—¿¡Que hiciste qué!? —Pronuncia con cierta irritación que no me pasa desapercibida.

—Yo...—Comencé con duda, se que se viene un buen regaño de su parte. —No me hagas repetirlo, por favor.

—Es que yo lo sabía, lo sabía ¡joder! —Exclama molesta, muy molesta. — Nunca aprendes, y luego me dices que no es sólo por el sexo. —Se levanta del sofá y se posiciona en frente mío. — Como no quieres que piense que solo estás con él por el sexo cuando todos sus problemas lo solucionan así... ¡Con sexo!.

—Solo pasó y yá. —Respondo evitando a como dé lugar encontrarme con su mirada afierada. Me sentía como la típica adolecente recibiendo un regaño de sus padres. — Yo solo había ido a buscar mis pertenencias y... —Me interrumpió.

—Ya, no quiero que me cuentes, en serio, me resulta asqueroso. —Sus palabras me lastimaron, se que está molesta porque se preocupa por mí, pero me duele, estoy acostumbrada a contarle todo y que ella esté ahí para mí... Escuchandome. —Solo dime que fué solo sexo, solo dime que no volvieron, solo dime que no volviste a caer en sus mentiras, sus engaños... Sus manipulaciones. —Suplica tomandome de las manos y haciendo que me ponga de pie.

—Realmente no lo sé. —me safo delicadamente de su agarre y llevo ambas manos a mi rostro restregandolo con frustración, yo misma falté a mi palabra, me prometí que ésta vez sería diferente y fallé, me fallé a mí misma lo cual se siente peor que fallarle a cualquier otra persona. —Realmente no acordamos nada, cuando desperté él ya no estaba, solo me limité a asearme e irme para mi casa.

—¿Y Jimin? ¿Que piensas hacer con él? Hasta donde tengo entendido le prometiste un café.

—¿Como supiste eso? —Hizo una mueca y se encogió de hombros

—Hoseok. El y Jimin son mejores amigos, se lo cuentan todo. —Suelta una risita irónica. —¿Sabes que es lo más ridículo de todo? —Pregunta sin borrar esa sonrisa hiriente de su boca. —En cuanto terminaron de mensajearse Jimin corrió a donde estabamos a contarnos que tenían una cita. —El sentimiento de culpa me aborda, si lo que quiere es hacerme sentir mal lo está logrando. —Su sonrisa era tan radiante, parecía un niño chiquito al que le acababan de dar el mejor juguete del mundo...

—Basta. —La detengo. Mis ojos habían comenzado a aguarse. Ya estaba lo suficientemente molesta conmigo misma como para que ella siguiera metiendo más culpa. —Por favor, no sigas. —Suplico. —Ya me siento culpable, no me hagas sentir peor.

—No te estoy haciendo sentir mal. —Recrimina. Pude ver como su rostro se ablandaba un poco. —Sería incapaz de lastimarte por muy crudas que estén saliendo mis palabras. —Suspira llevándose las manos a sus sienes. —Solo quiero que entres en razón, lo que ustedes sienten no es amor, lo que dices sentir por él no es más que dependencia, una dependencia que no te hace ningún bien.

<¿Por qué nadie lo entiende? ¿Por qué no entienden que nos amamos? A nuestra forma, pero lo hacemos. ¿¡Por qué no entienden que aunque nos peliemos, a su lado soy malditamente feliz!?>

—Antes de que me recrimines y refutes mis palabras quiero hacerte una propuesta. —La miro inquisitiva, curiosa y expectante, si algo caracteriza a Mía, es lo ocurrente que puede llegar a ser. —¿Por qué no te tomas tres meses? Miralo desde el punto de vista de unas vacaciones, dale una oportunidad a Jimin, él es el tipo de chico que te hace falta, dale una oportunidad. —Pasa una mano por mi mejilla para luego envolverme en un cálido abrazo. —Date una oportunidad a tí misma... Mereces ser feliz cariño.

<Ella tiene razón, siempre la tiene, aunque lo ame con la vida y sea feliz, ésta no es la vida que quiero para mí en un futuro> ¡Vamos lía! —Me doy ánimos a mí misma. — <No puedes vivir toda la vida aguantando gritos, maltratos y humillaciones> Solo serán tres meses... Solo tres.

Es ahora o nunca.

—Está bién.