e l e v e n
CHAPTER ELEVEN
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—¿Estás lista? Debemos irnos ya si queremos ver a Gahyeon antes del concierto— Dijo Handong ajustando el bolso en su hombro.
Era un día caluroso por lo que vestía ropa cómoda, agradecida de que el concierto fuera en un espacio libre. Usualmente por eso ella era la que siempre llegaba tarde a ese tipos de eventos.
Pero las cosas ya no eran como antes.
Yoohyeon estaba muy tensa últimamente, distraída sin razón y aturdida cuando se daba cuenta. Estaba actuando como si escondiera algo.
La chica más alta había salido de la habitación para arreglarse el maquillaje y cambiarse el vendaje de la mano, pero le estaba tomando mucho tiempo y Handong no pudo evitar sentirse preocupada por eso.
Ella no era una persona entrometida, o por lo menos le gustaba pensar que no lo era. Si, ella podría ser un poco celosa, pero no era como si se entrometiera en los asuntos de su novia. Sin embargo, ella no era ciega.
En la mañana después de que Yoohyeon llegará con ese vendaje, Handong se había despertado más temprano para llamar al trabajo de Yoohyeon y avisar que no iría. Después de eso, decidió preparar un desayuno para ambas en vez de volver a la cama. Ella quería tener un día divertido y sin preocupaciones por una vez. Pero antes, tenía que quitarse la somnolencia, por lo que se dirigió al baño, y fue entonces cuando noto algo raro.
Yoohyeon había comprado un montón de vendas adicionales y las había guardado en el mueble, lo que hizo que Handong se preguntará qué tan grave era la herida. Uno de los paquetes estaba cerca del tarro de basura, seguramente se le cayó cuando se estaba cambiando la venda. Handong lo agarró y abrió la tapa de la papelera para tirarlo, pero se detuvo a mitad de camino. Ella había tirado toda la basura ayer por lo que lo único que había allí eran las vendas y los pedazos de cinta los cuales estaban completamente blancos. Completamente blancos, como si fueran nuevos y no hubieran sido usados.
Frunció el ceño, desconcertada por el hecho de que no había ni una sola gota de sangre en los vendajes. Si Yoohyeon se hubiera lastimado ¿No debería haber sangre? Ella había pasado horas con eso puesto ¿Por qué no tenía ni una mancha de sangre? No tenía sentido.
Ella no quería cuestionar la palabra de su novia, pero no podía evitar sentir que había algo mal y que Yoohyeon quería ocultarlo.
Entonces, hizo todo lo posible por hacer a la morena feliz, con la esperanza de que se sintiera lo suficientemente cómoda como para contarle lo que estaba pasando.
No funcionó.
Los días pasaron y las preguntas en su cabeza seguían sin responderse, dando lugar a nuevas dudas.
Yoohyeon se aferraba a ella más de lo normal, creando excusas para pasar tiempo juntas y evitando las reuniones familiares habituales. La castaña estaba incluso relajándose en el trabajo y eso era algo que ella no haría en ninguna circunstancia. Handong no podía negar que le gustaba, era mucho más feliz teniéndola cerca.
Llevó a su novia a sus lugares favoritos, se besaron y abrazaron con cierta necesidad que nunca antes habían sentido, durante todo su paseo. Aunque no hablaron, no seriamente. Mantuvieron la conversación ligera y tranquila, aunque a veces la más baja sentía la necesidad de cuestionar a su novia cansada de no entender, pero al ver los ojos frágiles de Yoohyeon cambiaba de opinión.
En su lugar, Handong compró más vendas para la herida falsa y un poco de chocolate caliente para mantener alejado el frío.
Ya había pasado una semana y Yoohyeon aún seguía con el vendaje en su mano. Una semana y la chica alta no había dicho nada al respecto. Las preocupaciones de Handong lentamente se estaban convirtiendo en sospechas y ahora ella tenía una teoría bastante agridulce.
Handong nunca se había considerado una persona superdotada ni nada por el estilo, pero en ese momento, hubiera deseado no ser tan inteligente, entonces su teoría solo sería algo tonto y seguirían igual.
Pero en el fondo, ella sabía que cuando se trataba de Yoohyeon, no era tonta en lo absoluto.
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Yoohyeon cerró su mano izquierda con fuerza, tocando suavemente el anillo de promesa con su otra mano. Era un simple anillo de plata, después de todo, solo eran estudiantes universitarias con una no muy buena economía cuando Handong los había comprado. Sin embargo, la más baja había diseñado un hermoso patrón de flores que grabaron más adelante, haciendo del anillo algo muy personal e importante para Yoohyeon. Aún no habían hablado de eso, pero sabía que Handong tenía planeado hacer las cosas oficiales muy pronto y reemplazar ese anillo por otro, que había guardado en secreto en su estudio por meses.
Yoohyeon se sentía miserable al llevar el anillo en la misma mano en la que llevaba la marca con el nombre de otra persona, ni siquiera podía pensar en usar uno de boda en ese momento. Sin importar el poco control que tenía sobre el destino, aún así se sentía responsable de traicionar la confianza de su novia.
La voz de Handong sonó desde la otra habitación.
—Ya casi estoy lista, solo dame un minuto— Gritó, terminando de envolver la venda en su mano.
Ha pasado una semana, una maldita semana y aún así no pudo confesarle la verdad a Handong. Era una cobarde. Todos los días rezaba para que la marca hubiera desaparecido. Cada mañana sentía miedo y esperanza recorriendo su cuerpo mientras se quitaba la venda blanca. Pero cada vez el miedo era más fuerte, y entonces ella enfrentaría una vez más a la marca roja con el nombre de Minji, dejando claro que no importa lo que hiciera, nunca desaparecería.
Intentó todo lo que pudo para borrarla. Investigó todo lo que pudo, para probar y usar cada sugerencia loca que encontrará. Sin embargo, lo único que hizo fue lastimar su suave piel y romper su espíritu con cada intento fallido. La morena apenas estaba prestando atención a su trabajo, tan concentrada en la marca que cambió completamente su vida perfectamente construida. Todos los días tenía miedo de ser atrapada, pero no podía alejarse de Handong, por lo que se aferraba a ella aún más, temiendo que si la soltaba, perdería a la persona que consideraba el amor de su vida.
Sus manos temblaban mientras trataba de contener el llanto. Era cada vez más difícil esconder la verdad, pero sabía que contárselo a Handong cambiaría su relación para siempre, e incluso si sonaba egoísta, quería disfrutar de su vida juntas, sólo por un poco más de tiempo.
Se las había arreglado para saltar la cena familiar la semana pasada, al igual que el concierto de Gahyeon, por lo que se sentía muy mal, con la excusa de que no se sentía bien y su novia que era demasiado buena que creyó sus mentiras descargadas.
Yoohyeon no quería enfrentar más miradas sospechosas y preguntas, no quería seguir mintiéndole a las personas que amaba.
Sin embargo, esta vez no pudo evitarlo. Gahyeon la llamó y prácticamente exigió su presencia en el evento de hoy. Sus padres también estarían allí, por lo que no podía deshacerse de ellos otra vez.
—Sólo una última vez— Se prometió a sí misma, consciente de que se estaba quedando sin tiempo. Disfrutaría de la noche lo más que pudiera y después... bueno, no quería pensar en eso ahora.
Yoohyeon forzó una sonrisa, asintiendo hacía su reflejo en el espejo antes de salir del baño encontrándose con su novia esperándola.
—¡Vamos a llegar tarde! Gahyeon va a estar con un puchero durante toda la presentación si no somos puntuales— Dijo Handong para luego tomarla de la mano y llevarla hacia la salida, dejándola sin opción.
Yoohyeon dejó escapar una pequeña risa que aún carecía de sinceridad.
—Si, hay que asegurarnos de que Gahyeon este feliz— Esperaba poder hacer lo mismo con Handong y con ella misma.
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El concierto sería en un teatro abierto, una estructura antigua y hermosa hecha de piedra y mármol, la cual era lo suficientemente grande como para que entre un gran grupo de músicos. Las gradas aún no estaban llenas, pero era cuestión de tiempo antes de que la multitud sea densa y no se pueda caminar a través de ella.
Por lo general, ese tipo de eventos atraía a familias, parejas y todo tipo de persona que deseara pasar un buen momento deleitándose con la música de la orquesta.
Gahyeon incluso antes de unirse al grupo, arrastraba a Yoohyeon para verlo y ahora al verla a punto de actuar, le trajo a la morena un sentimiento de nostalgia y se sintió orgullosa de su hermosa hermanita que estaba persiguiendo su sueño.
Sonrió ampliamente y saludó con la mano cuando vio a su hermana ensayando con los otros miembros en la zona de violín.
—¡Gahyeonie!— Handong también la saludó emocionada, acercándose al escenario esperando a que la chica bajara.
La joven al darse cuenta de su presencia llegó a su encuentro con pasos rápidos y una gran sonrisa.
La sonrisa de Yoohyeon reflejo la de su hermana y aceleró sus pasos para encontrarse con el dúo que ya estaba hablando.
Le dio un fuerte abrazo a la más baja, alejándose solo para mirarla mejor.
—¡Te ves hermosa! Perdóname, no pude venir la última vez, pero hoy te compensare.
—Está bien, no te preo ... ¡Yoohyeon! ¿Qué te pasó?— Dijo mirando con los ojos completamente abiertos por la preocupación, la mano de Yoohyeon.
Hubo un momento de tensión mientras Yoohyeon se preparaba para mentir otra vez. Sin embargo, no fue necesario cuando su novia interrumpió el silencio gritándole a un chico que se acercaba a ellas.
—¡Yoongi!— Gritó, obteniendo una sonrisa del contrario, el cual se posicionó junto a Gahyeon pasando un brazo por sus hombros.
Min Yoongi, mejor conocido como Suga entre sus amigos, era el alma gemela de Gahyeon. Eran una pareja perfecta, tan así que compartían su amor por la música, Gahyeon tocaba el violín mientras que Yoongi el piano. Su historia era un buen ejemplo de cómo debían ser las cosas, se conocieron en la secundaria y no les tomó mucho tiempo darse cuenta que estaban destinados.
Yoohyeon se alegró de que el destino de su hermana fuera mucho menos difícil que el suyo.
Yoongi era ahora parte de la familia, Yoohyeon lo consideraba un hermano más.
—Gahyeon hará un solo hoy, espero que no se duerman antes— Informó Yoongi, haciendo que Gahyeon se sonrojara levemente.
—No es nada importante, es algo corto pero he practicado bastante, espero que les guste— Dijo rascándose la parte posterior de la cabeza nerviosamente, mientras les daba una pequeña sonrisa.
—Ella solo está siendo humilde. De verdad es increíble— Agregó Yoongi, abrazándola con una sonrisa orgullosa.
—Seguramente no dormiste debido a esto ¿Porqué le restas importancia ahora?— Yoohyeon extendió la mano para despeinar el cabello de su hermana —Lo vas a hacer genial, buscaré un buen lugar y estaremos animandote.
Un miembro del personal los interrumpió. Incitando a los jóvenes a apurarse porque ya casi era la hora de comenzar. Se despidieron de la pareja y les desearon suerte, antes de dirigirse al mejor lugar que encontraron en las gradas.
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Handong estaba pasando una buena noche, con una sonrisa tranquila mientras abrazaba a Yoohyeon y escuchaba la dulce melodía del violín de Gahyeon.
Los padres de Yoohyeon y Gahyeon llegaron un poco tarde, por lo que fue imposible que se sentaran juntos debido a la multitud que llenaba las gradas, pero habían intercambiado saludos antes del concierto y probablemente iban a cenar juntos más tarde. A Handong le encantaban los Kim y le gustaba mucho pasar tiempo con ellos, por lo que ver a toda la familia, la familia que ella también sentía que era suya, fue bueno.
El solo de Gahyeon había terminado y el grupo comenzó a tocar un ritmo mucho más rápido, extendiendo un sentimiento de emoción en el público, incluida Handong. Ella abrazó a su novia más fuerte, besando un lado de su cabeza.
—¿Escuchaste eso? Nuestra Gahyeon es demasiado talentosa— Dijo emocionada. Yoohyeon asintió como respuesta con una sonrisa en el rostro, la más sincera que había visto en un tiempo.
Handong ya estaba considerando que era una gran noche, hasta que sintió a su novia tensarse a su lado, mirando un punto fijo en el fondo de las gradas. Ella rápidamente se dio la vuelta, escondiendo su rostro en el hueco de su hombro, como si tuviera miedo de ser descubierta.
La castaña frunció el ceño, confundida por el repentino cambio de actitud de su novia. Su mirada siguió la dirección que Yoohyeon había estado mirando, encontrando a dos chicas que intentaban atravesar la multitud para llegar a un lugar libre. No podía ver sus rostros, pero el cabello rojo de una de ellas era bastante fácil de detectar, la otra chica que la acompañaba tenía el pelo negro azabache. Ambas estaban aparentemente inconscientes de su presencia.
Podía sentir todas las dudas volviendo a su mente. Apretó los labios, bajando su mirada a la parte superior de la cabeza de su novia que era lo único que podía ver.
—¿Yoohyeon?— Preguntó en voz baja, su completa atención ahora estaba en ella que se aferraba a su chaqueta como si tuviera miedo de que se levantara y huyera.
Levantó lentamente la cabeza, dándole a Handong una mirada difícil de interpretar.
—Yoohyeon, ¿Algo está mal?
La contraria no respondió, en lugar de eso, sintió unos suaves labios chocar contra los suyos cuando la contraria la abrazó con fuerza.
El beso no fue suave ni dulce como siempre. Su toque era áspero, agarrando el abrigo de Handong como si su vida dependiera de ello. Sus labios eran ásperos, exigentes, llenos de emoción cruda, como si quisiera sumergirse directamente en Handong.
La más baja estaba sorprendida por el repentino ataque y se tomó un momento para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo y alejarse. Yoohyeon trató de traerla hacia ella una vez más, sus ojos brillaban con aflicción, pero Handong negó con la cabeza, ahuecando su rostro entre sus manos.
—Namu, tus padres están mirando— Esa no era la razón real por la que la había detenido y ambas lo sabían, aunque el tono suave y cálido de Handong fue suficiente para darle un poco de consuelo a la castaña.
—No voy a ir a ninguna parte, así que no te apresures ¿Si?— La beso castamente para luego abrazarla dándole una pequeña palmada en la espalda con cuidado.
Sus ojos café vagaron por la multitud, encontrando fácilmente al dúo otra vez. Ya no había duda de lo que estaba pasando.
Desafortunadamente Handong no era tan tonta como desearía.
Beso la frente de Yoohyeon, dándole una sonrisa en la cual no fue capaz de ocultar sus verdaderas emociones.
El concierto terminaría pronto pero Handong decidió que debían irse temprano.
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Se había asustado, se abrumó por el miedo. Minji estaba entre la multitud con alguien que no conocía y aunque la contraria probablemente no sabía que ella estaba ahí, Yoohyeon sintió que su sangre se enfriaba al contrario de su marca, que emitía una sensación cálida. No quería enfrentarse a la chica y todo eso que representaba, más aún, no quería que Handong lo notara.
Yoohyeon hizo lo que había estado haciendo desde que consiguió su marca, se aferró a Handong y a sus sentimientos tanto como pudo. La morena sintió que si era lo suficientemente terca, valiente y leal a sus sentimientos, eso la protegería del poder del destino y podría quedarse con Handong.
Pero, por supuesto, su novia se dio cuenta de lo agitada que se veía. Handong no formuló ni una pregunta, sin embargo, sus hermosos ojos cafés se llenaron de tristeza y preocupación mientras trataba de consolarla.
En ese momento, Yoohyeon supo que su tiempo había acabado y ahora no tenía escapatoria de la verdad.
Tan pronto como el concierto terminó y antes de que la multitud dejara de aplaudir, salieron corriendo del lugar. Yoohyeon vio las miradas inquisitivas de sus padres, pero no se dio la vuelta para enfrentarlos, ni tampoco Handong.
Yoohyeon sostuvo la mano de Handong mientras caminaban, tratando de empujar los pensamientos negativos hacia el fondo de su mente. Sin embargo, no pudo evitar temblar cuando el viento frío las golpeó. No dijeron ni una palabra, como si decir algo hiciera que no hubiera vuelta atrás.
El parque estaba hermoso esa noche. Casi no había gente, ya que casi todos aún estaban en el anfiteatro. Las estrellas en el cielo azul oscuro iluminaron su camino, las flores de cerezo adornaban la hierba verde y las flores que caían sobre ellas mientras caminaban crearon un ambiente romántico, el cual lamentablemente no coincidía con sus sentimientos actuales.
Caminaron hacia una parte más tranquila del parque, llegando a los escalones que daban al río. El agua estaba oscura e incluso sin tocarla, Handong podía decir que estaba tan fría como su interior.
La tensión se hizo presente en el aire cuando se quedaron allí, viendo cualquier cosa menos a la otra. El prolongado silencio se llenó con preocupaciones y temores, demasiado densos para ser tratados fácilmente. Así que permanecieron allí, reuniendo el coraje que necesitarían para continuar.
Handong sabía que tenía que hacerlo lo más rápido posible, por lo que reunió todas sus fuerzas y enfrentó a su novia.
—Tienes la marca ¿Verdad?
—¿Q-que?— Los ojos de Yoohyeon se abrieron completamente, llenos de conmoción y culpa. Eso fue suficiente para que la castaña supiera que sus sospechas eran ciertas.
Handong sintió que algo se rompía dentro de ella. Sabía que ese momento cambiaría completamente las cosas y no podría hacer nada al respecto.
Forzó una sonrisa. Sería fácil decir que era simplemente una broma y seguir fingiendo que no lo notó, esa idea era mucho más agradable que enfrentar a Yoohyeon al respecto. Pero ella sabía que no podían vivir una mentira para siempre.
—Tu mano. Se que no estás herida de verdad, no sangraste y no muestras signos de dolor, tu eres muy sensible al dolor, nunca hubieras podido ocultarlo así— Dijo Handong señalando la mano izquierda de Yoohyeon con un cabeceo. Su voz sonó más alta de lo normal, tensa debido a los sentimientos que la asfixiaban. —Cada día parecías más nerviosa y extraña. Y fue tan obvio... Yoohyeon, nunca fuiste buena para mentir— Ella extendió su mano para tocar la de la contraria— Déjame verla.
Yoohyeon agarró su mano, frenando a la chica de quitar sus vendas. Ella tenía esa mirada en sus ojos otra vez, la que le rogaba que no le preguntara nada, que se olvidara de eso y solo la abrazara con fuerza.
—Te amo. Nunca ame a nadie más— Sonó más a una súplica que a una confesión, su voz llena de desesperación.
Handong le dio una leve sonrisa en respuesta. Era difícil ignorar lo que la morena le pedía ya que su corazón le exigía lo mismo, pero atrasar las cosas solo las haría más dolorosas y no creía poder soportar más dolor.
—Lo se. Es por eso que creo que no debes ocultarme lo que te ocurre.
Intercambiaron una triste y larga mirada, antes de que Yoohyeon soltara la mano de su novia, permitiéndole desenrollar la tela, revelando su piel intacta debajo de ella. Handong sostuvo su mano entre las suyas, girándola lentamente para revelar su marca.
Se escuchó un profundo y pesado suspiro.
La morena desvió su mirada, mordiéndose el labio inferior para contener la repentina necesidad de disculparse.
—Al parecer la pluma es correcta, al menos— Al tono de Handong le faltaba sinceridad, solo era un mal intento de broma, incapaz de ocultar sus verdaderos sentimientos.
Yoohyeon no podía culparla por eso, era plenamente consciente de que su novia estaba haciendo todo lo posible por lidiar con eso, y lamentablemente, ese, solo era el comienzo de su tormento.
Yoohyeon la abrazó con fuerza, tan fuerte que apenas podía respirar adecuadamente, pero aún así no dijo ni una palabra. Ella se disculpó una y otra vez, como si fuera su culpa, lo que ambas sabían que no era el caso. Handong debería haberle dicho eso, pero en ese momento no podía formular ninguna palabra.
Desde el principio de su relación, era consciente de que existía la posibilidad de que sus almas gemelas estuvieran allí, esperando que el destino las juntara. Sin embargo, después de tantos años, esa idea se volvió débil en su mente, cómo una mala pesadilla que finalmente olvidaría. Solo que ahora no solo era una mala posibilidad en su mente, si no que era muy real y no importaba cuánto lo intentara, no podía ignorarlo.
La marca en la mano de Namu era más que un tatuaje, era el signo de su caída.
Ahora Yoohyeon tenía a alguien esperándola, alguien que siempre estaría conectado a ella, alguien de quien estaba destinada a enamorarse, y quizás esa persona ya se había enamorado de ella también. Esa era la única persona que podría proporcionarle un tipo especial de felicidad y amor que Handong nunca podría darle.
Quien quiera que fuera esa persona, ya había cambiado sus vidas, ya había cambiado a Yoohyeon.
La castaña miró su propia mano, su piel suave y blanca sin ningún tipo de marca, como siempre había sido. Tal vez ella también tenía un alma gemela en algún lugar del mundo y antes de que pudiera hacer algo, aparecería una marca y nunca podría deshacerse de ella. Sin embargo, ella no sintió que alguna vez sucedería. Nunca sintió que estaba conectada con alguien y ahora tampoco quería estarlo.
Dominando su coraje, miró a su novia. Su corazón dolía, se rompía lentamente en pedazos y sabía que eso empeoraría cuando preguntara, aún así, no podía soportar no saberlo.
—¿Cómo se siente?— Lo que realmente quiso preguntar fue ¿Qué sientes por ella? Pero no fue tan valiente para ser tan directa.
Yoohyeon esperaba ese tipo de pregunta, pero también esperaba una reacción más fuerte. Aún así, ella no sabía cómo responder, como si hubiera una forma correcta para hacerlo.
Ella vaciló, con la garganta seca dificultando la formación de palabras.
—Se siente... Se siente bien y terrible al mismo tiempo. Es como si la felicidad comenzará a llenarte, hasta que te empieza a ahogar y ya no puedes respirar— Ella no mencionó que se sentía así debido al peso de la culpa que la estaba asfixiando, pero Handong seguramente lo sabía.
En un impulso tomó las manos de Handong con fuerza.
—¡Todavía siento lo mismo por ti! ¡Nada cambió, lo juro!
De alguna manera, no sonó tan sincero como esperaba, sonó más como si estuviera tratando de convencerse a si misma más que a la contraria. Ella todavía amaba a Handong, no había duda. Pero en esos últimos días había dudado mucho de sí misma, volviéndose paranoica con todo lo que decía, como si tuviera que revisar constantemente sus sentimientos.
La castaña solo asintió con una sonrisa temblorosa. Estaba tratando con todas sus fuerzas de deshacerse de esa sensación de pérdida y creer en lo que Namu le decía, pero no fue fácil.
No importaba cuánto se amaban o lo felices que eran juntas, no podían ignorar esa pequeña marca en la mano de Yoohyeon. Tan pequeña pero tan poderosa. Tan poderosa como para arruinar sus posibilidades de un futuro juntas. Por lo que sabía, era imposible ignorar la conexión con un alma gemela, podrías intentarlo, pero al final te rendirias y aceptarías tu destino. Después de todo ¿Quién le daría la espalda a la única posibilidad de ser plenamente feliz? No existía ni un solo caso en el que ocurriera.
Handong siempre pensó que eran igual a las otras parejas, que no les faltaba nada en comparación con nadie, almas gemelas o no. Sin embargo, ella sabía que eso no podía ser verdad durante más tiempo ¿Podría ser tan buena y darle todo a Yoohyeon como su alma gemela? ¿O solo era una distracción y una traba para su verdadera felicidad?
Yoohyeon la abrazó una vez más, esta vez más fuerte. Podía sentir las lágrimas ardiendo en sus ojos, pero no se permitió llorar. Handong recordó los dolorosos sollozos de Namu que había escuchado a través del teléfono en esa horrible noche, ahora sabía la verdadera razón de su dolor y saber eso solo empeoraba las cosas. Ahora ella tenía que ser fuerte para ambas, o de lo contrario no habría ninguna esperanza para ellas.
Con una respiración profunda, apoyó la cabeza en el hombro de la chica más alta, sintiendo el olor de Yoohyeon llenando sus pulmones mientras que ella le acariciaba el cabello tratando de darle algo de consuelo. El contacto fue agradable y bueno para ambas, pero no fue suficiente para alejar el dolor.
Handong miró por encima del hombro de Yoohyeon, tocando el agua gris del río debajo de ellas, notando los pequeños destellos de color rosa en la superficie, recordó lo que Yoohyeon le había contado sobre eso.
Ella estaba empezando a odiar esa temporada.
—Vamos a casa.
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