Él me miraba con un profundo amor que hacia mis piernas temblar. Sus ojos azules me penetraban el alma descubriendo hasta el rincón más escondido de esta. Algo dentro de mí me decía que él era para mí.

—Oh, Tom—acaricié su mejilla con dulzura—. No me dejes.

—Alejandra.

— ¿Sí?

— ¡Alejandra!

Fruncí el ceño.

¿Por qué la voz de Tom se escucha como la de mi mamá?

— ¿Tom?

— ¡Alejandra ya levántate!

Mi sueño se evaporo como un espejismo mientras parpadeaba intentando acostumbrar mis ojos a la luz.

Gemí al darme cuenta de que había estado soñando, así que solo tiré de la sabana para cubrirme completamente con ella. Me giré para volver a dormir y soñar de nuevo con Tom Hiddleston.

— ¡Alejandra! ¡Vas a llegar tarde a la escuela!

Gruñí mientras apretaba la sabana.

— ¡Estoy despierta!

Empujé con la sabana con mis pies mientras me quejaba y gimoteaba al levantarme de mi cama. Me despedí silenciosamente del Tom de mis sueños. Tal vez en la noche volviera a soñar con él.

Primer día de escuela.

Es mi último año en preparatoria y solo estoy deseando salir para ir a estudiar a Londres y así conocer al amor de mi vida o, mejor dicho, que él me conozca a mí.

— ¡Ale!

Me detuve al escuchar a mi mejor amiga llamarme y le di la que podía ser mi mejor sonrisa a las 7:30 am. Ella me saludó con un fuerte abrazo.

—Hola, Mari.

— ¿Qué crees? Yolanda me mandó un WhatsApp anoche y me dijo que su tía despidió al maestro de inglés.

Alcé mis cejas, algo sorprendida por la noticia. Era una verdadera perder a una maestro a estas alturas, ya nos habíamos acostumbrado por años a este maestro y ahora nuestro último año iba a depender de uno nuevo al cual tendríamos que adaptarnos.

— ¿Mr. John? ¿Por qué?

—La mamá de Yolanda los descubrió juntos.

Estas son la clase de noticias que ameritan una bebida para poder escupirla.

— ¿Qué? ¡Se llevan como veinte años! No juegues.

—Estoy hablando enserio, pero ya tenemos nuevo maestro ¡y es de Londres! Ojalá sea guapo.

Le di un golpe con mi codo para despertarla de su sueño.

—No seas sucia, Mari. Es el maestro, hay que respetarlo.

Ella puso los ojos en blanco para después mirarme con fastidio.

—A veces eres tan puritana.

— ¿Cómo te puede emocionar un señor?

—Por favor, ¡a ti te gusta Tom Hiddleston!

Me crucé de brazos.

—Es diferente, él no parece tan... mayor.

—No evita que lo sea.

Le di un golpe en el brazo para hacerla callar.

—Basta, solo será un profesor y habrá que respetarlo.

Las horas entre clase y clase pasaron y el rumor de que había un nuevo maestro se corrió a lo largo de la mañana, pero nadie lo había visto aún. A nuestro grupo le tocaba su primera clase con él, así que nosotros seríamos los primeros que él iba a conocer y que lo iban a conocer a él.

La hora de inglés llegó y todo el salón estaba ansioso por la llegada del nuevo maestro.

—Goodmorning, students (Buenos días, estudiantes) —saludó el profesor al entrar. Mi corazón se detuvo al verlo y mi piel se erizo ante aquel acento inglés—. My name is Thomas Hiddleston, but please call me Mr. Hiddleston. (Mi nombre es Thomas Hiddleston, pero por favor llámenme Señor Hiddleston).

Trágame.

Tierra.

Sentí que todo el mundo a mí alrededor se volvía negro y no supe más de mí.

— ¿Miss? ¿Señorita?

—Oh, Tom—murmuré entre sueños—. Estas aquí.

—Señorita, claro que estoy aquí, soy el profesor, ¿se encuentra usted bien?

— ¿Pro-profesor?

Abrí los ojos de golpe y jadee al ver el rostro de Tom Hiddleston ante mí. Tragué saliva al darme cuenta de lo cerca que él estaba. ¿A caso iba a besarme? ¡Sí, Tom! ¡Bésame!

Cerré los ojos esperando el beso de Tom.

—Are you ok, miss? (¿Se encuentra bien, señorita?)

Parpadeé un par de veces para hacer reaccionar a mi cerebro.

Voltee a todos lados y vi la mirada mis compañeros curiosos. No puede ser. Esto no era un sueño.

Miré a Tom y sentí unas terribles ganas de llorar, pero me tragué mi llanto.

—Yes, I'm ok, Mr. —tragué saliva—Hiddleston. Thanks. (Sí, estoy bien señor Hiddleston. Gracias).

Él me sonrió de esa manera tan única que él tenía y mi estómago dio vueltas. Tom se levantó y me ofreció su mano para ayudarme a levantarme del suelo. Con timidez tomé su mano y casi me volvía a desmayar, pero junte todo de mí para no hacerlo.

—You scared me. (Me asustó)

—Sorry. (Lo siento)

Mis mejillas se sonrojaron y bajé la mirada.

—Don't worry. (No se preocupe)

Él me dio unas palmaditas en el hombro y cuando él se giró solo me dejé caer en mi asiento mientras el... profesor comenzaba con su clase.

Dios, ¿Por qué tiene que pasarme esto?

—Oye, Ale, ¿Qué habías dicho? —Preguntó mi amiga susurrando sobre mi hombro—. Debemos respetar al maestro Hiddleston.

—Calla.

Gruñí mientras soltaba una retahíla demaldiciones en mi mente.