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18-A la caza de un hellhound

Shawn a pedido de Uriel fue a ver a Gabriel para encargarse de una misión especial, tenían que cazar a otro fugitivo del infierno. Al llegar al claro donde le dijeron que estaba Gabriel, estaba entrenando su combate cuerpo a cuerpo, combinaba sus golpes y patadas con su fuego divino; parecía casi una danza, combinaba la fuerza con la elegancia. Shawn, al llamar su atención, tomó un descanso para decirle los detalles de caso.

—Hola Shawn ¿listo para la misión de hoy? —preguntó Gabriel, limpiándose el sudor con una toalla que trajo con él.

—¡Por supuesto! ¿De qué se trata? —preguntó animado.

—Han habido misteriosos asesinatos por el barrio francés —comenzó a explicar el tétrico caso—. Todas las víctimas aparecen mutiladas, según las autoridades, nada de eso es obra de un humano, sino de una bestia. Viendo las fotos de las escenas del crimen, puedo identificar rápidamente que se trata de un Hellhound.

—¿Un Hellhound? ¿Te refieres a un sabueso del infierno? —preguntó Shawn algo intrigado.

—Me esperaba que lo conocieras —dijo como cumplido—. Sin embargo, los sabuesos del infierno son más que perros espectrales, son los encargados de buscar las almas de aquellos que hacen pactos con demonios. Lo que me extraña es que este Hellhound sea tan agresivo, normalmente solo atacan a sus objetivos y actúan distantes e indiferentes otros seres que puedan verlos.

—Supongo que es un misterio que tenemos que resolver —musitó cabizbajo.

Se llevan a los que venden su alma, ¿eh? —pensó Shawn, recordando lo que su padre había hecho hace mucho.

Gabriel y Shawn se dirigieron al barrio francés, el lugar en donde ocurrieron la mayoría de los asesinatos, pasaron discretamente por la cinta policial para inspeccionar las escenas del crimen; todo estaba manchado de sangre, parecía una verdadera masacre, la sangre estaba por las paredes y por las calles. Mientras Gabriel inspeccionaba el lugar, Shawn notó la presencia de un espíritu que los observaba con algo de timidez. Era el espíritu de un esclavo africano de no más de veinte años del siglo XIX, se notaba por como iba vestido, Shawn se acerco para hablar con él para ver si había algo.

—No tienes que temer, no voy a hacerte daño —dijo en un intento de tranquilizarlo—. Me llamo Shawn Simpson y soy un médium. Me pregunto ¿viste lo que paso por aquí?

—Sí. Fue la peor cosa que he visto desde que estoy muerto —dijo con temor en sus palabras—. Era un perro enorme, como de unos ocho pies, de color negro y ojos rojos, tenía picos de hierro clavados en el cuerpo y que terminaban en cadenas que arrastraba cada vez que caminaba. Los mató a todos, los despedazó y se los comió, incluso, se comió a un espíritu que andaba por allí; cuando eso paso, me oculté para que no fuera el siguiente.

Aquel hombre empezó a entrar en pánico, temblaba de miedo, lo que vió lo dejo traumado. Parecía que Shawn no podía hacer nada para tranquilizarlo, pero llegó Gabriel y empezó a hablar con aquel espíritu.

—No temas, ya estás bien —dijo con voz tranquilizadora—. Puedo ver que has sufrido bastante, pero ya podrás descansar en paz, te prometo que ya nadie te hará daño.

Aquel fantasma se tranquilizó bastante rápido con las suave voz de Gabriel, se despidió con una sonrisa y se fue en paz, como si su espíritu ya no tuviera emociones negativas.

—¡Guau! No sabía que también pudieras ver a los fantasmas —dijo Shawn asombrado.

—Claro que puedo, soy un ángel, aunque eso no es lo más importante —dijo con tono serio—. La descripción que nos dio del Hellhound no coincide con ninguno que haya visto. Mejor llamamos a Lucifer para obtener respuestas.

Gabriel tomó su teléfono y marcó el número de su hermano, poniéndolo en altavoz.

—Hola Lucifer, necesitamos información de uno de los fugitivos del infierno —dijo Gabriel yendo al grano de una vez—. Es un Hellhound, pero es diferente a los que yo conozco. Es más grande, de pelo negro, ojos rojos y con picos de hierro clavados en su cuerpo que terminan en cadenas ¿sabes de alguno que sea así?

Al dar la descripción del Hellhound Lucifer no pudo evitar dar un silbido de asombro, seguido de una advertencia.

—Oh vaya, chicos, ustedes tienen una seria amenaza en sus manos —dijo con seriedad—. Lo que ustedes me describieron es a Fenrir, la madre de los Hellhound. Créanme cuando les digo que esa bestia no es un juego. En mi infierno, perfectamente ordenado, donde todos tienen su propósito, ella era demasiado salvaje y destructiva, por lo que los Siete Pecados Capitales tuvimos que encadenarla.

—¿Qué tan fuerte es? —inquirió Gabriel, frunciendo el ceño.

—Es tan fuerte como tú o Lilith, por eso no deben subestimarla. El mero descuido que muestren será el último. Recuerda lo que le pasó al pobre Odín.

Gabriel se despidió de su hermano ahora que tiene la información necesaria, por lo que empiezan a inspeccionar los alrededores del barrio francés para encontrar algún lugar donde esa Fenrir pueda ocultarse. Según Gabriel, los Hellhound no toleran la luz del sol, por lo que solo cazan de noche, así que buscaron por un par de horas, verificando específicamente lugares abandonados; el último que revisaron era una vieja fabrica de zapatos que estaba en mal estado, se notaba a metros que nadie más había usado ese lugar en décadas, lo más importante del lugar era que todas las ventanas estaban cubiertas con tablones, por lo que era el lugar perfecto para que allí se encontrara.

Gabriel y Shawn entraron con cautela, no querían hacer mucho ruido y alertar a Fenrir, pero el plan no iba a salir como ellos pensaron. Mientras más se adentraban en el lugar, una sensación inminente de peligro se adueñaba de ellos; escucharon un sutil gruñido que los hizo voltear hacía atrás, era Fenrir.

La bestia se abalanzó hacia Shawn para devorarlo, pero Gabriel con bastante velocidad lo empujó y antes de que la loba gigante pueda comérselo. Este le agarra la mandíbula con sus manos para luego lanzar una gran ráfaga de fuego hacia su boca lo que hace que Fenrir retroceda. Comenzó el combate.

https://youtu.be/YtBrviDEeJk

Viento sagrado, conviértete en un disparo a presión que destruya a todo un ejercito.

Shawn expulsó de su boca un gran disparo a presión de aire que arrasa con todo a su paso, pero a la temible loba Fenrir apenas le hace un rasguño.

—Es totalmente inútil, humano —dijo con voz rasposa—. Mi piel es como una armadura, tu magia de principiante no podrá dañarme.

—Esta cosa es como el león de Nemea —dijo Shawn, asombrado—. ¿Cómo podemos hacerle daño?

—"El león de Nemea" ¿dices? Lo conozco, fue una bestia temible, pero tenía una debilidad —dijo Gabriel con ánimos—. Sé como podemos hacerle daño a esta monstruosidad, pero requiero tiempo para poder ejecutarla ¿podrías distraerlo mientras tanto?

—¿Qué tanto tiempo? —preguntó Shawn preparado para luchar.

—Hace tiempo que no realizo esta técnica por lo que me tomará unos diez minutos como mínimo, pero descuida, una vez que este lista, la victoria será nuestra—respondió con confianza.

Gabriel se apartó del combate para preparar su técnica secreta por lo que Shawn decide enfrentarse cara a cara contra Fenrir. La loba lo mira con detenimiento, dándose cuenta de un detalle que le daba mucha gracia.

—Te diré algo de los Hellhound, niño —declaró con malicia—. Nosotros podemos saber el nombre de las personas y si han vendido su alma o no. Tu nombre es Shawn Simpson, compartes el apellido con alguien que está en el infierno.

—¡¿Qué?! —gritó apretando los puños con furia.

—Tomás Simpson, condenado a empujar gigantescos sacos de oro en el Cuarto Círculo del Infierno, reservado para los codiciosos —reveló disfrutando de la expresión iracunda de Shawn—. No solo tienen el mismo apellido, eres igualito a él. Debes de ser su hijo, ¿verdad?

—¡Maldita! —exclamó presó de la ira— ¡Luz divina de Dios, conviértete en temibles flechas que no paren de perseguir a los seres de las sombras!

Las manos de Shawn brillan en un resplandor divino, el cual se convirtió en docenas y docenas de flechas que fueron directo hacia Fenrir. No importaba si las había esquivado, estas la perseguían como si fueran cohetes teledirigidos hasta que se clavaron en su piel. Shawn había descubierto que la magia de luz era sumamente dañina para la madre de todos los Hellhound. Sin embargo, no podía descuidarse ni un solo segundo, ya que Fenrir se lanzó contra él para devorarlo de un mordisco, pero Shawn se valía de su agilidad y de su tamaño para desplazarse por toda la fabrica, siempre por espacios pequeños y cerrados por donde a Fenrir se le dificulte atraparlo, mientras escapaba, conjuraba su siguiente hechizo.

Luz divina de Dios, toma la forma de imponentes de espadas que han sido forjadas por cientos de ángeles...

Shawn se deslizó debajo de una cinta transportadora mientras escapaba de Fenrir, pero la loba gigante salta sobre esta para poder arrinconarlo, justo cuando su hechizo estaba casi completo.

¡Para derrotar a la maldad del mundo! —concluyó de conjurar.

Dos espadas medievales hechas de luz aparecieron en las manos de Shawn y con ellas pudo cortarle un pedazo de su mandíbula inferior, pero Fenrir lo golpea con una de sus patas delanteras y la manda a volar contra la maquinaria del lugar, haciendo que escupa sangre al impactar.

—Cada persona que sea devorada por mí, será enviada directamente al infierno —mencionó Fenrir, mientras se acercaba lentamente hacia Shawn—. Cuando te devore, podrás reunirte con tu padre.

—¡Maldito monstruos, cállate! —exclamó tosiendo sangre debido al daño en su caja torácica—. Mi padre... fue un buen hombre. No merece estar en el infierno.

—No importa si fue un buen hombre o no, al vender tu alma a un ángel caído tu destino está sellado —declaró con frialdad—. Tu padre ahora está pudriéndose en el infierno por toda la eternidad.

Shawn empezó a temblar y sus ojos se pusieron llorosos por esa revelación. Aunque desde que conoció a Gabriel y a los príncipes del infierno ya tenía presente esa posibilidad, el que se lo hayan confirmado solo hizo que viejas heridas se vuelvan a abrir.

—¡No desesperes, Shawn! —exclamó Gabriel, con una sonrisa esperanzadora—. Mientras la llama de nuestro corazón siga ardiendo, no caeremos ante el enemigo.

Gabriel descendió del cielo, sus manos ardían en llamas mientras estas realizaban un mudra, es decir, un gesto con las manos características del budismo e hinduismo. Ese mudra en particular era el mudra de la armonía, en el cual el dedo índice y el pulgar se unen con las yemas y el resto de los dedos se mantienen juntos.

—Esta es la técnica más poderosa de la virtud capital de la castidad, ¡Armadura de Fuego Celestial! 

https://youtu.be/1ic_AhN3Ncw

Gabriel fue envuelto por completo en el Fuego Purificador, su cabello rubio se volvió más erizado y sus alas aumentaron de tamaño, parecían las alas de un ave fénix. Su musculatura también había aumentado, volviéndose más fornido en el torso y en los brazos.

—Mi hermano Rafael te derrotó hace miles de años, Fenrir y vengó la muerte Odín, el día de hoy, seré yo quien vuelva a derrotarte—declaró con una mirada determinada.

El ángel de la castidad se lanzó contra la loba volando a gran velocidad, conectándole un doble golpe a un costado y hundiéndola en el suelo, dejando un enorme cráter. Fenrir sintió como varios de sus huesos se rompieron por ese primer ataque. Trató de darle un zarpazo, pero sus garras fueron cortadas por Gabriel con un golpe chop, como los que realizan los karatecas.

—Eso no funcionará, cuando activo mi Armadura de Fuego Celestial mis músculos se vuelven en armas punzocortantes —explicó Gabriel, con voz imponente.

Fenrir manipuló sus cadenas para que estas envolvieran a Gabriel y el arcángel respondió prendiéndoles fuego al bloquearlas todas con sus antebrazos y piernas. Las cadenas se derritieron y el acero fundido caía sobre la piel de Fenrir, provocándole un inmenso dolor.

—Suficiente de juegos, Fenrir, vuelve al infierno —sentenció Gabriel.

Con una velocidad impresionante, Gabriel bombardeó a Fenrir con una serie de rápidos golpes y patadas, destrozando varios de sus huesos, hasta que finalmente la feroz loba cayó derrotada. Gabriel abrió el portal al infierno y Fenrir regresó a donde pertenecía.

Cuando Gabriel desactivó su Armadura de Fuego Celestial, casi se cae de rodillas al suelo por el cansancio. Su técnica consumía mucha de su Energía Kundalini y encima, abrió un portal al infierno. Estaba bastante cansado, pero todavía tenía un asunto por atender, por lo que le hizo frente a su cansancio y se acercó a Shawn, quien estaba llorando en el suelo.

—¿Estás bien, amigo? —preguntó poniendo su mano en su espalda.

—Mi papá está en el infierno, Gabriel —confesó entre lágrimas.

Shawn abrazó a su amigo, Gabriel lo consoló lo mejor que pudo, quedándose ambos en silencio mientras el chico se desahogaba en su llanto. Por lo menos, para Shawn, ya pudo cerrar un capítulo de su vida.

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