Eres mi milagro
Los recuerdos eran una constante tortura dentro de mi mente y quería arrancarme el cerebro para poder olvidar cada uno de esos malditos momentos que había vivido con ella y ahora me sabían amargos en la boca.
Deseaba olvidarlos... deseaba olvidarla.
Pero no importaba cuanto luchara por arrancarme cada recuerdo, aun así quedaría el intenso dolor en mi pecho y ese vacío que indicaba que antes ella había estado ahí llenando cada centímetro de mi alma y de mi ser.
Ahora ella se había ido dejándome sin nada. Solo era un caparazón vacío. Había sido vida y ahora solo veía muerte. La oscuridad se había tragado a la luz y caminaba por la vida sin ningún propósito.
El dolor asfixia, el silencio me ensordece, aquello que era felicidad hoy me provoca una enorme pena.
Le había dado mi corazón y se fue con este en la mano, no quería, no lo necesitaba, pero aun así se lo llevo, como quien reclama un trofeo de una simple victoria más y el perdedor se ha quedado atrás, añorando lo que pudo haber sido y nunca podrá ser, viviendo de viejos sueños que han muerto en el momento en que la vi cruzar la puerta de nuestro apartamento.
A veces el dolor puede ser tan fuerte y tan atronador que lo único que queremos es callarlo, silenciarlo... hacer que termine de una vez por todas.
Y en ocasiones la muerte parece ser el único buen remedio. Un remanso de paz para mi tormenta interna, el silencio para el ensordecedor dolor de mi corazón.
Sin detenerme a pensarlo dos veces, me acerqué a la orilla del puente y contemplé como los autos pasaban a toda velocidad. Si la caída no terminaba matándome lo más probable es que un automóvil lo hiciera.
Mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón y lo saqué.
"Tom, ¿dónde estás? Chris me dijo que anoche le dijiste cosas que... no importa. Ven aquí ahora, necesitamos hablar."
Ignoré el mensaje de Luke, mi representante, y apagué el móvil para que nadie más interrumpiera. No iban a impedir que siguiera adelante con mis planes.
Negué con la cabeza al sentir una ola devastadora de recuerdos sacudir mi mente y atravesar mi corazón con punzantes cuchillos que se encargaban de hacerme desangrar desde adentro.
Soy Tom Hiddleston, un actor cuya fama solo sigue creciendo y creciendo, uno de los hombres más exitosos del momento. Según el mundo yo debería ser un hombre feliz ya que lo tenía todo, pero mi corazón se sentía vacío porque con el paso del tiempo me había dado cuenta de una sola cosa. Si uno no tiene amor en su vida, no tiene nada.
Apreté con todas mis fuerzas el barandal hasta el punto de notar que mi piel se tornaba blanquecina.
Mi dolor terminaba hoy.
Aquí y ahora.
Cerré los ojos despidiéndome de mi familia y dejé escapar el aire por mi boca con mucha suavidad mientras comenzaba a inclinarme sobre el barandal dejando que fuera la gravedad quien me llevara hasta mi dulce muerte.
—Es una vista bellísima, ¿verdad?
Me detuve de golpe al escuchar aquella voz femenina tan dulce y llena de una paz que... yo no poseía en aquel momento. Abrí los ojos de golpe y me giré para encontrarme con la persona que había interrumpido el alivio de mi alma.
Me sorprendió demasiado encontrarme con una hermosa chica con los codos recargados sobre el barandal observando el horizonte como si fuera la primera vez que lo veía. En aquellos ojos castaños brillaba algo que me hizo estremecer.
¿Cómo había llegado ella hasta aquí?
Me enderecé sintiéndome avergonzado por lo que había estado a punto de hacer. Ni siquiera sabía por qué. Estaba tan decidido hace tan solo un par de minutos, llega esta hermosa castaña y hace que algo dentro de mí supliqué por un poco más de vida.
Miré al horizonte tal como ella lo estaba haciendo y la hermosura del atardecer me golpeo de una forma tan brutal que me trajo a la realidad. La belleza de algo tan celestial y común me hizo sentir que algo nuevo comenzaba a brotar en mi interior, no estaba seguro de lo que era pero me estaba conmoviendo hasta las lágrimas.
—Tienes razón—murmuré con un nudo en la garganta—. Esto es demasiado bello.
La chica suspiró tan llena de anhelo, esperanza y... sueños.
— ¿Sabe? Son las cosas así que me recuerdan que...—se quedó callada un minuto observando como el sol se ocultaba el horizonte como un niño mirando con anhelo su regalo de navidad—a pesar del dolor y de la oscuridad que podamos llegar a sentir siempre hay esperanza.
Fruncí el ceño.
¿Por qué me estaba diciendo todo esto?
De alguna manera me estaba sintiendo desnudo ante esta extraña que... parecía leer y ver mi alma adolorida y atormentada.
Ella se giró y soltó un suave jadeo totalmente sorprendida. Agachó el rostro con timidez, pero aun así pude notar como sus mejillas se tornaban rojizas por el ligero rubor que le adornaban de una forma bastante femenina.
—Perdóneme. Debe ser algo muy incómodo que una extraña le esté compartiendo su ideología o filosofía.
Sentí un golpe en el pecho, como si un rayo me hubiera atravesado sacudiéndome por competo y dándome un electroshock para devolverme a la vida haciendo que mi corazón comenzara a latir a toda velocidad como nunca antes lo había hecho.
Admiré a la mujer frente a mí sintiendo como aquel vacío se esfumaba con esa dulce sonrisa que ella me estaba regalando. Ella estaba dándome un nuevo aliento de vida.
Esa chica era la mano amiga que tanto había estado buscando y no sabía que necesitaba.
—Para nada—le ofrecí la primera de mis sonrisas en meses—. Me alegra saber que un hay personas que sean capaces de ver el lado positivo de la vida.
Ella me miró con una fascinación y su sonrisa solo se hizo más amplia, iluminando de aquella manera cada oscuro rincón de mi pobre alma.
—Gracias, creo—murmuró apenada—. Sé que a veces es difícil concentrarnos, pero gracias a Dios, hay cosas que nos recuerdan ese lado bueno de la vida. Tú decides si quieres ver solo la oscuridad o dar un par de pasos hacia la luz y dejar que te llene.
—Estoy de acuerdo, por cierto—le extendí mi mano—me llamó Tom Hiddleston.
Ella tomó mi mano con firmeza y la estrechó.
—Allison, encantada de conocerte, Tom.
— ¿Te gustaría ir por un helado?
—Me encantaría.
Un año después
Sentí que alguien llegaba a mis espaldas, pero antes de girarme y poder mirar hacia atrás un par de delicadas manos me cubrieron los ojos. No pude hacer otra cosa más que reír. No tenía duda de quién era, su musical risa la delataba.
—Adivina quine soy.
Mi estómago dio un vuelto en mi abdomen al escuchar la voz de Allison, esa dulce y tierna voz que desde el primer momento en que la conocí me llenó de una paz abrumadora y sanadora.
Sonreí y le acaricié el dorso de sus manos sintiendo sus delgados dedos. Bajé sus manos para llevarlas a mis labios y besarla. Maldición, su piel siempre olía de maravilla.
—Hola, amor.
Me giré para verla a los ojos y la abracé por la cintura, en su lugar ella me abrazó por el cuello mientras me miraba con unos ojos tan dulces y soñadores y una sonrisa que me confirmaba lo feliz que ella era.
Sin poder resistir un segundo más dejé un suave beso en sus labios. Un beso que ella no dudó en corresponder y me llenó.
— ¿Sabes qué día es hoy?
Tenía una sonrisa traviesa en los labios mientras me acariciaba la mejilla con el dorso de su mano. Por mi parte trazaba círculos con mis pulgares en su cintura.
— ¿Cómo olvidarlo? El día en que salvaste mi vida.
Ella frunció un poco el ceño mientras me miraba con total confusión.
— ¿Que?
Nunca, en todo este tiempo que habíamos estado juntos, le conté lo que había estado a punto de hacer en ese puente el día que nos conocimos. Era el momento de que ella supiera lo que había hecho por mí.
Sabía lo que había pasado con mi antigua novia, también sabía lo mal que lo había pasado, pero no tenía idea de que había estado al borde del suicidio, literalmente, hasta que ella llegó y cambió todo. Continuaba cambiando todo con el paso de los días.
Al terminar mi relato, de lo que había acontecido hace ya un año, ambos terminamos con lágrimas en los ojos y ella me besó con todo su infinito amor haciéndome estremecer por dentro.
—Eresmi milagro, Allison.
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