podía reflejar terror o negación a algo.

Como si alguien le dijera que hacer cada vez que me ve.

Pero nunca le prestaba tanta importancia, más que en ocasiones me suele llamar por mi nombre directamente.

Me enfocaba más en que Hange, mi esposo e hijos estuvieran felices y que no les faltará el cariño de mi parte. Resulta que volver a mi profesión no fue tan difícil como creí. Cuando no estaba en la murallas ellos se quedaban con Historia o con los padres de Sasha, pero en aquella granja les gustaba quedarse por todo el silencio que en la ciudad no hay.

Un grito me sacó de mis pensamientos.

──¿De verdad todo esto es agua salada? ─era Hange, quien estaba más entusiasmada que los mocosos. ──. Hay algo ahí. ─señaló algo dentro del agua.

A diferencia de ella, solo Levi y yo permanecimos lejos del agua.

A mi porque me lo prohibieron.

──Oi, Hange, no lo toques. ─advirtió Levi asqueado, pues no sabía si tenía bacterias. ──. Puede ser venenoso. ─excusó.

A ella le dio igual y lo tomó.

──Ni para qué gastar saliva. ─dije soltando un suspiró.

──¡Liberty, mira esto! ─se acercó a mí con algo en la mano. ──. Se parece a las estrellas.

Tomó mi mano dejando algo rocoso, casi espinoso. Cuando la miré pude ver algo como dientes en sus cinco patas.

Se sentía extraño.

No pase ni un minuto con ella en la mano, cuando Levi lo tomó lanzándolo con fuerza al mar.

──Tsk. ─chasqueó limpiando mi mano con una tela. ──. No vuelvas a darle nada de esas mierdas a Liberty. ─declaró mirando a la castaña.

Hange estaba en su mundo con otra cosa en sus manos. Parecía que admiraba la forma y el color de aquella cosa.

Una voz llamó nuestra atención.

──Díganme. ─Eren señaló a lo lejos. ──. Si matamos a todos los enemigos del otro lado, ¿podemos ser libres?

Todo quedó en silencio.























Sin saber lo que se avecinaba.

𝐅𝐢𝐧; 𝐭𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫𝐚
𝐭𝐞𝐦𝐩𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚↲

• • •

















Antes de irme quiero felicitar a Ambr4x porqué esta cumpliendo 16 años. ¡Muchas felicidades hermosa, que sigas cumpliendo muchos más! Pásala bien en tu día.

De parte mía y de RkuAckerman te mandamos un saludo y un beso.

Y por ser un pedido especial, te hice esto:

Por primera vez, Liberty interactua con lector@s así que aprecialo, hija mía.

Qué la Diosa Liberty te bendiga!!




















































































































































































































































PRÓXIMAMENTE 4TA TEMPORADA

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