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Capítulo 18

Lucía no podía hablar, estaba completamente sorprendida. No podía creer que Logan haya sido el doble alma todo este tiempo y ella nunca lo haya sabido.

Lucía: No, no puedes ser tú, ¡No puedes! —Sentía un nudo en su garganta. 

Logan: ¿Por qué no? No niegues la realidad.

Lucía: ¡Es imposible! ¡Mis visiones eran de Josh, tú nunca estuviste en ninguna de ellas! 

Logan: Porque por alguna razón las cosas sucedieron de forma diferente a las que las había vivido antes —Miró a la joven con sus ojos azules borrosos—. Aun así intente mostrarte todo lo posible pero daba la casualidad que Josh siempre estaba ahí y tú creíste que era él, pero siempre fui yo. 

Lucía: No te creo, me niego a creer todo esto.

Logan: ¡No! Por favor no, ¿Sabes cuánto tiempo estuve esperando para que tú tuvieras tu primera visión? ¡AÑOS! Y ahora no voy a permitir que tú creas que todo esto es mentira. 

Lucía siente como todo su cuerpo temblaba por dentro.

Logan: ¿Recuerdas aquella visión en la cual veías a una persona en el piso, estaba temblando, mojado y se encontraba en posición fetal? 

Lucía: ¿Cómo olvidarlo? El día en que se lo conté a Atticus, Josh recibió la descarga de aquel rayo.

Logan: En realidad, tú tuviste esa visión hacía tiempo y si hubieses salido de tu cabaña te hubieses enterado de que en realidad era yo. Un día Annabeth me pidió para luchar con ella, literalmente me hizo polvo hasta el punto de que me clavó su espada en mi pierna. No dejaba de sangra ni de temblar, Josh estaba completamente nervioso que empapó mi cara con el agua del lago.

Lucía lo mira atentamente, se le hacía interesante lo que estaba diciendo. Ella nunca había sabido que eso le había sucedido a Logan y deseaba saber más.

El joven continuo hablándole sobre todas las demás visiones que ella tuvo y que nunca había prestado atención que en eso lugares, siempre había estado Logan. 

El día de la pelea entre Justin y Alex, Logan y Josh habían estado en lo alto de una colina viendo como todo se desarrollaba. Anteriormente había sido Josh quien bajaba para ayudar a los demás y Logan se quedaba viendo desde lo alto, ahora se había producido al revés. Esto causo que Lucía haya creído que a partir de ese momento sea Josh el de sus visiones. 

La siguiente había sido cuando ella vio cómo Logan había lastimado el brazo de Josh con su espada. Fue entonces cuando recordó que cuando Josh se fue de ese lugar molesto, Logan se había volteado y en su brazo tenía una gran herida causada por la espada de su amigo.

Comenzó a maldecir, si no fuese por la visión de la colina posiblemente hubiese dejado su mente abierta a cualquier posibilidad. 

El día en que vio como Josh lanzaba un tiro limpio al blanco, Logan también lo había hecho pero por desgracia llego tarde como para verlo. 

Y por último, el día en que ella vio como Logan estaba sosteniendo un libro celeste. Escucho como su alma se había puesto contenta porque al fin podía haber hecho concordar algo con lo que él había vivido, pero por desgracia Josh le había quitado el libro de Moby Dick a Logan.

Logan: Era completamente desilusionante, nunca pude hacer coincidir nada.

Lucía: Descuida, la tonta fui yo. Nunca me había dado cuenta de que tú siempre estabas ahí.

Logan: Pero no hubiese servido de nada, siempre creíste que era Josh. 

Lucía: Pero hay algo que aun no comprendo, ¿Por qué las cosas se dieron de una forma diferente? Es decir, ¿Por qué todo cambio tanto?

Logan: Eso es fácil —Mira a la joven—. Tú antes no existías.

Sus ojos verde electrizantes salen disparados hacia el cuerpo casi borroso del joven. 

Lucía: ¿¡Qué yo, qué!? —Pudo decir cuando finalmente el nudo en su garganta desapareció.

Fue entonces cuando sintió los pasos de alguien que se acercaba por el pasillo en el que ella se encontraba, era su amiga Sarah quien le estaba gritando. 

Sarah: ¿Qué haces aquí? —Preguntó—. ¡Rápido! No podemos perder tiempo —Toma a su amiga por el brazo y la lleva consigo. 

Lucía: ¡No! —Apoya sus pies firmemente en el suelo y se suelta violentamente del brazo de su amiga— ¡Yo no me voy de aquí hasta que él me explique que es esa tontería que acaba de decir!—Volteándose para ver a Logan.

Sarah estaba confundida, no sabía a quién le estaba hablando su amiga. Lo único que ella veía era una lujosa habitación de paredes de mármol blanco, pinturas gigantes, hermosos adornos en dorado, diversas plantas y enormes candelabros colgando del techo. 

Sarah: ¿A quién le hablas? —Preguntó un tanto preocupada.

Lucía: ¿Cómo que a quién? ¿Qué no lo ves? —señalándolo con ambas manos.

Logan: Ella no puede verme Lu, no tiene tus poderes.

Sarah: Am… no, no veo nada. 

Lucía no vuelve a hablar hasta que siente que todo su cuerpo se afloja por completo. Estaba un poco alterada por lo que Logan le había dicho y ahora estaba quedando como una completa desquiciada delante de su amiga.

Lucía: Nos equivocamos —Dijo finalmente.

Sarah: ¿Qué quieres decir? 

Lucía: Josh no era el doble alma, sino que lo era Logan.

Sarah: ¿Qué? ¿Estás loca?

Lucía: ¡No lo estoy! Lo estoy viendo ahora mismo —Señala el supuesto lugar en dónde se encontraba él ya que su amiga no lo podía ver.

Sarah ve el lugar vacio que su amiga le señala y trata de imaginarse a Logan, definitivamente era algo imposible de creer.

Sarah: No lo creo. 

Lucía: Pues creerlo, siempre fue él. Siempre él aparecía en mis visiones y yo lo confundía con Josh.

Sarah: ¿Pero por qué?

Lucía: Pues las cosas se están dando de una manera totalmente diferente y según él es porque yo antes no existía. 

Sarah mira a su amiga completamente sorprendida. Lucía no despegaba su mirada de los ojos del joven, quien aún seguía parado allí.

Logan: Josh fue quien volvió el tiempo atrás, para salvarme a mí… pero ese día una señora se le presento y le dijo que lo ayudaría a salvarme a mí y al planeta.

Lucía: Mi madre —Musitó. 

Logan: Correcto. Ella le dijo que lo llavera hasta mil novecientos noventa y cinco, el año en el que él y yo nacimos… pero también ese fue el año de tu nacimiento. Después de eso, todos lo que fallecimos en la batalla nos encontramos en la línea de tiempo y presenciamos nuestro nacimiento y así es cómo pude ver como tú madre se había llevado consigo un pedazo de papel en el cual había anotado todo lo que sucedería, incluido lo que hacían contigo.

Lucía: Yo no debía de nacer, pero si lo hacía deberían matarme. 

Logan: Tú madre hizo lo posible para salvarte… y lo logró.

Lucía: No lo puedo creer, ¿Estuve muerta? Es decir… ¿Me asesinaron? —Se lleva las manos a su cabeza—. Oh, dios.

Logan se queda observando a la joven mientras esta le comentaba a su amiga todo lo que él le decía, el problema era que él la miraba con una mirada diferente, una mirada más profunda, con otros sentimientos.

Lucía lo voltea a ver y nota como aquellos borroneados ojos turquesa desprenden un brillo sin igual.

Lucía: ¿Por qué me miras así?

Logan: ¿Por qué no te conocí antes? —dijo fijando más sus ojos en ella—. Antes de que conocieras a Josh.

La joven siente como sus mejillas se ruborizan por completo. El corazón le comenzó a latir bastante rápido, ¿Por qué sentía aquellas emociones en ese momento? Nunca le había pasado salvo cuando veía los ojos de Josh. ¿Por qué con Logan esos sentimientos volvían a renacer?

Lucía: Tal vez porque… ¿Mi destino es junto a Josh?

Logan aparta la mirada de los ojos verdes de Lucía.

Lucía: Siempre lo ame, desde el primer momento en que lo vi. 

Logan: Siempre es Josh —Vuelve a mirarla—. ¿En verdad no te das cuenta?

Lucía: ¿De qué? —Preguntó.

Logan: De que nunca lo amaste.

Lucía: ¿Qué? 

Logan: Tú nunca lo amaste a él… siempre fui yo.

Tres muertos en batalla y tan solo un monstruo se vio destruido. Solo nueve guerreros seguían en pie y el resto de los Titanes seguía con vida, definitivamente al paso en que iban las expectativas sobre que los guerreros ganasen son mínimas. Toda la esperanza estaba en los hijos de los tres grandes, quienes por el momento estaban ayudando a sus amigos. 

Los dioses no perdían detalle de lo que sucedía en la arena. Ellos se encontraban en un balcón, tan alto que se podía ver absolutamente todo. 

En una parte abierta de la arena, en la cual estaba llena de rocas y altas montañas se encontraba Alex. Él estaba sentado en medio de unas rocas y con la punta de una de sus flechas, trataba de quitarse un par de espinas que se habían incrustado en su brazo por culpa de Leto. Hacía un par de minutos atrás él y la Titánide habían estado luchando y en determinado momento hizo desaparecer por completo la brillante luz de la luna, comenzó a tirar golpes al azar ya que no podía ver nada y sin darse cuenta cayo a las turbias aguas de un río, el cual, le fue completamente difícil salir de allí pero justo cuando lo logro no se percato que delante de él había un gran arbusto de espinas y cayó en este, justo cuando la luz de la luna volvía a aparecer. Por alguna razón después de que lograr salir de esa trampa puntiaguda, su oponente había desaparecido. 

Alex: Malditas espinas —Comentó mientras se quitaba la última de su antebrazo. 

Guardo la flecha nuevamente en su carcaj y lo colgó en su espalda. Cuando se disponía a bajar de la piedra escucho una especia de gruñido que al parecer provenía de lo alto de una montaña. Fijo sus ojos verdosos en una cueva que se encontraba en lo alto de una montaña y le pareció ver dos pequeños puntos, brillantes como la luna. Supo al instante que se trataba de la Manticora.

Alex: Inmunda bestia peluda, más te vale que no sea tu presa —Dijo entre dientes con un tono de repulsión.

Inmediatamente dejó de ver el par de puntos brillantes, nada sucedió al cavo de un par de minutos. El joven sonrió, feliz por no ser la presa de aquella horrenda bestia. Se deslizo por la enorme roca hasta que sus pies tocaran el suelo de tierra y comenzó a caminar, el bosque estaba a un par de metros de dónde él se encontraba pero no tenía ninguna prisa hasta que sintió una risa maquiavélica. Volteo rápidamente desfundando su espada y se encontró con el rostro sombrío de una joven. No dejaba de reír en ese tono aterrador, sus labios eran de un color violeta y esto hacía que sus dientes blancos como el papel contrastaran con la sombra oscura de sus párpados. 

— Con qué tú eres el hijo de Afrodita, ¿No es así?

Alex: Si, si lo soy —Miro a la joven de arriba, abajo—. Tú eres Selene, ¿Verdad? 

Selene: ¡Wow! Además de guapo eres inteligente —Hace una mueca triste con su cara—. Es una lástima que tenga que acabar contigo. 

Alex: No si yo lo hago primero contigo —Comentó —.Conozco todos tus poderes y movimientos, será fácil vencerte.

Selene: Si, bueno, creo que en realidad no conoces todos mis trucos —Traía consigo una especia de vara de hierro, el joven se mostró un tanto confundido ya que no sabía que hacía tan bella joven con un artefacto tan pesado. 

Alex se mostró totalmente sorprendido cuando vio como con un simple agite de la vara, esta se alargó y de su parte superior surgieron tres cabezas de martillo con forma de astas. 

Alex: El martillo de Clarisse —Murmuró.

Selene: Lindo, ¿No? Se lo quite a una bella joven rubia.

Alex: ¿Qué fue lo que le hiciste? —Dijo en tono amenazante.

Selene: Yo solo quería divertirme con ella, pero al parecer ella tenía otros planes —Miro al joven con una gran sonrisa—. Así que la mate.

Alex: Eres una maldita perra.

Selene: ¿No me digas que tú tampoco quieres jugar? —Su rostro se mostraba triste pero luego su tristeza se borro cuando sostuvo el martillo con ambas manos—. Nunca nadie quiere divertirse conmigo y por eso yo me invente las propias reglas de mi juego —Poso sus ojos sobre el rostro del joven—. Tú eres mi marioneta… y haré contigo lo que se me plazca. 

Alex: ¡Eso ya lo veremos!

Selene: ¿A sí? ¡Pues que tal esto! —Golpeo el piso de tierra con el enorme martillo creando una enorme onda expansiva que arrasó con la tierra, creando surco en esta. También arraso con piedras, voló algunas copas de los árboles que se encontraban a lo lejos e hizo que Alex saliese disparado varios metros, quedando totalmente aturdido cuando golpeo su cabeza en el suelo.

Su espada había salido disparada en otra dirección y las flechas de su carcaj se habían desperdigado por todo el lugar. 

Ahora sentía una fuerte puntada en su cabeza, como si su propia espada lo hubiese atravesado. Abre sus ojos, su visión era bastante borrosa, no podía ver absolutamente nada. Cuando por fin logra recuperarla, se encuentra con Selene quien estaba parada justo al lado suyo.

Selene: Creí que con un golpe sería suficiente como para matarte.

Alex: No me vencerás tan fácil —Su lengua se enredaba en su propia boca pero aun así logró decir lo que deseaba.

Selene: Eso está por verse.

La vista de Alex se hacía borrosa de a ratos pero pudo ver como los ojos color café de aquella joven se volvieron de un color ámbar brillante. Sentía como si lo estuviese escaneando en busca de algo en especial, muy posiblemente su punto débil. 

Alex quiso ponerse de pie para evitar que le hiciera algo o por lo menos que le dificultase su búsqueda pero no pudo. Su cabeza le dolía demasiado como para lograr incorporarse.

Escucho la risa maquiavélica de aquella joven.

Selene: ¿Alguna vez has estado en la luna? —Preguntó—. ¿No? —Se contesto a si misma al ver que aquel joven no podía hablar —. Es una lástima, pero no te preocupes… podemos arreglar eso.

Extiende su mano con los dedos bien abiertos y como si estuviésemos viendo el aire tembloroso que despide el fuego ardiente, comienza a hacer estragos en el cuerpo del joven.

Primero sintió como si todos sus órganos se despegasen de su cuerpo. El dolor en su cabeza se comenzó a intensificar hasta el punto que pensaban que le estaban aplastando el cráneo con una roca. Todo su cuerpo comenzó a dolerle, se estaba retorciendo literalmente. Su vista se volvió completamente oscura, no podía ver nada. 

A continuación su cuerpo comenzó a temblar sin control, parecía que estaba teniendo convulsiones. Sus ojos se habían tornado blancos y en vez de emanar espuma por la boca, la sangre le salía a borbotones. Comenzó a toser ya que la sangre era demasiada, se estaba atragantando a sí mismo. El liquido rojo era tanto que ahora había encontrado una nueva vía de escape, sus fosas nasales.

A cada lado de su cabeza había un enorme carcho de sangre que provenía de sus oídos. 

Selene había llevado su cuerpo al límite haciendo explotar todos sus órganos interiores creando una enorme hemorragia interna.

La Titánide solo apartó su mano cuando el cuerpo del joven dejó de sacudirse abruptamente.

Había un enorme charco de sangre detrás de su cabeza que teñía sus rubios cabellos en un rojo vivo. Su cuello y mitad de rostro estaba exactamente del mismo color y sus ojos blancos aun permanecían abiertos.

Selene lo pateo para comprobar que estuviese muerto. Comenzó a reír como maniática.

Selene: ¡Esto es muy divertido! —Poso el martillo en su hombro y se alejó de allí con una resplandeciente sonrisa en el rostro. 

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