
Capítulo 2 |Lástima.
Incluso ahora que te han dejado atrás en este lugar, estás aguantando las lágrimas. ¿Por qué? ¿Por qué?
Unknown Mother-Goosee - HITORIE.
—¡Voy tarde, voy tarde...! —Repito en voz baja mientras voy en la nube voladora a toda velocidad hacia mi escuela.
Solo espero que el profesor de inglés se apiade y me deje entrar a la clase.
Por supuesto, esto es la consecuencia de intentar hablar con aquella chica tan arisca. Soy un necio, la he perseguido muchas veces para acercarme a ella y entablar una conversación tranquila, pero siempre me termina gritando e insultando. No la entiendo, de verdad que no. ¿Por qué me tiene tanto odio? ¡No le he faltado al respeto en ninguna ocasión! Solo intento ayudarla cuando los crímenes son graves ya que no quiero que nadie salga herido, incluyéndola.
Aunque debo admitir que me sigue dando mucha intriga que sepa volar y, sobre todo, que posea un ki más alto que el promedio humano. Sospecho que puede ser una saiyajin (o una humana con combinación de alguna raza alienígena, tal y como Ten Shin Han), pero..., ¿no el señor Vegeta dijo que solo él y mi papá eran los únicos de raza pura que quedaban en el universo? ¿Será híbrida, tal y como yo? Y sí es así, ¿cómo llegó sin llamar la atención? Es extraña toda esta situación.
¿Quién se hallará detrás de la Chica Encapuchada?
Llego al tejado de la escuela y me despido rápidamente de mi nube, después emprendo camino hacia mi salón, donde sé que ya se encuentra el maestro. ¿Ahora qué excusa tendré que dar? Este profesor es bastante estricto, así que me será complicado convencerle.
Ser el Gran Saiyaman es un poco cansado y tiene sus secuelas —como, por ejemplo, esto—, pero, pese a eso, estoy orgulloso de mi labor; jamás imaginé que ayudar a los prójimos de esta forma... se sintiera reconfortante. Vislumbro la puerta de mi aula y escucho la voz seria del docente, lo que me hace titubear, pero me termino dando valor y entro con una sonrisa nerviosa, percatándome que la mayoría de mis compañeros me dirigen la mirada.
—Vaya, joven Son, ¿qué horas son estas de llegar a mi clase e interrumpir? —Cuestiona el mayor mientras desciende su libro, procediendo a verme con molestia. Ay, no—. Son las nueve y media —recalcó con un pequeño toque irónico.
¡¿Tanto tardé?! ¡Esto sí que va afectar mis calificaciones! ¡Mi mamá se enojará al enterarse!
—Bu-bueno, es que no sonó mi alarma y vivo retirado de aquí, así que... —intento explicar con voz entrecortada, preso de los nervios al ser el centro de atención. Aún no me termino de acostumbrar, pese a ya tener un tiempo asistiendo a esta escuela.
—No —me interrumpe abruptamente—. Ya le he pasado muchas veces esa excusa este semestre. No me importa que seas de los más sobresalientes de primer año: fuera de mi clase. Vaya con la prefecta y que le de una cubeta con agua y su merecido reporte —sentencia y se da la vuelta para seguir su explicación, ignorándome completamente.
¿Por qué me pasan estas cosas?
❰ ・ ❐ ・ ❱
Poseer doble identidad para mantener a salvo la ciudadanía en verdad es complicado. Ahora mismo estoy seguro de que he perdido mi hora de almuerzo, todo por tener que ir a hacer justicia. Además, estoy demorado ya que en el tejado había unos estudiantes socializando amenamente, por lo que tuve que ser lo más disimulado posible y buscar un descuido para irme, lo que me costó más de cinco minutos; aparentemente es poco, pero, hablando de asaltos y rehenes, para nada lo es.
Lo único que espero es que la señorita Satán y la Chica Encapuchada no hayan empezado una disputa en plena encrucijada, como ha llegado a suceder en ocasiones anteriores.
Se llevan más que pésimo.
No sé por qué, pero tengo la sensación que ninguno de los tres podemos mantener una conversación normal; o, al menos, no ellas conmigo. Siempre que intento hablarles, me responden de manera tosca o irrespetuosa, sobre todo la que mantiene su identidad secreta (parece que me tiene un odio inigualable).
Todo sería más llevadero si hiciéramos un equipo, empero, ninguna pone de su parte; ¡son muy orgullosas y ariscas!
Me percibo más tranquilo al llegar y notar que la de vestimenta completamente negras venció a los malhechores, pero dicho sentir se esfuma cuando la gente y los reporteros se abalanzan hacia la señorita Satán, ignorando completamente a la Chica Encapuchada. De hecho, eso es algo que viene sucediendo desde que me adentré a este mundo; no suelen prestarle demasiada atención, solo se centran en la de ojos azules o en mí. ¿Por qué con la Encapuchada no?
Veo cómo ella baja la cabeza mientras su ki se vuelve inestable, dando un aire frustrado que me cala. Sé que ser un verdadero héroe no amerita ser adulado, pero..., ¿ni siquiera un gracias recibir?
Como viene siendo un hábito, ella se escabulle —hecho que ni siquiera le es difícil— y se echa a volar al edificio más alto de la ciudad. Desde que comencé a conocerla, en lo que cabe y deja ver, me he dado cuenta de que esa es su rutina: hacer el bien, frustrarse por el obvio desplazamiento, ir a un lugar alto y después desaparecer.
Bien podría perseguirla y descubrir quién se esconde a través de aquella ropa oscura y su característico cubrebocas negro, pero yo también mantengo mi identidad oculta y sé lo molesto que es que te acosen para saber quién eres, por lo que la respeto y no interrumpo su privacidad.
Me quedo en mi sitio unos instantes, pensado en que debo regresar a la escuela para retomar las clases, ergo, el sentido de querer ayudar es mayor, así que, suspirando, emprendo vuelo hacia donde ella se encuentra.
Sé que me va a rechazar con tan solo verme, pero...
—Malditos imbéciles, cómo los odio —tan solo al llegar, es lo primero que escucho provenir de ella. No sé si se refiere a mí ya señorita Satán, o a la ciudadanía en general; aunque, probablemente, sea hacia todos.
No voy a negar que muchas veces me he llegado a sentir mal al presuponer algo como esto cada que la ignoran, pero no comprendo su comportamiento voluble; me comienza a gritar e insultar cuando intento acercarme, incluso llega a golpearme, ¡y lo único que quiero es ayudarla!
Desconozco todo sobre ella, lo poco que sé es gracias a los rumores que he oído: que es muy bruta y egocéntrica, que deja muy malheridos a los malhechores sin justificación... y que, meses atrás, se sobrepasó mucho con los golpes que mandó gravemente lastimado a un delincuente, tanto que este falleció tiempo después. No sé qué tan verídico sea ya que, para ese entonces, aún estudiaba desde mi casa, mas sin embargo, tengo presente que aquella chica no es una mala persona —su ki la delata—. Por desgracia, es bastante maleducada en algunos aspectos, hasta infantil, me atrevo a decir; pero de eso a ser una persona despiadada y sanguinaria...
No entiendo por qué la juzgan tanto.
—¿Qué demonios haces aquí, power ranger? —Siento un escalofrío por el tono que emplea. Ahí vamos con lo del power-no-sé-qué que tanto me dice; y su rotundo rechazo, por supuesto.
—Yo... solo quería ver cómo estaba... —excuso torpemente, sin saber qué decir con precisión. Con ella me espero cualquier tipo de reacción.
—Largo de aquí, insecto —la forma en cómo lo exclama me recuerda demasiado al señor Vegeta, pero sé que ella hace referencia al sobrenombre que me puso: saltamontes.
Veo que se levanta del suelo y talla el antebrazo con su cara, más específicamente en la área donde se encuentran los ojos. ¿Estuvo llorando? Eso me alarma más ya que solo la he observado haciendo rabietas y maldiciendo a medio mundo, pero... no llorar. Lo malo es que no me dejará acercar, y no solo hablando de manera física, sino emocionalmente.
—¿Qué no oíste, maldito estúpido? ¡Que te larges con tu lástima a otro lado! —Grita con ira y no puedo evitar sorprenderme porque ha notado aquello. ¿Cómo lo supo? ¡No he hablado siquiera! Además, no es como si pudiera siquiera verme a de frente por el casco que tengo puesto—. Tus malditos alemanes te delatan, imbécil —contesta como si me hubiera leído la mente.
¿Tan transparente soy?
—Y-yo...
—Si no te largas tú, me largo yo —gruñe acomodándose su capucha, siendo brusca con sus movimientos. Apenas y puedo contemplar su cubrebocas negro que oculta la mitad de su rostro.
Reacciono demasiado tarde, justo cuando aquella chica alza vuelo hacia algún lado que sigo sin conocer. Momentáneamente me cuestiono si la persigo, pero desisto y solo suspiro para darme la vuelta y regresar a la escuela. Con volver a evocar el conocimiento de que, probablemente, estuvo llorando, consigue que tenga presión en mi pecho. ¿Es culpa de la gente que tanto la hace a un lado... o de la señorita Satán y mía por llevarnos todo el crédito, aún si no es nuestra intención? ¿O hay algo más detrás de todo esto?
Si tan solo me dejara acercar...
-Lindassj1
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro