Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

011.ᴄᴏʀᴇᴏᴘꜱɪꜱ ʏ ᴊᴀᴄɪɴᴛᴏ ᴘᴜʀᴘᴜʀᴀ

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

ᴄᴏʀᴇᴏᴘꜱɪꜱ ʏ ᴊᴀᴄɪɴᴛᴏ ᴘᴜʀᴘᴜʀᴀ

╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝

━━━21 de Marzo

AL DÍA SIGUIENTE DE MI ENCUENTRO CON LAMIA Y EL RESCATE DE APOLO, era primavera, y adivinen quién consiguió que dos de sus mejores amigos le acompañen al parque a decorar por el inicio de la temporada.

Percy y Michael no estaban nada contentos con tener que levantarse un sábado a las siete de la mañana para ir a decorar un cartel como actividad de inicio de la primavera, pero de todas maneras lo hicieron porque yo lo pedí.

—Pero ¿por qué...? —se quejaba Percy.

—Porque es un bonito gesto, ya verán que lindo que se verá el parque cuando terminemos, y además, irán muchos niños —respondí cargando una cesta llena de cosas para decorar que me habían sobrado de mis regalos de San Valentín—, y siempre se necesitan unas manos extras.

—En otras palabras, este es tu castigo de servicio comunitario por haber roto el vidrio de la tienda del centro comercial y nos estás arrastrando contigo —espetó Michael con las manos en los bolsillos.

—¡No fue a propósito! —grité sonrojada—. Ya te dije que fue un accidente.

—Ajá...

—A ver, si no quieren decorar, ¿pueden al menos asegurarse de que los niños no se vayan del área designada, que nadie rarito se les acerque o que no salgan corriendo hacia la calle?

Ambos se miraron y al final suspiraron, asintiendo.

El primer día de primavera en Central Park era una verdadera maravilla.

La ciudad estaba dejando atrás los fríos días de invierno y los árboles empezaban a brotar hojas verdes y frescas. El parque estaba lleno de vida y energía, con la gente disfrutando del cálido sol y la brisa suave.

El aroma a floración se mezclaba con los olores de los puestos de comida, que ofrecían hot dogs, pretzels y otros bocadillos. La gente se sentaba en la hierba disfrutando de un día perfecto de primavera.

—Demeter debe estar demasiado contenta —comentó Michael en voz baja.

—Hoy Perséfone regresaba a su casa ¿no? —preguntó Percy.

Asentí. Nico me había contado que había intentado contactar con su padre en el Inframundo, pero que hasta ahora, solo se había encontrado con su madrastra y que las cosas habían sido muy tensas entre ambos.

Quizá la diosa había regresado a su casa un poquito más predispuesta a estar enojada con su esposo y ahora, su madre, quién aborrecía al dios del Inframundo, estaba contenta de dicho altercado.

Nos acercamos a un grupo de personas en una zona despejada donde había un enorme andamio de hierro con la forma escrita de New York que se pensaba tapar con flores, telas y otras decoraciones. La idea era principalmente una actividad para los niños, pero también para pasar el día en familia y amigos.

Pasamos un par de horas allí, Percy se había sentado en un asiento con un helado de mora azul y un montón de niños a su alrededor, a los que había puesto a buscar bellotas para mantenerlos entretenidos.

Michael había estado con él un rato, al final, se había aburrido y ahora sostenía mi cesta mientras yo decoraba.

—Está bonito —comentó mirando el adorno que estaba colgando, rodeado de flores de amapolas.

—Gracias —digo sonriendo.

Él me miró fijamente unos momentos y luego carraspeó un poco.

—Tengo una vecina de cinco años —dijo de repente.

—¿Ah sí?

—Sí...y va a cumplir años el mes que viene —agregó. Noté que se empezaba a sonrojar—, y...me ha invitado.

—¡Qué dulce! —exclamé enternecida.

—Es una fiesta de disfraces, películas Disney.

—Déjame adivinar —dije divertida—. No quieres decepcionarla, pero no tienes ni idea de qué ponerte o cómo hacerlo. —Él asintió algo incómodo, y yo me reí—. Puedo buscarte un disfraz, pero tendrás que prometer usarlo sí o sí.

Michael me dio una mirada malhumorada, y luego una sonrisa arrogante se adueñó de sus labios.

«Casi que me es imposible no notar el parecido que tiene con Apolo cuando sonríe así».

—Bien, pero tendrás que acompañarme —sentenció. Enarqué una ceja y me crucé de brazos.

»Me has arrastrado a esto —agregó señalando el parque—, y he venido pese a que pude haberme quedado en casa jugando videojuegos. Así que me lo debes.

—Bajo tu lógica también le debo algo a Percy.

—Le compraste un helado, que se quede satisfecho.

Me reí.

—Entonces, ¿debo buscar un disfraz para tí y uno para mí?

—Y más te vale que sea algo épico —dijo—. No quiero nada de ningún principito.

—Disney es más que princesas y príncipes, Michael —espeté rodando los ojos—. Te has quedado en el siglo pasado.

—Solo no quiero algo tonto, por favor.

Solté un suspiro—. Bien, nada de príncipes, pero lo demás tendrás que ponerte lo que sea que elija.

Almorzamos en el parque, y cerca de las cinco de la tarde volvimos al apartamento.

Al entrar al apartamento lo primero que vi es que mi papá estaba sentado en el sofá con expresión seria y mi mamá estaba en una silla a un lado bastante incómoda.

«Tengo miedo de preguntar si interrumpimos» pensé.

Los chicos entraron detrás de mí y también se quedan sorprendidos.

Mi abuelo no estaba por aquí, había ido a una cita con una señora de la Residencia de Mayores a la que iba tanto últimamente. Yo le elegí la corbata y los chocolates.

Así que pensar en mis padres aquí solos era...perturbador.

—Hola, papá —dije nerviosa.

—Hola, Eros —saludó Percy con tranquilidad.

Al parecer, Percy había superado su primera mala impresión, y a ambos se agradaban por el aborrecimiento a Apolo que tenían en común.

Michael solo asintió levemente. Supongo que para él estar frente a Eros era igual de incómodo que cuando conocí a Apolo por todo el tema del odio divino heredado a sus hijos y esas cosas.

Eros se puso de pie y nos saludó a los tres, pero luego me miró con seriedad.

—No has recibido nada, ¿verdad?

El peso del collar que Apolo me regaló ayer se sintió como cinco kilos sobre mi cuello. Estaba escondido bajo mi ropa así que no se veía, pero no quería mentirle en plena cara.

—¿A qué te refieres? —pregunté.

Eros entrecerró los ojos.

—Darlene.

—Eros, porque no, primero le dices por qué has venido —intervinó mi mamá.

«¡Bendita seas!».

—En el Olimpo están circulando ciertos rumores —dijo cruzándose de brazos—, rumores que no me gustan para nada.

—¿Y qué tienen que ver conmigo?

—¿Apolo no te siguió visitando?

—¿Por qué mi padre la visitaría? —cuestionó Michael frunciendo el entrecejo. Percy parecía igual de irritado ante la mención del dios.

—Nos estábamos...volviendo amigos —respondí en voz baja.

Mis dos amigos me miraron como si me hubiera vuelto loca.

—¿Él te amenaza, intenta matarte...y te haces su amiga? —cuestionó Percy horrorizado.

—¡A ver, no es que me haya vuelto su amiga de la noche a la mañana! —me apresuré a aclarar—. Y no dije que fueramos los mejores amigos del mundo, solo digo que estaba siendo amable...o al menos lo intentó hasta que volvió a ser un imbécil.

—¿Qué hizo? —indagó Michael.

—¡No importa qué me dijo! —espeté. No quería contarles aún del tema de mis alas, me seguía pareciendo algo extraño y...aún sentía un poquito de inseguridad por ellas—. La cuestión es, que fue desagradable, mucho, pero se disculpó.

Los ojos de mi papá brillaron en sangre.

—¿Se disculpó? —repitió con la voz contenida de ira—. ¿Cuándo?

—Yo...

En ese momento, el timbre de mi casa sonó.

«¡Salvada por la campana!»

Mamá abrió la puerta del departamento y había un hombre de mediana edad, con cabello negro rizado y ojos azules, tenía rasgos de elfo y una sonrisa socarrona que me resultaba bastante familiar.

Por su atuendo, deducí que era el cartero, aunque nunca lo había visto.

—Hola —saludó.

—Buenas tardes, señora —dijo con una gran sonrisa—, ¿aquí vive la señorita Darlene Backer?

—Sí.

—Soy yo —dije acercándome a la puerta.

—Traigo algo para usted.

—Claro, pase —dijo mamá.

A mis espaldas, papá se acercó a grandes zancadas y miró al cartero fijamente.

Pero antes de que pudiera hablar, varios mensajeros entraron al apartamento cargando enormes cajas de madera repletas de flores amarillas dentadas con el centro de color marrón.

Mi madre, Micahel y Percy miraron la entrega con la boca abierta, mientras los mensajeros iban llenando la sala con las flores.

Pronto toda la estancia estuvo repleta, era casi imposible concebir moverse. Miles de plantitas que hacían que el suelo del apartamento pareciera un valle amarillo.

—¡Oh, por todos los dioses! —chillé emocionada—. No puedo creer esto.

Este era sin duda el regalo más impresionante que alguna vez alguien pudiera hacerme.

—¿Quién las mandó? —preguntó Percy al señor, mirándolo de una manera como si estuviera tratando de deducir un secreto.

El hombre no le respondió, pero tenía una sonrisa cómplice.

—¡Ay que amor! —comentó mamá con una sonrisa enorme parecida a la mía—. Seguro que tu admirador secreto, cariño.

Michael masculló algo que no alcancé a escuchar, pero por la expresión en su rostro me suponía que no era algo bonito.

—Si me manda todo esto sin ser nada, ¿qué haría en un año? —cuestioné casi dando saltos. Nadie jamás me había hecho un regalo así, ni siquiera había visto a ninguna otra persona hacer un regalo así.

—¿Y quién es este admirador secreto? —preguntó Percy alzando una de las flores.

—Si es secreto, entonces no lo sabe, Jackson —respondió Michael con obviedad.

—¡No sé, pero es muy romántico!

—¡¿Romántico?! —espetó Eros—. Tiene la cabeza en cualquier parte, sale con un montón de mujeres y... —se cayó, casi agarrándose el cabello con frustración.

—¿Sabes quién es? —cuestionó mi mamá.

—Viene con esto, señorita —dijo el cartero entregándome una tarjeta.

"Como la primavera renueva la naturaleza, este es mi obsequio para renovar nuestra amistad, para que todos los momentos anteriores queden en el pasado.
Lamento mucho todo lo ocurrido, empecemos de nuevo."

Apolo.

Estaba realmente asombrada. Sabía que Apolo podía ser de verdad encantador cuando se lo proponía y que de verdad había estado arrepentido cuando me rescató, pero esto era un nuevo nivel de pedir perdón.

—¿Y? ¿Quién es? —cuestionó Michael con los brazos cruzados.

Tragué nerviosa, porque no sabía cómo se iban a tomar esto.

—Afho —murmuré casi con los labios cerrados.

—¿Quién? —dijo Percy confundido.

—Apho... —repetí bajo la cabeza.

—Darlene, habla claro —dijo mi mamá.

—Apolo —gesticulé pero sin voz.

—¡¿Qué?! —gritaron mis dos amigos comenzando a caminar por entre las flores con dificultad hacia mí.

—¿Y por qué Apolo te mandó flores? —cuestionó mi mamá.

—¡A mí también me gustaría saber eso! —espetó Michael.

—A mí también —agregó Percy casi cayéndose.

—Sabe dar regalos cuando quiere lucirse —comentó el cartero divertido.

—¡Usted es Hermes! —gritó de repente Percy.

—Hola, Percy —dijo Hermes divertido—, tardaste más de lo que esperaba en darte cuenta.

—¡Hermes! —bramó Eros—. ¡Vas a devolver todas estas porquerías ya mismo!

—Bueno, si quieres eso sabes que tienes que abonar por otro envío —dijo Hermes sacando una agenda electrónica de su bolsa y me la extendió—. Por cierto, tú tienes que firmar aquí, por favor.

Me le quedé mirando, era realmente increíble el parecido que tenía con sus hijos, ahora entendía por qué me parecía familiar.

Tomé el lápiz, casi con la boca abierta, viendo como había un par de diminutas culebras.

—¿Me has traído una rata? —cuestionó una.

—¡George! —exclamó la otra.

Me apresuré a firmar y devolvérsela.

—¿Y? ¿Mi hermano sabe o no impresionar? —comentó Hermes divertido guardando las cosas.

—¡Apolo está completamente desquiciado! —espetó Eros—. No puede simplemente enviarle todas estas flores a mí hija como si fueran...! —Soltó un gruñido bastante furioso.

Hermes sonrió divertido.

—¿Entonces sí es verdad?

—¡No!

—¡Sí lo es! —exclamó soltando una carcajada—. ¡Y ahora todos lo están comentando!

—Mil flores —murmuró Michael impactado observando todo—. Mil flores le regaló.

—Creo que aquí hay una confusión —dije. Aunque la verdad es que parece que la única confundida era yo.

Porque ahora hasta mi mamá parecía mirar las flores con horror.

—Me parece que hay como un...aroma muy empalagoso con tanta flor —comentó ella— ¿Abro las ventanas?

No me parecía una buena idea, dudaba que Eros no fuera capaz de arrojar las plantitas por la ventana.

—Lo que yo quiero —siseó Eros mirando a Hermes con ira, mientras él parecía de lo más divertido por todo—, es que saques todas estas cosas de aquí.

—¿Y a dónde las llevo?

—No me importa lo que cueste o a dónde las lleves, puedes tirarlas en el Tartaro si quieres —gruñó—. ¡Pero no las quiero aquí!

—Aunque podría hacerlo —dijo Hermes—, me temo que no puedo. Para empezar, las flores fueron una entrega para Darlene, ella fue quién firmó el recibo, así que solo ella puede rechazarlas. Y segundo, tengo mucho trabajo ahora, de hacerlo me temo que tendrá que ser... —Sacó nuevamente su agenda electrónica—, dentro de seis meses a un año.

»Ahora, sí me disculpan. Adiós. —Hermes se giró, abrió la puerta y salió campante como si no hubiera pasado nada.

—¿Y ahora? —preguntó mamá.

—Nosotros podemos sacarlas —dijeron los chicos al mismo tiempo y comenzaron a tomar algunas.

—Voy a hacer café —murmuró ella.

Papá siguió despotricando en contra de Apolo, mientras Michael y Percy sacaban la cantidad abismal de flores.

Yo tomé una maceta, era pequeña, pero se veía bonita y fresca. La olfateé, disfrutando el suave aroma que desprendía.

Sonreí, a pesar de todo, era lindo recibir sorpresas así de vez en cuando.

━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━

Pasamos el resto de la tarde deshaciéndonos de las flores. Propuse regalarlas a todos en el edificio por el día de la primavera y todos estuvieron de acuerdo.

Papá se marchó diciendo que tenía un asunto importante que hablar con Afrodita.

—Solo queda esa y listo—dijo Percy señalando una que estaba en una caja en una esquina.

—Las sacaré yo —dije bostezando—. Ya es casi de noche y deberían irse a casa.

—¿Segura? —preguntó Michel. Él había estado extrañamente callado por unas horas.

—Sí, no se preocupen.

Ambos se despidieron y se marcharon.

Tomé la caja, y me aseguré de que mi madre no estuviera viendo.

Era la que había elegido más temprano. No me importaba lo que dijeran, estas flores eran mías, y me gustaban.

Entré en mi habitación, estaba a oscuras, apenas iluminada por la luz de la ciudad. Coloqué la plantita en mi escritorio donde estaban las otras y la admiré. Era realmente bonita.

Sentí la sensación de calor cada vez más conocida, y sonreí.

—Es un poco tarde ¿no? —comenté.

Sus pasos resonaron a mi espalda, acercándose lentamente hasta que casi pude sentir su respiración. Me giré y me encontré con sus ojos azules y su sonrisa de comercial de pasta de dientes.

—¿Te gustó mi regalo? —murmuró.

—Sí, aunque un poco extravagante —respondí en igual tono, pero no pude evitar que se me escapara una sonrisa pequeña.

Él me devolvió la sonrisa.

—Tu padre se enojó, ¿verdad? —comentó algo divertido.

—¿Estabas buscando enojarlo?

Tragué nerviosa, por un momento tuve el horrible malestar al considerar que quizá solo estaba tratando de irritarlo y no de hacerme un regalo bonito.

—No —admitió. Tomó un mechón de mi cabello, aquel que estaba veteado de gris por sostener el peso del cielo y lo retorció en sus dedos—. Aunque creo que mi extravagancia tan obvia envió un mensaje claro.

—¿Qué mensaje?

Me di cuenta de que había un brillo vacilante en sus ojos.

—Vuelve a preguntarmelo en uno en uno o dos años —murmuró dando un paso atrás—, aún eres muy joven.

—Pero...

—No te lo diré. No estás lista.

—Bien —espeté cruzandome de brazos.

—Creía que yo era el caprichoso de los dos —bromeó. Solté un bufido y él se rió.

Entonces clavó sus ojos detrás de mí, en el escritorio. Miré por encima de mi hombro, estaba viendo mis plantitas.

—Les puse nombres.

—¿Ah sí? —preguntó con un tono entre divertido y enternecido.

—Ajá. Son Regina, Cher y Sharpay —dije señalando al farolillo, a la betónica y al adonis.

—Muy bonito —dijo—. ¿Y a la nueva también le pondrás nombre?

—Se llama Elle.

—¿Elle?

—Como en "Legalmente rubia". 

Apolo se rió.

No me había dado cuenta que su risa era como el canto de los pájaros en el amanecer, lleno de alegría y promesa de un nuevo día.

Había cierta musicalidad en ella, como si estuviera tocando una sinfonía en el aire donde cada nota era perfecta. Eea un sonido puro y claro que te hacía sentir ganas de reír con él.

—Eres única —dijo.

—Lo sé.

—Creo que te estoy contagiando lo arrogante.

—Era inevitable, eres como una garrapata.

Soltó una última risita mientras negaba, pero luego me miró con seriedad.

—Quería venir a hablar contigo.

—¿De qué?

—Ayer me disculpé por lo que te dije sobre tus alas —murmuró—, pero...ahora vengo a disculparme por todo.

—¿Por todo?

Sus ojos eran tan diferentes a hace unos momentos. Ahora reflejaban un dolor profundo y una tristeza que cortaba hasta el alma.

No había rastro del resplandor dorado o el bello azul de siempre, habían adquirido un matiz grisáceo, como si el sol se hubiera escondido detrás de una densa nube de tormenta.

La mirada segura y confiada habitual ya no estaba, como si estuviera dudando de sí mismo y sus acciones, mirando hacia dentro, hacia su propio corazón y encontrando allí una herida abierta. El dolor y la tristeza eran claros en su rostro, y era como si la luz hubiera sido drenada de su cuerpo.

Parecía como si Apolo estuviera luchando con sus propios demonios internos, tratando de encontrar las palabras para poder expresar todo aquello que sentía.

Y me di cuenta, que a pesar del estado de vulnerabilidad que me estaba mostrando, sus ojos seguían siendo hermosos. 

—Lo lamento —susurró tomando mi mano con suavidad—. Lamento todo lo que te hice. Lamento haberte amenazado, haberte humillado e intentado matarte. Tenías razón, tú no tenías la culpa de nada, y descargue mi enojo contigo, quizá porque era lo más fácil de hacer que admitir mis propios errores y mi arrogancia.

»Jamás podré encontrar las palabras o acciones suficientes para pedirte perdón. Lo que te hice fue una monstruosidad. Merezco que me desprecies, y aún así, me atrevo a venir aquí y pedirte que al menos consideres perdonarme.

Me entregó una pequeña flor que sacó de su chaqueta.

Era hermosa y delicada, y la reconocí de inmediato pese a la oscuridad. Era un jacinto púrpura. Era la flor en la que se había convertido el más grande amor de Apolo cuando murió.

Lee me había hablado de ella. Se decía que el jacinto teñido de púrpura era el reflejo de la tristeza y el dolor por la culpa y el arrepentimiento, era un pedido desesperado por haber fallado.

Era la expresión exacta del dolor de quien la regala, era la pureza de corazon y la honestidad de la intención.

Pero también era el símbolo del perdón y la reconciliación.

La tomé con delicadeza. Sabía lo que esta flor representaba para él, y que me estuviera regalando una, era porque de verdad lo lamentaba.

—Te perdono —murmuré.

Él negó.

—No tienes que hacerlo porque te lo pido, no es tu obligación hacerlo.

—Lo sé, no puedo olvidar tan fácil el miedo que pase en esos momentos —respondí, Apolo asintió con pesar—, pero veo que de verdad lo sientes. Así que te perdono.

El dios me miró con intensidad, y por un momento, sentí como se me subió la sangre a las mejillas.

—Tienes el corazón  más bondadoso que he conocido —susurró.

—Awww, no te creas que no voy a seguir haciéndotelo pagar —bromeé quitándole seriedad al momento—, voy a vengarme.

Él sonrió.

—Supongo que tendré que soportarlo —dijo. Entonces se llevó mi mano a los labios y me beso los nudillos—. Sorpréndeme.

Les propongo algo, si logro terminar algun capítulo antes del sábado, lo subiré antes. Y sino, pues será el sábado.

Creo que ha sido el capitulo más largo que he escrito hasta ahora. Pero seguía queriendo que ambas pasarán el mismo día y no me apetecía dos capítulos siendo que lo del jacinto era más corto en comparación.

Apolo se puso modo Franco Fritzenwalden para declarar a todos y principalmente a Eros que él ya aceptó su futuro con Dari y va a esforzarse en que pase.

No me digan que Federico no es Eros enojado porque le enviaron tremendo regalo a su hija.

Como tal, esa escena de las flores está inspirada en el cap 33 de la primera temporada de Floricienta.

Normalmente dejo que adivinen el significado de la flor por unos días antes de confirmarlo, pero este capítulo requiere una mención especial.

El coreopsis significa "siempre alegre", y en este caso, Apolo siempre ha deseado que su amor destinado sea siempre feliz, ahora que sabe que es Darlene, igual lo desea aunque no sienta amor por ella todavía (aunque no lo muestre).

Pero además, vi sus deseos con respecto a este temita de las flores amarillas el 21 de marzo.

Esta autora es de Argentina, de donde proviene el tema "Flores Amarillas" de Floricienta así que sí, le tengo un especial cariño, aunque este regalo acá tiene más sentido el 21 de septiembre que es el día que empieza la primavera en América del Sur, pero siendo que la trama se da en EEUU tuve que dejarlo el 21 de marzo.

Para quienes no sepan de este detalle, enviar flores amarillas el día que empieza la primavera tiene varios significados, pero principalmente se trata de enviar el mensaje declarando un interés amoroso, o más puntualmente, una vida juntos.

Y al ser enviadas en primavera, siendo la floración y el reinicio de la vida, puede signficar al revaloración de los sentimientos o el reinicio de una relación.Claramente, Apolo se jugó el todo por el todo en este momento declarando ante todo el Olimpo cómo serán las cosas sin importarle lo que Eros pueda querer, porque obviamente, dejar que Hermes lo sepa, es dejar que todos los dioses se enteren.

Con respecto al Jacinto, pensé que era algo muy simbólico que le regale considerando lo que el joven significó y sigue significando para él. Y bueno, Dari ya explicó lo que representa.

Y ahora, para reirnos un poquito luego de tantas emociones...Meme time:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro