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Capítulo 25

Al día siguiente, Jungkook se había despertado bastante temprano, tanto, que había comenzado sus actividades poco antes de que el Sol hiciera acto de presencia. A diferencia de lo que solía ser común, aquella mañana se encontraba vigorizado, sin una pizca de sueño, con energía y entusiasmo.

Estaba emocionado, pero no tenía una razón específica para estarlo. ¿Quizá era porque hoy le daría a Taehyung su primer regalo de cortejo?, ¿O era porque había descargado el peso de sus ideas la noche anterior?

El ritual de cortejo era bastante sencillo: el alfa le daría un presente diario al omega, el cual debía ser significativo para alguno y memorable para ambos. De esa forma se representaba la perseverancia que el alfa pondría en su relación para poder convertirla en lo más próspera posible. El cortejo finalizaría cuando el omega expresara de forma clara y explícita que aceptaba a su pretendiente. A partir de ese momento, comenzarían una relación amorosa formal que casi siempre llegaba al matrimonio.

También se había cruzado a un inusual y sonriente Jimin aquella mañana, justo antes de salir de la casa, y teniendo cierta intriga en saber cuál era la razón de su alegría, aprovechó para preguntar algunos datos básicos de Taehyung, tales como su fecha de cumpleaños y su color favorito.

A pesar de todo, no pudo evitar mostrarse un poco descolocado cuando el omega le dio toda aquella información sin protestar ni un poco y sin preguntar el porqué del deseo de obtener aquella información por su parte y no por su hermano.

Rápidamente llegó a las caballerizas, notando que solo un pocos peones habían llegado ya ¡Qué extraño era llegar temprano! Por lo general, él era de los últimos en presentarse, ganándose alguna reprimenda silenciosa por parte de Namjoon o, en su defecto, de Yugyeom.

Pero aquel día tenía la suerte que llegar primero que ellos dos, así que aprovecharía para adelantar su trabajo con el objetivo de poder reunir el tiempo suficiente para poder armar el regalo de aquel día. Pasó una gran parte de la noche pensando en qué podría ser un buen regalo, consideró ir, por primera vez, al pueblo para buscar algo que pudiese ser lo suficientemente decente para la ocasión, pero lo desechó rápidamente, pues al final sería muy obvia la razón de su ausencia dentro del viñedo.

Por lo tanto, estaba consciente de que iba a necesitar algo de ayuda.

Se apresuró hacia los abrevaderos, llevando en sus hombros uno de los costales de comida para alimentar a los caballos. Hasta ese día, le seguía siendo increíblemente difícil levantarlos, y mucho más incómodo llevarlos sobre sus hombros, puesto que era la posición más cómoda y práctica posible que podía tener para poder transportar el alimento. Pero como no había otra forma de hacerlo, no podía quejarse.

Una vez llenos los comederos, se aseguró de que todos los caballos de esa zona se alimentaran como era debido. En el viñedo de Dalbich, tan solo había doce caballos adultos y tres potrillos, a pesar de que las caballerizas era un edificio que podría llegar a albergar casi cuatro veces más esa cantidad, por lo que había una grande zona entre todo aquel laberinto de cubículos que se encontraba en desuso y que se iba utilizando conforme más crías iban creciendo.

Los abrevaderos eran una zona externa a esos cubículos, pero dentro del mismo establecimiento. Los caballos se tenían organizados en pequeños grupos (En ese momento, eran dos grupos de seis), de forma que pudieran controlarlos fácilmente guiándolos hacia allí, y después regresándolos a su lugar.

Claramente, alimentarlos no era un trabajo solitario. Eran necesarios al menos tres peones: uno que los llevara hasta ahí, otro que colocara la comida y otro que se los llevara de regreso a sus cubículos.

En realidad, ninguno de los trabajos dentro de ese lugar era solitario. Hasta ese momento no había encontrado ni una sola actividad que no fuera en equipo.

Reconoció a Arthur, el caballo con el que práctico aquella semana, y un tanto después, visualizó a Shasta, el caballo de Taehyung. No era difícil reconocer al último, debido a que su pelaje blanco sobresalía de todos los demás.

Al final del segundo grupo se encontró con la impecable potra indomable, a quien le debía la victoria del día anterior. Sin poder resistirse se acercó a ella sin perder su cautela, una vez que ella había terminado de comer. Nuevamente, se aseguró de siempre estar dentro de su rango de visión para no asustarla y cuando ella no hizo ningún movimiento de rechazo, se permitió acariciar su crin azabache con delicadeza.

—Hola, ¿Cómo estás? —Musitó endulzando su voz. Ella inclinó levemente su cabeza, dejando que la tímida mano del alfa explorara un poco más en su pelaje. Jungkook sonrió inevitablemente, sintiendo una cálida sensación crecer en su pecho.

—Tae me dijo que lograste domarla. — Escuchó la voz de Namjoon detrás de él, por lo que se volvió hacia el lugar donde provenía el sonido, encontrándolo rápidamente. — ¿Qué nombre planeas ponerle?

— ¿Debo ponerle un nombre? — Preguntó un tanto confundido, regresando su mirada a la yegua.

— ¡Claro! Por derecho, ahora eres su domador. El nombre que tú le pongas será su único nombre legítimo. —Vagamente, recordó que Taehyung también le había mencionado algo así cuando le presentó a la yegua. Pero entre todas las cosas que habían pasado aquella semana, en lo último en lo que se había preocupado, había sido en buscar buenos nombres.

— Bueno... aún no lo sé. —Se sinceró. —¿Qué nombre te gustaría a ti? —Le preguntó a la yegua, con sus ojos fijos en los de ella.

— Sea cual sea, espero que sea bueno, Kook. —Comentó Namjoon, finalmente marchándose con sus manos firmes en las riendas de los últimos dos caballos que quedaban.

Jungkook hizo una nota mental, en la que se recordaba que debía pensar en un buen nombre para ella.

Después de ello, la mañana transcurrió sin problemas. Y antes de que se diera cuenta, ya pasaban de las dos de la tarde. Era la hora en la que solía tomarse un descanso para ir a comer antes de reanudar sus actividades.

Era impresionante la cantidad de trabajo que había en el viñedo. Ni siquiera había podido ir a ver a Tae en todo el día.

Al salir de las caballerizas se encontró con Eunha, quien parecía que también tomaba esa hora como descanso. Ella no tardó demasiado en darse cuenta de su presencia, así que se acercó a él rápidamente.

— ¡Hola! — Saludó con una sonrisa. — ¿Podríamos hablar un momento a solas? —Preguntó con un poco de timidez.

Jungkook frunció el ceño pero asintió de acuerdo. Eunha se veía un tanto nerviosa, y al mismo tiempo, decidida. Se preguntaba por qué querría hablar con él mientras caminaban de regreso al interior de las caballerizas.

La omega lo dirigió hasta una desaliñada mesa, o lo que él creía ser una, pues no era más que varios troncos viejos apilados simulando una mesa, siendo rodeados por otros más que fungían como sillas.

Era justo la zona contraria a las caballerizas. Él no se había adentrado a esa zona antes debido a que realmente no había algo que ver. Estaba lleno de polvo y tierra debido al desuso, incluso había un pequeño portón que, en algún momento, debió haber sido una salida más práctica para los caballos, pero que en ese entonces estaba casi derrumbada y solo daba hacia un mar de maleza que parecía no haber sido cortada desde hacía ya un buen tiempo, por lo que era imposible pasar por allí.

Eunha tomó asiento en uno de los troncos y esperó pacientemente a que el alfa imitara su acción. Cuando esto fue así, se instaló un silencio entre los dos, donde solo podían escucharse los sonidos propios de la naturaleza, el susurro de las voces de los peones que aun trabajaban a esa hora y eventualmente, algún relinchido de los caballos.

— ¿Querías decirme algo? —Inició, en vista de que Eunha había preferido quedarse en silencio, y ver cualquier otra cosa que no fuese él.

— Te diré algo... —Habló titubeante. —Pero no debes decírselo a nadie más.

Jungkook alzó una ceja inquisitivo, pero se limitó a asentir de acuerdo. Recargó sus brazos en la plana mesa y esperó pacientemente sus palabras.

— Ayer por la noche entré en el interior de las cavas. Desde el incidente de la Vendimia he estado bastante inquieta. Estoy segura de que alguien las contaminó a propósito, así que mi intención era buscar algo que pudiese ser útil para poder saber qué fue lo que sucedió. —Relató nerviosa, con la mirada baja y los dedos de sus manos jugueteando entre sí sobre su regazo. —Te lo cuento a ti porque aquel día tu concluiste algo bastante similar, ¿Lo recuerdas?

— Sí, lo hago.

— Dijiste que ya te habías topado con una gama de vinos que había sido alterados químicamente, y eso me llamó bastante la atención. — Se detuvo un momento y respiró profundamente. Después alzó el rostro y fijó su mirada en la suya. — Para que un vino adquiera su sabor es cuidado desde que la vid es plantada sobre el suelo, pero la producción de hace tres años estaba intacta. Incluso vendimos canastas con uvas durante ese año para poder recaudar fondos, y no hubo ni un solo cliente que mencionara algo acerca de que tuviesen mal sabor, por lo que hasta ese momento, todo estaba bien.

— La afectación debió haber sido después de ello. — Siguió, comenzando a entender el rumbo de la conversación. — ¿Cómo fue la Vendimia de ese año?

— Ese año no tuvimos ningún festejo, Tae no tenía mucho que había tomado el mando y estábamos concentrados en reunir dinero para el mantenimiento de las máquinas y la cava. — Respondió. — Una vez que el material ha entrado en los tanques de fermentación, es realmente difícil abrirlos hasta que se haya terminado el proceso. Además, por ser la primera cosecha, todos estuvimos muy al pendientes del proceso.

— Por lo que solo pudo haber sido después de ese proceso, quizá mientras introducían el néctar en las barricas.

— Yo también concluí eso; tanto el sabor como el olor era bastante penetrante, así que debía llevar ahí un buen tiempo. Por ello fue que anoche entré en la cava. Quería acercarme y tratar de descubrir cómo alguien pudo abrir las barricas y alterar el vino sin que nadie más se diera cuenta. Me costó un poco, pero creo que llegué a la respuesta. —Aseguró.

Eunha llevó su dedo índice hacia la superficie de la mesa, después lo arrastró firmemente por su relieve, lo subió a la altura de su rostro, dejando a la vista una capa de color claro que cubría la piel de la punta de su dedo.

— Polvo... —Concluyó Jungkook, a lo que Eunha asintió satisfecha.

— Nosotros tenemos la costumbre de limpiar las barricas y botellas antes de llenarlas, pero al ser tantas, repartimos las labores en dos días: en el primero limpiamos los recipientes y el segundo los llenamos.

— Por lo que cabe la posibilidad de que alguien haya entrado en la noche entre un día y otro y haya colocado cierta cantidad de polvo en algunos de ellos.

— Y nosotros no nos daríamos cuenta porque: uno, los envases son oscuros, dos, la cava no tiene una iluminación demasiado fuerte, tres, nosotros ya los habíamos limpiado, y cuatro, debido a la tierra que suele correr con el aire todo el tiempo, en cualquier zona de Dalbich siempre hay polvo.

¡Esa era la respuesta! ¡Polvo! ¿Cómo no lo pensó antes? Él mismo había tomado varias botellas entre sus manos, y varias de ellas estaban cubiertas por una fina capa de polvo.

— Pero, si ya encontraste la respuesta. ¿Por qué me lo dices a mí y no a Tae o a Namjoon? — Preguntó poco después, cuando había terminado de asimilar la información.

Eunha parecía que había esperado esa pregunta, por lo que no dudó en responder.

— Porque hasta ahora solo he podido saber cómo sucedió, pero no quién lo hizo. — Señaló.

— Sigo sin comprender por qué solo me lo dices a mí.

— Porque es imposible que tú lo hubieras hecho. —Expuso. —Pero no es imposible para nadie más. No quiero pensar que estoy comenzando a ser paranoica, pero si se lo digo a quienes me dices, entonces tomarán cartas en el asunto y alertarán al culpable, si es que sigue estando entre nosotros.

— ¿Cuál es tu plan? — Inquirió.

— Ese es el problema, Jungkook. No sé qué hacer. — Suspiró afligida. — Pensé que quizá tú me podrías ayudar con ello.

El alfa rascó su cabello mientras pensaba en las cosas que podrían hacer para resolver todo ese embrollo.

— Para empezar, debemos reunir pruebas de la existencia del polvo. — Ideó. — Pero será realmente difícil encontrar a un culpable; estamos hablando de algo que debió haber pasado hace alrededor de tres años, será imposible juntar pruebas que le incriminen.

Eunha lo pensó durante unos instante, y asintió de acuerdo, dándole la razón.

— Pero si colocamos una lista de prioridades, considero que la primera no sería culpar a alguien por este desastre. — Continuó. — Aunque duela, lo hecho, hecho está, y no podemos regresar el tiempo para impedirlo así que lo mejor sería buscar soluciones.

— Si alguien se atrevió a dañar nuestra producción, entonces es capaz de hacer peores acciones en nuestra contra. Debemos andar con cuidado.

— Un examen químico del vino nos debería dar respuestas más exactas. ¿Conoces a alguien aquí que sepa hacer aquello? — Indagó.

— Hay un laboratorio en el pueblo, creo que podría mandar algunas pruebas a examinarlas.

— También es importante asegurarnos de que no hayan quedado residuos en los recipientes que no tenemos en uso. — Continuó.

Ella volvió a asentir de acuerdo. Pronto, un nuevo olor se coló en sus narices, y ambos lo detectaron como la fragancia cítrica que desprendía Yugyeom: Naranja y canela.

Ambos se quedaron en silencio y no se movieron ni un centímetro, sabían que él ya debería saber que ellos estaban ahí debido a sus olores, así que solo esperaban que no preguntara qué era lo que estaban haciendo.

Jungkook no confiaba en él. Su esencia no era del todo benévola, y eso ponía incómodo a su lobo. No le agradaba.

El sonido de las suelas de sus botas golpeando el suelo se hizo oír poco antes de que él apareciera en su campo de visión.

Se detuvo a unos metros observándolos con el ceño fruncido.

— ¿Qué hacen aquí? —Preguntó con desconfianza.

— Estamos conversando, Yug. — Se adelantó la omega. — Venimos aquí para que no hubiera tanto ruido.

Yugyeom se mantuvo analizándolos unos minutos más, pensando en qué tan válida era aquella respuesta. Finalmente, asintió aceptándolo y se marchó lentamente, murmurando algo acerca de que las personas solían platicar en lugares muy extraños aquel día.

Cuando ya no siguieron percibiendo su olor, ambos respiraron aliviados.

— ¿Crees que haya escuchado algo? — Preguntó la omega.

— Lo dudo. Nos detuvimos justo a tiempo. — Consideró Jungkook.

Después, Eunha se levantó, mencionando que ya debía marcharse o su madre notaría su tardanza.

— ¡Espera un momento! — La detuvo. — ¿Podrías hacerme un favor?

— En tu celular agregamos algunos números telefónico que creímos que podrían serte útiles. — Yoongi y Jungkook se encontraban en la habitación que le había sido asignada al primero. Eran alrededor de las cuatro de la tarde, pero Namjoon ya le había dado permiso a Jungkook de salir temprano. Al día siguiente comenzarían a exportar las botellas de vinos a tiendas y restaurantes así que poco a poco, más trabajo se iba acumulando.

Jungkook revisó su lista de contactos y solo se encontró cuatro: Soyeon, Yoongi, Hoseok y Yongsun. Las únicas personas en las que confiaba en Seúl.

— También te hemos traído algunas otras cosas que podrías llegar a necesitar. — Continuó el pálido alfa. — Algunas prendas y cosas se higiene personal. Sun y Hobi se guiaron por las cosas que solías empacar cuando salías de viaje.

— Muchas gracias. — Le gustaría haberle dicho que no era necesario que se molestara en traerle sus cosas, pero sabía que ellos lo hacían para estar más tranquilos. Los comprendía muy bien, siempre fueron muy apegados, algunos más que otros, pero siempre procuraban ver por el bien del otro.

— Cambiando de tema, la empresa es un completo caos. Parece una anarquía. Muchos rumoran que Baekhyun quiere vender la empresa a unos empresarios estadounidenses. —Comentó Yoongi. — Y últimamente ese rumor no hace más que crecer, incluso ya han llegado a los oídos de los demás inversionistas y ellos han comenzado a presentar un rechazo a las ideas de Baek, pero tratan de ser sutiles.

— ¿Él no ha dicho nada? — Inquirió el menor.

— En lo absoluto. — Negó. —Antes de viniéramos hasta aquí, escuché que él había salido de viaje hacia Norteamérica. Nadie está seguro de cuál es el objetivo de ese viaje.

— ¿No avisó a su secretaria?

— No lo sé, parece que ella no ha querido hablar. — Continuó. — Soyeon tiene planeado cerrar tu caso de desaparición lo más discretamente posible, con un resultado inconcluso. No quiere que los medios se enteren y se interpongan en su camino.

— Controlar a los medios es demasiado difícil. Si no encuentran algo, se lo inventarán. — Señaló.

— Lo sabemos, así que nos enfocaremos en retrasar la noticia. — Aclaró. — Regresaré hasta la última semana de agosto por ti. El veintinueve se llevará a cabo la reunión final donde se reunirán todos los inversionistas y votarán por el nuevo presidente de forma oficial. Es imperativo que sea ahí cuando te presentes a los demás. Aún hay varios que aún esperan por ti, así que te aconsejo que lleves estructurada una muy buena propuesta.

— No entiendo cómo es que siguen creyendo que yo lograré hacer un buen trabajo. Casi los llevo a la ruina. — Mencionó con pesar.

— Fueron tus primeros proyectos, Jungkook. Era normal que te equivocaras y cometieras errores. — Alentó. — BonHwa exageraba un poco el asunto con las pérdidas monetarias para que fueras aún más consciente de lo que tus decisiones podría llegar a provocar. Del error se aprende, del éxito no mucho.

Jungkook se quedó en silencio después de eso, sopesando las palabras que había escuchado mientras Yoongi se dirigía a su armario para sacar una pequeña maleta con todas las cosas que había traído para Jungkook.

— También me tomé la molestia de traer tu laptop. — Sacó el dispositivo de la maleta y se lo tendió al alfa, quien tomó la mochila especial en la que había sido resguardada.

— En realidad no tengo ni la menor idea de qué sería de mí sin todos ustedes. — Agradeció con una reluciente sonrisa.

— Creo que el día de hoy me has agradecido más veces que en los últimos cinco años.

— Eso no es cierto. — Negó, a lo que Yoongi levantó una ceja incrédulo. — Bueno, quizá tengas algo de razón. — Repuso. — ¿Esto no interferirá con la investigación policiaca? En las películas nunca permiten que personas externas tomen las cosas de los desaparecidos. — Levantó la tapa de su laptop y presionó el botón de encendido. Un par de minutos después solo fue necesario colocar su huella dactilar en el sensor para poder acceder a su escritorio. Todo estaba tal cual la última vez que la usó.

— Hice algunos movimientos al respecto. — rio un poco.

— Eres de lo peor, Min Yoongi. — Bromeó sin despegar sus ojos de la pantalla del aparato.

— Y aun así sigues confiando en mí. — Jungkook asintió de acuerdo, sin poder rebatirlo de ninguna manera. Podría esperarse la traición de cualquier persona, pero nunca de su mejor amigo. Yoongi lo conocía como nadie más y él lo conocía mejor que nadie. Todo movimiento resultaría con el mismo efecto que del de una espada de doble filo.


¿Qué nombre les gustaría a ustedes que Jungkook le pusiera a Luna?



MiaGarrettA

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