Taehyung.

Mientras leía el contrato que me había entregado Yoongi, fruncía cada vez más mi rostro.

-¿En serio esto es necesario? -Indiqué el papel.

Yoongi tomó asiento junto a mí en el sofá.

-Lo es si queremos hacer las cosas bien. En ese contrato están escritas las reglas que debemos seguir cada uno.

Puse mis ojos en blanco.

-Lo sé, he estado investigando sobre el BDSM hace años y sé todo lo que abarca.

-¿Y entonces? -Yoongi sonrió- ¿Cuál será nuestra palabra especial?

Se refería a que palabra diríamos en caso de que en medio del acto quisieramos detenernos.

-¿Qué tal...? -Miré a mi alrededor y me enfoqué en un peluche de gatito- ¿Gato?

-Eso sí me la bajaría -Se burló.

-Tiene que ser una palabra no sexual, señor genio.

-Entiendo, se nota que sabes de esto -Me elogió y recorrió mi figura con sus ojos.

Sólo eso bastó para que mis mejillas se pusieran rojas y ardieran.

Yoongi relamió sus labios y me tomó del mentón con sus largos dedos.

-¿Tienes idea de lo caliente que me pone que seas tan adorable?

Siguiéndole el juego, sujeté su mano y la bajé a la altura de mi pecho.

-¿Qué tan caliente?

-Mi miembro a punto de explotar podría hacerte una demostración.

Joder, este hombre me mataría.

Quería que continuara diciéndome suciedades al oído con su sexy voz cargada de lujuria.

-Estás siendo demasiado pervertido -Bajé mi cabeza tímido.

Pero Yoongi, decidido, me empujó el pecho y yo caí de espaldas en el sofá. Se subió a horcajadas sobre mí y me desprendió la camisa de un tirón.

–No tienes idea de lo pervertido que puedo ser.

Yoongi bajó su cabeza y besó la curvatura de mi cuello. Mordí mi labio inferior e incliné mi cadera hacia delante con el fin de sentirlo mucho más.

–Puedes hacerme una demostración –sugerí con una sonrisa.

Yoongi también sonrió y se quitó la camiseta, su piel blanca y pura relució ante mí.

Mierda, se vería tan bien con mis labios marcados en ella.

Intenté tocar la zona de su pecho, pero él apartó mi mano.

–Primera regla, no puedes tocarme a menos que te lo permita, ¿entiendes, bebé?

–Sí, daddy.

–Pero yo sí puedo hacerte todo lo que desee –Las manos de Yoongi bajaron a mi pecho y sus dedos pellizcaron mis erectos pezones– .Desnúdate.

–¿Lo haremos aquí? –dije examinando la habitación en pánico– .Cualquiera podría entrar y vernos.

–Eso lo hace más emocionante.

Yoongi me dió una palmada en el trasero y me ánimo a quitarme los pantalones. Luego, salté fuera de mi ropa interior y volví a acostarme junto a él en el sofá.

Yoongi me analizó de pies a cabeza haciéndome sentir inquieto, pero antes de que mis inseguridades incrementaran, me sujetó del cabello y me miró a los ojos.

–Eres perfecto, Taehyung. Desde tu sonrisa hasta el más mínimo de tus cabellos es perfecto.

Aquello me hizo sentir calor y no por las razones que esperaba.

–Creí que no meteríamos sentimientos en esto.

–No estoy diciendo que estoy enamorado de ti, pero soy un artista y sé apreciar una obra de arte cuando la veo.

Yoongi bajó su vista a mis labios y me besó. Sus labios se fundieron con los míos en un beso sediento, ansioso y que evidenciaba la necesidad que teníamos de sentirnos el uno al otro.

Sin embargo, él no se quedó ahí, sus labios siguieron cada vez más abajo. Continuó repartiendo besos húmedos en mi cuello y luego en mi vientre donde su lengua me hizo sentir cada vez más excitado.

Hasta que llegó allí, a esa zona que moría por sentir sus toques. Yoongi me tomó de los muslos y abrió mis piernas.

Estaba a su merced, podía hacerme lo que quisiera y yo no pondría oposición.

La mirada de Yoongi me comía como si fuera el postre más delicioso del mundo y a pesar de lo expuesto que me sentía, cualquier sentimiento de vergüenza era dejado de lado por la excitación que recorría mi cuerpo.

Pero el ruido de la puerta siendo tocada detuvo sus movimientos y lo obligó a separarse de mí.

–Yoongi, ¿Taehyung está allí?