Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13 - Parte II

Jennifer estaba en el fondo de su cabaña trabajando en las armas para sus amigos. Tenía una pequeña choza con un gran horno con brasas calientes que le sirven para calentar las espadas, hojas de cuchillos y las puntas de las flechas y lanzas.

Una vez que estas estuviesen listas, las quitaba del horno y las colocaba sobre un enorme yunque con el cual comenzaba a martillarlas para darles la forma deseada.

Tenía varias armas terminas pero algunas no las había hecho ya que Grover le había informado que varias de ellas serían un regalo de los dioses.

La joven estaba tan concentrada en lo que hacía que no noto que Lucía se acercaba a ella con un pequeño frasco en la mano.

Cuando sus ojos grises vieron a la joven fue porque esta había tocado la pared de la choza con sus manos.

Jennifer: ¿Lucía? —Dijo bastante sorprendida al ver a la joven parada frente a ella.

Lucía: Veo que estás trabajando bastante duro.

Jennifer: Sí, lo hago en mis tiempos libres —Observa a la joven y nota que traía un pequeño frasco transparente con una sustancia color ámbar—. ¿Puedo saber a qué viniste?

Lucía: Solo quería darte esto —Extendiendo su mano con el frasco en ella—. Es Kénato, una sustancia con la cual se recubren las armas. 

Jennifer: ¿Para qué sirve? —Tomándola con sus manos, evitando que se le cayera por los gruesos guantes que traía.

Lucía: Con ella logras poner débiles a los Titanes con un par de cortes profundos. 

Jennifer: ¿De dónde la sacaste?

Lucía: Eso es otra cosa, no dejes que Grover lo vea.

Jennifer: ¿Se lo robaste? —dijo un poco nerviosa.

Lucía: ¡Solo tomé un poco! Además lo hago por su bien.

La joven sonríe. 

Jennifer: Creo que cuanto más ayuda recibamos, menos de nosotros vamos a morir.

Lucía: Eso espero —Estaba a punto de marcharse cuando recordó algo importante—. ¡Casi lo olvido! Solo colócale tres gotas, el resto lo hace solo. 

Jennifer le guiño el ojo y dejando el frasco a un lado continuó con su trabajo. Lucía estaba satisfecha con lo que había hecho y tenía la esperanza de que con esto, más personas lograran salvarse.

En lo alto del cielo resplandecía el Olimpo, el lugar de los dioses. Todo marchaba tranquilamente por más que supieran que dentro de muy poco los Titanes se verían liberados. Todos confiaban en el poder de sus hijos para salvar al mundo, pero aun así Zeus siempre estaba pendiente de todo lo que pasaba en el campamento y en la prisión submarina.

En el salón principal, dónde se encuentran los doce asientos se encontraban Zeus y Hermes. Al parecer estaban hablando de un tema bastante delicado. 

Zeus había mandado a hacer una prueba con sus pequeñas marionetas para comprar su culpabilidad, pero por desgracia para él ellos resultaron ser inocentes.

Zeus: ¡Es imposible! —Dijo encaprichado. 

Hermes: Lo lamento señor, pero eso es lo que sucedió.

Zeus: ¡Debe de haber un error!

— ¿Por qué debería de haberlo? 

Ambos dioses voltearon para ver quién era el que había osado meterse en la habitación e interrumpir su charla.

Zeus: Hades—dijo entrecerrando sus ojos.

Hades: Hola hermano.

Zeus: Llegaste justo a tiempo. 

Hades: Tú me conoces.

Zeus: Puedes retirarte —Refiriéndose a Hermes.

Este hizo una reverencia y se marcho del lugar. 

Hades: ¿Sabes? —Señalando la puerta por dónde había salido Hermes—. ¡Adoro a ese tipo! Me gustaría tener un par de zapatos con alitas. 

Zeus no dijo palabra y ambos se sentaron en sus respectivos asientos esperando la llegada de su otro hermano.

No pasaron ni cinco minutos que las puertas de madera se abrieron dejando al descubierto la imagen de Poseidón. Ahora si los tres hermanos estaban reunidos.

Hades: Ahora que ya estamos los tres aquí creo que podrías decirnos, ¿Para qué nos mandaste llamar? 

Zeus: Deben saber que hoy ordene hacer una prueba con los dos protectores, la cual, por desgracia salió a su favor.

Poseidón: ¿Qué es lo que quieres decir?

Zeus: Ellos no fueron los ladrones. 

Otra vez las dudas comenzaron a surgir en las mentes de los tres hermanos, ¿Quién fue el ladrón? ¿Cómo sabía dónde estaba la llave que abría la puerta? ¿Por qué hizo lo que hizo? Muchas preguntas de las cuales solo una de ellas importa, ¿Quién fue? 

Zeus: ¡Nadie! Y repito, ¡NADIE! Sabe donde guardo la llave de esa habitación. 

Poseidón: No sabemos cómo se dieron los hechos.

Hades: Poseidón tiene razón, ninguno de nosotros sabemos nada. Lo único que podemos hacer son hipótesis de quien pudo haberlo hecho.

Zeus: Tienen razón —Admitió. 

Poseidón: Pero ahora que sabemos que ellos no tienen nada que ver, creo que puedes liberarlos.

Zeus: No lo haré.

Poseidón: ¿Qué? Acabas de decirnos que son inocentes y ¿Ni siquiera piensas liberarlos?

Zeus: Ellos se quedaran en esa mugrosa celda hasta que el verdadero ladrón aparezca. Agradece que les quite el castigo. 

Poseidón: ¿Entonces quién piensas que lo hizo?

Zeus mira a su hermano fijamente a los ojos. Al principio, su hermano solo se quedó viéndolo un tanto desconcertado, pero luego de unos segundos comprendió todo y su cólera apareció. 

Poseidón: ¿Otra vez con lo mismo? Sabes que está prohibido robarnos entre nosotros. 

Zeus: ¿Crees que no se eso? Pero como tu muy bien dijiste, ninguno de nosotros sabemos que fue exactamente lo que sucedió, solo podemos inventar ideas. Así que, ¿Por qué no pensar que otra persona pudo hacerlo? Recuerda que nuestros hijos si pueden hacerlo.

Poseidón: ¿Le estas echando la culpa a mi hijo? Te recuerdo que hay once personas más allí abajo y aunque ya hayamos discutido este tema, el cual parece no haber procesado tu cerebro… Cualquiera de ellos pudo haberlo hecho.

Zeus: de los cuales tú y yo sabemos perfectamente quienes tres pueden haber sobrevivido. 

Hades: ¡DOS! —Gritó—. Créanme que como lo dije la última vez, mi hija no tuvo que haberlo hecho.

Lo único que deseaba Hades era conquistar el poder del Olimpo, pero para ello debía de derrotar a sus hermanos y una forma de hacerlo era utilizando esa arma, pero si por alguna razón su hija lo hubiese tomado, se lo hubiese dado a él. Nada había cambiado pero probablemente lo haría y en verdad a Hades no le agradaba la idea de que alguien haya tomado esa arma y la hubiese utilizado, ¿Qué propósito tenia? 

Poseidón: Eso lo reduce también a tu hijo.

Zeus: ¡Mi hijo no tiene porque robarme nada! Él tiene todo lo que desea, por eso me encargue de buscarle un hogar digno de él, ¿Tú hiciste lo mismo con tu hijo?

Poseidón: No entiendo, ¿Por qué estamos teniendo esta conversación nuevamente? Creí que ya había quedado todo claro entre nosotros pero al parecer no es así. Y es por eso que más vale cierres tú mal… 

Hades: ¡BASTA! —Ordeno—. No me gusta nada a dónde va a llegar esto y tengo algo muy importante para decirles.

Zeus: Habla ya.

Hades: Es algo que acabo de enterarme hoy antes de irme… —Hizo una pequeña pausa que fue demaciado larga y sus hermanos comenzaron a impacientarse. 

Zeus: ¡Habla de una vez! —Le ordenó. 

Hades: Tuve un pequeño error en las cuentas, resulta que no son nueve las almas en morir.

Poseidón: Pero entonces, ¿Cuántas son?

Hades: Diez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro