Fuera de peligro
El sonido de aquella máquina era demasiado desesperante, pero irónicamente me daba tranquilidad. Aquella maquina registraba los latidos de su corazón, y mientras su corazón siguiera latiendo, todo estaba bien. Aun había esperanza para él. Para nosotros. Cada noche me preguntaba: ¿cómo fue que llegamos hasta aquí? Todo había pasado tan rápido, en un simple abrir y cerrar de ojos, aunque reflexionando sobre esto, me di cuenta de que era el resultado de errores y problemas que habíamos estado acarreando desde hace ya un par de meses. Nos habíamos adentrado en el bosque oscuro y tenebroso y ahora no encontrábamos la salida.
Aun despertaba, cada noche, sobresaltada al revivir el terrible accidente que habíamos tenido hace como dos meses atrás. Cerraba los ojos y aun podía ver el rostro ensangrentado de Tom. Era un pesadilla que, aun que abriera lo ojos, no se terminaba. Esa pesadilla era mi realidad. Lo más difícil de todo esto, era saber que todo había sido mi culpa. Y aquí estaba yo, solo con algunos rasguños, una excelente recuperación de solo unas semanas. Los rescatistas decían que habían encontrado su cuerpo sobre el mío, protegiéndome, por eso yo casi no había sufrido ningún daño. Era horrible estar aquí y que él estuviera inducido en aquel coma, porque ni siquiera podía disculparme con él. No importaba cuantos "lo siento" le susurrara al oído, los médicos me decían que él no podía oírme.
Cerré los ojos para intentar contener las lágrimas que querían escapar. Había estado llorando por días y no me hacía bien llorar demasiado, no al menos en mi estado. Además, llorar no lo iba a despertar.
— ¡No puedo creerlo, Stella! —me gritó y golpeo el volante con furia.
—Tom—murmuré su nombre—, cálmate.
— ¿Cómo puedes pedirme que me calme? —Cálmate—repitió lo que le dije— ¡Me lo habías prometido!
—Lo sé, pero...
— ¡No hay ningún pero que valga! ¡Me mentiste!
— ¡No!
— ¿Todavía tienes el descaro de mentirme? ¡Por todos los cielos, Stella! ¡Yo te vi!
—No es como tú crees—sentía que las lágrimas estaban surcando mis mejillas.
— ¿Lo amas? —el dolor en su voz fue demasiado palpable.
—Yo...
Tom volteo a verme por un momento, suplicando que no le mintiera. Sabía la respuesta, mi corazón sabía la respuesta a esa pregunta. Abrí mis labios para responder, pero un destello me hizo entrecerrar los ojos. ¡Un auto venía directo hacia nosotros!
— ¡Cuidado! —grité, pero fue demasiado tarde, el auto se estrelló contra nosotros y todo se volvió oscuro.
Desperté sobresaltada y empapada en sudor. Dirigí mi vista, rápidamente, hacia Tom y acaricié su mano. Él era la víctima en todo, los únicos culpables éramos aquel conductor ebrio y yo.
Un suave golpe en la puerta llamó mi atención, la señora Hiddleston entró a la habitación y me regaló una cálida sonrisa.
— ¿Cómo está? —preguntó mientras cerraba la puerta detrás de ella.
Hice una mueca y miré a Tom.
—No ha habido cambios—susurré con pena.
Ella suspiró y miró a su hijo con tristeza. Me dolió demasiado el corazón.
—Ve a descansar, cariño.
Hice una mueca y me levante del sofá. Aun no me creía que ella siguiera siendo tan amable conmigo.
—Lo siento—susurré.
—Olvídalo ya.
Me sonrió con una infinita ternura maternal, algo muy característico en ella. Dejé un beso en la frente de Tom y me quedé por un momento ahí, acariciando su frente con mis labios.
—Te amo—susurré.
Era una noche bastante fresca en Londres. Me aferré a mi gabardina mientras esperaba al taxi que había pedido.
—Stella—mi estómago se revolvió al escuchar aquella voz, lo había estado evitando y aquí estaba. Para mi suerte, el taxi llegó. Abrí la puerta para lanzarme dentro de este— ¡Espera! —me alcanzó y me tomó del brazo.
—Suéltame, Robert—tiré para que dejara ir.
—Tenemos que hablar.
—Yo no tengo nada que decirte.
— ¿Sabía que ese bebé puede ser mío?
Tiré con fuerza de mi brazo y él me soltó. Por primera vez lo volví a ver a los ojos para confrontarlo.
—No hablas de él como si se hubiera muerto—sentí que mis ojos ardieron por las lágrimas.
—Ya sé el diagnostico que han dado los médicos.
—Me importa un bledo—escupí.
— ¿Le dijiste lo del bebé?
—Tengo tres meses, lo que pasó fue hace menos de mes y medio.
Pude ver la decepción en sus ojos, pero me importó en lo más mínimo. Lo que había pasado entre nosotros fue un error. Yo había estado molesta con Tom. Mi "mejor amigo" había estado ahí para, supuestamente, apoyarme. Nos pasamos de copas y pasó lo que no debía de pasar.
—No me vuelvas a buscar.
Sin más subí al taxi deseando no volver a verlo jamás.
Llegué al hospital temprano, como cada día desde aquel accidente. Lo diferente, a comparación de todos los días, es que la señora Hiddleston estaba fuera de la habitación de Tom. Apresuré mi paso para llegar hasta ella y la escuché sollozar. No. Maldición. No.
— ¿Qué pasó? —pregunte con el corazón en la boca. Ella simplemente negaba con la cabeza mientras lloraba más. Se lanzó a mis brazos y yo la sostuve. Nunca en mi vida tuve tanto miedo— Por favor, ¿qué pasó?
La puerta se abrió y por ella salieron el doctor que atendía a Tom junto con su equipo. Las caras en su rostro hicieron que todo mi mundo se comenzara a caer a pedazos. No. No podía ser cierto.
—Lo siento—dijo el médico—, lo hemos perdido.
—No. ¡No!
En ese instante sentí que mis piernas temblaron pidiendo caer al suelo. Podía sentir una terrible oscuridad que me asfixiaba. No importaba si respiraba profundo, el aire no era suficiente. En ese momento todo pasó en cámara lenta. La señora Hiddleston me soltó para hablar con el doctor y pedir una explicación. Yo me giré y entré a la habitación. Tenía que verlo con mis propios ojos. Mis pasos eran pesados y algo moría dentro de mí con cada paso que daba para acercarme.
Cuando llegué a la cama de Tom y lo vi, no lo resistí más. Caí de rodillas, pegué mi frente en el colchón mientras mi alma se vaciaba en lágrimas. Mi mano buscó la suya y al encontrarla se aferró a ella con fuerza. Su mano comenzaba perder el calor y sentía que mi propia vida se iba con ese calor. Una parte de mi corazón estaba muriendo con el suyo.
—Perdóname—murmuré ahogándome en mis lágrimas—. Confiaste en mí y te fallé. Ya ni siquiera tuve tiempo de decirlo, pero... te amo.
Solté su mano para colocar mis brazos en el colchón y esconder mi rostro en aquel hueco para llorar. Sentí que alguien había comenzado a acariciar mi cabello. La señora Hiddleston había perdido a su hijo, todo por mi culpa y aun así me consolaba. No lo merecía.
—Stella—murmuró una voz ronca, alcé ligeramente la cabeza y parpadeé deteniendo mi llanto—, también te amo.
No podía ser cierto.
— ¿Tom? —me levanté rápidamente y lo miré. Ahí estaba él, sonriendo como si no acabara de regresar de la muerte— ¡Tom! —me lancé a sus brazos sintiendo como toda la oscuridad se disipaba.
¿Al fin estábamos fuera de peligro?
Un año después
Es gracioso como después de un tiempo miras hacia atrás y todo aquel periodo de oscuridad que pasaste hoy se vuelve nada. La oscuridad solo eran árboles que bloqueaba la luz, pero al final, la luz del sol se había vuelto tan intensa que ya no había espacio para la oscuridad.
Recosté a mi pequeño Jaime en su cuna y dejé un beso en su frente.
— ¿Puedes creerlo? —escuché la voz de Tom a mis espalda. Me giré y lo vi recargado en el marco de la puerta. Me acerqué a él y acaricié aquella cicatriz que había dejado el accidente— Veinte puntos y una habitación de hospital fue lo que necesitamos para darnos cuenta de que...—lo interrumpí.
—De que lo nuestro, a pesar de los problemas, es para siempre.
—Aunque estemos en peligro, siempreencontraremos la calma el uno en el otro.
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