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El hombre casi perfecto (Pt. 2)

EL AMOR DUELE

"Me acuerdo que dolía. Mirarlo dolía..."

Siento una mano que me estruja el corazón cada vez que veo a Tom abrazando a Taylor.

— ¿Es normal que duela tanto? —le pregunté a Alexis, quien estaba sentada a mi lado tomando el sol.

—El amor duele, nena. Duele tanto que hasta mata—suspiró con algo de dramatismo, si intentaba hacerme sentir mejor no lo estaba logrando—. Pero es cuando sabes que el amor es verdadero.

—No la ha soltado y ella no deja de enrollársele como una... como una...—sentía algo dentro de mí que bullía y hacía que se me retorciera el estómago.

— ¿Víbora? —preguntó Alexis mientras alzaba una de sus perfectas cejas.

—Sí—murmuré mientras me cruzaba de brazos.

—Es obvio que ella se comporte de ese modo—dijo mientras se aplicaba más bronceador. Y ahí iba de nuevo. Alexis y su lado de psicóloga—. Ella esta celosa de ti. Como mujeres sabemos cuándo un hombre está enamorado de otra y que si esa otra le hace la más mínima señal, así—chasqueó los dedos—lo perdemos. ¡Ha tenido siete novios! Es una experta en la materia masculina.

—Calla, te puede oír—dije mientras le lanzaba mi sandalia.

—Oye—la esquivó por muy poco y guardó su bloqueador en su bolso de playa—, es verdad. Si una mujer sabe de hombres debe de ser ella, pero la odio por salir con mi bebé Calvin Harris—le di un golpe en el brazo—. Oh, y por salir con tu Tom—gemí con exasperación. Alexis y su enorme boca—. Además, ¿qué onda con esa playera? —Vi como fruncía todo su rostro en una mueca de asco y disgusto—. Es como si le meara encima o algo así.

Volví a ver a la feliz pareja que jugaba en el mar y suspiré con pesadez. Miré la playera que Tom llevaba e hice una mueca. Era demasiado ridículo, incluso para Tom. Sabía cómo era él, demasiado romántico, pero eso... no era ser romántico. Definitivamente no. Tuve que apartar mi mirada, no soportaba verlo idiotizado por aquella mujer.

—Oh mira, la pareja feliz al fin sale del agua—dijo Alexis—. Justo antes de que terminara de vomitar mi comida.

Rápidamente volví a girar mi cabeza. Tom y Taylor salían del agua. Lo sorprendente de todo era que Taylor se había ido hacía otro lado, donde ella y Tom habían dejado sus cosas, y Tom venía hacía nosotras. Mi corazón comenzó a acelerarse. Podía sentir la mirada de Tom aun atreves de sus lentes de sol, sabía, sentía que me estaba viendo a mí y solo a mí.

— ¿Dónde están las chicas más guapas de la playa? —preguntó Tom mientras se quitaba los lentes de sol.

—Pues es obvio que aquí no—dijo Alexis bajándose los lentes y viendo a Tom con molestia—, porque no te habías aparecido por aquí hasta que el pulpo te soltó.

Trágame. Tierra.

Mátenme.

Yo solo deseaba que la tierra me tragara ahí mismo de la vergüenza. Tom lo único que hizo fue reír ante el comentario de mi mejor amiga.

—Sí, yo...—carraspeo un poco—. Lo siento.

Tom en ningún momento despegó su mirada de mí y yo sentía mis mejillas ponerse rojas.

—Voy por una cerveza—dijo Alexis a la vez que se levantaba de su silla.

Mi mejor amiga se alejó contoneando las caderas mientras me dejaba a solas para hablar con Tom. La verdad no podía evitar sentirme nerviosa, temía que con una sola mirada él descubriera mis sentimientos.

Tom se quitó la espantosa playera de tirantes y yo tuve que aparar la mirada al sentir el calor subir por mi rostro. Mi mejor amigo. El chico del cual estaba enamorada, estaba semi desnudo frente a mí. Un vocecilla me decía que volteara, que algo natural ya que nos encontrábamos en la playa, pero no podía.

Lo sentí sentarse a mi lado y vi como esa playera tan ridícula quedaba en la silla en la que minutos antes Alexis había estado sentada. En ese momento había dos cosas buenas, Tom se había quitado esa playera que lastimaba la vista y la otra era que tenía su pecho de dios griego al descubierto, pero no podía permitirme verlo, simplemente porque ya no lo veía como antes.

Maldición. Era una terrible tortura tenerlo a mi lado. Su presencia dolía y me calaba en el alma. Podía sentirlo. Sin tener que voltear sabía que él estaba ahí. Cada movimiento que él hacía me calaba en el alma y en el corazón. Lo miré de reojo y él ya me estaba mirando desde hace un buen rato. Tenía tantas ganas de gritarle que le amaba, tanto que hasta me dolía el pecho. Esa dulce mirada que gritaba "te amo" me taladraba el corazón. Me dolían sus sonrisas cuando compartíamos una broma privada. Me dolían aquellos besos que morían en mi mejilla. Me dolían sus carías que quemaban mi piel.

Y todo aquello me dolía porque sabía, muy dentro de mí, que jamás sería mío.

— ¿Zoe? —La voz de Tom me sacó de mis pensamientos—, ¿estás bien, gatita?

Me esforcé por tragarme todo lo que estaba sintiendo y le regalé una cálida sonrisa.

—Tranquilo, estoy bien.

—Estabas algo ausente.

—El ausente eres tú—le di un codazo juguetón y ambos reímos.

—Lo sé, lo sé—suspiró con pesadez—. Lo siento mucho.

Me rodeo con su brazo por lo hombros y yo no pude evitar estremecerme al sentir su piel desnuda contra la mía. Maldición. ¿Estaba haciendo más calor o soy yo?

—Entiendo—me encogí de hombros para restarle importancia—, la amas.

—Ah... sí—dijo con una mueca en los labios. ¿Aquello había sido duda?

Ambos nos quedamos en silencio por un momento y ninguno de los dos se movió. Sentía el dedo índice de Tom acariciar mi hombro desnudo. Mi corazón se aceleró y rogué al cielo porque él no lo escuchara. Sentía como quemaba demasiado aquel punto donde él me estaba tocando. Dios. Me voy a morir. Oh. Maldición. Su tacto es demasiado tortuoso. Tenía que confesarle mis sentimientos. Sentía que todas las cosas que quería decirle se amontonaban por salir a borbotones por mi boca. Era ahora o nunca. Tenía que decirle a Tom que lo amo.

—Tengo que decirte algo—dijimos al mismo tiempo y reímos con nerviosismo—. No, tú primero—volvimos a reír—. No tú.

Tom tapó mi boca con su mano y no pude evitar reír mientras él me miraba intentando contener una carcajada.

—Por favor, gatita, tú primero—con suavidad Tom apartó mis labios y sentía como estos ardían por su solo tacto.

—Bien—cerré los ojos para concentrarme y pensar bien que es lo primero que iba a decir—. Tom, yo...

— ¡Aquí están! —exclamó Taylor llegando de la nada con una enorme (y falsa) sonrisa. Tom apartó rápidamente de mí y me estremecí al sentir un terrible frío en la parte donde había estado su brazo. Taylor se sentó al lado de Tom y lo abrazó por el cuello—. Bebé, ¿ya le constaste a Zoe?

—Aun no—dijo Tom entre dientes y con la mandíbula tan apretada que vi cómo le palpitaba el musculo.

— ¿Decirme que? —pregunté.

— ¡Nos vamos a casar! —chilló la rubia con emoción y me enseñó su anillo de compromiso.

Sentí como si alguien me hubiera arrancado el corazón de un solo tajo, lo masticó, escupió en la arena y bailó sobre él. Contuve un jadeo y me ahogué con mis propias lágrimas. Mis ojos ardían mientras luchaba por no llorar y parpadeé varias veces. No iba a derrumbarme frente a ellos. Sentía un enorme nudo en la garganta que no podía tragar.

Poco a poco digerí la noticia, pero el corazón me estaba doliendo demasiado. Podía sentir mi corazón en carne viva. Sentía un ardor en el pecho que no me gustó para nada. Podía ver mis sueños y esperanzas desmoronándose poco a poco.

Había perdido a Tom para siempre.

Lo perdí.

Por cobarde.

Cuando finalmente logré tragar el nudo con el que me estaba ahogando, fingí mi mejor sonrisa, digna de todo un Oscar.

—Felicidades.

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