Extra 2
—¿Por aquí solías pasear?
—No como tal, este era el camino que tomaba para ir a casa de mis abuelos —Jungkook contó, al patear una piedra en la banqueta—. Los visitábamos cada fin de semana, y como no está muy lejos de la de mis papás, veníamos a pie.
Taehyung observó la calle, apreciando que no había cientos de carros pasando cada dos segundos.
La ciudad natal del ojiverde era una joya, completamente calmada, los embotellamientos no existían, el ruido de los grandes negocios estaba relativamente lejos de la zona dónde residían y se lograba respirar el aire puro.
Lo único malo a considerar, era que cotidianamente estaba nublado, casi no salía el sol y las nubes siempre eran las protagonistas en cielo. Pero eso era lo de menor importancia, pues los días que ya llevaban ahí, los había disfrutando al máximo, desintoxicándose de todo el pesado ambiente laboral.
Aquella tarde, decidieron salir a recorrer el vecindario.
Iban tomados de la mano, usando unas buenas chamarras para el frío porque el clima había pronosticado fuertes vientos y no querían enfermarse. Bebían un chocolate caliente que adquirieron en un minisuper del área, incluso Jungkook portaba un lindo gorro que le cubría hasta las orejas.
—¿Conviviste mucho tiempo con ellos? —El mayor retomó la charla.
—Sí, hasta los quince —explicó, con nostalgia—. La primera que falleció fue mi abuela, y al año siguiente, se fue mi abuelo.
—Eso debió ser un golpe muy fuerte.
—Lo fue, yo tardé mucho en recuperarme —Dejó salir un suspiro—. Mi papá insistió mucho en que nos fuéramos a vivir a esa casa que nos dejó de herencia, pero nadie quiso porque espantaban en las noches.
Taehyung se rio.
—¿Espantaban?
—¡Sí! Se oían ruidos muy extraños, y como el lugar era muy viejo e inmenso, por eso le pusimos la casa de los sustos —siseó, jocoso—. Nadie consideró mudarse, y por eso se quedó en abandono ya que remodelarla era muy costoso.
—Me imagino —comentó, al beber un sorbo de su chocolate humeante—. Y al final, la vendieron...
—Pues sí, ¿recuerdas cuando me depositaron parte del dinero para que comenzara a estudiar?
—Como voy a olvidarlo, creíste que tu cuenta de banco estaba rota —Burlón, citó las palabras dichas en el pasado—. Te quedaste en shock.
—¡Me espanté! Jamás creí que me encontraría con tantos ceros al revisar mi saldo...
—En eso te doy la razón, tal vez yo habría reaccionado igual que tú.
—Ahí lo tienes, lo normal —Fue su turno de darle un trago a su bebida—. Quiero ver como quedó, ya ves que mis padres dijeron que luce bastante decente...
—Yo también quiero verla, me interesa conocer tu opinión al respecto —Le apretó los dedos con suavidad—. Amo escuchar el punto de vista de mi arquitecto.
Fugazmente, Jungkook le guiñó el ojo.
—No voy a criticar si es lo que esperas.
—Eso ya lo sé, pero confío en que vas a encontrar algún detalle que no vaya con tu estilo de diseño y de ahí, empezarás.
Lo conocía mejor que nadie.
Tantos días juntos, no eran en vano.
—Ya veremos —respingó, y cuando la casona se alzó en su panorama, la señaló—. ¡Esa es!
El ojiazul la vio de lejos y sus cejas se dispararon hacia arriba.
—Joder, amor, esa no es una casa, es una mansión —balbuceó, sorprendido—. Es gigante...
Y lo era, una auténtica vivienda de cuatro pisos con quien sabe cuantas habitaciones, un jardín enorme al frente con variedad de vegetación y un enrejado elegante que delimitaba el predio.
A medida que se acercaban, conseguían inspeccionarla con mayor claridad, rescatando el extraño lujo con el que destacaba en la colonia.
—Mierda, en definitiva no la recordaba así —El menor se hallaba asombrado—. Creí que solo la habían intervenido para hacerla habitable, no pensé que prácticamente la harían lucir como nueva...
—¿Quién la habrá comprado? —La cosquilla de la curiosidad, picó el estómago de Taehyung—. Debe ser alguien con mucho poder económico...
—Mi madre había dicho que fue un señor que quería darsela de regalo a sus hijos —Parpadeó, hacia las ventanas con protecciones de herrería—. Y vaya regalo que van a recibir...
El par de chicos se detuvo a un costado del portón, contemplando con impresión la nueva mansión que nació de un posible inversionista.
Jungkook recorrió cada metro cuadrado de la fachada, escrutando con detenimiento los detalles y arqueó una ceja, alabando el trabajo del arquitecto que se encargó de llevar a cabo la obra.
Habían logrado darle otra imagen sin necesidad de demolerla, conservaba ese toque antiguo, pero lo habían combinado con la chispa de la modernidad que encajó más que bien.
Divisó el alto portón de acceso, percatándose de que había una letra "K" grabada en color dorado. Supuso que se trataba de la inicial del dueño, y por ende, lo dejó pasar, siguiendo con su análisis visual.
—¿Y bien? ¿Qué opinas?
—La verdad es que no tengo mucho que decir —Levantó la vista hacia el tejado—. Luce bastante bien, hicieron una labor impecable...
—¿Eso crees?
—Sí, por lo que llevo en la carrera y con base a mi aprendizaje al día de hoy, diría que mi profesor de diseño estaría encantado con esta intervención —Sonrió, complacido—. Hay una buena integración de elementos, a pesar de que está fuera del contexto urbano.
A Taehyung, a veces le costaba trabajo comprender los conceptos técnicos que el otro utilizaba, pero poco a poco iba entendiendo a lo que se refería.
—Siendo sincero, a mí sí me gusta —aportó él, como persona inexperta en el tema—. Se ve que hubo esmero y ganas de tener un buen resultado.
—Concuerdo con eso —Se bebió otro sorbo de su chocolate—. Adivino que la mano de obra que contrataron estaba completamente capacitada.
—¿Crees que tengan alberca en el patio trasero?
—Puede ser, recuerdo que era muy grande...
—¿Y algún salón de juegos?
—Había uno que mi abuelo usaba para las reuniones, apuesto lo que sea a que hicieron uno ahí.
Taehyung amaba tener esa clase de conversaciones con él.
Ni siquiera se habían soltado de las manos.
—Pues que dicha de los dueños, pero yo no podría vivir en un lugar así —dijo, arrugando la nariz.
—¿Por qué?
—Uno, me volvería loco con la limpieza, tendríamos que contratar a alguien para que la hiciera y se convertiría en un gasto muy fuerte a nuestras cuentas —No lo veía práctico—. Y dos, nunca sabría dónde mierda estarías, tendría que llamarte a cada rato porque me daría mucha flojera irte a buscar por todo el lugar.
Jungkook expulsó una risa angelical, estaba completamente deacuerdo.
—Además, pagaríamos mucho de internet. Tendríamos que colocar repetidores de señal en todos los cuartos.
—Y ni hablar de los gastos de luz, con eso de que alguien tiene la costumbre de dejar todo encendido... —ironizó—. Me quedaría en bancarrota muy pronto.
—Exacto, por eso repito que vivimos bien en tu casa.
El rizado no cambiaba por nada del mundo su preciado hogar.
—No es mi casa, Kook, es nuestra —contrapuso, como sentencia—. De los dos, ¿bien?
—Eres muy mandón —Revoloteó las pestañas—. ¿Sabes? Acabo de encontrar la única ventaja que tendríamos si viviéramos en una casa de este tamaño.
Taehyung inclinó el rostro, interesado.
—Te escucho.
—Tendríamos cientos de lugares donde follar —Se mordisqueó el labio inferior—. Estoy seguro de que siempre se nos ocurriría un sitio diferente.
La simple posibilidad, cambió el panorama del ojiazul.
Tal vez, eso de ahorrar para comprar una mansión de esa magnitud, no estaba tan mal...
—¿Hoy si me dejarás usar tu culo? —cuestionó, con severidad—. Desde que llegamos no me permites metértela y yo puedo morir por la abstinencia sexual.
—Mis papás duermen en el cuarto de a lado y mi hermana en el de enfrente.
Eso era una tremenda negación a la propuesta.
—Siempre puedo taparte la boca —Lo intentó de nuevo—. ¿Y si te compro una mordaza?
Joder...
—Hay que ir mañana al centro comercial.
—Trato.
Sellaron el acuerdo con un beso, porque sin mentir, a Jungkook ya le urgía envolver la cadera de Taehyung con sus piernas.
Un polvo no le hacía mal a nadie.
—Bueno, será mejor que nos vayamos —sugirió—. Si tienen cámaras y nos ven aquí, pensaran que queremos entrar a robar.
—Pienso lo mismo, ¿a dónde quieres ir?
—Vamos a mi restaurante de comida china favorito, te prometo que es buenísimo.
—Confío en ti, tienes un paladar muy selectivo y-...
—¿Taehyung?
Súbitamente, la voz de una mujer se les coló por los oídos.
Evidentemente confundido, el implicado volteó hacia la persona que había pronunciado su nombre e instintivamente, retrocedió al distinguirla, sintiendo que el corazón le había dejado de latir en el pecho.
No.
Por favor, no.
Palideció, aflojando las extremidades y su vaso de chocolate cayó al piso, derramándose por la acera.
Contuvo el aliento y percibió que Jungkook lo había sujetado de la cadera, sosteniéndolo con firmeza. Era claro que en cualquier instante, podría desvanecerse en consecuencia al terrible choque emocional.
—¡Taehyung! —repitió la mujer bien vestida, con lágrimas en los ojos—. Hijo...
No.
Mierda.
No.
Ella quiso aproximarse a zancadas trémulas, pero el rizado la detuvo, extendiendo la mano como barrera sin ninguna contemplación.
—No se acerque —advirtió. Su entrecejo estaba fruncido—. Por favor, no lo toque.
—¡Él es mi hijo! —Le reclamó, entre sollozos—. ¡Tú no tienes derecho a decirme que hacer!
—Baje la voz —pidió, con serenidad—. Usted no me conoce, y yo no lo conozco a usted, así que estamos en la misma postura.
Nadie podía creer lo que estaba sucediendo.
La situación solo podría definirse con la palabra "horrible", Taehyung estaba malditamente inmóvil, no sabía que decir o que hacer. La veía fijamente, con el semblante inexpresivo y la mirada vacía.
—Tae, mi niño —Volvió a intentar, sin rebasar el límite físico—. Soy yo...
Mi niño...
Mi amor...
Mi corazón...
Palabrerías de mierda, el fantasma del ayer trató de cegarlo.
—Tenemos que irnos, ven —Oyó un susurro en su oído—. Hay que regresar.
El ojiverde sabía que lo mejor sería moverse, ir a casa y contactar a Kate para decirle lo que acababa de suceder...
No obstante, el otro pestañeó, humedeciéndose los labios.
—YeJin —Pudo articular, sin titubear—. Hola.
La cara de la mujer, se iluminó.
—¡Sí! Mi vida, soy yo, soy tú mamá —alegó, sorbiendo la nariz—. Dios mío, creí que nunca más te volvería a ver...
Taehyung tragó sonoro.
La vida no dejaba de sorprenderlo
—¿Cómo está? Espero que se encuentre muy bien —respondió, serio.
Se estaba recuperando de la conmoción.
—¿Tú cómo estás, mi cielo? —Con la manga de su suéter, se limpió las mejillas húmedas—. Mírate, eres todo un hombre y aún así, sigues teniendo la misma carita.
—Me atrevo a decir que he crecido en muchos aspectos —refutó, tomando aire—. Y no fue gracias a usted, así que le pido por favor, que no me llame hijo.
Al escuchar la cruel demanda, una terrible angustia se proyectó en la faz de YeJin, pues eso le había dolido en lo más profundo de su ser.
Su primogénito, su pequeño rayo de sol la desconocía...
—Mi amor, no me digas eso —imploró—. Déjame explicarte...
—¿Explicarme qué? —Sonrió con levedad—. Usted no me debe explicaciones de nada, no se preocupe.
—Claro que te las debo, te juro que las cosas no sucedieron como tú las piensas...
Quiso derrochar una risa amarga.
Tan amarga como el mal rato que acontecía.
—A mi no me importa nada de eso, por mi parte, ya está enterrado —Su seguridad regresó—. Si me disculpa, tengo que retirar-...
—¡No, espera! No... tú padre, él necesita verte...
Automáticamente, Jungkook y Taehyung fruncieron la separación entre sus cejas con mayor dureza.
—¿De qué está hablando? —Se atrevió a preguntar y sus musculos se contrajeron.
El menor seguía sujetándolo, ambos se habían tensado.
—Dohyun —YeJin tartamudeó, sacando un teléfono del bolsillo en su abrigo—. El está allá adentro, necesita saber que estas aquí y-...
—¡No se atreva! —De nuevo, no entendía lo que estaba pasando—. No se le ocurra llamarle o ya mismo me iré corriendo.
La amenaza fue hecha y la señora paró sus acciones, temerosa por el frío actuar de su querubín.
—¡No, no, aguarda! —Bloqueó el aparato y se lo mostró—. Ya está, no le llamo.
—Bien.
La historia estaba torcida, ¿en qué puto momento había entrado el cobarde de Dohyun en la ecuación?
Peor aún, ¿por qué YeJin hablaba como si tuviera contacto con él?
Después de todo...
—Sé que no quieres explicaciones, pero voy a decirte que desde que te fuiste, no hubo día que no pensara en ti —Las lágrimas le brotaron de nueva cuenta—. Sé que hice las cosas mal y no sabes como me arrepiento de eso, me dejé manipular por Muyeol y pagué muy caro las consecuencias porque tú te fuiste de mi lado para siempre.
—Y fue la mejor decisión que pude tomar —Le hizo saber, con rudeza—. Me sirvió salir de esa asquerosa casa dónde yo sobraba.
Cada vocablo que escupía, era una daga que se ensartaba en el corazón de la persona que le dio la vida.
Y no le importaba en lo más mínimo.
—Tú no sobrabas, amor, jamás fue así —Se talló un ojo—. Fui víctima de la manipulación de Muyeol por años, no me di cuenta de que me orilló a tratarte mal porque él solo quería tenerme a mi y a Minhee. En sus planes nunca estuvo incluirte también a ti en su proyección de la familia perfecta y mi error fue creer en todo el amor que supuestamente me demostraba.
Jungkook boqueó, anonadado por el grotesco intento de justificación.
Enterró los dedos en el cadera de Taehyung, controlando el coraje que le estaba hirviendo debajo de la piel.
—Demasiado tarde se percató del daño que causó con sus actos, ¿no? —La acidez salió en la oración—. De nada sirve arrepentirse, lo hecho, hecho está. Le sugiero que viva tranquila con quien sea que esté compartiendo sus días.
—Tú padre... Quiero decir, Dohyun... —corrigió—. Él esta igual que yo. Luego de que me divorciara por segunda vez, nos encontramos en un café y conversamos acerca de lo que nuestro matrimonio fue. Le conté que te habías ido, que no sabía de tu paradero y eso nos unió otra vez —Agachó la cabeza—. Te buscamos, te buscamos por todas partes, se pagó mucho dinero a equipos especializados para que te encontraran, pero nadie dio contigo.
—Mala inversión, hice muy bien mi trabajo al desaparecer de sus vidas —Al fin, pudo cruzarse de brazos—. ¿No era eso lo que usted quería?
—¡Por supuesto que no!
—Entonces es muy mala comunicando sus emociones.
YeJin resopló, sin poder asimilar la actitud tan indiferente de su chiquillo.
—Intentamos encontrarte por años, pero no obtuvimos resultados. Los casos se cerraron al cumplir con el tiempo establecido, y de un momento a otro, en medio del consuelo, él y yo estábamos viviendo juntos otra vez —Ya no podía mirarlo a los ojos—. Tomamos terapia de pareja, fuimos para darle una buena calidad de vida a Minnie y a los hijos que él tuvo con su otra mujer...
—No puede ser... —Jungkook ya no pudo contener su rabia—. ¿De verdad se pondrá a hablar del como rehizo un matrimonio fallido?
Era inaudito.
—¿Qué? Tú no te metas, estoy hablando con mi hijo.
—No, señora Kim, no me voy a callar —resaltó el apellido con sorna—. Que alegría que usted y su esposo vivan bien, en una enorme casa con cientos de sirvientes que les resuelven la vida, pero no venga a decirle a Taehyung que gracias a su desaparición, usted volvió con el amor de su vida —Todo lo que decía, estaba bañado en mordacidad—. Eso es una porquería, ¿sabe? Porque ustedes fueron unos irresponsables desde el principio, ¿qué clase de madre vive tranquila sin saber dónde se encuentra su hijo?
—Tú no eres nadie para venir a juzgarme, así que cállate —gruñó, con el nudo aumentando en su garganta—. Yo sí traté de encontrarlo, fueron meses buscándolo hasta por debajo de las piedras y nunca dimos con él.
—Pues lo aceptaron muy rápido, porque si yo tuviera un hijo, así pasarán diez, veinte o treinta años, no descansaría hasta encontrarlo. —Chirrió las muelas—. Que fortuna la suya, enamoró de nuevo al hombre que adoraba, retomó su estatus social y hasta acondicionaron una casucha para dejársela de herencia a sus hijos...
Taehyung ya lo miraba con un destello de admiración.
Y mientras tanto, YeJin continuaba derramando su llanto de tristeza mezclado con enojo.
—Deja de asumir que conoces la situación, ¡ni siquiera sé quién eres!
—Ah, cierto, olvidé presentarlos, que tonto soy —El mayor se entrometió, simulando pesar—. YeJin, él es Jeon Jungkook, futuro gran arquitecto, hijo de quienes te vendieron tu magnífica residencia y por supuesto, mi novio.
La mujer se aturdió.
—¿Tu qué?
—Mi novio —reiteró, orgulloso—. El amor de mi vida.
—Tú eres... —Sus pestañas húmedas se batieron velozmente—. ¿Homosexual?
—¡Ah, eso! —silbó—. Sí, lo soy. Y quizá, si me hubiera prestado atención cuando quise contárselo, no estaría así de sorprendida.
—...¿Cómo?
—Me gustan las personas de mi mismo sexo y lo supe desde que tenía quince o dieciséis años, pero el día que quise recibir un consejo suyo, mencionó algo de estar ocupada con quien si es su hija y me evitó.
Eso no se lo perdonaría jamás.
Mejor dicho, nunca le perdonaría nada de lo que le hizo.
—Cariño...
—Le agradezco el tiempo que me dedicó en la infancia y parte de la adolescencia, no le puedo quitar el mérito porque mucho de lo que soy, es gracias a su educación —recalcó, con madurez—. Sin embargo, también quiero hacerle saber que por su culpa, desarrollé apego evitativo, una condición que me llevó a pasar por situaciones difíciles y, ¿qué cree? ¡Yo igual terminé en terapia! Usted e Dohyun no son los únicos que visitaron un consultorio médico cada semana.
YeJin sollozó más alto. Su pesadumbre incrementó.
—Discúlpame —suplicó, al hipar—. Perdóname, por favor.
—Eso sería muy fácil, prefiero que viva con el cargo de conciencia porque yo no le voy a brindar la calma con un perdón —Parpadeó, sin inmutarse—. Dígale al cobarde que está allá adentro, que por hoy, vivo bien. Soy feliz, tengo al chico perfecto durmiendo a mi lado, el trabajo de mis sueños, una pequeña bola de pelos que me sigue hasta cuando voy al baño y una familia que en menos de un día, me dio todo lo que ustedes me arrebataron.
Sí, estaba completo.
No le hacía falta escarbar en los escombros de un pasado que solo lo destruyó.
—Le deseo lo mejor, yo ya no le guardo rencor. Espero que sea muy feliz con Minhee y que no repita el mismo patrón con ella, espero que en verdad acepte a los hijos de Dohyun como suyos y no haga lo que Muyeol la orilló a hacer conmigo —retomó la charla, viendo a aquella mujer llorar con desesperación—. Y espero que deje de preocuparse por mí, ya le dije que vivo plenamente, no intente contactarme de ninguna forma. Si algún día me la vuelvo a topar por la calle, no se le ocurra acercarse porque haré como si no existiera.
La señora Kim ya tenía los ojos sumamente hinchados e irritados.
—No nos hagas esto —murmuró, en un hilillo de voz—. Por favor, hijo...
—Le repito, no soy su hijo y a partir de ahora, usted e Dohyun pueden darme por muerto. Le deseo mucha suerte en su futuro y ojalá nunca nos volvamos a ver —Le sonrió, ladino—. Vámonos, Kook.
No quería volver a saber nada de ellos.
Se dio la media vuelta, soltando la mano del menor para ser el primero en avanzar y YeJin trató de sujetarlo por el brazo, en un arranque de histeria porque no quería que se fuera.
Fue cruelmente interceptada. Sin ser tosco, Jungkook le empujó la mano, impidiéndole el contacto y ella refunfuñó, mirándolo con desaire.
—No sé quién te crees que eres-...
—Disculpe, señora Kim, no tengo ganas de oírla —No le permitió continuar—. Únicamente le voy a pedir que respete la decisión de mi Taehyung, él está en su derecho que no quererlos cerca. Suficiente daño le hicieron, él ya está en otra etapa que disfruta, dónde es feliz a mi lado y con quienes si somos su familia. Preocúpese por la suya, que yo me encargaré de cuidar al amor de mi vida como se lo merece.
Con aquel firme modo de establecer el cierre de la charla, él se retiró del sitio, dejando atrás la inmensa casa y a la insensata procreadora del ser más maravilloso que había tenido la suerte de conocer.
YeJin se recargó en el portón de su residencia, llamando al timbre para que alguien de servicio saliera a auxiliarla. Sentía que iba a desmayarse.
Era la peor persona del universo, no supo ser una buena madre y lo estaba pagando caro. Su condena fue el odio, el desprecio y el rechazo de su primer hijo.
Viviría con esa espantosa culpa hasta el fin de sus días.
Y Jungkook le rogaba a los dioses del olimpo, que no le otorgaran paz a esa mujer.
Alcanzó a Taehyung tras correr un par de metros, el ojiazul ya se había sentado a la orilla de la acera, observando sin pestañear un punto fijo en el asfalto de la solitaria vialidad.
Sintió una terrible presión en el pecho.
Se avecinó a pasos lentos, sin hacer mucho ruido y terminó acomodándose a su lado, encogiendo las piernas en tanto apoyaba la cabeza en su hombro.
—¿Estás bien? —Se aventuró a preguntar.
El castaño inspiró despacio.
—Lo estoy... Mejor que nunca, amor.
—¿De verdad?
—Sí —Largó un suspiro—. Admito que al principio si me asusté, pero ya estoy bien.
Ver a su madre otra vez, le había provocado un choque emocional intenso que perturbó su sosiego por varios minutos. Todas las memorias y recuerdos lo abofetearon al cruzarse con ella, acribillando su corazón de la manera más ruin posible.
Se veía igual que antes, con una par de canas extra, pero así recordaba su apariencia...
Lo que menos esperó en su viaje de vacaciones, fue que el destino se la pusiera enfrente. Ni mucho menos pensó, que tendría la oportunidad de decirle cada cosa que por años se guardó en la profundidad de su alma.
El mundo era muy pequeño.
—Lo siento —Jungkook farfulló, acongojado—. No debí de haberte traído hacia acá, pero yo no tenía idea-...
—Basta, no —Lo miró, pidiéndole que se detuviera—. Amor, no pienses que tú tienes la culpa, nadie sabía que esa casa la había comprado Dohyun.
Ninguno tenía la responsabilidad de lo ocurrido.
Las cosas siempre pasaban por algo.
—No se me pasó por la mente preguntarle a mi mamá el nombre del comprador y ella tampoco sabe como se llama tu padre, supongo que el apellido lo vio como coincidencia.
—Lo es, fue una pésima coincidencia pero, ¿qué se le va a hacer? No pasa nada, creo que por fin puedo decir que cerré ese ciclo —Le acomodó el gorro que portaba, jalándolo un poco hacia abajo—. Pude decirle a YeJin todo lo que por tantos años me callé... Pude expresarme abiertamente y te juro que me siento libre.
Por fin le había hecho frente a la parte más triste y oscura de su pasado, a ese dolor que lo aquejó desde que era un niño.
Finalmente había encarado a una de las personas que le hizo trizas el corazón cuando era un adolescente.
Y se sentía bien.
Como si la última piedra con la que cargaba, hubiera desaparecido.
—Me da gusto oír eso —El rizado tarareó, menos preocupado—. No te mereces pasar malos ratos, Tae.
—Ya no los paso, desde que estoy contigo, ya no —El alivio lo hizo sonreír genuino—. Solo espero que de verdad no me busquen, me daría mucho coraje verlos intentando remediar su gran error.
—¿Estás seguro de que no quieres tener contacto con ninguno?
—Lo estoy. No los quiero en mi vida, no quiero compartir nada de lo bueno que me pasa con ellos, yo ya elegí ser feliz y crecer por mi propia cuenta —puntualizó, sereno—. Solo contactaré a Kate para confirmar una cita cuando volvamos, creo que sí necesito hablar con ella.
—Hazlo, amor —Convino con la idea—. Kate te dijo que podías buscarla cuando quisieras.
Taehyung volvió a asentir, acunando las mejillas del ojiverde entre sus manos y se inclinó hacia el frente, juntando la punta de sus narices.
—Gracias por estar a mi lado, Kook... —musitó, ladeando la cara para rozar sus labios.
Jungkook se estremeció, cerrando los ojos cuando el viento les golpeó la mitad del rostro.
—Shhh, no agradezcas, mejor repite lo que dijiste hace un rato.
Lucían como la típica escena de una película, donde los protagonistas enamorados experimentaban el romanticismo bajo el manto de una tarde nublada.
—¿Quieres que te recite toda la letanía que le di a YeJin? —El sentido del humor, había regresado.
Una risita, y luego otro roce entre sus bocas.
—No. Dijiste que soy el amor de tu vida.
—Ah, eso... ¿Lo dije?
—Yo lo escuché.
Taehyung subió las comisuras.
Lo había dicho porque en realidad, así lo sentía.
—Mhn, ya.... Puede ser.
—Dilo —Le rogó—. Por favor.
Tres años...
Tres años desde que lo vio desayunando en esa cafetería, mientras él apostaba con SeokJin y NamJoon, sobre cuál película de Harry Potter era la de mayor duración.
Claro que lo había notado, era imposible que ese chico tan bonito pasara desapercibido en su radar, un muchacho de tan lindo aspecto, era su definición de sensualidad.
Y joder, cuando lo vio en la puerta de Club Bengala ese mismo día y lo escuchó decir que sería su nuevo compañero de trabajo, supo que tendría que mantenerse firme, porque de la contrario, iba a terminar muy mal...
Pero se había equivocado con las suposiciones.
Porque, a pesar de la travesía que recorrieron para llegar hasta ahí, el resultado de bajar la guardia por ese jodido novato exigente, le devolvió la esperanza.
Esa esperanza de que todavía, existía algo bueno para él.
—Maldito engreído —pronunció, audiblemente—. Eres el amor de mi vida.
Lo era.
Era su otra mitad.
—Carajo, te amo —Jungkook le besó fugaz, picoteándole los labios—. Te amo con todas mis fuerzas.
—Lo sé.
—Y tú también eres el amor de mi vida.
El sentimiento era recíproco e irrefutable.
—¿Ah, sí?
—Sí...
Se alejaron para observarse y el brillo en sus pupilas, fue sublime.
Entre lo puro y lo real.
—Te amo, Kook —murmuró, pellizcándole el pómulo con ternura—. Te volviste mi lugar seguro.
El mencionado chilló, abrazándolo por el cuello con euforia.
—¡No sabes como me encanta que seas cursi!
Taehyung bufó y se contuvo a entornar los ojos.
—¿Eso significa que podré follarte esta noche?
Casual...
—Y volvemos a la programación habitual —Se rio, aferrándose a su cuerpo en el apapacho— Tú no cambias.
—Y jamás lo haré.
No tenía la necesidad de actuar diferente frente a Jungkook. Él lo aceptaba, lo apoyaba y sobretodo, lo amaba.
Pronosticaba un buen futuro a su lado.
Seguramente, algún día no muy lejano, pondría una sortija de compromiso en su dedo anular.
Porque lo merecían.
Si se merecían la felicidad completa.
[...]
😭😭😭😭 Baii ya se terminó.
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