𝟐𝟗. 𝐋𝐔𝐓𝐎 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐈
Capítulo 29
LORD HAVEL
Era la primera vez que veía a mi reina llorar.
Durante todos los años que había estado sirviendo a la Casa Worwick como consejero del rey Dafert, jamás había presenciado algo tan desconcertante como lo que ocurrió aquella mañana de un día que parecía tan rutinario en el castillo.
La reina Irenia Worwick, conocida por su porte altivo, implacable y su fría compostura, se desmoronó frente a los ojos de todos los sirvientes al encontrar a su esposo, el rey, muerto en su lecho.
Sus sollozos desgarradores rompieron el silencio de sus aposentos, y aquella mujer de mirada azul y gélida, que nunca permitía que sus emociones fueran visibles, se hizo vulnerable, con su rostro inundado de lágrimas.
Los sirvientes y súbditos atestiguaron mudos y sombríos aquel momento, mientras el aire del castillo pareció volverse más pesado, y sus muros, que habían sido testigos de la pérdida de anteriores reyes y miembros de la familia Worwick, se sentían opresivos, como si también ellos lloraran a su manera.
La noticia de la muerte del rey se extendió por todo el castillo y por el mismo reino que él había gobernado con sabiduría y justicia. El ambiente en cada espacio se sentía gélido, e incluso el trono blanco parecía haber perdido su brillo, como si estuviera llorando la partida de su rey.
El príncipe Verti no tardó en ser informado de la muerte de su padre llegando casi que de inmediato a la habitación del monarca y como era costumbre, su serenidad típica no se esfumó, pero la mirada del príncipe parecía estar entre la angustia y la zozobra, como si estuviera procesando el hecho de que su padre estuviera muerto. Por primera vez vi a la reina sumida en el desconsuelo, buscando refugio en brazos de su hijo, y él no dudó en sostenerla, mientras ella lamentaba entre lágrimas la partida del rey.
Ese día, por la tarde, las campanas de Kingabbey resonaron en todo el reino, anunciando al pueblo la partida del rey Dafert. Los banderines con el emblema de la Casa Worwick se ondearon a media asta en lo alto de la entrada principal, comunicando que había partido junto a los dioses un monarca pacífico y honorable, como lo fue el rey Dafert Worwick.
Días después de la partida del rey Dafert, el luto se mantuvo, como era costumbre en la tradición de la ley de los dioses de la Casa Worwick, el cual se levantaría automáticamente con la llegada del nuevo rey.
Esa mañana, la reina Irenia se preparó en la soledad de sus aposentos, colocando sobre su larga cabellera blanca un velo tejido en color negro, que combinaba con su vestido oscuro.
Frente al espejo, ella terminaba de ajustar el delicado tejido, mientras sus ojos se desviaban hacia el reflejo de la cama detrás de ella, donde su esposo había descansado a su lado durante casi veintiséis años, y tas un breve momento perdida en el reflejo, Irenia suspiró y se dirigió hacia la puerta, abandonando sus aposentos.
La reina madre se dirigió en completo silencio hacia el salón del consejo y al llegar ahí, los guardias la recibieron abriendo las puertas ante su presencia. Lo primero que vieron los ojos de Irenia al entrar en la sala fue al príncipe Verti, de pie en la cabecera de la mesa, dialogando con los miembros del consejo y ella endureció su rostro al ver aquello, que para ella era una clara falta de respeto.
—Verti —se escuchó la voz de Irenia, captando de inmediato la atención de los presentes.
Verti se volvió hacia su madre al instante y con una ligera reverencia, dijo:
—Madre, qué bueno que ya se encuentre entre nosotros. Les comentaba a los miembros del consejo sobre las nuevas instrucciones que deben llevarse a cabo para la coronación de Valerio.
—Te agradezco tu gentileza, Verti —dijo ella, acercándose a la mesa—. Pero ahora retírate de la cabecera de la mesa y ocupa tu lugar.
Sabiendo que no podía pelear ni alegar, Verti se inclinó con ligereza ante su madre y dejó la cabecera de la mesa, regresando a su lugar entre los demás miembros del consejo, visiblemente incómodo.
—Majestad —habló un lord miembro, reverenciándose mientras Irenia tomaba lugar en la cabecera de la mesa, como reina madre que era—, qué bueno que ha llegado. Su presencia es imprescindible para tratar el asunto de la coronación del príncipe Valerio.
—Sí, lord. Como ya se les ha informado, el heredero al trono viene en camino hacia Southlandy, y esperamos que su llegada se produzca hoy a la hora que los dioses lo decidan —ella hizo una pausa y respiró profundo antes de continuar—. Sé que, según las costumbres, ustedes son los responsables de organizar la coronación de un rey en ascenso, incluso mientras aún reina su predecesor, pero en esta ocasión quiero que esperemos la llegada de Valerio antes de proceder con los preparativos.
El lord que había hablado antes frunció el ceño, extrañado.
—¿Sucede algo, Majestad?
—Nada grave, lord. Solo que mi esposo dejó una serie de cartas e instrucciones para su hijo confiando en que podría compartirlas personalmente con él, y antes de su desafortunada muerte, él me aseguró que deseaba que las leyera antes de que su heredero ascendiera al trono. Por algún motivo, Dafert consideró que era crucial que esto ocurriera de esta forma, y yo pienso cumplir su voluntad —Irenia suspiró—. Creo que, como el futuro rey, Valerio debería conocer el contenido de esas cartas y tomar las decisiones correspondientes antes de que se celebre la coronación.
Los lores intercambiaron miradas con cierta preocupación; sin embargo, ninguno de ellos osó cuestionar a la reina, pero Verti, sintiéndose aludido, intervino.
—¿Qué tanto puede le puede cambiar Valerio a años de tradición, madre? ¿No cree usted que sería mejor que todo esté listo para cuando él llegue? Una ceremonia en el salón del trono podría…
—¿En el salón del trono, dices? —replicó Irenia con evidente desaprobación—. Desde los tiempos del rey Aiseen, todos los monarcas de la Casa Worwick han recibido su corona en Crowncave, y así seguirá siendo.
—No discuto eso, madre. Solo que pienso que retrasar el asunto no nos llevará a ningún lugar.
—Y adelantarlo tampoco, Verti. Tu hermano también tiene derecho a guardar luto por la muerte de su padre antes de recibir su corona y su daga.
Verti se mantuvo en silencio tras la reprensión de su madre, mirándola con cierto desdén.
—Todos los que estamos aquí conocemos que existe una profecía y que cada rey que sube al trono es un potencial candidato para cumplirla. Así que te recuerdo que, desde el momento en que tu padre murió, tu hermano dejó de ser un príncipe para convertirse en tu rey, y deberías tener mucho cuidado con cómo te expresas, Verti Worwick —Irenia se colocó de pie—. Y ahora, con respecto a ti...
—¿A mí? —preguntó Verti, confuso.
—Sí, a ti —respondió Irenia, clavando su mirada en él—. Eres un honorable estratega y príncipe de esta casa y como tal, serás honrado. Tu padre deseaba que tomaras el poder en Turbios bajo el mando de tu hermano.
—¿Qué? —susurró Verti, confundido al oír la palabra "mando".
—Tu padre creía que destituirte de este consejo y enviarte a Turbios para que te hicieras cargo de la guardia y del mando en Escandineva sería lo mejor para ti. Incluso tenía planeado darte un pequeño consejo allí, bajo el gobierno de tu hermano.
Verti tragó en seco, intentando procesar lo que acababa de escuchar, dándose cuenta hasta ese momento de lo que su padre había planeado para él, y que por sus sentimientos impulsivos, no había logrado entender.
—Pero, lastimosamente —continuó Irenia—, tu padre murió antes de firmar la autorización necesaria para ello, y ahora debes esperar a que tu hermano decida si te envía a Turbios o si te necesita aquí, junto a él, en esta mesa. —Ella se dirigió a los miembros—. Agradezco la presencia de todos y el hecho de que estén al tanto de la situación en ausencia del nuevo rey. Ahora les pido permiso para retirarme.
Sin esperar respuesta, Irenia abandonó el salón, mientras que Verti permaneció en su asiento, inmóvil, mirando fijamente hacia la mesa, entendiendo que ahora todo estaba en manos de Valerio y sintiendo cierta rabia al darse cuenta de lo que había hecho, un pensamiento amargo cruzó por su mente: «He hecho a mi hermano rey, y ahora estoy bajo sus pies».
En el puerto de Southlandy, el estandarte de la Casa Worwick ondeaba al viento en lo alto del mástil principal del barco, mientras la embarcación atracaba lentamente en el muelle.
Valerio fue el primero en acercarse a la salida de la embarcación para corroborar que todo estuviera en orden. Una vez la plancha estuvo lista, tomó la mano de Luna, quien se apoyó en su brazo mientras él, con cuidado, la ayudaba a descender por la plancha, asegurándose de que sus pies tocaran tierra.
Una vez abajo, un guardia de alto rango avanzó hacia ellos y, deteniéndose frente a Valerio, inclinó la cabeza en una reverencia formal declarando:
—Bienvenido a Southlandy, mi rey.
De inmediato, Valerio miró al guardia casi inmóvil, entendiendo con recelo lo que esas palabras significaban.
Dos carrozas, junto a un grupo de guardias, se movilizaron en el puerto mientras que el guardia que le había recibido; ordenaba la protección total hacia el rey y la reina en su camino al castillo Worwick.
Siendo consciente de que su padre ya no estaba con vida, el trayecto hacia el castillo fue silencioso, y el único sonido que se podía oír era el de las ruedas golpeando las piedras del camino, y al llegar al castillo, las puertas principales se abrieron para recibirlos.
Valerio descendió de la carroza junto con Luna, encontrándose con la guardia alineada en una estricta formación que al verlo, se reverenciaron, inclinando sus cabezas en un acto solemne de servicio. Los ojos de Valerio se clavaron en el banderín de la Casa Worwick a media asta mientras él caminaba cruzando la formación junto a su esposa, al tiempo que desde uno de los balcones superiores, el príncipe Verti, con copa en mano, observaba la llegada de su hermano con la mirada fría y distante.
Al entrar en el pasillo principal, Valerio fue recibido por Lord Havel, quien al verlo se inclinó ante él.
—Mi rey...
—¿Dónde está el cuerpo de mi padre, Lord?
—Mi rey, hace unos días...
—¡¿Dónde está el cuerpo de mi padre?! —exigió Valerio con cierto desespero.
Antes de que el lord pudiera responder, las puertas de la sala privada se abrieron y todos los ojos se dirigieron hacia la figura de la reina, vestida de negro, portando aún el velo que había llevado desde el día de la muerte de Dafert.
Irenia avanzó unos pasos hasta quedar frente a su hijo, mientras él la observaba con cierta aflicción en la mirada, pero antes de que Valerio pudiera hablar, Irenia se arrodilló ante él, reconociendo la legitimidad de Valerio como el nuevo rey de la Casa Worwick.
“El lugar histórico mencionado como KiNGABBEY donde sonaron las campanas con la muerte del rey Dafert fue la misma abadía donde Veikan y Diana celebraron su matrimonio en LOS WORWICK”
“El lugar mencionado como CROWNCAVE donde se celebrará la coronación de Valerio mencionado por Verti es el mismo templo donde fue coronado MOLKO y VALKO en VALKO y posteriormente fue coronado ahí también VEIKAN en LOS WORWICK”
“Los aposentos de la reina Irenia donde murió el rey Dafert, fueron los mismo aposentos que compartieron Ahela y Vasko donde Vasko también perdió la vida en VALKO”
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