Era un noche plácida.

De esas noches extrañas donde, al terminar sus deberes como Señores de Pico, encontrándose en su hogar, cenar y charlar, no terminaban el día con una o más rondas de sexo.

Sólo se recostaban, uno junto al otro, y reanudaban su conversación; incluso podían mantenerse el silencio, cada uno en sus propios pensamientos, disfrutando sólo con tener a su pareja a su lado.

Esta vez se trataba del segundo caso.

Shen Jiu leía, apoyando su espalda en el pecho de Liu Qingge, quién se dedicaba alisar su cabello.

Podía sentir los dedos de Liu Qingge deslizarse con suavidad, tratar las hebras con cuidado. A Shen Jiu le gustaba ser capaz de experimentar la ternura del Dios de la Guerra; tener a tan temidas manos tratándolo con delicadeza, mimándolo sin pedírselo, amándolo con todo su ser... Shen Jiu era tan feliz por tener a Liu Qingge consigo.

Liu Qingge, por supuesto, tenía la misma opinión.

Para él, que tal hombre se permita olvidar su cara gruesa en su presencia; deshacerse de todas sus defensas; recibir tales caricias íntimas... Saber que era el único a quien Shen Jiu le permitiría esos privilegios lo enamoraba aún más.

Sin embargo, los últimos días se había percatado de algo: había un privilegio que no compartía. Exclusivo para otra persona.

O, al menos, sólo una persona se atrevía a cometer tal llamado. El resto sólo podía imaginarse a sí mismos sufriendo las consecuencias de seguir tal ejemplo.

Pero Liu Qingge no era como el resto para Shen Jiu; entonces, sí él lo intentaba, debería de estar bien, ¿no?

Las yemas a punto de pasar a la hoja siguiente se detuvieron con la pronunciación de dos palabras familiares, pero de labios de los que no deberían de salir

—Xiao Jiu.

Liu Qingge sintió el cuerpo de Shen Jiu tensarse. El silencio subsiguiente era definitivamente más pesado e incómodo del vívido diez segundo atrás.

Liu Qingge no se atrevió a respirar ahora. ¿Tan mal era ser llamado de esa forma por él?

—No me llames así...

Al parecer, sí.

Un intenso malestar se acumuló en su pecho. ¿Por qué Yue Qingyuan podía mientras que él no?

Envidia, celos dirigidos a su Líder de Secta despertaron, otra vez.

Porque sí alguien más estaba en el corazón de Shen Jiu, esa persona era, definitivamente, Yue Qingyuan.

Y estaba bien, Liu Qingge no era posesivo a tal grado que quisiera monopolizar otras relaciones de Shen Jiu.

Confiaba en Shen Jiu. Creía en el amor que le era dedicado. Se entregaba ciegamente a las palabras y momentos cariñosos entre ambos, sin dudar un instante de su veracidad.

Aún así... Saber que Shen Jiu le negaba algo, al tiempo que lo permitía a otra persona que ocupaba un lugar en su corazón, lo lastimaba un poco.

Liu Qingge no era bueno ocultando sus sentimientos. Solía ser tan obvio que era mejor ser sincero en seguida, esconderlos no serviría de nada.

—¿Por qué? ¿Por qué él puede, pero no yo?

Era innecesario aclarar quién.

Shen Jiu dió una respiración profunda antes de cerrar y bajar su libro, olvidarlo en la cómoda a su lado. Giró su cuerpo, casi sentado en el regazo de Liu Qingge.

Ambas frentes se unieron en un toque suave y delicado.

—Él es mi hermano.

Dos labios se unieron en una caricia simple y tierna.

—Tú eres mi amante.

Un sonrisa afectuosa en su rostro al pronunciar aquellas palabras.

—¿Cómo pueden ambos llamarme de la misma forma?

Un dedo pícaro recorrió la piel blanda de los labios de Liu Qingge. El roce continuo algunos segundos, burlándose de él.

—Llámame por mi nombre.

El murmullo llegó a sus oídos, siguiéndole aquella boca sobre la suya de nuevo.

Esta vez, aún cuando el beso se mantuvo dulce, el tiempo en que permanecieron unidos fue mayor.

—Me gusta cuando me llamas por mi nombre.

Cuando lo besaba, cuando poseía su cuerpo, con un simple abrazo, o una leve caricia; Shen Jiu amaba escuchar su nombre ser pronunciado por Liu Qingge.

De esa forma él podía regocijarse en sus adentros; era él a quien Liu Qingge deseaba tener a su lado, a quien le dedicaba todas esas acciones.

—Eres el único que se dirige a mí de esa forma.

Liu Qingge recordó que, en efecto, nadie tenía la fortuna de llamar a Shen Jiu sin utilizar algún honorífico de por medio.

Sólo él.

Entre ellos no se referían como "Shidi" o "Shixiong", eran sólo "Liu Qingge" y "Shen Jiu". Ni siquiera tenían apodos cariñosos.

Y, Liu Qingge reconoció, no los necesitaban.

El amor no se mide con palabras.

Los sentimientos honestos van más allá de sobrenombres tiernos.

—¿Dormimos, Liu Qingge?— preguntó.

Aunque, sin esperar la respuesta, su posición ya había cambiado a recostarse en el pecho del Señor del Pico Bai Zhan.

Liu Qingge lo atrajo más a sí mismo. Su mano libre apagando la lámpara en la habitación.

—Buenas noches, Shen Jiu.

El tema no volvió a ser mencionado en el futuro.

Agh! No sé! Los amo!

Dato curioso: muchos me piden escribir algo 79 (QiJiu), pero, ahh... lo siento, eso es imposible 😔

Me sorprendió cuando muchos pensaron que demostré atracción unilateral en la historia principal de parte de Yue a Shen Jiu. ¡Lo juro, fue completamente sin querer! ¡Hasta después me di cuenta que si podía interpretarse así!
La neta los veo sólo como hermanos 😔💔

En este fic a Yue lo veo como el hermano sobreprotector que busca que Shen Jiu tenga el mejor esposo 😍

Espera, ¿qué?...

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