Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Antes de que lean, si ven en algún párrafo que dice "TaeHung" en vez de "TaeHyung" por fa, avísenme... Creo que estaba con sueño cuando corregí los nombres JAJAJA 😔

[...]

Jungkook tenía una rutina de cuidado facial delicada, no había noche que no se tomara un buen rato frente al espejo para aplicar tratamientos y darle vitalidad a su linda cara.

Poseía una vasta cantidad de tónicos, sueros, cremas y mascarillas con los que hidrataba su bonito rostro de ángel, le gustaba muchísimo darse el tiempo de mantener la salud en su piel. Se colocaba una diadema con orejas de conejo para detener sus mechones, se encerraba en el baño y se consentía al escuchar música de sus artistas favoritos.

Aprovechaba que su madre dormía tranquilamente en su recámara y así evitaba interrupciones, tarareando las melodías en voz baja para no ser un desconsiderado y despertarla.

Esa noche, utilizó una de esas costosas mascarillas orgánicas que debía dejar actuar por unos minutos y luego retirar con agua, así que sus mejillas, frente, nariz y mentón estaban cubiertos por una pasta verdosa que le aportaría una refrescante sensación en cuanto se la enjuagara.

Mientras se ocupaba pacíficamente de concluir con su hábito nocturno, el ruido de la puerta siendo golpeada por alguien le llegó a los oídos, dejando en segundo plano la fabulosa canción que se reproducía en su celular. Su ceño se plisó por instinto y miró el reloj en la pantalla del aparato, ya pasaba de la medianoche, claramente no era un horario adecuado para visitas.

Pensó que lo mejor sería no abrir, si era algo de urgencia le llamarían al celular de su madre, y si no, probablemente solo se trataba de algún otro trapecista yendo a quejarse por cualquier cosa y siendo sumamente irrespetuoso al no pensar en el descanso de los demás.

Suspiró, tocándose los pómulos para corroborar que su mascarilla continuaba fresca y oyó otros tres toques a la madera, fuertes e insistentes.

Tuvo que gruñir al perder su momento de relajación y se fijó como propósito gritarle a quien sea que estuviese al otro lado de la puerta, ¿qué maldita necesidad? No tenía porqué atender a nadie a esa hora pero tampoco quería que los golpes despertaran a su madre, ella terminó agotada esa noche y merecía dormir.

Se colocó sus sandalias, no le importó lucir como un joven promedio de película adolescente a mitad de una pijamada, de cualquier forma no era un secreto que se preocupaba mucho por su apariencia física.

Al salir del sanitario, se encontró con la nada grata imagen de su madre caminando hacia el acceso, con el cabello hecho una maraña, su bata de dormir puesta y bostezando como un león.

Se arrepintió de no haber actuado con prontitud, pero prefirió quedarse en su sitio cuando vio que ella, ya estaba abriendo la puerta.

—Buenas noches, señora Jeon, disculpe la hora...

Su ceño fruncido se acentuó al escuchar la voz del visitante no deseado.

—No te preocupes, cariño —SoHee respondió con dulzura—. ¿Pasa algo?

—En realidad no, solo vengo a buscar a su hijo.

Parpadeó velozmente, despegándose de la pared y se aproximó a su madre luego de rodear la mesa del comedor. Separó los labios con sorpresa cuando comprobó quién era el intruso.

—¿Tú? —preguntó, colocándose atrás de su progenitora—. ¿Qué haces aquí?

TaeHyung lo miró, notablemente asombrado por el color verde extendiéndose en su cara.

Se tragó la risa, no quería verse como un idiota frente a SoHee.

—Tengo que hablar contigo —dijo en cambio, alejando su carcajada—. ¿Estás ocupado?

—¿A esta hora? —cuestionó con sarcasmo—. No, que va, ¿qué podría estar haciendo aparte de dormir?

Bueno, todavía no se había metido a la cama, pero se entendía el concepto de la oración, ¡que falta de respeto invadir casas en la madrugada!

—Lo sé, lo lamento —murmuró, sintiéndose raramente apenado—. Solo tengo unas cosas que decirte, no me tomará mucho tiempo.

—¿Qué clase de cosas?

—Acerca de algunos compañeros, tal vez sea de tu interés.

Dubitativo, inclinó el rostro a la derecha y con ello, la oreja de su diadema se ladeó también.

Posicionó la mano en el hombro de su mamá, presionando sus dedos en la zona y ella volteó a verlo con un semblante somnoliento que podría contagiar de sueño a cualquiera.

—¿Puede entrar? —Pidió permiso antes de tomar una decisión.

—Claro, si tu quieres —Cariñosamente, le contestó.

El ser un jodido curioso destacaba en sus defectos, siempre se quería enterar de todo lo que pudiese, era un chismoso de primera y no le daba recato aceptarlo.

¿Qué era lo que TaeHyung sabía y él no?

Casi nunca se le iba nada, la mayoría de los rumores llegaban con el viento, prácticamente él y MinGyu se encargaban de recopilar los acontecimientos semanales para compartirlos mutuamente, sacando conclusiones y uniendo las piezas de los rompecabezas con el objetivo de encontrar la verdad absoluta.

Por otro lado, era realmente extraño que el brujo estafador estuviese ahí, con las manos metidas en los bolsillos y el flequillo desacomodado.

Descubriría el trasfondo de la situación.

—Bien... adelante —expresó, sin remedio.

SoHee y Jungkook se movieron de la entrada, desbloqueando el camino y TaeHyung sonrió, o al menos lo intentó. Plasmó una mueca torcida al ingresar, tomándose la premura de cerrar la puerta al pisar adentro de la linda morada.

Literalmente, TaeHyung tenía años de no visitar a los Jeon, ya no recordaba como era la decoración en la casa y tampoco lo amplia que era, la suya no era pequeña pero si de comparaciones se trataba, obviamente había más metros cuadrados ahí que en cualquier otra.

—Bueno, estás en tu casa, Tae —murmuró la mujer en un bostezo—. Yo me voy a dormir, mañana tengo muchas cosas que hacer.

—Le pido disculpas de nuevo por haberla despertado —repitió, quedándose de pie a un lado del sofá—. Que pase buena noche, descanse.

SoHee le sonrió con cansancio y se despidió agitando la mano. Seguido de eso, viró hacia su retoño y le lanzó un beso tronado que Jungkook fingió agarrar en el aire para guardarlo en su corazón.

TaeHyung se remojó los labios al presenciar la linda interacción.

La recámara principal fue cerrada y así, Jungkook pudo enfocarse por fin en su huésped repentino.

—¿Entonces? —No le apatecía andarse con rodeos—. ¿Qué es lo que me tienes que decir?

—Que te pareces al grinch —El mayor farfulló, tumbándose en el sofá de tres plazas.

—Tan comediante, le diré a MinGyu que cuide su puesto porque se lo vas a quitar —rumió, rebotando sobre el sillón de enfrente al dejarse caer—. En serio, ¿tú crees que es prudente hacer bromas? Peor aún, ¿quién dijo que podías sentarte?

Un maleducado en toda la extensión de la palabra.

—¿Sabes algo? No puedo tomarte en serio cuando estás con esa porquería verde en la cara, unas orejas de conejo y con la canción de Wannabe de las Spice Girls de fondo —Hizo una breve pausa y le señaló la nariz con el dedo—. ¿Te pusiste aguacate o qué es eso?

Jungkook resolló y rodó los ojos.

—Los alimentos nunca se ponen en el rostro, grábatelo —Le informó con urgencia—. Y ese tema es un clásico, ¿qué sabes tú de buena música?

—Más de lo que aparento —Encogió los hombros.

No diría en voz alta que aquella canción si la consideraba un hit, darle la razón al trapecista sería humillante.

Hasta en lo más mínimo.

—TaeHyung, ¿a qué se debe tu horrorosa presencia? —Se comenzó a impacientar—. Si no hay nada bueno o importante que decir, voy a pedirte que te retires una sola vez y si no lo haces, te sacaré a patadas.

—¿Así tratas a los invitados? Muy mal, Jeon —Teatralmente, abrió la boca en una graciosa "o"—. Primero quítate eso, es difícil conversar con Shrek.

Sus puños se estamparon en la tapicería y terminó alzándose con prisa, no sin antes acuchillar a TaeHyung con las filosas dagas que sus ojos arrojaron.

—Lo haré pero no porque tu lo pidas, tienes suerte de que ya pasaron los quince minutos necesarios —refutó, dándole la espalda y trasladándose hacia el baño.

—Olvida los personajes anteriores, acabo de notar que te pareces en todo sentido a desagrado de intensamente —No pudo guardarse la ocurrencia, tampoco le importó estar fuera de contexto—. Eres igual de irritante.

Jungkook le enseñó el dedo corazón, se internó en el sanitario colocándose frente al lavamanos de porcelana y procedió a revisar que su mascarilla ya estuviese lista para retirar.

Abrió la llave de agua, acunó las manos y se inclinó hacia la cuenca del lavabo, iniciando con la limpieza de su tez. Se sumergió en su trance, olvidándose del torpe acompañante que reposaba en la sala y cantó por lo bajo el siguiente tema que se reprodujo en su playlist, moviendo las caderas de un lado a otro al ritmo de la melodía.

La entonación en el buen timbre de voz llamó la atención del castaño y gracias a que la puerta del baño permanecía abierta, pudo examinar con certeza al sujeto que danzaba sobre el tapete antiderrapante.

Inesperadamente, lo primero que se le atravesó en el paisaje fueron un par de piernas largas, pues Jungkook vestía un short de pijama y hasta ese momento lo notó. Vislumbró unos muslos bien formados, regordetes y visiblemente trabajados, el ejercicio continuo le sentaba bastante bien a esa parte de su cuerpo.

Enseguida, su vista ascendió y lo que captó su atención fue una llamativa curva cubierta por la playera larga que traía puesta. Se frotó el entrecejo para disimular el enfoque, sabía que no era cortés verle el trasero a alguien y mucho menos si se trataba de un engreído que le tiraría los dientes si lo pillaba fisgoneando.

Le pesaba admitir que no era la primera vez que miraba sin autorización.

—¿Te picó un mosquito o por qué te estás arrancando la piel de la frente al rascarte así? —La pregunta burlona lo aterrizó.

Por fortuna, ni siquiera se dio cuenta de que estaba inspeccionando una zona íntima de su fisonomía.

—No, solo me dio comezón —declaró al parar la acción—. ¿Ya dejaste de ser hulk?

Jungkook giró sobre su propio eje, presentándose con una piel nutrida y al mismo tiempo, agitó su bote de crema hidratante.

—¿Ya me vas a decir por qué estas aquí? —respingó, vertiendo un poco del producto en su palma.

—Ven a sentarte, no te voy a gritar.

TaeHyung cruzó una pierna por encima de la otra, poniéndose cómodo y esperó a que finalizara con su rutina, mientras miraba las fotografías que había colgadas en las paredes de la estancia.

Eran un montón de retratos de la señora Jeon con su pequeñín en diferentes etapas de la vida, documentando lo pequeño que era cuando nació, lo chistoso que se veía con un gorro de Santa Claus y una muy graciosa dónde tenía una tarántula en la mano.

Miró hacia un mueble decorativo que estaba en una esquina, percatándose de que los portaretratos sobraban en esa casa. SoHee amaba usar la cámara.

Y si no hubiese sido observador, jamás se habría dado cuenta de una peculiar imagen que estaba en el rincón, resguardada por un pequeño marco empolvado color azul rey.

Pestañeó azorado y el corazón le trepó hasta la garganta, esa instantánea fue tomada el día de su cumpleaños número nueve después de un partido de fútbol que su equipo ganó...

Dos niños abrazándose por los hombros, uno con el pulgar arriba y el otro sonriendo con una felicidad irradiando cual rayo de sol, ambos con la cara manchada de tierra y el cabello alborotado.

El TaeHyung de esos días igual sonreía, aparentemente se veía contento de estar a un lado de aquel pequeñín...

—Bueno, ¿qué te parece si hablas ahora mismo y después te largas?

Jungkook volvió al sofá que ocupó con anterioridad, ya había levantado su desastre de productos regados por el baño y ahora tenía un lapso para atender al entrometido que apareció campantemente.

El mayor brincó en su lugar, aislando el cúmulo de pensamientos y emociones ingratas que lo abrumó.

—Eres un pésimo anfitrión —Usó su intransigencia habitual y entrelazó los dedos, revelando formalidad—. Seré breve, ¿tú te llevas bien con Emma y Eliot?

—¿Por qué debería responder eso?

—Porque si no lo haces, no te contaré lo que realmente importa.

Conflictuado por la condicionante impuesta, estrechó los ojos.

—La malabarista me agrada, el otro día me hizo unas trenzas muy bonitas —Se toqueteó la barbilla al tratar de recordar—. Eliot es... ¿Uno de los mimos?

—Sí, creo que sí, uno de cabello rubio teñido y ojos verde moco —simplificó.

Una descripción adecuada para un despreciable ser.

—Ya, si sé quién es —Puso una mueca que reflejó desinterés—. No lo he tratado, me parece lindo pero no tiene nada de extraordinario.

—Precisamente por-... —Tuvo que detener su argumento al procesar las ultimas tres palabras que oyó—. Aguarda, ¿dijiste qué te parece lindo?

—No tan lindo como yo, pero tiene algo que destaca —dijo y le restó importancia al tema con un ademán—. Da igual, ¿qué tiene que ver en todo esto?

Por un instante, TaeHyung lo observó con incredulidad y sus ganas de relatar lo que escuchó en la casa de YoonGi, aumentaron.

—Jimin me llevó a la fuerza con ellos, hicieron una aburrida reunión para jugar cartas y dominó como todos unos abuelos —Se tomó la libertad de agarrar un cojín y colocarlo encima de sus piernas—. Y solo para que sepas con quien te juntas, todos estaban hablando mal de ti, diciendo que ninguno te soporta y toda esa mierda. Incluso Eliot se expresó así.

El trapecista se frotó la oreja mientras batía serenamente las pestañas.

—¿De verdad?

—Ajá, se refirieron a ti como un consentido, un mimado y cosas de ese tipo.

—¿Eso debería afectarme?

—¿Uhm?

Una risa tendida fue derrochada, Jungkook echó la cabeza hacia atrás para mirar el techo y su nuca reposó en el filo del respaldar.

—Por Dios, TaeHyung —vaciló, levantando la mano para cubrir la molesta luz de la luminaria—. Dime algo que no sepa, estoy acostumbrado a lidiar con ese tipo de mierda, hasta tú la dices cotidianamente.

El mencionado se desconcertó con su reacción, genuinamente imaginó que estallaría una bomba nuclear en cuanto pasara el informe, hasta presintió que él iba a salir perjudicado en un efecto colateral.

Porque era estresante que al tratarse de casos ligados a Jungkook sus visiones no tenían una base genérica, se concentraban en cambios de energía remotos y lo que podía ver, simplemente se cubría con un velo de opacidad que no conseguía quitarse.

Con ese berrinchudo, le tocaba suponer.

—Al menos yo te lo digo a la cara, no voy hablando mal de ti y luego finjo que me agradas —repeló, observando como la manzana de adán se marcaba en su cuello.

Inconscientemente, inspiró profundo.

—¿Por qué usar caretas? —Regresó la cara al frente, topándose con un mirar inquisitivo—. Es una tontería que quieras venir a hacerte el recto cuando tu también hiciste cosas similares años atrás, ¿no?

—Ahí vas de nuevo...

Siempre que pudiera, se lo iba a reprochar.

Y en su lugar, Jungkook se inclinó hacia el frente, no se contuvo a curvar una de sus cejas definidas.

—Que manera de intentar redimir tus actos —Su voz sonó más grave—, deberías buscar otros métodos porque este no te servirá.

TaeHyung le sostuvo con firmeza la mirada y ni siquiera se inmutó.

—No busco enmendar mis errores, lo hice y ya está —Aflojó su cuerpo, extendiéndose en el asiento—. Arrepentirme no sirve de nada.

Una sonrisita pedante se fugó en el semblante de Jungkook, aquella actitud le estaba colmando la paciencia pero tenía que comportarse, el fuego se combatía con fuego y ese era su territorio, estaban bajo su fortaleza y tenía todas las de ganar si elegía atacar.

Se puso de pie, saltando la bonita mesa de centro que compró a inicio de año y llegó al sitio donde TaeHyung yacía tranquilamente sentado. Lo avistó desde su altura cuando estuvo a un lado del sofá, sin borrar el aspecto jocoso y se apoderó de la plaza contigua, dejando una distancia nada adecuada entre los dos.

Tuvo que girarse y mejorar su posición al acomodarse de lado, ahora tenía el cuerpo de TaeHyung frente al suyo.

—Lo que me sorprende, es que hayas venido justo ahora a contarme algo así de tonto cuando pudiste esperar a que amaneciera —Triunfalmente, inició a trazar un camino con dos dedos por su muslo.

Sin saberlo, le envió un escalofrío que recorrió de principio a fin su columna vertebral.

—A veces soy más amable de lo normal —reafirmó con hastío forzado—. Además, mañana tal vez me arrepentía y como realmente no me interesa lo que suceda contigo, probablemente ya no te decía.

El sendero que era dibujado por el par de dígitos impertinentes en sus vaqueros, subió hasta el comienzo de un bolsillo.

—¿No será que morías por verme?

El cerebro de TaeHyung hizo cortocircuito y el enlace súbito de miradas le erizó cada poro de su piel bronceada.

—Eso te gustaría, ¿no? —exclamó, sin moverse ni un centímetro. No podía hacerlo, sus extremidades parecían no responder—. Sueña, mocoso. Esto me saco por intentar ser buena persona contigo.

—¿Ya te convertiste en un ángel puro? ¿Dónde dejaste la aureola?

Bufó.

—¿Y a ti a que hora te salen los cuernos y la cola de diablo?

¿Por qué mierda no se levantaba y se iba?

Algo estaba muy mal ahí, la casa de los Jeon seguramente tenía una maldición, porque sentía dos anclas amarradas a los pies que no le daban el derecho de largarse.

Era eso o estaba desplomándose en la locura y solo quería ver hasta donde podrían llegar con tan pésimo manejo de la tirantez en el ambiente.

Y no, no se refería a la violencia verbal o física.

—Bueno, entonces debo decir gracias por tomarte la molestia de advertirme, pero la verdad es que no me importa —Jungkook resaltó, colocándole la palma abierta encima del pecho—. Eliot es lindo y si finge o no, es cosa que a mí no me afecta —El descarado no había dejado de sonreír—, igual puedo sacar tajada de eso y quizá nos podemos divertir los dos.

—... ¿Divertir?

—Sí, ya sabes... —Le proporcionó nuevas caricias por el torso—. Los compromisos no terminan bien, entonces me es suficiente con jugueteos y acostones de una noche.

TaeHyung hinchó el pecho al no controlar la accidentada manera en que jaló el aire.

—¿Es así? —susurró, enardecido.

—Ajá, creo que es un buen prospecto, ¿tú qué piensas?

—Pienso que eres un idiota, ¿por qué querrías un polvo con alguien que te ataca?

Inesperadamente, el menor cerró el puño sobre el cuello de su camiseta, arrugando la tela al presionar los nudillos y tiró de ahí, ocasionando que sus narices se tocaran; el vaho de sus alientos se mezcló, por inercia entreabrió la boca al sentir una jodida bola de fuego formándose en su abdomen.

Descubrió que esa proximidad lo ponía asquerosamente mal.

—Eso respóndelo tú.

TaeHyung se bebió de un trago el orgullo, una descarga electrizante lo mandó a bajar la guardia y el silencio de la noche lo abrazó, prometiéndole que los errores cometidos se quedarían escondidos bajo el techo de esa casa.

Tomó el mando, ignorando la voz interna que le pedía a gritos que razonara y no tuvo delicadeza al ensamblar sus labios con los ajenos casi con rabia, devorándole la boca en un beso torrencial que no supo como escaló rápidamente de nivel.

Las palmas le cosquillearon, los dedos le temblaron y no se reservó cuando enganchó una mano a los largos mechones enredados que tanto odiaba. A consecuencia, logró escuchar un leve gimoteo que murió al centro de la húmeda contienda.

No identificaba lo que sentía, era una mezcla rara de emociones efervescentes que no tenían pies ni cabeza, un enredo crucial asociado a un dilema por el incumplimiento de sus restricciones personales.

Besar con tanta hambre a la persona que más detestaba en el circo... ¿Era común?

¿De dónde había salido aquel menester de destrozarle los labios?

Maldición.

Por falta de oxígeno tuvieron que romper el efecto paralizante, la terrorífica unión desapareció con un chasquido y un hilillo de saliva colgó como secuela de la estrepitosa fusión.

—Me habías prohibido volver a besarte —pronunció como si estuviese borracho. Las letras se barrieron en su dicción—. ¿Ya cambiaste de opinión?

—Cállate, ¿por qué eres así de molesto? —Evadió, cerrando el agarre en los rulos de su nuca.

Jungkook se estremeció por la brusquedad y otra vez sonrió cual villano de película.

—¿Tú por qué eres tan descerebrado? —dijo e intentó sellar otro encuentro resbaladizo.

—Jódete —No obstante, se le denegó el roce ya que TaeHyung alejó el rostro—. Esto lo hago por limpiar mi nombre.

—¿Ah sí?

—Sí, tú no repetirás que soy mal besador —habló con prepotencia sobre su boca—, te estoy demostrando que no es así.

—Creo que podría cambiar mi calificación —susurró, delineándole el labio superior con el inicio de su lengua traviesa—. ¿Qué más vas a demostrarme?

Las insinuaciones no estaban penadas, ser un coqueto atrevido lo traía en la sangre.

Retomaron la excitante actividad, Jungkook fue quién se encargó de liderar el instante mientras lo ayudaba levantar y caminaron a ciegas; TaeHyung le permitió convertirse en su guía, porque él estaba demasiado ocupado apretándole la cintura con empeño, pues ya estaba en un universo alterno, uno donde estaba bien besar con desenfreno al chico que menos toleraba.

A tientas, Jungkook buscó el picaporte para desbloquear la entrada, pero no precisamente hacia su habitación. Giró el pomo y con apremio, abatió la puerta mientras entretenía a TaeHyung con el combate afanoso de lenguas, chupando y succionando sin decoro el músculo.

Entonces, le encajó duramente los dientes en el labio inferior, a un grado doloroso que le hizo arrojar un quejido y lo siguiente que sucedió, fue un desalojo obligado.

TaeHyung fue arrojado por un aventón a las afueras de la vivienda, dejándolo con la respiración errática y un bloqueo en su lado racional.

Lo único que vio fueron las comisuras crispadas de Jungkook, sus mejillas ruborizadas antes de que un portazo en su cara lo mandara hacia un bucle de perplejidad.

Parpadeó al no creerse la ridícula expulsión, se talló la mitad de la cara al reparar que había cedido por el niñato caprichoso.

Bien, eso marcaba el comienzo de la guerra.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro