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-VII-

VII- Capítulo Siete. 

Desperté temprano, me duché, me vestí con ropa deportiva, porque sería un día intenso. 

Alisté el bolso con lo necesario: pañales, dos conjuntos de cambio, crema para la pañalitis, biberón con agua, biberón vacío para preparar, dos potitos, una manta, chupones, medias, un osito colorido, mi celular, mi billetera, la bolsa del maquillaje, un chocolate, unas barritas de avena. 

Opté esa mañana por un desayuno ligero y saludable: yogurt con cereal, un té de manzanilla y mi bebida energética con un montón de componentes. Desayuné, preparé el biberón de Isabella, llevaba semanas haciendo esa rutina.

Era día sábado, no tenía que llevar a la bebé a la guardería, ni asistir a la universidad, hoy me tocaba pasar por una canastilla que mandé a hacer para mis pequeños sobrinos que nacerían en cuatro semanas. Ya estaba todo arreglado para irnos, me había vestido, había desayunado y me sentía con energía; la bebé se encontraba dormida plácidamente, no la bañé, solamente me encargué de vestirla y guardé el biberón recién hecho en la pañalera.

Manejé hasta el establecimiento donde tendría que retirar la canastilla. Obtuve la canastilla ingresándola en la parte de atrás de mi auto, debía llevársela a la futura madre. Aproveché que Isabella había despertado, le coloqué el biberón en los labios, succionó con rapidez, una vez que terminó, puse en marcha el auto y emprendí mi camino al hogar de Daniela.

Aproveché el momento para dejar a Isabella con su tía Daniela, futura madre de mellizos, dos niños vendrían en camino más pronto de lo que esperábamos. Percibí a Daniela agradecida por la canastilla que contenía: ropa, biberones, cremas, sonajeros y un mensaje de aliento para afrontar la maternidad.

Me reuní con Annelisa, juntas almorzamos, conversamos sobre los próximos exámenes, la dejé en el puerto, ella iría a visitar a su hermano que estaba en el hospital de niños.

Recibí un mensaje de mi precioso novio, me citó en una cafetería para tomar un helado, lo busqué en mi auto, luego debíamos ir a buscar a Isabella; esa noche me programé mentalmente llamar a su madre, tenía comunicación con ella casi todos los días, le enviábamos fotografías, vídeos de casi todo lo que hacíamos: comidas, baños, descanso, salidas, los pequeños hitos incluso.

-¿Sabe usted lo mucho que la amo, señorita Rodríguez?- Interrogó. Me dedicó una sonrisa más, me motivaba. Suspiré, exhalé profundamente.

-No, hace mucho no me lo recuerdas. –Seguí su broma. Me acerqué a él, le deposité un beso en la comisura de los labios, sonrió.

- Te amo, Génesis. Te amo como nunca he amado a nadie. ¡Felices cinco meses de noviazgo, mi amor! –Susurró con voz baja. Depositó una caja en la mesa, era pequeña pero muy tierna, de color rosado, junto con un chocolate, un brazalete y un collar con nuestras iniciales.

- Bebé... ¿Cómo hiciste tú esto? ¿Cómo pude ser tan boba y olvidé nuestro aniversario?- Admití apenada.

-No importa, nena... Tú, me llenas cada día con tu presencia. Alumbras mi camino, me motivas, eres una mujer realmente excepcional, luchadora, especial. No hay día que no pueda dejar de pensar en ti, no hay orgullo más grande que poder decir: -Génesis Rodríguez es mi novia. –Explicó brevemente. Mi corazón hizo un repique que jamás había sentido.

-Te amo, Matías. Me dejas sin palabras con todo lo que haces por mí. –Respondo corta ante todo lo que me ha dado. Me coloca el collar y el brazalete, luego besó mi mano. Me ofrezco a pagar el helado, porque no he hecho nada para celebrar nuestros maravillosos cinco meses siendo novios.

Pasamos a recoger a Isabella, ya bañada, vestida con la pijama, también ha tomado un biberón recientemente según Daniela. Llegamos a mi apartamento cansados, nos deleitamos con una receta que preparé viendo un vídeo, la comimos, mientras vemos una película, llamada: Crepúsculo.

Ocurrió una situación realmente mágica, aunque no me pudo parecer tierna. Me preocupaba ver llorar por mucho tiempo a Isabella, un ser tan diminuto en brazos desconocidos, el no saber cómo calmarla me agobiaba. Me metí a la ducha porque había estado expuesta a la calle por mucho tiempo, por ello debía ducharme y eliminar bacterias de mi organismo. Escuché desde la ducha el lloriqueo de Isabella, por lo tanto me apresuré a sacar rastros de jabón de mi cuerpo, debía atenderla, ir a arrullarla, calmar sus lloros desconsolados. Sin embargo, al salir de ducharme, abrigada con mi pijama, encontré a Matías en la posición más hermosa, la tenía envuelta en una manta, entre sus brazos, empezó a hacer movimientos de mecerla y en menos de lo que canta un gallo, cayó dormida. La depositó con delicadeza en la cuna, seguidamente se acercó a mí para sonreírme, depositar un beso casto en mis labios y se marchó a ducharse, también estuvo expuesto a la calle mucho tiempo.

Por la noche nada más cálido que sentir el calor de la persona que amas, escuchar en su pecho caliente su corazón latir despacio, mirarle a los ojos, escuchar sus respiraciones unidas y dormirte en sus brazos sabiendo que te cuidará, protegerá tus sueños como un ángel guardián.

.-.

La emoción se instaló en mi vida desde hace siete días, porque ya viene una fecha especial, se trata del Baby Shower de Daniela, lo preparé con sus amigas de la universidad. Eliana no podría venir, se encontraba de segunda luna de miel con Noah, todavía Isabella estaba a mi cuidado, seguía en mi vida, era un angelito, ni lloraba. Los primeros meses, aunque necesitaba del calor de sus padres, los pasó conmigo, su madre la visitaba tres veces por mes.

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La mañana del Baby Shower se avecinaba, tarde o temprano lo celebraríamos. La pequeña Isabella lloraba a todo pulmón, sacándome de mi sueño. La tomé en brazos, la arrullé y una vez calmada, me encaminé a bañarla, vestirla con un conjunto totalmente rosa, le calenté el biberón, lo succionó con mucha rapidez y volvió a dormir. Aproveché el tiempo para ducharme, peinarme con un trenzado francés, vestirme con un vestido rojo especial para el día

Preparé mi desayuno: un sándwich, un vaso de jugo de manzana y mi famoso té de manzanilla, no podía faltar para relajarme en la mañana.

Redacté un mensaje de buenos días para mi feliz novio, seguidamente lo envíe. Sonriente continué mi camino para preparar la pañalera de Isabella, nos debíamos ir mucho tiempo antes del comienzo de la fiesta, debía asegurarme que todo marchara de maravilla.

<< ¡Buen día, dormilón! Nos vemos en la casa de Daniela, a las 10:00 am. Te amo, xoxo... príncipe. >> Génesis 07:08 am.

Una vez lista la pañalera de la princesa, me aseguré de que no estuviese sucio su pañal, la tomé en brazos, busqué la pañalera, mi bolso con ropa de repuesto, mi celular, mis llaves de casa y mis llaves del auto, posteriormente salí de casa, aseguré a la bebé en su asiento, rogué al cielo que no se despertara en el camino, porque sería una odisea.

Manejé a la casa de Daniela, escuchando música clásica, todo por mantener tranquila a la bebé. Una vez en casa de Daniela, gracias a Dios todo se encontraba decorado, ella muy feliz, llevaba una camiseta corta que daba una vista de su pancita redondilla y grande.

Recibí un mensaje de Matías, sonreí sólo sabiendo su nombre:

<< ¡Buen día, mi amor! Nos vemos, xoxo... princesa >> Matías. 08:45 am.

El baby shower se comenzó desarrollando muy bien, los animadores súper buenos porque las invitadas eran chicas, junto con sus esposos hacían un dúo dinámico.

-¡Buenas, buenas! –Exclamó Matías, haciendo que todas las miradas se dirigieran a él. Sonreí cuando lo miré, nuestras miradas se sincronizaron, mi corazón se flechó. Esperé ansiosa hasta que se acercó a mí, depositó un beso en mis labios, lo abracé.

- Hola mi vida. –Susurré.

- ¿Isabella dónde está?-Interrogó. Buscó a la bebé entre toda la multitud, pero no la encontró, pues ella descansaba en una habitación.

- Está descansando en la habitación de Daniela, amor. – Respondí su duda.

Celebramos, jugamos, había mesas de dulces, la mayoría de las chicas invitadas eran amigas de Daniela que conoció en las clases de pre-parto, yoga, consultas de obstetricia, ecografías.

Isabella despertó cuando íbamos a cortar el pastel, por lo tanto se disfrutó el momento de feliz cumpleaños. La fiesta se terminó a las cinco de la tarde, una celebración bastante completa y extensa, el cansancio era bastante, pero la emoción y la sonrisa que Daniela tenía era mayor, era un combustible fuerte; además le mencioné que si me necesitaba y sentía los supuestos, dolores de parto me llamara, cuando fuese, no importaba el momento, quería estar allí. 

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