Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Los labios de Jungkook eran sorprendentemente suaves, casi tan delicados como el puto pétalo de cualquier flor.

Tenían un sabor a fresa o cereza, TaeHyung no distinguía con exactitud la fruta pero ahí estaba el toque dulzón y agradable en sus papilas gustativas, algo que nunca en su vida imaginó probar.

Y es que la situación era inconcebible, no tenía ni la más remota idea de cómo había terminado así, con unos dedos jalándole los cabellos de la nuca mientras una lengua tibia se abría paso en su boca, toqueteando la suya y arrasando con toda la coherencia que le restaba.

Sintió la desesperación, la impaciencia que aquel inesperado beso transmitía, era un ansia perceptible que se resumía a frecuentes mordidas y a una mezcla de lametones insistentes.

Parpados caídos, respiraciones pausadas y un aumento de temperatura que le estaba nublando la razón.

Le costó entender lo que sucedía, estuvo a punto de rendirse, de perderse en la cintura del trapecista al tener el impulso de sujetarlo con ímpetu...

Por fortuna, reaccionó.

Abrió los ojos en un momento de lucidez y actuó por instinto, colocando sus manos sobre el pecho de Jungkook para empujarlo hacia atrás con fuerza. Lo hizo tambalear, sus pies se enredaron hasta el punto de orillarlo al tropiezo y causó que su trasero impactara sin amortiguación en el piso.

—¡¿Qué carajo te pasa?! —Jungkook protestó, tocándose la espalda baja—. ¡¿Por qué me aventaste?!

Se miraron, los dos tenían un divino color carmín en los labios.

—¡¿Qué me pasa a mí?! —contrarrestó. Los músculos de su cara se congelaron—. ¡Yo soy quien debe hacer esa pregunta!

Él había sido la víctima, tenía todo el derecho de cuestionar y de realizar los reclamos que le vinieran en gana.

—Eres un bruto —Por el contrario, Jungkook recriminó al levantarse—. Tendré que cambiarme por tus tonterías.

Su bonito jogger se había manchado de tierra, tenía polvo por todas partes.

—¡¿Mis tonterías?! —Sin duda, a TaeHyung le iba a dar un maldito ataque—. ¡¿Por qué diablos me besaste?!

Le urgía una respuesta lógica.

—¿Lo hice?

No obstante, su pregunta fue devuelta con vacilación.

—¡Hasta me mordiste! —graznó, escandalizado.

—Mhm, ya.

Serenamente, Jungkook intentó quitarse la suciedad de los pantalones barriendo la tela con su mano extendida.

El ojo de TaeHyung sufrió un tic nervioso, ¿por qué era el único que estaba descolocado?

—Tú si estás demente, de verdad —Se presionó los laterales de la cabeza—. No lo vuelvas a hacer, no sé en que estabas pensando pero no es gracioso, ¿me oíste?

El menor lo observó con las cejas alzadas.

—¿Hacer qué? —espetó, burlón—. No te entiendo.

—¿Eres idiota? Nunca más me vuelvas a besar —La orden fue dada en un bufido—. Te lo digo en serio.

A pesar de que realizó con severidad la petición, por alguna extraña razón no se sentía molesto.

Más que eso, el infrecuente sentimiento de confusión se expandió por su cuerpo, perturbando su equilibrio emocional y enrareciendo el entorno.

Le estaba dando mucha importancia al torpe episodio, era tonto que se viera afectado por algo tan insípido, debía serenarse y contar hasta diez en su mente para relajarse.

Si no, sería la burla andante.

—Bueno, no es como que me hayan quedado ganas de volverlo a hacer —Jungkook declaró con arrogancia—. Besas terrible.

No pretendía picar el ego de nadie con el comentario.

Esa fue su percepción ante lo suscitado y no tenía nada de malo usar el libre derecho de expresión.

—¿Perdón? —Sin embargo, el otro no pudo evitar ofenderse—. Eso no es lo que me han dicho y que yo no haya querido besarte como es debido, es distinto.

Cabía resaltar que sí, opuso resistencia al concebir el contacto, no se acopló como cualquier persona normal lo hubiese hecho. Diría que fue tomado desprevenido, que se quedó estático por lo fortuito del instante o que sencillamente no quiso esforzarse y cooperar.

Pero vamos, no había nada que demostrarle a ese mocoso, su opinión lo tenía sin cuidado.

—No te justifiques, con una vez me basta para calificar y créeme que no estás ni cerca de lo aprobatorio —Jungkook volvió a disparar.

—¿Acaso tú eres el maestro de los buenos besadores? —Esquivó la bala al preguntar—. Tú también dejas mucho que desear, eres un caníbal.

—Al menos me doy a notar —canturreó con una sonrisa ladina—. Tú hasta para eso eres malo, ¿hay alguna cosa que sepas hacer bien?

La modulación usada para realizar la cuestión, fue muy sugerente.

TaeHyung achinó los ojos estudiando la intención y emitió una risa bofa cuando pilló el doble sentido escondido. No iba a vanagloriarse con sus habilidades, pero claro que había cantidad infinita de cosas que sabía hacer a la perfección...

Y no, no caería en la visible trampa.

—Ni siquiera lo intentes, bicho, no sé cuál es tú plan pero yo no voy a formar parte de el —resaltó, ajustándose los mechones de la frente.

—¿Por qué la desconfianza?

—Porque nadie se puede fiar de ti, careces de cualquier valor universal.

Jungkook curvó aun más las esquinas de sus labios, esos atentados no le causaban ni cosquillas.

—Así es, nadie puede fiarse de mí —repitió lo dicho y avanzó tres zancadas, invadiendo el espacio personal del castaño—. Te lo repito, no bajes la guardia.

El contacto visual fue prolongado, otra vez estaban arriesgadamente cerca.

—No te preocupes por mí, preocúpate por ti —exclamó, regalándole dos palmaditas en la mejilla—. Es más fácil que tú te quemes por jugar con fuego.

—Lo dudo, estoy acostumbrado a ganar —Desvió la mirada hacia la boca opuesta.

La nuez de adán se perfiló en su garganta al tragar.

—Eso es porque yo no he sido tu oponente —TaeHyung siseó, al cambiar de estrategia—. Las cosas no siempre van a ser a tu manera.

Se valdría de los mismos recursos, la seducción era una arma infalible.

Con determinación, clavó los dedos en la quijada del menor, escuchando el gruñido bajo que este exhaló y se aventuró a provocarlo, creando una débil fricción entre sus labios antes de plantarle un beso efímero.

Apenas un picoteo, algo breve que los dejó con las expectativas a tope y lo sentidos alterados.

Era terrorífico que ni una ráfaga de viento se pudiese colar entre sus rostros, estaban a milímetros de separación, pero ninguno derrumbaba la muralla construida.

Aunque las manos les picaban por tocar, por acariciar y por apretar, pusieron a prueba su lado reservado y el autodominio frente a la tentación.

—Que no se te olvide que yo soy el estelar en todo lo que hago —Lentamente, Jungkook le proporcionó un caliente lametón en la comisura derecha—. No quieras tomar un papel que no te corresponde.

Con la aclaración estipulada, cortó el tenso vínculo formado y se alejó sin avisar, guiñando un ojo como despedida.

Se mordisqueó la mejilla interna al caminar de vuelta a la carpa, sintiendo una visión profunda clavada a sus espaldas y contribuyó con la inspección realizada a su cuerpo al contornear las caderas con elegancia.

Porque no disimuló lo mucho que le gustó portarse como un descarado ruin, era gracioso que pudiese sacarle provecho a esa seguridad que lo caracterizaba.

Tenía en claro que era particularmente lindo, el público se lo repetía diariamente y lo atascaban de halagos cuando posteaba una nueva foto, solamente un ciego se atrevería a diferir.

Sin embargo, no sabía que su encanto también funcionaba con TaeHyung, al mismo fanfarrón que hasta hace unos meses no quería ni ver en pintura.

Había encontrado el sendero perfecto para hacer justicia por su propia cuenta, lo pondría a temblar con su presencia y en el transcurso de su revancha, obtendría algunos beneficios que ciertamente gozaría.

Iba a utilizar el descubrimiento a su favor.

[...]

TaeHyung no era un retraído social, pero sí era selectivo con las personas que lo rodeaban.

No era un anciano amargado, pero estaba muy lejos de comportarse como un torpe chico de dieciocho que solo presumía la cantidad diaria de seguidores ganados en redes sociales tras los actos presentados.

No le gustaba relacionarse con los pubertos que escupían veinte idioteces por minuto, solían ser un tanto desubicados y eso lo exasperaba muchísimo; quería golpearlos directamente en la nuca, en seco, a ver si así lograba hacer que sus neuronas funcionaran correctamente.

Bola de superficiales.

La noche del viernes, Jimin fue invitado a una reunión en la vivienda de YoonGi, un acróbata de la cama elástica que a diferencia de ellos, no había crecido en el circo; el chico fue reclutado cuando las terceras audiciones para integrarse a los grupos de Legacy fueron abiertas al público.

Se ganó su lugar a pulso, demostrando que tenía las habilidades básicas para desenvolverse como un auténtico profesional y con el tiempo, desarrolló un buen nivel que día a día se empeñaba en mejorar.

TaeHyung no había cruzado palabra con él hasta esa noche y maldijo a Jimin en todos los idiomas que existían en el mundo por arrastrarlo en contra de su voluntad a la tonta velada; estaba muerto de aburrimiento, tumbado en un sofá individual que acaparó en cuanto llegó.

A parte de todo, no tenía permiso para fumar.

El alcohol, el tabaco y las drogas, estaban estrictamente prohibidas para cualquiera que fuese integrante del círculo principal de actos circenses, ningún contorsionista, trapecista, acróbata o equilibrista podía consumir sustancias que afectaran su rendimiento y salud.

Sin embargo, los dueños de sus propios negocios como él, si tenían derecho a beber de vez en cuando, pues al ser colaboradores independientes que no mantenían una estrecha ligadura con la actividad física, se les permitía que la cerveza si estuviera en su lista del supermercado.

Por desgracia, los invitados esa noche presumían dietas limitadas, así que su única diversión la encontraban en jugar partidas de cartas y una que otra ronda de dominó mientras conversaban de temas triviales.

La vibra del sitio no era óptima, TaeHyung se sentía fuera de lugar.

—Oye Tae, ¿no quieres? —Jimin se acercó, ofreciéndole un tazón de papas en hojuela—. No has comido ni bebido nada desde que llegamos.

En efecto, no husmeó en la pequeña mesa de aperitivos que el anfitrión preparó.

—No tengo hambre, muchas gracias —declinó, mirando la mesa de juegos—. ¿Esto hacen siempre?

Alrededor de ella, estaban los otros siete adolescentes que asistieron a la reunión, riendo escandalosamente al ganar o gruñendo cual animal al perder.

Inadaptados.

—Eso creo, normalmente no convivo con ellos.

TaeHyung frunció el entrecejo, eso no era lo que esperaba oír.

—¿Entonces que mierda hacemos aquí? —interpeló, aturdido.

—Uhm... es que el organizador esta vez fue YoonGi —Un suave color rosa se apoderó de sus mejillas al hablar—. Y no quería quedar mal con él.

Fantástico.

Tuvo que estrellarse su palma en la frente, estaba siendo parte del jodido trabajo de conquista que Jimin hacía para obtener al menos una salida.

Su mejor amigo era un ingenuo enamoradizo, no era la primera vez que su corazón era flechado por alguien de ahí y honestamente, dejaba mucho que desear con sus descabellados intentos de coqueteo.

No sabía que hacer o como actuar, creía que mirar a la persona fijamente por varios segundos, sería suficiente para que interpretara el sentimiento y se le echara a los brazos, rogando ser su amado eternamente. Lejos de ser así, lo que conseguía era incomodarlos, necesitaba con urgencia un par de tips que le ayudaran a no parecer un maldito acosador.

TaeHyung era el menos indicado para dar consejos de esa índole, se catalogaba como el tipo menos romántico en la faz de la tierra.

—Por Dios, creo que luchas demasiado por hacer que te mire y él vive en su planeta —Hizo hincapié y miró al simpático acróbata—. No quiero desmotivarte, pero si estuviera interesado en ti ya habría dado una señal, ¿no lo crees?

Justo en ese instante, YoonGi mató el silencio de la partida de dominó con una risa sonora al conseguir la victoria cuando acomodó su última ficha en la mesa.

Jimin suspiró, tomando asiento en el reposabrazos del sofá y disfrutando de la melodía que produjo el chico al celebrar.

—Supongo que sí... —murmuró, rascándose el codo.

—¿Qué edad tiene?

—Veintiuno.

El castaño enarcó a la ceja, pescó otro punto a su favor.

—¿Lo ves? Está en esa etapa de su vida dónde solo quiere experimentar, nosotros teníamos una vida afuera del circo a los veinte —constató, sin sonar cruel—. No creo que busque nada serio, he visto como trata a los demás y bueno, no tiene nada de especial que te salude con un beso en la mejilla.

Su opinión fue sustentada en las acciones que observó de YoonGi en el escaso rato que llevaba ahí; el chico era amable, extrovertido, cordial y sociable, muy cariñoso con sus amigos, los llenaba de abrazos y se mantenía pendiente a lo que solicitaran para seguir pasándola bien.

Lo normal para alguien afectuoso de nacimiento.

—Pues me da igual —refutó el ojimiel al coger aire—. Eso no le quita lo atractivo.

—Eres caso perdido, solo no malinterpretes las cosas —sugirió, con suavidad—. No quiero que derrames lágrimas por nadie.

Odiaba consolar gente, era pésimo para controlar la impotencia que le borboteaba en las entrañas cuando veía a sus seres queridos llorar y solo quería arrancarle la cabeza al responsable del daño.

Prefería mil veces que lo lastimaran a él.

—¿Ves como si tienes corazón? —Jimin comentó con cariño, colocando el puño frente a su nariz—. Te quiero, Tae.

Hubiese querido darle un abrazo, pero no podía permitirse ser rechazado públicamente.

El aludido sonrió con los ojos, apenas moviendo la boca y correspondió el choque de nudillos, sin dejar de mirar la mesa central que agrupaba a los jóvenes.

La plática se había tornado interesante.

—No hay persona en este lugar que lo soporte, a todos nos tiene hartos... —La malabarista se quejó, arrojando una de sus cartas al montón.

—Emma, el otro día lo oí pedir un cambio de vestuario solo porque no le gustaba el azul —Otro más, anexó—. ¿Y saben que fue lo peor?

—Déjame adivinar...

—¡Que le hicieron el traje en rojo! —rezongó y luego hizo una pausa al beber un trago de su jugo de frutas—. No entiendo porque lo tienen tan consentido, es igual a todos nosotros.

Jimin y TaeHyung compartieron una mirada, con expresiones completamente distintas saltando en sus rostros; uno se veía ofuscado y el otro atento a las sílabas que los demás parloteaban.

—¿Verdad? Lo tienen en un jodido altar, todo lo que el niño quiere, se lo cumplen.

—Es un mimado, lástima que su madre sea una de las colaboradoras, porque de otro modo ya lo hubiéramos tumbado de su nube —bufó Wendy, la contorsionista menos amigable de la formación—. Siempre nos hacen a un lado por su culpa.

TaeHyung trazó una sonrisa socarrona.

Era obvio de quién estaban hablando, desde la oración inicial captó que cierto trapecista se volvió el tema de conversación principal.

—Solo la respeta a ella y a los instructores, a los demás nos trata como basura —replicó uno de los mimos, sin pizca de humor.

—Y el único que tolera eso, es MinGyu.

—Pobre de él, el payaso siempre está a su sombra, no lo deja brillar y es muy bueno en lo que hace —Cody rodó los ojos al bajar su mazo de cartas. Ya había perdido la ronda—. Hay que invitarlo la próxima vez.

Wendy negó, poniendo una mueca de asco.

—¡No! Porque eso significa que vendría con Jungkook y que fastidio tenerlo aquí creyéndose el amo del universo —Era una barbaridad, tuvo que oponerse a la propuesta.

—O simplemente no aceptaría convivir con nosotros, Jungkook no le permitiría juntarse con los plebeyos —Eliot masculló. Se dispuso a imitar la postura y la forma de Jungkook al hablar—: Ustedes no son nada, yo soy el mejor y deben pisar el suelo por el que camino.

Las bulliciosas carcajadas rebotaron en los muros de ladrillo, no hubo persona en el círculo que no se riera con la mala parodia, hasta YoonGi acabó cubriéndose la boca para ocultar la gracia causada.

—Es una perra engreída —agregó la contorsionista, con una media sonrisa.

TaeHyung podría haber ignorado las habladurías.

En sí, le tendría que haber dado exactamente igual lo que dijeran sobre Jungkook, pues no era un secreto que él compartía esa misma opinión sobre sus desplantes y actitudes insoportables. No toleraba sus niñerías, no soportaba su forma altiva de tratar a la gente, le parecía una estupidez que impusiera su voluntad solo por saciar sus caprichos...

Sin embargo, escucharlo de voces externas, no se sintió bien. Y no pensó en nada coherente cuando decidió intervenir en la fabulosa charla.

—Dicen por ahí, que es mejor causar envidia a tenerla, ¿no? —explayó, sin cavilar.

El conjunto de miradas le cayó encima. Cómicamente sorprendido, Jimin también lo observó.

TaeHyung creyó que su reacción se asemejó a la que tuvo cuando su equipo favorito perdió la final de la liguilla a solo cinco minutos de que el partido acabara. Un puto penal a favor del equipo contrario que se transformó en un gol clavándose hasta lo más recóndito de la red.

Mala comparativa, pero ese era el grado de estupefacción en su cara.

—¿De qué hablas? —Emma lo cuestionó, confundida.

—Llevan un buen rato hablando mal de Jeon, ¿eso les parece entretenido? —Se mofó, en un resoplido.

¿Qué mierda estaba haciendo? No había explicación sensata a su malnacido arranque.

Wendy fue quien lo encaró esta vez.

—Bastante, ¿por qué? —Ladeó el rostro, con una ceja arriba—. Tu ni siquiera te llevas bien con él, eres el primero en enfrentarlo siempre que se te presenta la oportunidad.

—Lo hago, pero yo se lo digo a la cara, todo lo bueno o malo que pienso de él, se lo digo frente a frente —objetó, guardando la compostura—. Y ustedes están aquí, hablando mierda de él a sus espaldas, ¿qué no tienen el valor de ser directos?

Una ironía que estuviera reclamando algo que él también hizo en el pasado.

Ahí estaba, arruinando su imagen por los comentarios mezquinos.

—Lo somos, pero no nos interesa crear conflicto con un malcriado, de todos modos vamos a salir perdiendo—Cody abogó por sus amigos—. Nos consuela saber que nadie quiere ser su amigo.

Eso no lo convenció, incluso le provocó una risita perversa.

—¿De verdad? Entonces creo que me confundí con lo que vi el otro día, precisamente me encontré con Eliot —Apuntó al implicado con el índice—, llevándole un frappuccino de caramelo a Jungkook en felicitación por su gran función.

En realidad, quién presenció aquella noble escena fue Jimin y habérselo contado resultó de mucha utilidad.

Los ojos atestados de asombro se enfocaron en el mencionado, su apoyo clandestino había sido revelado.

—¡Eso no es cierto! —Trató de excusarse—. ¡No trates de levantarme falsos!

Que tristeza, el chico era muy malo para mentir.

—¿Qué hay de ti, Emma? —continuó usando los chismes que su mejor amigo le narró con antelación—. Ofreciéndote a peinarlo cuando quisiera y diciéndole lo lindo que era su cabello.

La malabarista no discutió.

—Fue cortesía —Se las arregló para decir.

—Lo que haya sido, me queda claro que estoy en un nido de hipócritas —esclareció, al colocarse de pie y después, se alisó la camiseta con ambas manos—. Ya veo porque no me gusta juntarme con ustedes.

Hipocresía.

La conocía muy bien desde niño.

—Ni quien necesite estar contigo, la invitación fue extendida para Jimin, no sé que diablos haces aquí —Wendy reprochó, regresando la vista a su mazo de cartas—. La puerta está abierta, ¿o no, YoonGi?

El anfitrión no produjo sonido alguno, había tomado la buena iniciativa de no meterse en el lío, conservando su silencio todo el rato que duró la disputa.

TaeHyung valoró que se conservara bajo los límites, se perfilaba como buen prospecto para su amigo.

—Gracias, nos vemos luego, que sigan disfrutando de su noche —Dio un cabeceó con falsa gentileza y se giró a Jimin—. Te envío mensaje.

El ojimiel asintió, supo que la asistencia obligada fue mala idea y el día de mañana se disculparía por haberlo forzado a ir. Aprendería a respetar las oposiciones, por mucho que quisiera integrarlo, si él no se prestaba para socializar, era imposible.

Al abandonar el espacio, TaeHyung encendió un cigarrillo y analizó las alternativas que tenía.

Se planteó el irse a dormir, sumergirse bajo las sábanas y caer sedado hasta que el amanecer llegara. Tal vez podría beberse una cerveza antes, había un six pack sin abrir en su nevera...

En cambio, aspiró por el filtro del tabaco y notó hasta después de diez metros transitados, que había tomado otra dirección.

Eran pasadas las doce de la noche, la luna se mostraba deslumbrante a lo alto del cielo oscuro, sin estrellas, solo era el redondo satélite haciéndole compañía.

A veces se comportaba como un jodido incongruente que solo obedecía lo que intuición le decía...

Porque en efecto, iba hacia la vivienda de Jungkook. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro