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27. Quien te ama no te olvida

—Y entonces, cuando me acerqué a ti, tú ya no me recordabas, Takemicchi.

La sala del Hanagaki se llenó de un silencio sepulcral tras la confesión de Manjiro, algo que logró darle un ápice de confianza al Sano.

Gracias a sus amigos y un “inigualable” plan para deshacerse temporalmente del insoportable desteñido de Mamoru, Manjiro no sólo había conseguido la oportunidad que esperaba para que Takemichi lo escuchara, sino que también había logrado colarse en casa del teñido y pasar toda la tarde a su lado. ¿Había algo mejor que eso?

Sólo quedaba esperar que Takemichi creyera sus palabras y entonces todo volvería a la normalidad, serían tan cercanos como siempre y sería su turno de ser honesto con sus sentimientos.

—¡No, no! —Takemichi cubrió sus oídos con ambas manos—. ¡Eso no es posible! Nada de lo que dices tiene sentido, Manjiro. ¿Por qué insistes tanto con algo como esto?

—Al menos intenta creer en lo que te digo.

—Pero suena imposible —refunfuño Takemichi.

Manjiro se cruzó de brazos, indignado y molesto. Las horas pasaban, su tiempo se agotaba y su mente poco a poco dejaba de funcionar.

¿De qué servía haber ideado un plan tan perfecto si Takemichi hacía oídos sordos a sus palabras? ¿Por qué nada parecía ser suficiente?

¿Qué debía hacer para que Takemichi creyera en él?

Manjiro respiró hondo, tratando de usar la paciencia inexistente en su ser.

—Piénsalo un momento, Takemicchi. ¿No es extraño que ambos compartamos las mismas iniciales, que imite mi personalidad, mi forma de llamarte y que sea tan falsamente “perfecto”? —Escupió molesto y asqueado. Imaginar el “feo” rostro del Satō le provocaba náuseas.

—Si lo dices de esa forma parece como si quisieras imitar a Mamoru-kun.

Un tic apareció en el ojo derecho del Sano y sus puños se cerraron con fuerza. Tenía que ser una muy, muy mala broma.

¿Qué él era el imitador? Eso sí que no lo permitiría. Primero le arrancaba los desteñidos cabellos del Satō antes de permitir esa infamia a su persona.

—¡Yo jamás imitaría a ese mentiroso! —Señaló ofendido—. ¡Él es quien se parece a mí! Abre los ojos, Takemicchi.

Quizás fue la sinceridad plasmada en los profundos orbes oscuros o la actitud decidida del Sano lo que provocó un sentimiento cálido en el pecho de Takemichi.

Todo parecía tan real que hacía su cuerpo temblar y sus sentimientos tambalear.

Aquella honestidad en Manjiro doblegaba la fuerte voluntad de Takemichi. ¿Cómo era eso posible?

Se sentía confundido y su corazón agitado no le ayudaba.

No era posible, Manjiro y él nunca…

Nunca pudieron estar juntos, ¿verdad?

¿Verdad?

—No importa cuántas veces lo repitas. No creeré en ninguna de tus palabras, Manjiro —pronunció más para su mismo—. Mamoru-kun jamás me mentiría.

—Tú no amas a Mamoru.

—¿Y tú cómo sabes qué no? —Cansado de escuchar al rubio, Takemichi se cruzó de brazos, indignado. Porque sí, podría sentirse confundido algunas veces, pero estaba seguro de sus sentimientos por el Satō.—. No me conoces Manjiro.

En un movimiento rápido y suave, Takemichi terminó con la espalda recostada contra el sofá y con Manjiro encima de él. Lo iba a escuchar aunque lo tuviera que amarrar. Haría que el molesto nombre de “Mamoru-kun” no volviera a ser pronunciado por la boca de Takemichi.

—¡Suéltame, Manjiro! —Clamó desesperado y con el rostro ardiendo hasta las orejas—. ¡No quiero escuchar más!

Takemichi intentó empujar a Mikey, pero la fuerza del rubio era mayor a la suya, aunque tampoco era que luchara desesperadamente por sacarse de encima al rubio.

El tacto de Manjiro emanaba una calidez que más que hacerle temer terminaba por derretir sus barreras y eliminar de su mente todos los pensamientos que le detenían.

Al final resultaba que, aunque los recuerdos en la mente de Takemichi no eran claros o parecieran no tener sentido, era su corazón el que anhelaba la compañía de una sola persona: Manjiro Sano.

Mikey sonrió divertido y decidió jugar, acortando la distancia, a lo que Takemichi sólo pudo desviar la mirada, incómodo, deseando que su traicionero corazón no pudiera ser escuchado por los astutos oídos del rubio.

—Te conozco mejor de lo que crees —ronroneó, juguetón, Mikey, y sonrió dulcemente, algo que logró sonrojar aún más el rostro del Hanagaki—. Si lo amaras de verdad no estarías perdiendo el tiempo conmigo escuchando las “mentiras” que te estoy contando. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque tú siempre creías en mí —Acercó su rostro al teñido—. Siempre fuimos tú y yo.

—¡Ya basta! Si me conocieras me dejarías ser feliz con la persona que amo. —Continuó removiéndose debajo del rubio—. Si tú me conocieras, sabrías que mis sentimientos por Mamoru-kun son reales y me hacen feliz, pero tú no entiendes nada.

—Te equivocas, Takemicchi, yo al fin puedo comprender tus sentimientos. —Apretó sus manos con suavidad, entrelazando sus dedos—. Lamento darme cuenta hasta ahora y haberte lastimado, pero ya ahora sé que lo que nos une es más grande que nosotros mismos

Como si de una mala jugada se tratara, en el cerebro de Takemichi se formó la imagen clara de Manjiro en cada uno de sus preciados recuerdos con Mamoru.

Ya no era Mamoru salvándolo, era Manjiro.

No era Mamoru el chico juguetón y amoroso que se mantenía pegado a él, era Manjiro.

No era Mamoru el chico fuerte que admiraba, era Manjiro.

Ya no era más la sonrisa de Mamoru la que le hacía sentir mariposas porque de imaginarlo era la sonrisa de Mikey la que provocaba una calidez inexplicable en su pecho.

Y no era más Mamoru Satō su primer beso, ese era Manjiro Sano.

—A quien tú amas es a mí, Takemicchi. Lo haces tanto como yo te amo a ti.

La profundidad en los abismos del Sano fueron la perdición para Takemichi, quien no pudiendo ir más contra sí mismo se permitió perderse en la mirada juguetona y el tacto cálido y suave del rubio.

Aquellas palabras tan dulces y adictivas le hacían olvidar lo que pasaba a su alrededor.

En ese momento sólo existían ellos dos

—Somos almas gemelas, Takemicchi.

Tal vez fue la suavidad en su voz o la sonrisa sincera la que calmó su frenético corazón y le brindó tranquilidad.

—Recuérdalo y quédate conmigo, Takemicchi.

—Mikey-kun…

Ninguno fue consciente de en que momento ambos habían dejado de forcejear ni cuando la distancia que los separaba se hizo más corta, lo único que pudo quedar grabado en sus memorias fue el momento en que Mikey inclinó su rostro y terminó con la lejanía que los separaba, besando con anhelo y delicadeza a su querido Takemichi.

Al fin, después de tanto tiempo, estaban uno al lado del otro.

En ese momento el tiempo dejo de avanzar para ambos, quienes estaban más concentrados en disfrutar del calor y sabor de los labios ajenos.

Sus corazones latían con fuerza, como si estuvieran a punto de explotar. De una manera inexplicable y casi mágica, sus bocas se movían a una sincronía perfecta, como si estuvieran hechas para encajar.

El miedo de ser rechazado no existía en la mente de Mikey, así como tampoco había dudas en Takemichi, en su lugar sólo había deseo y un sentimiento ardiente calando en su pecho.

Inconscientemente, Takemichi se aferró al cuello de Mikey, queriendo impregnarse de la calidez y aroma del rubio, como si quisiera grabar cada parte de él.

No sabía el porqué, sólo sabía que lo necesitaba.

Cuando el aire les faltó y finalmente se separaron, se observaron en silencio y con un brillo especial en los ojos.

El cuerpo de Takemichi tiritaba de emoción, pues había algo en los ojos de Manjiro que le hacía sentir emocionado y ansioso.

Sin darse cuenta, Takemichi se vio deseando tener a Manjiro más tiempo a su lado.

Para Mikey las cosas no eran muy diferentes. Su corazón no paraba de latir con fuerza y una sensación electrizante recorría cada célula de su cuerpo.

Se sentía completo de nuevo.

Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios del Sano ante la tierna imagen de Takemichi. El que no lo rechazara ni lo alejara avivaba la esperanza en él. Le emocionaba pensar que quizá al fin lo había recordado.

—¿Ahora lo recuerdas, Takemicchi?

—Mikey-kun, yo…

El repentino sonido de la puerta ser abierta puso en alerta al teñido, y sin dudarlo empujó a Mikey, quien dió de golpe contra el suelo.

Lo que menos necesitaba Takemichi era a su madre dándoles un discurso vergonzoso de que es lo que hacían las personas cuando se querían mucho y porque era importante siempre usar “globitos”. Sin embargo, todo fue peor de lo que el Hanagaki imaginó porque la persona frente a él resultó ser nada menos que…

—Mamoru-kun —pronunció nervioso y se puso de pie—. ¿Cómo…? ¿Cuándo llegaste?

Las brillantes esmeraldas del Satō pasaron de Takemichi y se posaron en Mikey, claro que esto no hizo menos que importarle al rubio. Sin embargo, lo que no esperó Mikey fue que el Satō le mostrará una amplia sonrisa. Mamoru ignoró su presencia y llegó al lado del Hanagaki para después envolverlo entre sus brazos.

—Te extrañé mucho, Takemicchi. —Las dulces palabras del mayor fueron como una puñalada para el ojizarco—. Deseaba tanto poder abrazarte.

Takemichi estaba perplejo, lo que menos esperaba es que el Satō apareciera en el peor momento.

El cuerpo de Takemichi quedó hecho piedra, sin saber qué hacer o como reaccionar. Poco a poco el sentimiento de culpa oprimía su corazón.

—¿Pasa algo, Takemicchi?

La mueca confundida del Satō causo remordimiento en el corazón del teñido. ¿Cómo había podido besar a Mikey si lo tenía a él? ¿Qué tenía en la cabeza? ¿Qué acaso no lo amaba?

—No es nada, Mamoru-kun, yo sólo…

—¿Creí que estabas ocupado con los chicos? —Clamó desafiante el Sano, rompiendo la atmósfera “romántica” que se formó.

Mamoru notó la molestia y sonrió de medio lado. Le encantaba provocar rabia en el más pequeño.

—Bueno, digamos que todo terminó antes de tiempo, Manjiro —confesó altivo—. Son chicos bastante fuertes, aunque creo que podrían mejorar, ¿no lo crees?

La respuesta hizo sentir intranquilo al rubio. Temía por sus amigos y por todas las posibilidades de que les hubiera ocurrido algo malo. No conocía los límites de Mamoru y eso le preocupaba demasiado. ¿Acaso habría sido capaz de lastimarlos?

—¿Ellos están bien? —Preguntó con duda.

De pronto, la presencia de Mamoru le hacía sentir asfixiado y temeroso. Quería convencerse de que todo debía ser su imaginación porque Mamoru no sería capaz de lastimar a nadie y mucho menos a sus amigos, ¿verdad?

—Claro, Takemicchi. —Acarició la cabeza del menor y sonrió con dulzura—. Sólo cumplimos con encargo de Manjiro, ¿verdad?

Ante tales palabras, Manjiro tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad —que no tenía— para no lanzarse sobre el desteñido y hacerlo hablar.

—Como sea. Vamos, Takemicchi, hoy me quedaré contigo —insistió el Satō, y tomó las manos de Takemichi entre las suyas, mostrando una sonrisa arrogante en el rostro—. Además, ¿no crees que Manjiro debería marcharse ya?

El teñido dudó pues así que se negara a admitirlo, cada una de las palabras de Mikey resonaban en su cabeza: “Mamoru Satō es un impostor”. ¿Era eso posible?

La cabeza de Takemicchi dolió y comenzo a sentirse mareado.

Sus pensamientos se volvieron un caos dentro de su cabeza, incapaz de pronunciar una idea coherente, pero aun en medio de ese desastre quería una sola cosa.

—No, yo no quiero que… —Sus pies avanzaron antes de darse cuenta en una sola dirección: Mikey.

No podía dejarlo ir. Tenía que detenerlo o si no…

—Es momento de dejarlo ir, Takemicchi. —Mamoru llegó a su lado en silencio, lo detuvo y le susurró al oído—. Ya es tarde para él.

La escena erizó la piel de Mikey. Algo no estaba bien.

—¡Aléjate de Takemicchi o si no…!

Las palabras quedaron atrapadas en su garganta y su cuerpo paralizado cuando, frente a sus ojos, Takemichi se desplomó en los brazos de Mamoru.

—¡Takemicchi!

—Se acabó el tiempo, Manjiro.

¡Wenas, wenaaaas! Ah, se siente tan bien estar de vuelta. Espero se encuentren bien

Ha pasado tanto tiempo desde la última actualización que debo disculparme con ustedes. Había dicho que tomaría el descanso de una semana y terminaron siendo seis meses, jajajaja. Imaginen, digo que vuelvo en un mes y no vuelven a saber de mí en esta vida・_・

Cómo sea, espero que el nuevo capítulo les haya intrigado que era lo que buscaba. ¿Qué creen que pase ahora? Les leo 👀

Si les gustó no duden en votar o comentar, me hacen muy feliz💖

Nos vemos la próxima actualización (que será pronto). Cuidense mucho

Besos

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