Capítulo 9
—¿Me juras que no le tocaste ni un cabello?
—Que sí...
—Ningún indicio de violencia física, ¿seguro?
Tras un resoplido, TaeHyung afirmó.
—Ya te dije que no, tampoco soy tan inconsciente —murmuró, al entrelazar los dedos por encima del escritorio—. Sabía que podía resultar contraproducente, así que no lo toqué.
SoHee lo apuntó con la base del bolígrafo, estrechando los ojos al no estar tan convencida de la historia contada.
—Es importante que me digas la verdad —exclamó, enfocándose después en Jungkook—. Tú dime la verdad, ¿lo golpeó o no?
—No lo hizo, se controló bastante bien —avaló, con una sonrisita tenue—. Puedes estar segura de eso.
—Bien, a ti sí te creo.
—Espera, ¿eso no debería ofenderme? —TaeHyung respingó—: ¿Por qué no confías en mí?
—Porque te conozco y a veces eres muy impulsivo —explicó, al hojear las páginas en su carpeta—. Menos mal que pensaste con la cabeza fría.
—Sí, me estaba tentando a tumbarle los dientes cada que sonreía —Recordó con repugnancia—, pero me contuve por nuestro propio bien.
La reconocida profesional lo miró a través de sus anteojos, y dejando a un lado su papel de profesional, levantó el dedo pulgar en signo de aprobación.
—Y estuvo perfecto, Tae —Presionó el botón retráctil de su pluma—. Porque gracias a que no te ensuciaste las manos, puedo ayudar a que se proceda en contra del ingeniero Choi.
En automático, Jungkook frunció el ceño.
—¿Proceder?
—Sí, por el delito de invasión a la privacidad —SoHee lo observó, pausando su escritura—. O dime algo, ¿tú sabías que tu departamento tiene cámaras hasta en los sanitarios?
—¿Qué? —Sus pestañas aletearon con celeridad—. ¿Cómo que en los sanitarios?
—Me temo que así es, tienes vigilancia en todo el penthouse. Se hizo la revisión del sistema de circuito cerrado con el que tu vivienda cuenta y efectivamente, lo que es captado en las cámaras, llega al celular que nos proporcionaste.
La quijada de TaeHyung se desencajó y hasta dejó de jugar con el pequeño calendario del escritorio.
El significado de atónito lo describía muy bien.
—Carajo, ¿qué tan enfermo debes estar para hacer algo así?
—Y que tan distraído tienes que ser para no darte cuenta... —Jungkook se encontraba perplejo—. Nunca las vi, en todo el tiempo que llevo ahí, jamás me percaté de que hubiesen cámaras de seguridad.
—Es que el sistema que mandó a colocar es muy discreto, de hecho algunas las hizo pasar como alarmas contra incendio —La chica constató, al revisar el expediente—. Y bueno, también debo resaltar que gracias a eso, recopilamos la evidencia de como los amenazó con difundir su video.
—Eso es un punto bueno, ¿no? —TaeHyung se adelantó a preguntar—. Funciona como defensa.
—Así es, todo está a nuestro favor.
El par de hermanos se sonrió y el destello de tranquilidad fue visible.
En cambio, Jungkook agitó la cabeza de derecha a izquierda, en completa negación.
—No, basta, yo ya no quiero saber nada de esto —musitó, desparramándose en el asiento que ocupaba—. No voy a meterme en temas legales y tampoco voy a iniciar una demanda, ¿de acuerdo?
—¿Qué? —La joven abogada lo escrutó con extrañeza—: ¿Por qué?
—Porque no necesito nada de esto, solo quiero estar en paz de ahora en adelante —Dejó salir un largo suspiro y se frotó una ceja—. Mientras WooShik ya no se meta en mi vida, yo no me meteré en la suya.
—Pero tú ganarías el caso hasta con los ojos vendados.
—Gracias, pero ya dije que no —reiteró—. Lo haré solo si es necesario, pero estoy seguro de que no hará falta.
Notablemente inconforme, TaeHyung gruñó.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Dejó caer los hombros—. Ese tipo está loco, ¿no crees que intente afectarte de cualquier manera posible?
—No, no lo hará —contestó, con sencillez—. Él no pone en riesgo su trabajo, ni siquiera por mí. Ya me lo ha demostrado varias veces.
—¿Cómo que varias veces?
—Pues sí, su profesión siempre ha sido su prioridad —Tuvo que carraspear y apartó la vista—. Lo entendí cuando tuve una cirugía de emergencia, me la pasé internado una semana entera y él no puso ni un pie en el hospital porque tenía juntas importantes.
La confesión provocó que el cuerpo de TaeHyung se pusiera rígido.
Hasta SoHee había extendido los párpados con espanto.
—¿No fue siquiera un día a verte?
—No y tampoco fue a recogerme cuando me dieron de alta —Sus dedos iniciaron a jugar entre sí con un claro nerviosismo—. Solo me mandó un taxi y cuando llegué al departamento, tampoco estaba.
Sí, existía una lista infinita de cosas que Jungkook nunca le había contado a nadie.
Y esa triste anécdota, era una de ellas.
—Carajo, por eso y más tienes que hacer algo —El mayor bramó. La ira ya se estaba haciendo un sentimiento frecuente—. Demándalo.
—No, Tae, ya estoy agotado de este tema —farfulló, melancólicamente—: Solo quiero olvidarme de este trago amargo y seguir.
—Pero él te hizo daño por meses...
—Lo sé, pero yo ya tomé mi decisión y sé que estaré bien así.
Realmente, él ya no buscaba acarrear con más dilemas a causa de WooShik.
En su momento, se guardó el sinfín de crueldades que le hizo solamente por protegerlo, por cuidar la imagen de quien sería su esposo y por no hacerle quedar mal frente a sus conocidos, aunque en el fondo supiera que todo estaba jodidamente fuera de control.
Le tenía miedo a ser juzgado por aceptar los malos tratos, le era abrumador oír a terceras personas opinando acerca de lo mal que estaba su relación y por ende, había llegado a un punto inhumano de fatiga emocional.
Deslindarse del caos, era su mejor solución.
Y SoHee parecía comprenderlo, porque no hizo más que tenderle la mano para sostener la suya en símbolo de apoyo.
—Yo no haré nada que tú no autorices, pero sabes que cuentas conmigo si cambias de opinión.
—En serio te lo agradezco mucho.
—No hay de qué —Ella se dispuso a reanudar sus actividades, recopilando las carpetas regadas por el mueble—. ¿Hay algo más en que pueda ayudar?
—Creo que no —Se refregó el inicio de la nariz—. No sé si Tae tenga algo más que decir.
Aun cuando el mayor no estaba conforme con la resolución, optó por no entrometerse y respetar.
Él hubiese hecho lo que estuviera en sus manos para refundir al desquiciado en la cárcel, y pese a que estaba directamente involucrado por ser uno de los participes en el video, dejó que Jungkook llevara las riendas de la situación.
Así que sin más, desertó al cabecear y después, le sonrió a su hermana.
—Gracias por recibirnos sin una cita previa.
—La cuenta te llegará por correo —bromeó, acomodándose divertidamente el cuello de la camisa—. ¿Cuándo visitarás a mamá?
—El siguiente domingo.
—Bien, me les uniré.
Luego de eso, la tercia se colocó de pie, intercambiando despedidas con apretones de manos y como extra, hubo un abrazo tierno entre los hermanos.
—Hasta entonces —Le plantó un beso tronado en la mejilla—. Te quiero.
—Y yo a ti, gruñón.
El par de chicos le regaló a la abogada una última sonrisa colmada de gratitud y finalmente, salieron de la oficina más importante de todo el corporativo.
Cuando estuvieron de nuevo en la sala de espera, Jungkook situó las manos en su espalda baja y empujó su cadera hacia adelante para aliviar el malestar de sus músculos.
Escaneó el perímetro, andando hacia la cancelería del edificio al notar que a esa altura tenían una preciosa vista de la ciudad.
Disfrutó apreciar la gran urbe desde otra perspectiva, ver los edificios que se cubrían unos con otros y ahí, fue cuando entendió porque verla desde su apartamento no le provocaba ninguna emoción.
—¿Y bien? —TaeHyung se plantó a su lado, interrumpiendo el lapso reflexivo—. ¿Quieres ir por un café?
Él formó una línea con los labios y asintió al mirarlo.
—Sí, eso me gustaría.
—... Lo sé.
[...]
Un exquisito café frío era todo lo que Jungkook necesitaba para olvidarse por un rato de su catastrófica vida.
Había elegido una buena mesa en la terraza, cerca del barandal de cristal que daba hacia la avenida principal y agradecía que el ruido de los autos no fuera tan contaminante como lo pronosticaba.
El cansancio físico lo estaba matando, sentía que en cualquier descuido sufriría una contractura en el cuello y para variar, la cadera le continuaba doliendo.
Estaba jodido, con todas sus letras y abarcando por completo el significado de la palabra.
Dejando a un lado los modales, así como sus molestias en general, colocó un codo en el filo de la mesa, apoyó la barbilla en su mano y exhaló lánguido, mientras veía que TaeHyung iba regresando hacia la mesa.
Traía una charola con dos vasos de café con hielo, un par de servilletas y varios sobres de azúcar que claramente, no eran para él.
—¿El caramel latte sigue siendo tu favorito? Di que sí, porque ese es el que te compré.
Jungkook luchó por no sonreír.
—Aún es mi favorito —masculló, quitándole el envoltorio al popote—. Y dime, ¿cuántos sobres de azúcar trajiste?
—Seis, cinco son tuyos y uno es para mí.
—Vaya... Impresionante.
TaeHyung hizo una graciosa reverencia, riéndose sutilmente antes de tumbarse en la otra silla libre.
—Deberías dejar de consumir tanto dulce —Le advirtió, cual padre regañón—: Vas a enfermar por eso.
—Y tú deberías dejar de fumar tanto, pero sigues echando humo como escape de motocicleta.
—Para tu información, ya no lo hago con tanta frecuencia —vaciló—, estoy tratando de dejar ese mal hábito.
La ceja del menor se enarcó por el asombro y sostuvo uno de los sobres de azúcar.
—En honor a tu esfuerzo, solo le pondré cuatro de estos en lugar de cinco a mí café.
—Bien, eso me hace sentir orgulloso de ti.
Irremediablemente, tuvieron que sonreírse.
A pesar de tener los ojos hinchados por las secuelas del llanto, aquellas comisuras estiradas fueron el primer gesto de sosiego que Jungkook compartió con TaeHyung.
Le había brotado con naturalidad.
—¿Sabes? Estuve pensando un par de cosas mientras te esperaba —comentó, al menear los hielos de su bebida con ayuda del popote—. Y llegué a la conclusión de que tal vez, todo esto se trata de simple karma.
—¿Karma? ¿Por qué lo ves de ese modo?
—Pues... Si lo considero un poco más, creo que tampoco fui la persona más honesta con WooShik.
TaeHyung parpadeó tres veces seguidas al no comprender.
—¿No fuiste sincero? —Prefirió indagar, antes de dar un punto de vista desatinado—. ¿Me quieres explicar por qué?
—¿Acaso no es obvio? —Tuvo la intención de reír con pena, pero no lo hizo—. Siento que de alguna forma jugué con lo que él sentía por mí.
—Pero tú dijiste que al principio si lo querías.
—Y lo hacía, en serio —Nuevamente, enfocó la gran calle principal—. Conocí a WooShik en la fiesta de graduación, estaba esperando mi taxi en la salida y ahí fue cuando se acercó a pedir mi número.
—¿Y yo dónde mierda estaba? —inquirió, al no rememorar con exactitud lo acontecido tal noche—. De hecho, no recuerdo si te acompañé a la salida o no.
—No lo hiciste, porque después de que follamos, te fuiste con YoonGi y te perdiste bailando con otro chico.
Los labios de TaeHyung trazaron un mohín de disgusto.
—Ya me acordé —farfulló, sintiéndose un tanto incómodo—. ¿Está de más si me disculpo ahora?
—Sí, ya déjalo así —Botó una espontánea risa, moviendo los hombros de arriba hacia abajo—. La cosa es que, a raíz de esa noche, WooShik y yo empezamos a tener contacto por mensajes de texto, luego vinieron las citas, los besos y de repente, ya éramos una pareja formal.
—¿Así de rápido se dio todo?
—No fue rápido, la realidad es que fue muy persistente porque tardé casi un año en darle el sí.
Lo miró de nueva cuenta y TaeHyung solo resopló.
—Ni siquiera voy a preguntar por qué demoraste tanto en aceptarlo como tu novio.
—Aún así te lo voy a decir —tarareó, y volvió a oscilar los hielos en su café—. Me negué a empezar una relación porque estaba interesado en alguien más.
—Solo soy un humano que comete errores —Echó la cabeza hacia atrás sobre el respaldo de la silla—. Ten piedad, por favor.
—No, Tae, escucha. Yo me tomé mi tiempo... Porque seguía enamorado de ti.
El suspiro de TaeHyung fue malditamente audible.
Cerró los ojos, cubriéndose la mitad del rostro con la palma abierta y bufó, desilusionado por sus actitudes del pasado.
De no haber sido un cobarde, las cosas hubiesen sido diferentes para los dos.
Más sencillas y menos dolorosas.
—Ya no sé como disculparme contigo —murmuró, admirando la cubierta metálica de la terraza—. Que egoísta fui.
—Ya ni deberías preocuparte por eso —Después de darle un buen sorbo a su bebida, se relamió la boca—. Lo que estoy tratando de decir, es que tal vez yo me confundí, porque WooShik me trataba muy bien y creo que me dejé llevar por todos los detalles que tenía conmigo.
—¿Era muy atento?
—Sí, me llenaba de mimos, de palabras bonitas y hasta de regalos —admitió—: Y ahora que lo analizo, pude parecer un interesado.
El castaño se frotó el lateral del cuello, regresando a su postura previa y enfiló los ojos verdes opuestos.
—No puedes culparte por darte la oportunidad con alguien que si te demostró interés —espetó, con transigencia—. Él te dio lo que yo no me atreví.
—Sí, eso lo sé —Pellizcó la parte superior del popote—. Aunque, ¿sabes qué era lo más jodido de todo?
—¿Qué cosa?
—Que el amor que yo sentía por él, no se comparaba ni un poco con el que llegué a sentir por ti.
Y sí, Jungkook fue consciente de que su confesión lo había dejado en vulnerabilidad máxima.
Sin embargo, sentía que era prudente ser sensato frente a la persona correcta.
—Mierda —Los ojos del mayor picaron y tuvo que tallarse los párpados—. ¿Tú quieres verme llorar?
—No, por supuesto que no... Solo estoy asumiendo que uno de mis errores fue comparar, yo traté de estar con otra persona y al inicio funcionó, los primeros meses fueron muy bonitos para mí, creí que había hallado al hombre perfecto, hasta que todo se arruinó.
—¿Cuándo cambió tu mundo ideal?
—No lo sé, ni yo mismo sé en que momento WooShik sacó a relucir su verdadero yo —Sintió que la garganta se le secó—. Mi novela romántica se volvió un cuento de terror, porque de un día para otro me obligó a dejar mi empleo, me prohibió las salidas con mis amigos y solo me dejaba verlos cuando sabía que Jimin me acompañaría.
A TaeHyung le costó tragar.
—Dios mío, me da mucha impotencia saber que no estuve ahí para evitarte ese sufrimiento —Quería arrancarse los mechones de un tirón—. Me da rabia pensar todo lo que tuviste que soportar.
—Creo que llega un punto en dónde ya no distingues lo que está bien de lo que está mal —argumentó—, yo justificaba sus celos, disculpaba sus ausencias y a veces me echaba la culpa con tal de ya no discutir.
—Es que ejercía violencia en ti, Kook, quizá no física, pero si emocional y mental.
—Yo pensaba que era mejor tenerlo a sentirme solo otra vez —Guardó silencio, evaluando el impacto de su siguiente oración—: Cuando tú te fuiste, me dejaste a la deriva, te juro que nunca en la vida me había sentido tan vacío.
No sería un mentiroso.
Aquellos días fueron terriblemente complicados.
—También fue difícil para mí —TaeHyung resaltó, sin tapujos—. Dejamos las residencias y me costó asimilar que a partir de ahí, cada despertar iba a ser sin ti.
—Yo te extrañé por meses.
—Y yo lamento haber sido un cobarde.
Jungkook negó, curvando las orillas de su boca.
—Aún así, tú hiciste que la universidad fuera la mejor etapa de mi vida —confesó, estirando su brazo por la mesa y tocó las puntas de los dedos contrarios—. A pesar de los altibajos, conocerte fue lo más bonito que me pasó.
Aun cuando sintió que el labio inferior le tembló, TaeHyung no dudó en tomarlo de la mano.
—Mierda, si tú supieras lo que sentí cuando te vi otra vez en el cumpleaños de Jimin... —Apretó los ojos e inhaló—. Enseñaste tu anillo y a mí se me aplastó el corazón. Luego vino la invitación en mi buzón, y maldición, esa fue la gota que derramó el vaso.
—Sinceramente, no pensé que te fuera a afectar.
—Me afectó tanto que mi pretexto para volver a verte fue ser participe de tu despedida de soltero —Le acarició los nudillos con el pulgar—. Y bueno, de las mil tonterías que hice por regresar cuando ya no me correspondía, aquí tenemos el resultado.
—Y que lo digas, estamos tomando un café juntos, hay una boda que cancelar, un video porno que no aceptamos grabar, un posible regreso mío a terapia y al final, lo que hay entre nosotros se queda inconcluso de nuevo.
Las condiciones claramente no eran las más aptas.
No obstante, por alguna razón, no percibían ninguna preocupación.
—Yo voy a esperar por ti, te acompañaré en el proceso, esperaré a que sanes, a que te sientas bien y cuando eso suceda, yo seguiré aquí —El mayor atinó a confirmar—. Más adelante, si tú no quieres estar conmigo, yo lo entenderé, pero te advierto que no me pienso separar de ti nuevamente.
Jungkook inclinó la cabeza hacia un costado.
—¿Esta vez si te piensas quedar?
—Hasta que tu me corras a patadas de tu vida.
—Eso no va a pasar —aseveró, recuperando un poco su sentido del humor—. Porque yo rogaba que estuvieras conmigo, no con toda esta turbulencia de por medio, pero si este fue mi karma por tenerte a ti de nuevo, te juro que lo pago.
Y de repente, TaeHyung creyó que los fuertes latidos de su corazón se escucharían por toda la cafetería.
Sus mejillas ardieron, estaba ridículamente sonrojado.
—Haré que valga la pena, eso te lo prometo —enfatizó—. Discúlpame de verdad.
Tal vez, ninguno tenía ni idea de lo que podría pasar, pero estaban de acuerdo en que intentarían.
Una segunda oportunidad no sonaba tan mal.
—Te disculpo si me traes un pastelillo de los que me gustan.
—A la orden, príncipe consentido.
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