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Quinto capítulo

Quinto capítulo

Hicieron el camino en silencio, Pete caminó aferrado a los brazos de Ae, sus pasos guiados por un agarre firme y mimos que le fue dando durante el trayecto.
Ingresaron a la casa del morocho y fue llevado al dormitorio mientras se sentía anestesiado, como a través de una neblina le llegó los movimientos que hizo el otro al retirar las sábanas, tumbarlo en la cama para luego quitarle los zapatos y arroparlo.

-Ae... -susurró con la cabeza sobre la almohada. Sentía los ojos hinchados y la garganta dolorida.
-Shhh -sintió la tibieza de un beso en la frente- descansa, todo está bien.
-¿Puedes acostarte conmigo?
-Sólo espérame unos minutos ¿Si?

Lo vio salir de la habitación, algunos sonidos se filtraban, la puerta del baño abierta y cerrada, el agua de la ducha caer contra el suelo. Intentó mantenerse despierto, pero se sintió arruyado y se durmió en un sueño sin sueños antes de que Ae volviera a su lado.

〰️〰️〰️

La noche anterior ni siquiera intentó dormir. Desde el momento en que Pete le había dado la noticia para luego hablar de su determinación apenas pudo mantener un pensamiento coherente.
En el momento que pronunció la palabra embarazo, sintió algo similar a la euforia, algo cálido filtrándose en su pecho. Todo se vino abajo segundos después, tragó su dolor y creyó haber hecho lo mejor, dar su apoyo y respetar la decisión del castaño, porque si lo analizaba bien, había algunas razones por las que no era una buena idea seguir adelante.
Al amanecer hizo guardia frente a la pensión y aunque le había pedido que lo dejara solo, le siguió los pasos hasta llegar al discreto frente de una clínica donde llevaría a cabo la intervención, se quedó en la vereda de enfrente sin atreverse a moverse de allí hasta verlo salir, un enojo bulliendo dentro al no estar acompañándolo en una situación tan íntima y delicada.
Menos de una hora después el movimiento de un cuerpo que conocía de memoria lo llevó a cruzar corriendo para envolverlo en sus brazos y sostenerlo mientras el temblor los atravesaba por igual.
Lo guió a través de las calles y notó como el otro se movía por inercia, sin ver ni mirar nada alrededor hasta llegar su casa.
Ahora lo había dejado en la cama, el tiempo que había pasado bajo la ducha de nada sirvió para poner la cabeza en orden. Una vez de vuelta en la habitación se sentó a sus pies y se maravilló por la piel pálida y las mejillas rojas que lo habían obsesionada la noche que lo vio por primera vez, en estos meses el pelo había crecido un poco más largo en el frente y el flequillo ya le cubría los ojos.
Cuando empezó a remover se apuró a acomodarse en la cama para sostenerlo mientras cuidaba su sueño.
Se despertó sin saber cuanto tiempo había pasado, contra el pecho podía ver y sentir la cabeza de Pete, por la tensión del cuerpo supo que ya estaba despierto. 

-Pete... -le acarició la piel al rodearle los hombros.

El movimiento rítmico le indicó que una vez más estaba llorando.

-Tranquilo -le besó la frente- vamos... tranquilo.
-Ae... dioses... no se que estoy haciendo.

Se movió lo suficiente como para que pudieran mirarse a los ojos, aunque el otro le rehuyó la mirada.

-No se que estoy haciendo -repitió- es una locura, pero no pude hacerlo Ae, y estoy tan avergonzado...
-Hey! -lo instó a que lo mirara- no tienes nada de que avergonzarte, hiciste lo que pensaste que era mejor,   y fue mi culpa no haber dejado en claro que siempre voy a apoyarte, en cada una de las decisiones que tomes.
-¿Lo dices en serio? -la voz estaba congestionada y algo rasposa- estaba allí, Ae, y hubiera sido tan fácil, es muy muy pequeño, no habría complicaciones, pero no pude...
-¿Cuántas semanas?
-Seis... ¿Crees que pudo sentirlo? Va a odiarme, él o ella va a saber lo que iba a hacer, va a sentir que yo no lo quería y no es así, juro que si lo quiero, lo sabes ¿verdad?

Le acomodó el pelo tras la oreja y le sonrió para darle algo de tranquilidad.

-¿Sabes lo que se? -besó la punta de la nariz enrojecida- que le vamos a dar tanto amor que nunca va a sentir que no es querido, tuviste un momento de miedo y es entendible, pero estoy seguro que lo quieres al igual que lo quiero yo.
-Es que fue tan inesperado...
-Realmente fue mi error asumir que no pasaba nada si no tomábamos precauciones, tendría que haberte cuidado.
-Lo hicimos los dos -dijo con las pupilas encendidas- es nuestro.
-Es nuestro...

Como si se moviera a través del agua se fue moviendo hasta posicionar la cara frente al vientre plano de Pete, solo una capa de tela lo separaba de la piel translucida del abdomen, levantó la remera y con total reverencia posó un beso sobre el ombligo.

-Te juro que nunca en la vida va a sentir que no es amado -volvió a besar la zona- va a tenernos a los dos.
-Ae... - los dedos comenzaron a pasar a través del pelo- no es tu obligación.
-No es obligación -volvió a ocupar el lado de la cama- es mi responsabilidad, y más que eso, es lo que quiero, se que hay mucho de que hablar, organizar y ponernos de acuerdo, pero quiero que tengas en claro que voy a protegerlos.
-Pero nosotros...

Ae sabía lo que venía, con los meses había aprendido mucho de Pete, sobre todo que rehuía de las emociones, y si le daba la oportunidad está vez no sería la excepción.

-Mírame -dijo con firmeza- creo que el problema aquí es que yo confié en que con el tiempo lo resolverías y ahora puedo ver que fue un error.
-No entiendo.
-Sí, si lo haces, Pete -lo besó con fuerza unos segundos antes de alejarse- cuando estamos intimanente... siempre pones una barrera, tu corazón no está totalmente en ello.
-No es así...
-¿Puedo demostrártelo?

Observó el asentimiento con la cabeza, los ojos chispeantes que permanecían rojos e hinchados lo miraban expectantes. Empezó con pequeños besos mientras se acomodaba en medio las piernas del otro sin dejar caer su peso sobre él.
Besó los párpados, la frente y las mejillas mientras una caricia lenta dejó los dedos picando ante la suavidad y la tibieza. Su piel lo electrizaba, desde la primera vez había sido así.

-¿Quieres que siga?
-Si.

Continuó con el movimiento de las manos hasta reconocer con el tacto el contorno del pecho, las costillas y el abdomen que en pocos meses se iría redondeando.
Fue poniendo, como cada vez, los sentimientos en cada movimiento, en algunos minutos tenía a Pete dejando caer gemidos de sus labios entreabiertos.

-¿Paro?
-No -susurró arqueando el cuerpo para mayor contacto- no.

El castaño siempre respondía igual, al principio el placer se iba construyendo pero al momento de la entrega completa, algo que le era ajeno tomaba el control.
Pronto los cuerpos estaban friccionándose entre sí, su miembro listo para estar una vez más dentro del castaño y lo hizo de a poco buscando, como siempre, cualquier signo de incomodidad.

-Solo mírame -le pidió con los labios pegado a los suyos- mantente aquí...
-Si...
-Eres mío Pete... tanto como soy tuyo -se movió con suavidad generando un placer dulce y delicioso- eres mío para cuidar y proteger... pero tienes que dejarme, tienes que dejar que te cuide, que esté a tu lado, que sea parte de tu vida.
-Ae -soltó con un gemido.
-Te amo Pete... -se movió de forma más firme y profunda diciendo las palabras que guardaba hace meses- te amo y tendría que haberlo dejado claro hace tiempo, te amo y voy a seguir haciéndolo, no voy a dejarte caer porque estoy para sostenerte.

Tal vez fueron las palabras justas, la piel enrojecida, la línea firme de los labios, el brillo que se adivinaba en las pupilas, las que le dijeron que esto era lo correcto, abrir su corazón para que Pete hiciera lo mismo.

-Eres mío para cuidar -un pequeño beso- mío para atesorar, para darte todo lo que mereces en la vida.

No pudo seguir con las palabras, se sumergió en los labios carnosos que lo recibieron igual de hambrientos mientras los sonidos y el calor comenzaron a elevarse, los cuerpos moviéndose al unísono hasta que todo se hizo desordenado y resbaloso.

-Oh dioses! -graznó el castaño.

Y allí pudo sentirlo, la entrega completa, la última barrera derribada. El calor del orgasmo sobre sus abdominales fue acompañado por la presión que envolvió su pene y el grito ahogado que se derramó de los labios inflamados, desencadenando su propio clímax.
Comenzó a bajar del cielo segundos después, las respiraciones agitadas entrelazandose hasta que la sensación inequívoca del cuerpo atravesado por el llanto llegó a él. Se acomodó de lado sin salirse de su cuerpo, las lágrima de Pete dejando una marca.

-No sabía - la voz del castaño era por poco audible- dioses... no sabía que se podía sentir así...
-Lo entendiste ¿No?
-Si -le dió un beso minúsculo-  porque yo también siento lo mismo.

〰️🖤〰️

Hola! Díganme que les gustó (o no) este capítulo. Para mi es muy importante que este amor se de así, de a poco.
Por ahora les traigo esto, porque tengo que actualizar Moneda de cambio antes de ser linchada.
Les agradezco que estén aquí, que sigan leyendo y comentando. Nos vemos pronto?  Saludos!
(CERO EDICIÓN)

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