Halle una puerta al final del pasillo de vida, y que corta poesía -pensé- tras mirar las pisadas que habia a mi espalda, halle unos retratos colgados de nada, y bellas con un mismo rostro, brindando cientos de historias a un mismo fulano, el cual era yo. Dueño de centenares de besos, artífice de un excesivo y cambiante conteo de historias, profeta de un pueblo habitado por un solo hombre, el cual se paraba frente al espejo a escuchar el mensaje clamado por su propia boca. Egocéntrico -pensé- pero mas bien solitario, empujado por sus propias manos, lanzado al abismo sombrío donde habita el olvido.

Una puerta, quiza de salida o de vuelta a una vida plagada de ruidos y letras sin musa, -no lo se-. Tras volver a la puerta advertí una grieta, y la ausencia de una cerradura, la cual me llevo a pensar que habia alguien que podía eludir al abismo y volver al momento en que quisiera.

Sin embargo al abrir la puerta, no era mas que una vieja miseria vestida de polvo, aferrada a aquella promesa de ver al pájaro mendigo pagar sus pecados. Sin embargo la espera habia costado mas de cien vidas, y la herida del polvo habia roído los huesos y el templo de muerte estaba a punto de ver el final.

Polvorienta muerte

cambiada por pájaro inerte,

salvada de ver su mirada

a través de un cristal ahuecado,

que triste por mi

al ver que la inercia habia raptado

el ultimo sueño,

el cual ahora no obtendría

el consuelo de verse cumplido.

05/02/18.

【[Bitácora de sueños]】