Bitácora de sueños. 

02 de Noviembre - 2010

Siete puertas reclamando al culpable de los versos incumplidos...

Puertas de alabastro  y sangre fresca, esculpidas con la calma de asesino, instaladas por el mismo que pintara el suicidio de Séneca. 
Con temor abrí la puerta, y las sombras succionaron mi existencia. Nuevo plano deformado y a mi lado la belleza, perfil triste, luna llena. Una dama  que esperaba la llegada de su tren, nuestros ojos se cruzaron en el reflejo de un charco que olvido la lluvia fresca, retratada vi su muerte en otro sueño, y esta vez en el reflejo. Al volver del pensamiento el tren estaba en marcha, frente a frente se encontraron las miradas, pude verme reflejado en el cristal, pude ver como el deseo me inducia a la lujuria...

 El tren soltó el vagón, y la chica lanzo besos que rompieron los cristales, caí al suelo a la espera de que un plano se apiadase de mi suerte, y sin embargo llego choque de otro tren, el vagón se hacia añicos, mientras tanto unas manos me tomaban, un salto por la ventana y caímos en un cuarto de motel. Era ella con sus ojos de felina, con su piel de porcelana y un cielo de estrellas que adornaban su cabello. 
Dijo: -toma- extendiendo hasta mi mano un frasco de besos.
-Que uso tienen- pregunte.
-El que quieras- respondió mientras se acomodaba en el sillón.

Tome el frasco dispuesto a destaparlo, y justo antes ella dijo: -Aléjalo de tu rostro-
fui obediente y a la altura de mi pecho recibi los fulminantes roces de sus labios. El jazz de fondo y sus ojos a unos centímetros de los míos, fingí no estar herido y el pudor se fue marchando a medida que la niebla se instalaba en nuestra alcoba, acabamos siendo marionetas de lujuria y el pecado consumado me peso y como premisa quedo el no saber su nombre...

2:15 a.m