ℂ𝔸ℙ 𝟛𝟙 > 𝕮𝖑𝖆𝖘𝖘
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LOS DÍAS PASABAN y creo que todo iba bastante mejor a cómo antes estaba. Ashtray y yo estábamos mejor que nunca; pero mi familia seguía siendo un caos.
Hubieron momentos por las noches en los que yo lloraba hasta sentir como la cabeza me iba a explotar, o como iba a desmayarme al apenas poder respirar. Incluso momentos en los que pensé que me iba a arrancar la mano al morderla con fuerza para autocontrolarme.
Eso ocurría las noches que Ash no estaba a mi lado. Sentía tanta pena y dolor por mis adentros que hacía que no pudiese dormir en horas. Toda la casa, llena de recuerdos malos, los escasos buenos se habían esfumado por completo.
—No me gusta esta casa.— decía llorando de repente mientras cenaba con mi madre. —La odio.
He vivido en esta casa desde hace 6 años aproximadamente. Mi hogar siempre había sido el campo donde vivía, donde me crié, y donde yo siempre fui feliz y jamás me di cuenta.
—¿Por qué dices eso?— preguntó mi madre extrañada.
Yo respiré costosa. —No sé.— no me atrevía a decirle. —Pero me gustaba más la del campo.
—Pues no sé, hija. Llevamos aquí seis años y jamás te has quejado.— me contestó indiferente. —Oye, ¿tú prefieres irte con tu padre a vivir? Ya puedes elegir.
Lo sabía, pero había dos razones por las que no me marchaba de cabeza a vivir con mi padre. Una, no pensaba dejar a mi hermano solo con mi madre; aunque fuese un bebé, iba a tratarlo igual que a mí cuando creciese. Y dos, sabía que mi madre el día que estuviese conmigo me iba a golpear por haberme ido con él.
—No, no.— negué rápidamente con algo de miedo. —¿Tú quieres que me vaya?
Ella negó. —No, pero no entiendo por qué no eres feliz aquí. ¿Es porque él ya no está, verdad?
—Es que...— respiré tratando de calmarme mientras las lágrimas mojaban mis mejillas. —me da pena andar por casa y no encontrar a papá por ningún lado.
Puse mi mano en la boca mientras lloraba.
—En el campo todo estaba bien.— explicaba. —Allí era feliz y no lo sabía.
Ella pareció molestarse. —¿De verdad piensas que tu padre y yo estábamos bien?
—Me refería en general, a toda la familia, no solo a vosotros dos.— contesté ahora yo algo molesta.
—Ah.
—Me da pena ir por casa y saber que papá está solo en su casa, y que encima su padre se está prácticamente muriendo.— expliqué armándome de valor.
—¿Y no te da pena lo que están haciendo conmigo?— y esto era a lo que todas nuestras conversaciones llegaban, a ella.
—Pero...— decía cuando fui interrumpida.
Se levantó para irse a la cama. —Da igual, Mills. Sois todos iguales.
Y se marchó, dejándome en medio del patio por la noche mientras terminaba de cenar. Michael que estaba sentado en su trona al lado mía empezó a llorar al verme así. Me acerqué a él para alzarlo mientras le sonreía triste.
—¿Qué te pasa, mi Michael?— le pregunté mientras depositaba un suave beso en su mejilla.
Él sonrió mientras una lagrimita le caía por su rojiza mejilla, mi hermano parecía de porcelana.
—No pasa nada.— le dije mientras me iba a la mesa de nuevo a sentarme. —Voy a terminar de cenar, ¿vale?
Lo senté en mis piernas mientras terminaba mi sándwich, el cual iba acompañado de unas patatas fritas. Michael agarró una y la estrujó mientras cerraba la mano.
—¿Quieres probar una patata?— le pregunté contenta mientras él aplaudía riendo.
Agarré un trozo de lo que Michael había triturado y se lo di. Él lo saboreó con una sonrisa mientras seguía aplaudiendo, diciendo que quería más.
—Mamá, de verdad. Lo siento.— me disculpé con ella con miedo. —¿Estás enfadada conmigo?
Ella negó sonriendo. —No, claro que no.
—Ah, vale, menos mal.— suspiré aliviada. —Yo solo quería que me comprendieses.
—La que no me comprende eres tú a mí. Lo tienes todo, ¿por qué no eres feliz?
Mi madre no se hacía la idea de lo que me molestaba que alguien me dijese eso, como si yo no tuviese el derecho de sentirme mal. Por ello, decidí ignorar lo que acababa de decir y salté con otro tema.
—¿Puede dormir Michael conmigo?— pregunté.
Ella negó. —No, duerme conmigo.
—¿Qué? ¿Por qué?— pregunte confundida.
—Vamos a ver, Mills. Su madre soy yo, no tú, a ver si lo entiendes. No comprendo el repentino sentimiento ese de que eres su madre.
Aquello no me lo creía, después de todo lo que he cuidado a mi hermano sin que ella estuviese presente me decía aquello. Mis ganas de gritarle todo lo que he hecho y me he esforzado con solo 16 años era tremendo.
—Hasta mañana, mamá.— dije yéndome de su habitación enfadada.
—Hasta mañana, cariño.— contestó ella como si no ocurriese nada.
La sangre me hervía, odiaba todo. Odiaba a mi madre, la casa, mi vida... hacía tiempo que deseaba que aquella última acabase de una vez.
Era medianoche, y por lo tanto ya era mi cumpleaños, el 3 de octubre.
Estaba ilusionada de que la gente empezase a felicitarme, sobre todo mis amigas. En sus cumpleaños yo siempre esperaba a medianoche para subir historias con ellas a Instagram donde las felicitaba, y eso esperaba que hiciesen conmigo.
Dolorosamente, no fue así. Durante los próximos minutos no recibí una sola notificación, ni de Instagram ni de nada. Me sentí fatal, yo siempre había esperado hasta medianoche en los cumples de mis amigas, ¿acaso se habían olvidado?
Un sonido proveniente de mi móvil hizo que me desesperarme y agarrarlo rápidamente. Era Ashtray.
—Felicidades, Millie. Te quiero mucho, rubia.
Solo ese mensaje hizo que una gran sonrisa se plantase en mi rostro, era todo lo que necesitaba.
Otro sonido llegó a mis oídos de nuevo, esta vez era de Instagram. Ashtray había publicado una historia conmigo.
Eran dos fotos. La primera, era de cuando teníamos 10 años, donde él no tenía aún ni los tatuajes; ambos sonreíamos como locos. Y la segunda, fue una foto de una fiesta de baile a la que fuimos recientemente. Yo llevaba un vestido y él traje de chaqueta negro. En la foto yo aparecía inclinada hacia atrás mientras Ashtray apoyaba su mano en mi espalda y nos dábamos un beso con los ojos cerrados.
Una sonrisa tonta se plantó en mi cara, y pronto leí el mensaje que yacía arriba de ambas fotos. ~Por y para siempre, rubia.~
Aquello fue lo único que necesité para sentirme bien y sentir como si él estuviera en aquellos momentos a mi lado. Caí en un profundo sueño.
—¡Felicidades, tesorito!— me decía mi padre por teléfono mientras yo me terminaba de vestirme para ir al instituto.
—Gracias, papá.— dije sonriendo.
—Mi niña tiene ya 17 añitos, parece que fue ayer cuando era solo una renacuaja...— anunciaba melancólico, haciendo que mi corazón se ablandase.
Cuando terminé de hablar con él, bajé a la cocina para desayunar rápidamente, los molestos gritos de mi madre inundaron mis oídos.
—¡Cumpleaños felcz, cumpleaños feliz! ¡Te deseamos todos, cumpleaños feliz!— gritaba contenta y saltando.
Yo me molesté. —Por Dios, mamá. No grites tanto que son las siete de la mañana.
—Desde luego, agradecida no eres.— se quejó acercándose a mí con una sonrisa. —Ven.
Me dio un beso en la mejilla. No lo he contado, pero desde hacía tiempo lo único que sentía hacia mi madre era asco. No quería que me tocase, y mucho menos, que me diese un beso. Es muy triste, pero era la verdad.
—Bueno, me voy.— anuncié mientras me bebía rápidamente el vaso de leche y me acercaba a mi hermanito para besarle en su moflete. —Adiós, gordi.
Antes de irme, mi madre como siempre empezó a calentarme la cabeza diciendo cosas horrible sobre mi padre, como que nos abandonó, o que no se hizo cargo de nosotros, o incluso que lo iba a denunciar. Aquello hizo que no pudiese aguantar y las lágrimas empezasen a salirme de los ojos, ¿no podía dejarme ni siquiera en mi cumpleaños?
—Lo siento, cariño.— se disculpó. —Es que la psicóloga me dijo que hablase contigo.
Me crucé con ella, la cual su mirada reflejaba tristeza.
—Adiós, mamá.
Ella se acordó de algo. —¡Espera! ¿Y tu regalo?
—Eso después en la fiesta.— le contesté.
Aligeré mi paso cuando escuché el motor de una moto afuera de mi casa. —¡Me voy! ¡Adiós!
—¡Ten cuidado!
Ashtray me esperaba apoyado en la moto con dos cascos en la mano. Su sonrisa se agrandó al verme cruzar la puerta.
—Hombre, si es mi cumpleañera favorita. Uy, me acabo de acordar de que ya eres muy mayor. ¿Qué pensará la gente?— bromeó haciéndome reír.
—Calla, tú eres mayor que yo, tonto.— reí mientras lo abrazaba.
Él sonrió. —Feliz cumpleaños, rubia.— me dio un suave beso situando su mano en mi mejilla.
—Gracias, Ash.— agradecí mientras ambos nos poníamos el casco.
Al llegar al instituto, una morena de rulos vino corriendo hacia nosotros.
—¡Mills! ¡Mills!— exclamaba contenta mientras saltaba. —¡Feliz cumpleaños! ¿Viste lo que te mandé?
Yo sonreí negando y confundida. —Gracias, y no. No miré Instagram desde anoche.
—Míralo.— pidió emocionada mientras aplaudía. —Creo que te va a encantar.
Sonreí agarrando mi teléfono algo nerviosa. Ash y yo mirábamos mientras entraba al chat de Rue, tenía un mensaje.
Lo abrí, y apareció un gift de un conejo saltando y sonriendo con un globo azul en la mano. Con un mensaje arriba que ponía "Feliz cumpleaños!! Tq, juju!!"
—¿Te gusta?— preguntó haciéndome asentir riendo. —Lo hice yo, por eso te lo mandé a las dos de la mañana.
—¿Lo hiciste tú y estuviste hasta las dos despierta por mí?— pregunté algo asombradla.
Ella asintió. —Sí, puse el globito azul porque sé que es tu color favorito, y también iba a poner Mills, pero es que tapaba la carita del conejo. ¿A que es cuqui? Iba a poner un perrito, pero el conejo me enamoró.
—Sí, me encanta.— afirmé riendo mientras la abrazaba. —Muchas gracias, Rue.
Ella sonrió y luego se acordó de algo. —¿A qué hora era la fiesta?
—A las 6 empieza.— le contesté mirando a Ashtray. —Es que a las 5 tengo que hacerme una analítica.
—¿De sangre?— preguntó confundida. —¿Qué te ha pasado?
—Nada, solo es para temas de alergias y eso.
Ella entendió rápidamente. —Ah, pues espero que no sea nada. Oye, ¿y cuando hacías el examen del C2?
—Mañana.— dije tapándome la boca mientras aún lo asumía.
Ella se sorprendió. —¿¡Es mañana y estas así de tranquila!?
—Rue, créeme que estoy por decir que no voy al examen y ya está.— le dije.
—¿Qué? Claro que tienes que ir, llevas preparándolo un montón.— me dijo Rue algo preocupada.
—No sé, pienso que no estoy preparada realmente.— conteste algo insegura.
—¿Pero qué dices? Llevas dos años preparándolo. Mírate, si hasta pareces inglesa.— me dijo haciéndome reír.
El pelinegro habló. —Eso es cierto.
—¿A que sí?— preguntó la de rulos mientras Ash asentía. —¿Ves, Mills?
—Da igual. ¿Vamos a clase?— ignoré aquel hecho.
Ambos asintieron y fuimos hasta la clase
de inglés, sí, siempre os cuento cosas de clases de inglés porque son las más interesantes.
Yo con María, la maestra de Inglés me llevaba genial, incluso creo que sospechó hace unos meses que Ash me gustaba, y por ello nos puso juntos en la clase. Quería mucho a esa profesora.
—Tengo las notas, chicos.— anunció la profesora aplaudiendo. —Como siempre, mitad bien, y la otra mitad fatal.
Los chavales de la clase rieron ante aquello, ya que ellos siempre suspendían. Sin embargo, en una escala de diez, yo siempre sacaba lo máximo, el 10.
—Carla, Miriam...— entregaba los exámenes una a una. —Mills... muy bien, solo te he quitado dos décimas porque no pusiste el sujeto en una frase.
¿¡Perdona!? ¿¡Qué me estás contando!? Como no he sacado un puñetero diez.
—¿Cuánto has sacado?— preguntó una morena, Miriam, girándose.
Yo fastidiada respondí. —Un 9'8.
—Yo he sacado un 10.— respondió emocionada, haciendo que mi sangre hirviera.
Me levanté bruscamente del escritorio agarrando todos mis libros y mi estuche y tirándolos con fuerza al suelo haciendo el mayor ruido posible. Ahogué un grito de fastidio mientras toda la clase me miraba sorprendida.
—María, ¿me has quitado dos décimas por no haber puesto un sujeto? ¿Es en serio?— dije enfadada con la respiración agitada. —Me hace gracia que a pesar de que la frase tiene sentido y realmente está bien, a los marginados que tienen mil quinientos fallos no se los cuentes. Y yo que por una vez que supuestamente tengo uno, me quitas dos décimas.— me quejé.
Ella pensó. —Mills, te quitó dos décimas para que te dé coraje y para que en el próximo examen no se te olvide de poner el sujeto en la oración.
—¡No se me olvidó!— le pegué varios golpes a la mesa con furia. —La frase está bien así.
—Mills...— decía la maestra cuando la interrumpí.
—¡No! ¡De Mills, nada! Llevo todo el curso sacando dieces, María. Por esto no me puedes quitar dos décimas, es correcto decirlo así, de verdad.— pedí fastidiada.
Si mi día iba como la mierda, esto lo empeoró todo. Pensaréis que soy una exagerada por ponerme así, pero el inglés era lo que mejor se me daba, y yo siempre había sido el número uno. No soportaba ver a alguien que fuese mejor que yo, en nada.
—Está bien.— accedió la profesora. —Te revisaré el examen, Mills. Tal vez tienes razón.
Acepté insegura y recogí rápidamente las cosas del suelo, volviendo a mi sitio al lado de Ashtray.
—Rubia, deberías calmarte un poco.— me dijo Ashtray susurrando.
Yo lo ignoré rodando los ojos.
Al acabar la clase, salí de aquella dejando a Ashtray atrás. Odiaba cómo me estaba yendo el día, y eso que era mi cumpleaños.
—Uy, cuidado... no vaya a ser que se ponga a llorar de nuevo.— escuché una voz a mis espaldas.
Me giré y enseguida los vi, era otra vez el maldito grupo de Nate junto con Cassie.
—¿Qué dijiste?— pregunté acercándome a ellos sin miedo.
Ya esto era lo que me faltaba para que mi día se fuese a la mismísima mierda.
—No te ofendas, no queremos que vuelvas a llorar.— contestó aquel.
Cassie sonrió. —No vayas a ir a llorarle a tu madre. Oh, es verdad, ella está ocupada haciendo otras cosas.— aquello último lo dijo con otras intenciones fáciles de captar.
—Cierra la puta boca.— sentencié haciendo que ella riese.
—¿O qué, eh?
Yo sonreí. —O te la cierro yo.
Fue lo último que dije antes de abalanzarme sobre ella y empezar a arrojar puñetazos sobre su rostro.
—¿No dices nada ahora, cobarde?— pregunte riéndome como una loca. —¡Vamos, pelea! ¡No se me ha olvidado lo que me hiciste en la fiesta!
—¿Hacemos algo?— preguntó Rue desde una esquina con Ash.
El pelinegro negó. —Debemos dejar que se defienda y se gane su propio respeto.
De repente, el amigo de Cassie se levantó acercándose a mí. Ahí fue cuando Ashtray se incorporó e hizo lo mismo.
Dejé a Cassie en el suelo ensangrentada y me giré hacia aquel sujeto. Antes de que pudiese actuar, le di un golpe en toda la nariz, seguramente también se la había partido.
Aquel se volvió hacia mí y se aproximó peligrosamente, estaba claro que venía a atacarme ahora.
Una figura se interpuso delante mía, haciéndome retroceder levemente. Su puño fue embestido en la cara del joven, Ash lo había golpeado.
—No te vuelvas a acercar a ella, es más, ninguno de vosotros vuelva a dirigirle ni una sola palabra o mirada.— sentenció Ashtray dando miedo.
Los jóvenes se quedaron petrificados ante aquel suceso, noté como Cassie tragaba duro. ¿Seria está aquella vez que por fin me dejase en paz?
Sin dudarlo, me volví hacia ellos.
—Una vez más, y todos acabáis como Max. Muertos, pero reportados como desaparecidos y nunca jamás encontrados.— juré con maldad haciendo que todos los restantes se sorprendieran y se preocupasen.
—Relájate.— me pidió Ashtray. —Es solo una aguja, Millie.
Yo suspiré nerviosa. —Me dan miedo las vacunas.
—Ya verás que no es nada.— me aseguró.
Un hombre moreno de unos treinta años entró a la consulta.
—Buenas, Ash. Usted debe ser Mills, ¿verdad? Soy Antonio, el amigo de Fez.— se presentó mientras instantáneamente preparaba la aguja.
Tío, relájate, por Dios.
—Hola.— saludé secamente.
Él pensó unos segundos. —¿Eres alérgica a algún medicamento?
—No.
—Bien.— dijo. —Me han contado que el otro día sufriste una especie de ataque de asma...
—Sí.— afirmé haciendo que el doctor asintiese y se acercase a mí.
—Bien, esta analítica aparte de decirnos cómo estás, nos diré si eres alérgica a algo y esas cosas.
De repente me pinchó, sin yo haberme dado ni cuenta. Al principio picaba un poco, pero luego no fue para tanto.
—Los resultados suelen estar en una semana. en esta época mucha gente suele hacerse analíticas. Igualmente, intentaré que en dos días esté listo el resultado, se lo mandaré por correo a Fez junto a las explicaciones de cada cosa.— anuncio mientras recogía sus cosas.
—Vale, gracias.— agradecí al igual que Ash.
El pelinegro sonrió. —¿A que no fue para tanto?
—No, al final no.— accedí cuando el médico se marchó.
Ash y yo salimos de la consulta de la mano para luego subirnos en su moto.
—Próxima parada, el cumpleaños de mi rubia.— anuncio haciéndome sonrojar y reír.
Holiii pues este es el cap de hoy jojo :)
Vengo de un concierto de Antonio Orozco, pero por ustedes termino de escribir este capítulo para que lo lean hoy :))
EN QUE MOMENTO 80K DE VISITAS Y MÁS DE 5K DE VOTOS, ¿PERDONA, QUE ME ESTÁIS CONTANDO? 😭😭
Muchísimas gracias por todo y por apoyarme en hacer lo que más me gusta, escribir 🫶🏻🫶🏻🫶🏻
No se olviden de votar y comentar mucho, plisss :)
~Pau👺👺
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