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XX-Capítulo Veinte-Impulsos.

¿En Hawai? ¿De vacaciones por el trabajo? ¿Estás sola porque tus hermanas viajaron con tus padres? Solamente ésto le ocurre, le viene a la mente a una chica como... ¡CATHERINE! 

Exactamente a ella se le ocurren pese a tener mucha cordura, la puede perder en un bar bebiendo, el único que podía salvarla era un chico que de casualidad tiene su número en destacados. ¿Quién será ese hombre? pues el jefecito como lo tiene agendado, registrado. ¡Nicolás Maldonado, la salvó de morir, de un embarazo no deseado, de los maleantes! ¡Fue por ella a un bar en medio de la noche, casi madrugada! 

Narra Catherine

¡Sola en casa! Me voy a beber a un bar cercano, debo estar feliz porque finalmente mis hermanas son felices y están con mis padres. Me envió mi padre fotografías de las niñas en el parque con su hermanastro Jesús Alberto, el hijo que tuvo con la chica que conocimos, tiene unos pocos meses de nacimiento, viven en un nuevo hogar. 

Me vestí con lo mejor que tenía en mi closet, un vestido negro de encaje cuello alto, con unos tacones negros de plataforma. Me maquillé jugando con una paleta de colores variada, ricé mi cabello y tomé mi bolsa, mi tarjeta y me marché. Me robé las miradas en el bar de muchas personas, todos se habían marchado y yo seguía aún allí, no cerraban por mí, acabé con la barra libre, bebí hasta que mis huesos colapsaron, casi. Me pidieron el teléfono los bartenders, pero me negué. 

-¿Cómo crees que te lo voy a dar?- Interrogué. Me serví un vaso completo de vino y lo bebí de golpe. 

-Necesitamos cerrar el bar. Proporcione un número, o vaya a casa de alguien pero en taxi, no está en condiciones para manejar, señorita. -Expresó un viejito. 

-Señorita, salga. Ya vendrán por usted. -Anunció un bartender de ojos azules. Me le arrojé a los brazos y lo besé. Seguidamente éste me apartó con brusquedad, se limpió con rapidez y me sacaron del bar, allí esperé no sé cuantos minutos a que pasara un taxi, porque no tenían ningún auto. Y vino él, como un ángel del cielo, como un príncipe en su caballo, como el sol para intercambiarse con la luna, como el agua para mezclarse con el aceite, sí... estaba bien loca, pero así me ponía el alcohol, hacía de mí una mujer completamente distinta. 

Me tomó de la mano, no la entrelazo ni nada por estilo, sino que me guió hasta su auto, me dejé estar tranquila, porque de una u otra manera podía confiar en él. Me colocó en el asiento de acompañante, me ató el cinturón, porque hombre prevenido vale más que hombre lamentado y en hospital o en funeral.

Me llevó a mi apartamento, estaba consciente pero tranquila, me sentía adormecida, quizá el alcohol y sus efectos a corto plazo en mi interior. Me cargó desde el estacionamiento hasta el ascensor, le dolería la espalda, me imaginé dando un buen masaje en su cama, se veía buena esa imagen proyectada en la realidad. Me guió hasta mi apartamento, el 130 en el piso número ocho, me pidió las llaves y me sonrió, pero no era una sonrisa sincera, sino... sexy. ¡RAYOS! ¡Mi mente estaba loca con el alcohol! 

No se ni como sabía dónde quedaba mi cama pero... me llevo en brazos hasta mi cama, me quitó los zapatos, me arropó y besó mi frente, se marchó, pero yo no lo dejé ir, yo no soy así, lo juro, ésto es el alcohol. Lo seguí, lo enfrenté contra la pared, y le estampé un beso apasionado en los labios, mezclamos alientos, no podía perder la oportunidad, quizá en ese momento mi mente no estaba con los pies bien puestos en la tierra, no pensé en consecuencias, solamente me dejé llevar por los sentimientos reales, puros y verdaderos, dejé actuar a mi alma guerrera, loca y aventurera. 

Nicolás me siguió el ritmo con el beso, entrelazó nuestras manos en medio de nuestro encuentro, eso me unió, me motivó, me inspiró. Nos reencontramos, una vez más, pero mucho mejor de lo que esperé. Me sonrió pícaramente

-No he dejado de amarte, Catherine. No he dejado de olvidar tu sonrisa, tus acciones y tu inspiración todas las noches antes de fundirme en un sueño profundo, allí sueño contigo y creeme que son los más bonitos sueños. -Expresó. Unió su frente con la mía, creo que allí comprendí que el amor no necesita ser muy comprendido, tan sólo ser demostrado. Me acarició con dulzura, depositó una leve caricia en mi mentón, eso fue mágico, su roce con mi piel. 

-Creo que me enamoré, Nicolás. -Confesé tímidamente. Él sonrió. 

-¡Woaw! ¡Al fin conquisté a la princesa de éste cuento! -Gritó en la ventana. Lo abracé fuertemente, no quería dejarlo ir, no después de todo lo que pasó entre nosotros. 

Recorro sus brazos fornidos, él se tensa. Me permite que lo tome para mí, por que él es sólo mío. Dentro de todo siempre lo será. Tengo que disfrutar de su figura.

He estado muy estresada los últimos días con el tema de la custodia, pero ya todo está resuelto, había que sobrellevar el asunto con mucha paciencia, calma y sobretodo amor. Desarrollé las últimas semanas nervios, por ello me relajo cuando estoy con Nicolás, con él puedo ser yo misma, sin temores, sin ningún tipo de miedo, ni preocupación. 

Aprendí a conocerlo para poder amarlo. Descubrí primeramente su faceta de empresario dedicado, responsable, eficaz, siempre estudiando. Luego empezó su lado más cariñoso, romántico y protector, allí empezó a amar incondicionalmente. No se rindió pese a mi mal humor y mi locura de vida. Me acompañó en cada paso de mi etapa como madre sustituta. Se portó como un príncipe. Entreppises Model's Hawai, resultó mi pasatiempo, más que un trabajo una actividad relajante ser la secretaria de Nicolás Maldonado.

Me recuesto en mi cama con Nicolás Maldonado,  a solo escuchar su respiración, eso es lo que me gusta, mi hobbie favorito; seguro no soy la única, pienso. Me duermo escuchando el sonido de su respiración, no me importa nada más en ese momento. Mañana será otro día, veremos que pasa. 

°_°

Por la mañana debería amanecer renovada, pero no. Eso no me pasó por la mañana, pues tuve resaca, un dolor de cabeza terrible, náuseas, fatiga, mucha sed. Me levanté de sopetón, sin pensarlo mucho, pero tenía unos brazos enrollados en mi cintura que me impedían salir de la cama, entonces me di cuenta que había dormido con Nicolás Maldonado, intenté recordar mis últimas horas despierta, sólo algunas imágenes de nuestro encuentro y palabras vinieron a mi mente. Intenté quitármelo de encima, pero no tenía mucha fuerza, así que grité fuertemente, eso hizo efecto porque se desperezó y se frotó los ojos, me miró primeramente y se sorprendió. 

-¿Dormimos juntos sin pelearnos? -Preguntó interesado.

-Eso supongo. -Mascullé. Me encerré en el baño con mi celular, cepille mis dientes, me duché, me asee con un jabón olor a fresa y champú, sequé mi cabello con el secador, lo ricé, me maquillé porque la cara estaba horrible ese día, me envolví en mi toalla y salí a mi habitación, encontrándome que ya Nicolás no estaba, no había rastro de él en mi habitación. 
¡Dios mío, no! ¡No podía irse así! Me vestí con ropa interior rosa, busqué una camiseta manga larga por el frío que tenía, un pantalón de pijama de unicornios y mis zapatos de andar por casa cómodos: unas sandalias. 

Salí a mi cocina, encontrando la sorpresa de que Nicolás me cocinaba el desayuno. 

-¡Lo siento por cocinarte, por inmiscuirme en tu cocina así de pronto!- Se disculpó. Se veía cocinando un buen hombre, relajado, libre de trabajo. 

-No, chico. Más bien no cocinaría con la resaca que tengo. -Me sinceré. 

-Ten un aspirina para aliviar tu dolor de cabeza, nena. -Invitó. Tomé un vaso de agua, la pastilla y lo tomé, eso me aliviaría un poco el mal día. 

-¡Te lo agradezco! -Sonreí de oreja a oreja. 

Me sirvió el desayuno en la mesa: huevos revueltos con tomate, bacon y tocineta. Una taza de café con leche. Un vaso con zumo de naranja. Pan integral. Mermelada de frambuesa. Se sentó conmigo, me dio de desayunar como toda una princesa. 

-Sé mi novia, Catherine. -Susurró mientras me alimentaba en mi habitación. 

-¿Cómo dijiste?- Abrí los ojos a su máxima expresión. 

-¿Me harías el honor de convertirte en la novia de Nicolás Maldonado, hoy a las diez y media de la mañana en punto? -Interrogó. Se quedó mirándome a los ojos a sólo centímetros. 

-Puede ser. Tengo que pensarlo. -Bromee, se lo creyó muy bien. Le sonreí con maldad.-Sí, Nicolás Maldonado quiero ser tu novia. -Asentí, me quedé mirándolo profundamente, detallando cada centímetro de su piel.  Me abrazó, eso fue realmente lo mejor que nos pasó. 

Nuestra vida se convirtió en la locura más hermosa, disfrutamos las vacaciones viajando a Santiago de Chile por dos semanas completas, nuestro primer viaje como novios. Las últimas semanas de vacaciones en el trabajo, las pasamos estando relajados en la piscina, asando carne en la terraza. Tener a los sobrinos de Nicolás es como vivir con tres niños, porque cuando él se sienta con ellos, es como ver un bebé tierno, achuchable. Visito con frecuencia, ahora mucho más a mi cuñada Alexandra, woaw... se siente super-raro decirle cuñada. 

°_° 

Nuestra vida dió un vuelco con empezar la universidad y también trabajar, no podía con las dos cosas, pues la universidad requería mucha atención, concentración y estudio arduo. Así que Nicolás contrató por un tiempo a una secretaria que yo misma me encargué de elegir, tiene veintiséis años, está orgullosamente casada, tiene un hijo de cuatro años y es excelente en su labor.

Los días con Nicolás son maravillosos, bueno... él lo es. 

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