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Jimin, Yoongi y Taehyung fueron a beber a un bar nada fino que estaba a las afueras de la ciudad. Pasaba de la media noche cuando llegaron y, contrario a lo que pensaron, el lugar estaba repleto de personas. Parecía que ahí nadie sabía la diferencia entre día y noche porque el sitio estaba más vivo que Yoongi cuando de verdad lo estaba.

—Creo que hoy beberé hasta perder la conciencia, si pensaban en mí como su conductor designado, fracasaron—Jimin, como siempre, estaba rebosante de energía, pese a que le molestara la actitud negativa que Taehyung mantenía hacia/con Yoongi.

Fingía no darse cuenta, pero no era tonto. Veía la obvia enemistad que tenía su vecino hacia su pobre compañero de piso. Pensaba, sin embargo, que la situación podría cambiar si pasaban tiempo juntos. Ambos tenían buen corazón—él lo sentía—y pensaba que tarde o temprano los dos no podrían vivir el uno sin el otro.

—Tú y yo sabemos que ese será Yoongi, este sujeto tiene el alma muerta—Taehyung sonrió ampliamente y, aprovechando que estaba en medio de ambos, pasó sus brazos por los hombros de cada uno, sorprendiendo a Jimin que seguía maquinando planes en su cabeza—. Porque hoy me desconozco.

De pronto para Yoongi, el haber sido invitado tuvo explicación. Llevaba años sin acudir a alguna reunión amistosa o siquiera ser considerado para una. Él estaba consciente de que era lo suficientemente aburrido como para que alguien quisiera estar cerca de él. Aunque no le molestaba. Es más, ni siquiera le importaba.

—Ah, de eso nada, Yoongi hoy perderá la cabeza tanto como nosotros, tomaremos un taxi.

—Entonces no debimos traer ningún auto, Jiminnie.

Jimin se veía decidido. Tanto que para darle validez a sus palabras, tomó de la barra tres chupitos-que seguramente alguna otra persona había pedido con anticipación- y le cedió uno a cada quien.

Yoongi quiso decirles que la cabeza la había perdido mucho tiempo atrás, pero como no le importaba, no dijo nada. Sólo guardó silencio y miró el vasito que sujetaba con una de sus manos.

— ¿Qué es esto? —dijo tras un largo rato, siguiendo a Jimin y a Taehyung que ya habían terminado sus tragos. Así como muchas otras cosas, había dejado de beber muchos años atrás y ya no podía distinguir ninguna bebida. Vaya profesor de historia debía de ser.

—Ah, así que sí hablas—le dijo Taehyung, pidiendo a la vez otra ronda de bebidas al bartender que los miraba con curiosidad—. Es gin, ¿no te gusta?

En algún momento, le llegó a gustar. De hecho, había sido fanático del alcohol en general. Con su abuelo, había pasado largas horas disfrutando de un buen soju en el jardín del que había sido su hogar en la infancia.

—Supongo que tu silencio es un no. Que quede claro que yo trato, pero Yoongi en serio es el malo de esta historia—volvió a hablar Taehyung, sintiéndose ignorado y ofendido. Jimin negó con una sonrisa después de beberse de golpe otro trago. Se movía al compás de la canción de fondo, mirando de reojo la pista improvisada en el medio del lugar.

—Él es así, Taehyung—le dijo con la voz un poco ronca—. No puedes ofenderte por su forma de ser. Tal vez para él tú eres el malo por presionarlo a hablar. Déjalo.

Taehyung resopló más ofendido aún y miró hacia arriba, puchereando inconscientemente. Al cabo de unos momentos en silencio, habló nuevamente:

— ¿Esta es nuestra primera pelea de pareja...? O trío... O poliamorosos... O como sea que se diga, joder.

Jimin rompió en carcajadas y asintió. Incluso con poca iluminación, sus ojos brillaban con alegría, lo que llamó la atención de Yongi, a pesar de tratar de desviar la mirada de él.

—Ven, vamos a reconciliarnos, ¿te unes, Yoongi?

Yoongi, por supuesto, se negó y vio desde su lugar en la barra como sus acompañantes se movían hacia la pista. Desde ahí, era evidente que Jimin era quien más llamaba la atención con sus acertados movimientos, a pesar de que la música parecía no hacerle justicia. El vampiro recordó que el chico le había dicho con anterioridad que era muy bueno bailando. Bien, no había mentido.

Pasó otro rato ahí sentado, observando alrededor de todo el sitio, preguntándose quién de todos esos hombres sería A + ya que era su tipo de sangre favorito. No era tan dulce, ni tan amarga. Tenía el sabor justo. Por supuesto, no iba a beber de ninguno de ellos, pero ¿quién podía culparle por tener antojos de medianoche?

— ¿Te vas a beber ese trago? —interrumpiendo su actividad, el bartender le habló sorpresivamente. Yoongi se giró hacia él para responderle y registró su rostro por si había necesidad de recordarlo más tarde. Era un hombre apuesto, con el mentón bien marcado y el cabello por debajo del cuello. Era pelinegro, al igual que Jimin, pero sin ese mechón naranja que solía despeinársele con frecuencia.

—Sí—respondió secamente y se tragó el líquido de golpe, sintiendo de inmediato el escozor del alcohol. Por mucho que trató de evitarlo, pronto se vio carraspeando incómodo por la sensación.

— ¿Quieres otro? —el sujeto tenía una sonrisa medio burlona. Yoongi se hundió de hombros porque le daba perfectamente igual—. Toma, este va por mi cuenta—el pelinegro le extendió la bebida y Yoongi la tomó, mirando fijamente el interior del vasito—Es soju, no te preocupes. Soy Jungkook, por cierto.

—Sí—Yoongi volvió a decir porque también le daba igual el nombre del hombre. Éste arqueó una ceja y se cruzó de brazos, mirándole como un médico examina a sus pacientes.

—Este es el momento en el que me dices tu nombre, ya sabes.

—Yoongi.

Jungkook suspiró.

—Mucho gusto, Yoongi... Y... ¿Vienes seguido por aquí?

—No.

—Sí, no te he visto, pero es que llevo aquí apenas una semana.

—Bien.

—Uh... Te estoy incomodando, ¿verdad?

—Me das igual.

—Bien, no hables. Yo hablaré por los dos.

Jungkook se detuvo cuando unas mujeres se acercaron para pedir cervezas y lo mantuvieron ocupado por un rato. Yoongi volvió a mirar el sitio sólo para descubrir que ya no podía ubicar a sus dos acompañantes. Tal vez, como eran almas gemelas, habían descubierto su inminente atracción y por fin se habían ido juntos a pasar la noche. Quien sabe. Yoongi pensó que lo mejor que podía hacer era tomar sus cosas y regresar a su casa.

—Perdón por irme, hoy hay mucha actividad—le dijo Jungkook cuando regresó con él. Exactamente como había dicho, la gente seguía llegando y, en contraste, eran pocos los que atendían detrás de la barra, pero el chico parecía más interesado en hablar con él que en trabajar.

—No creo que dures otra semana aquí—le comentó sinceramente porque si él hubiese sido el dueño del lugar, ya lo hubiera despedido. Jungkook sonrió con curiosidad.

—Sabes, no suelo hacer esto, pero en cuanto te vi supe que tenía que hablarte.

—Ya veo.

— ¿No te da curiosidad?

—No.

—Pero cómo no si tú y yo ya nos conocemos.

Jungkook trató de seguir conversando, pero fue interrumpido por Jimin que llegó jadeante y sudado hacia ellos.

—Hey, Yoongi, en serio tienes que venir a la pista, Taehyung parece haber encontrado a una potencial amante con la cual engañarnos y... —Jimin dijo con una amplia sonrisa, pero al ver a Jungkook tan cerca de Yoongi se detuvo de golpe—Y veo que tú también... Lo siento. Ya me iba.

Yoongi no supo ni porqué hizo lo que hizo, pero estiró su mano hacia su compañero y rodeó su muñeca para evitar que se alejara. Jimin le dedicó una mirada sorprendida, pero le hizo caso y se mantuvo ahí con él.

—No entendí lo que quisiste decir de Taehyung—habló tras un rato, justificándose de haber parado al hombre de que se fuera.

—Uh, bien... Me refiero a que parece que regresamos solos a casa. Fui al baño y cuando regresé, me encontré a Taehyung besuqueandose con alguien. No sé cómo preguntarle si se queda o se va.

—¿Ya nos vamos?

—Es que creo que tú no te estás divirtiendo... ¿Tal vez otro lugar sea más entretenido? Podemos ir a cenar o algo, tengo hambre.

Jungkook, quien seguía junto a ellos, se recargó sobre el estante que tenía detrás y cruzó los brazos. Pensativo. Al lado de ellos había un joven exigiendo ser atendido, pero a él parecía no importarle porque seguía viéndolos sin disimulo.

—Hay un restaurante de comida rápida a dos cuadras de aquí—les dijo con un tono confidente, casi como si perteneciera al grupo—. Los puedo llevar, si gustan—ambos miraron en su dirección y se quedaron mudos—. Anda, no soy un secuestrador.

—Sí, bueno... Estás trabajando—comentó Jimin algo confundido. 

—Sí, no tanto...—Jungkook se quitó el delantal que había estado usando y se hundió de hombros—Es que este trabajo no me gusta tanto como creen.

Yoongi miró hacia atrás, ya levantándose de su lugar, y dijo:

— ¿Taehyung?

Jimin se pasó los dedos por el cabello.

—Mejor voy y le pregunto de frente.

Taehyung no se fue con esa otra persona como todos habían pensado, sino que se pegó a ellos y no se alejó en ningún instante, exclamando lo sorprendido que estaba de que a esas alturas de sus vidas hubiesen aceptado irse con un desconocido.

—Hombre, es lo mismo que hubieras hecho tú con una cita casual—se defendió Jungkook una vez ya acomodados en el mencionado restaurante. Era un establecimiento pequeño al aire libre, con pequeñas mesitas ubicadas en la acera bajo una carpa roja llena de lucecitas.

—Bueno, sí, pero es distinto...—replicó Taehyung con la boca llena y manchada de grasa— ¡Es distinto y lo sabes! Cuando tienes intenciones de tener sexo rudo y salvaje te consigues a alguien con el mismo objetivo, es como un código... Lo sabes, lo sientes. En cambio tú te nos pegaste de la nada.

—No, que yo no me les pegué—continuó Jungkook, bebiendo soju—De hecho, fue al revés. De no ser por Yoongi, Jimin te hubiera dejado en el bar.

En su defensa, Jimin los interrumpió:

—Pensé que te irías con la desconocida.

Jungkook se rio en voz alta y su vecino gruñó antes de hablar.

—Vale, lo entiendo, pero Jungkook sigue siendo el intruso. Apareció de la nada y ahora está aquí.

—Dice que conoce a Yoongi.

— ¿De dónde? ¿Del más allá?

Jungkook volvió a servirse soju y se lo bebió de golpe. Había una sonrisa decorando su rostro cínico. Su hamburguesa seguía intacta al igual que la de Yoongi.

—Bien—dijo—. Si te digo que mi intención era tener sexo rudo y salvaje con Yoongi, ¿ya no vas a desconfiar de mi?

—Hombre, es que ahí si la veo complicado—las palabras de Taeyung sonaban amortiguadas por la comida en su boca y Jimin se preparó con un vaso de agua por si se ahogaba con ella—. Está en una relación poliamorosa con nosotros dos. Y sí, soy un maldito infiel, por si pretendes echármelo en cara.

Yoongi se mantuvo en silencio mirando el intercambio verbal de los tipos que estaban sentados a su lado. Jimin, por su lado, empezó a darle golpecitos a la espalda de su vecino cuando éste comenzó a toser y él se percató de pronto que esa noche no hacía tanto frío como en las anteriores. 

____

Fue el hambre lo que lo despertó más tarde. Desde la llegada de Jimin, había tratado de ignorar sus necesidades y de beber sangre sólo en las cantidades suficientes para no perder la razón. Aunque le daba igual si vivía o moría, resultaba un inconveniente delirar a causa del hambre.

Ya una vez le había pasado, cuando dejó de alimentarse por medio mes para ver si por fin se moría. Si no mal recordaba, había sido unos ochenta años atrás, cuando todavía buscaba una solución a su maldición. En su desesperación, había decidido no beber sangre para ver si su necesidad de ella desaparecía o, al menos, él dejaba de existir.

No obstante, lo que pasó fue que se desmayó y despertó una semana después, en un país desconocido, cubierto completamente de sangre y con una cabra muerta encima de él. Al menos no había sido un humano, o eso esperaba.

Lo último que supo fue que el suceso apareció por todos los noticieros de algún continente ajeno y que tuvo que mover cielo, mar y tierra para poder abordar un avión hacia su país natal. Y no importaba cuanto trataba de olvidar el suceso (vergonzoso, en teoría), las personas aún seguían recordándolo por él.

"El chupacabras", supo después que había sido el apodo designado para su pequeña aventura. No, definitivamente no quería repetirlo y ser llamado de alguna otra forma extraña.

Y el punto era que tenía mucha hambre.

Se levantó algo perezoso de su cama y se puso las pantuflas, abrigándose con la chamarra que siempre dejaba sobre la cabecera. Jungkook se había ido por su cuenta cuando terminaron de cenar y Taehyung se había quedado a dormir abajo en la sala, por lo que no podía alimentarse ahí mismo. Pensó en subir a la azotea, pero recordó que había otro vecino al que le gustaba mirar las estrellas con su telescopio y decidió que mejor lo haría en su habitación. 

De cualquier manera, tenía que bajar hasta su cocina a buscar las bolsas de la sangre que había comprado dos días atrás después del trabajo y que guardaba en un pequeño frigorífico sellado con llave del que, por suerte, Jimin no había preguntado.

Sin embargo, cuando por fin llegó hasta su cocina, se encontró con que Taehyung estaba ahí, recargado justamente en el frigorífico, bebiendo café como si no fuera algo inusual.

— ¿Qué guardas aquí? —fue lo primero que dijo su vecino en cuanto lo vio entrar, Yoongi ladeó su cabeza y respondió sin inflexión:

—Insulina.

— ¿Esperas que crea que eres diabético cuando te vi beber alcohol hace unas horas?

Yoongi se movió por su espacio, alejándose de Taehyung; cada vez estaba más hambriento.

—No me importa si me crees o no—dijo, sereno.

Su vecino bufó.

—Por supuesto que no.

— ¿Qué quieres oír? ¿Qué guardo sangre?

—Dijiste que eres un vampiro.

Yoongi comenzó a desesperarse. Su garganta ya se sentía seca y su cuerpo, débil.

—Bien, Taehyung—susurró, sus palabras se habían vuelto peligrosas después de ser pronunciadas con el tono ronco que un vampiro usaba para adormecer a sus víctimas—. Aquí guardo sangre. La necesito para vivir, pero tú estás en medio. ¿En qué nos deja esto?

Taehyung parpadeó. Sus ojos se sentían calientes, casi a punto de llorar, pero se contuvo. Mas que la voz extraña que Yoongi había usado, lo que lo había dejado pasmado había sido esa mirada siniestra de la que había sido merecedor y que jamás había visto en el hombre.

—Eres un vampiro real—afirmó temeroso. Yoongi casi sonrió. Casi.

—No, no lo soy. De verdad necesito mi insulina, ¿puedes?

Taehyung asintió extrañado por el cambio radical en los gestos de Yoongi y se apartó, todavía sintiendo a su cuerpo temblar por lo que acababa de pasar.

El mayor se movió con prisa hacia el aparato y lo abrió ahí delante de él, sacando algunos medicamentos que fue dejando en la mesa al lado.

Taehyung se tragó el nudo que se había formado en su garganta y decidió regresar al sillón donde había estado durmiendo, ignorando el hecho de que el hombre seguía aún en la cocina, bebiendo lo que él esperaba fuera agua fría. 

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¡Gracias por leer y comentar! <3 Siempre que veo que les gusta, me motivo a escribir más :D 

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