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Capítulo 21 (Parte II)


Capítulo 21 (parte II)


Casa #3: Lillian Lennon

El viento rugió, las ventanas se abrieron de par en par y el espíritu del Beatle John ingresó a la habitación.

—LilliaAaAaAaAaN... —llamó John.

La pareja se despertó sobresaltada.

— ¡Oh por Dios! —exclamó Lillian, aterrada. — ¡Por favor, no me hagas nada! —suplicó.

—Puedo prometer no hacerte nada a ti, pero no a él —dijo John, observando al hombre junto a Lillian. — ¿Quién demonios eres tú?

—S-soy Rudolph —tartamudeó el hombre, intimidado por aquella presencia fantasmal.

—Rudolph el de la nariz roja, qué lindo —dijo con sarcasmo. — Pues yo soy John Lennon, el abuelo de Lillian. Y mientras yo esté aquí, tú no tocarás a mi nieta ¿me has oído?

—P-pero yo...

—Será mejor que salgas de la habitación o la nariz no será lo único que tendrás rojo, Rudolph —amenazó John, y tras el consentimiento de su esposa, él se retiró. —Entonces... es lindo verte de nuevo, Lillian, ¿cómo has estado?

—Nunca nos vimos, no te conozco —soltó la mujer, distante.

—Se nota que eres una Lennon, eres respondona como tu abuelo —dijo John orgulloso. —Lamento no haber estado contigo mientras crecías, Lillian. Seguramente debes querer que nos conozcamos un poco, ¿no es así?

Ella asintió.

—Pues entonces...

John miró el reloj en la pared.

—...me gusta el color verde, los cereales y las guitarras. ¿Qué hay de ti?

—A mí también me gustan esas cosas —dijo con timidez.

— ¡Genial! Creo que con eso basta —indicó John. —Entonces, te quería platicar de un asunto...

— ¿Eso es todo? —preguntó Lillian, decepcionada. —Eso lo podría haber leído en internet.

—No te quejes, es más de lo que supe yo sobre tu bisabuelo —respondió John. La mujer rodó los ojos. —Ahora bien, sobre aquel asunto...



Casas #4 y #5: William y Lawrence McCartney

El viento rugió, las ventanas se abrieron de par en par y el espíritu del Beatle Paul ingresó a la habitación.

—WiLlIaAaAaAaMm... —llamó Paul.

El hombre se despertó sobresaltado.

— ¡Oh por Dios! —exclamó "William", aterrado. — ¡Por favor, no me hagas nada! —suplicó.

—Descuida, William. No te haré daño, ¿por qué querría dañar a mi propio bisnieto? —lo tranquilizó Paul.

— ¿Acaso estoy soñando? —preguntó el hombre, confundido.

—Soy todo un sueño, lo sé —sonrió Paul, halagado. —Lo siento, William, es que me junto mucho con John.

—Deja de llamarme William, yo soy Lawrence —corrigió.

—Oh, lo siento, es que siempre se parecieron mucho —se disculpó Paul.

—Sí, eso suele pasar con los gemelos —dijo él. —De verdad, ¿estoy soñando?

—No, en realidad soy yo. Tu bisabuelo Paul. Y vine a tratar contigo un asunto de suma importancia. También cité a tu hermano Lawrence y él estará aquí en algunos minutos.

—Punto uno: Sí, claro —rio Lawrence, con incredulidad. —Punto dos: mi hermano es William, Lawrence soy yo.

—Sí, eso quise decir —afirmó Paul. Luego el timbre sonó. —Ese debe ser tu hermano, ¿no irás a abrirle?

Lawrence lo observó sin saber bien qué hacer, pero decidió que lo mejor era hacerle caso a esa visión fantasmal que estaba teniendo que se parecía mucho a su bisabuelo. Fue hasta la puerta y le abrió, efectivamente, a su hermano. Intercambiaban algunas palabras en la entrada mientras que Paul esperaba pacientemente en la habitación. Finalmente notó que había una mujer durmiendo junto a Lawrence. Se acercó a ella para verla mejor.

—Tú debes ser la esposa de Lawrence —susurró Paul, pero sin intención de despertarla. — Vaya que eres bonita, ¡ése es mi bisnieto! —dijo alegre.

—Abuelo, ¿qué haces? —preguntó William, ahora en la habitación junto a Lawrence.

—Nada, Lawrence, sólo quería conocer a tu esposa —dijo Paul avergonzado.

—Yo soy William —corrigió.

—Creo que tendré que ponerles etiquetas con sus nombres —sugirió Paul. —En fin, ¿ahora sí me creen que esto es real?

Ambos asintieron.

—No puedo creer que seas tú, ¡te extrañé tanto, abuelo! —exclamó Lawrence, emocionado.

—Yo también te extrañé, William —dijo sonriendo.

—Yo soy Lawrence.

—Como sea —dijo Paul aún sonriente.

— ¿Cuál era el asunto que querías tratar con nosotros, abuelo? —preguntó William.

—Me alegra que preguntes, Wi...Lawrence —se autocorrigió.

— ¡Que soy William! —se quejó impaciente.

—Oh, ¡yo iba a decir eso! Debí haberlo dicho —lamentó Paul, y luego se dio cuenta de algo— William... ¿no es curioso que te llames como William Campbell, la persona que supuestamente me reemplazó según aquel estúpido mito de que morí en los sesenta? ¿Acaso Arthur no se dio cuenta de eso cuando te puso ese nombre?

—De hecho papá me nombró así a propósito... pensó que sería gracioso —rio William.

—Sí... es hilarante —masculló Paul de mala gana. —Recuérdame que le haga una visita a tu padre luego.

—Abuelo, el asunto —le recordó Lawrence.

— ¡Es cierto! —dijo Paul con un chasquido de dedos. —Existe una cuestión que ha estado...

Paul se interrumpió nuevamente al ver una fotografía en la mesa de noche. Se trataba de un joven apuesto de cabello castaño y linda sonrisa.

Él recordaba perfectamente ese rostro.

—Dylan... —susurró. Rápidamente volteó a ver a sus bisnietos— ¿quién de ustedes es el padre de este... joven?

—Yo soy su padre —respondió uno de los dos, pero Paul no sabía cuál. —Lawrence —agregó, notando la confusión de su bisabuelo.

—Lawrence —repitió— así que tú eres el padre de Dylan, ¿eh?

— ¿Cómo es que conoces a Dylan? —preguntó William.

—No importa mucho cuándo es que tuve ese... "placer" —dijo Paul, aunque claramente no era eso que quería expresar. — ¿Por casualidad sigue viviendo aquí?

—Ya no —respondió Lawrence— pero estos días vino a visitarnos y ahora está durmiendo en su antigua habitación.

—Interesante —se limitó a decir Paul, y luego continuó con el tema que los incumbía.



Casa #5: Lawrence McCartney (habitación de Dylan McCartney) (visita no programada)

Luego de hablar con los gemelos, Paul se apareció en la habitación de Dylan, pero con extrema cautela, ya que no deseaba despertarlo.

—Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí —dijo Paul, mientras lo observaba dormir. —Hace mucho que no te veía. Tal vez porque hace mucho que no frecuentas a Cassie... ¿recuerdas a Cassie? Sí, la chica con la que solías salir. Por si te lo preguntas, ella está bien, muy bien. Me enteré de que está saliendo con alguien más, pero no puedo decirte quien... ¡Aunque puedo cantártelo!

"Yo salgo con Cassie, yo salgo con Cassie,

Ella no te quiere, ella quiere a Paulie,

Yo salgo con Cassie, yo salgo con Cassie,

Ella a mí me ama

Porque soy mejor que tú"

Debido a su descuido mientras entonaba la canción, Paul tiró al suelo un adorno en la mesa de noche de Dylan, y ya se imaginarán el resto.

— ¡¿Quién eres?! ¡¿Qué haces aquí?! —exclamó el joven, sobresaltado.

—Estás soñando, estás en un sueño profundo —explicó Paul, a modo de hipnotismo. —Yo soy tu tatarabuelo Paul, y vengo a ti en un sueño para aconsejarte.

— ¿Aconsejarme sobre qué? —preguntó el muchacho, un poco más calmado, porque al menos se trataba sólo de un sueño.

— ¿Aún extrañas a Cassie, la chica con la que salías?

—Sí, la extraño —admitió. — ¿Por qué?

—Debes olvidarte de esa chica, Dylan —demandó el fantasma de manera solemne. —Han pasado meses desde que terminaron. Supéralo... mi... querido nieto —añadió, para no sonar tan cruel.

—No sé si pueda —declaró.

—Esa chica no era buena para ti, Dylan. Ella... ella sólo te quería porque eras un McCartney —improvisó Paul.

—Eso no es cierto —dijo su tataranieto, desconfiado.

—Claro que sí, ella tiene... tiene una enfermiza obsesión por... mí, y por eso salió contigo, porque eres un McCartney. Aunque ambos sabemos que nunca serás yo —señaló modestamente.

—Cassie no es así, ella no haría eso —defendió Dylan.

—Tú no la conoces —contrarió Paul— ¿acaso sabías que Cassie se... que ella come a las mascotas de sus novios?

— ¡¿Ella hace qué?! —preguntó Dylan, atemorizado.

—Sí, ella sale con los chicos y... sus mascotas se pierden misteriosamente. Y sin que te des cuenta, te prepara un abundante plato de guisado de... Morrison —inventó, viendo la fotografía del perro.

— ¿Jim? —preguntó Dylan confundido.

—No, tu perro —aclaró Paul rodando los ojos, y el chico se horrorizó aún más.

—P-pero... Cassie es vegetariana...

—Eso crees tú —rio Paul— pero si tú no hubieses estado cerca cuando Cassie casi atropella a tu perro el día que se conocieron, de seguro lo hubiese hecho estofado.

—Oh por Dios —dijo Dylan para sí mismo, aterrorizado. —Gracias tatarabuelo Paul, me has hecho un gran favor al decirme todo esto.

—No hay de qué, ¿para qué están los abuelos? —sonrió Paul. —Entonces ¿ya no te acercarás a Cassie?

—De ninguna manera —ratificó el muchacho.

— ¡Genial! Será lo mejor para todos —resolvió el desvergonzado fantasma— me refiero a ti y a tu perro, por supuesto.

Satisfecho con su retahíla de mentiras, Paul se despidió de su querido nieto y se marchó lo antes posible, conteniendo una pequeña risa.



Casa #6: Frederick Harrison

El viento rugió, las ventanas se abrieron de par en par y el espíritu del Beatle George ingresó a la habitación.

—FrEeEeDeErIcCk... —llamó George.

El hombre se despertó sobresaltado.

— ¡Oh por Dios! —exclamó Frederick, aterrado. — ¡Por favor, no me hagas nada! —suplicó.

—Descuida, Frederick. No te haré daño, ¿por qué querría dañar a mi propio nieto? —lo tranquilizó George.

—Tú... tú... ¡eres George Harrison! ¡Mi abuelo! —exclamó, reconociéndolo.

—Y tú eres mi nieto, ¡no puedo creerlo! —exclamó George, feliz. —Te pareces mucho a Dhani.

—Él se parece mucho a ti —mencionó Frederick.

—Es cierto... Hubiese sido genial caminar los tres en fila por las calles y asustar a la gente —comentó George, divertido.

Su nieto lo contemplaba.

— ¿Estoy soñando? —preguntó el hombre, sin poder creer lo que veía.

—No, de hecho soy yo. Sólo que ahora soy un fantasma —explicó George, como si fuera lo más normal del mundo. —Y entonces... ¿no me vas a ofrecer algo de comer?

—Eh... sí, seguro. Lo siento —se disculpó Frederick y fue a hasta la cocina a buscar galletas— espero que te gusten con chips.

—Están deliciosas —comentó George mientras aún masticaba, y luego se guardó algunas en los bolsillos. —Verás, he venido a platicar un asunto muy importante contigo. Pero antes... ¿cómo está mi hijo?

A diferencia de los hijos de los otros Beatles, Dhani aún seguía vivo, por lo que George quiso aprovechar la situación para saber un poco más sobre cómo le estaba yendo.

El nieto de George vaciló antes de hablar.

—La última vez que lo visité parecía estar bien —respondió Frederick.

— ¿Y hace cuánto fue eso? —preguntó George.

—Visitamos el asilo cada año en Navidad —explicó.

— ¿El... asilo? —Repitió George, no pudiendo creer lo que oía— ¿por qué mi hijo está en un asilo donde lo visitan una sola vez al año? ¿Siquiera hablan con él por teléfono?

—Bueno, llevo una vida bastante ajetreada así que yo no...

— ¿Acaso mi hijo fue un mal padre para ti? —preguntó George, no pudiendo ocultar su disgusto.

—No, él fue excelente. Pero no tengo tiempo y...

— ¿No tienes tiempo para tu propio padre? —lo interrumpió. — ¡Eres su único hijo! ¿Por qué le haces esto?

Frederick no sabía qué decir, así que George prosiguió.

— ¿En dónde está el asilo?

—En East Union, es el único en esa calle —respondió Frederick con rapidez, porque no quería provocar al fantasma de su abuelo.

— ¡Ni siquiera queda lejos de aquí! —rio George, pero no porque le pareciera gracioso, sino porque estaba indignado. —Escúchame bien lo que te voy a decir, Frederick. Tú irás a visitar a tu padre a aquel asilo ¿me oíste? Lo irás a visitar seguido y hablarás con él y te preocuparás por él, porque él siempre hizo eso por ti. Lo menos que puedes hacer es devolverle el favor.

Frederick asintió, pero George no acabó.

—De hecho ¿sabes qué? Lo sacarás de ese asilo. Lo sacarás de allí lo más rápido que puedas y lo traerás a vivir aquí, y no tendrás ningún inconveniente porque la casa es grande, y si tu trabajo llega ser el impedimento para que pases tiempo con él, entonces me encargaré de que eso ya no te moleste. Soy un maldito fantasma, Frederick, y créeme que soy capaz de muchas cosas ¿me has oído?

Frederick volvió a asentir nuevamente, terriblemente asustado.

—Genial, sabía que nos íbamos a entender bien —dijo George sonriendo.

Estaba a punto de marcharse, cuando recordó que aún le faltaba hablarle a su nieto sobre el asunto del nombre de la banda.

—Casi me olvido del asunto del cual venía a platicarte en primer lugar —rio George, y se sentó junto a su nieto. El hombre estaba tan atemorizado que George sabía que iba a ser fácil convencerlo.

Habiendo terminado de tratar el asunto, tomó unas galletas más para el camino y se marchó, pero no fue hasta el departamento.



Casa #7: Asilo de ancianos de East Union (visita no programada)

El espíritu del Beatle George recorría los pasillos del asilo en busca de su hijo. Sin embargo, se topó con alguien antes.

— ¿Little Richard? —preguntó George al notar el espíritu que pasaba a su lado.

Efectivamente se trataba de él. Los Beatles tenían una larga historia junto a Little Richard, ya que lo admiraban mucho, en especial Paul, y luego se convirtieron en sus amigos. Claro que también está aquel rumor de que supuestamente acosó sexualmente a Ringo en una habitación de hotel, tal vez porque los anillos le habían dado la impresión equivocada. Pero eso es historia para otro día.

— ¿George Harrison? —Preguntó Little Richard y se le acercó— ¡George! ¿Qué haces aquí?

—Estaba por visitar a mi hijo —respondió— pero, de lejos, por supuesto, porque sé muy bien que no debemos interactuar con las personas y esas cosas —agregó.

—Oh, qué lindo —sonrió Little Richard, satisfecho con su respuesta. —Yo venía a tirarle de los pies a mi bisnieto mientras duerme —respondió con tranquilidad— lo hago cada noche. Manejó muy mal los derechos de mis canciones y me estoy vengando por eso.

—No creo que eso sea correcto —dudó George, aunque en realidad le causaba mucha gracia.

—Mira quién habla, el que se hace pasar por sí mismo en una banda tributo a la misma banda que tenía hace cien años —alegó Little Richard, porque no era ningún tonto y claramente sabía todo.

Hubo silencio por unos segundos.

—No diré nada si tú no dices nada —sugirió George.

—Por mí está bien —aceptó Little Richard y se dieron un apretón de manos. —Bueno, debo ir a cumplir con mi deber. Un gusto verte, George Harrison.

—Lo mismo digo —sonrió George y siguió con su camino, pero la voz volvió a llamarlo.

—George —llamó Little Richard y George volteó— dale saludos a Ringo de mi parte.

George contuvo la risa y continuó su búsqueda.

Después de pasar por las puertas de varias habitaciones más, al fin halló la que buscaba. Ingresó con cautela y se sentó junto al anciano que dormía tan profundamente. El Beatle contempló al hombre, y efectivamente era su Dhani. Se veía muy diferente, por supuesto; los años no llegan solos. Pero aún era él. Debajo de aquellas canas y arrugas se encontraba el mismo niño que él arropaba cuando era pequeño, y al recordarlo, una lágrima rodó suavemente por su rostro.

—Dhani... —susurró y lo sacudió con delicadeza— mi Dhani... despierta...

El anciano reaccionaba lentamente, pero al instante de ver a George, pareció despabilarse de manera repentina.

— ¿Papá? ¿Eres tú? —preguntó Dhani, colocándose los lentes que se encontraban en su mesita de noche. —Ya estoy imaginando cosas —dijo incrédulo.

—No estás imaginando nada; realmente soy yo —respondió George divertido.

—Pero eso no es imposible... tú estás muerto —contradijo con pesar.

—Ni me lo recuerdes —rio George. —Créeme, hijo, soy yo. He venido para hacerte una pequeña visita. Te extraño, Dhani.

Había algo en aquella presencia. Tal vez era la manera en la que se expresaba o la innegable sinceridad de sus palabras —o simplemente el anhelo del anciano— pero definitivamente había algo que hizo que Dhani creyera lo que decía.

—Yo también te extraño, papá —dijo el hombre conmovido y abrazó a George con todas sus fuerzas. George se sorprendió, pero pronto le correspondió el abrazo.

— ¡Te ves tan joven! —exclamó Dhani, observando al fantasma.

— ¿Verdad que era apuesto en los sesenta? —bromeó George y ambos rieron. —Hijo mío, quiero oír todo sobre cómo te ha ido en estos años en los que estuve ausente. ¿Me contarás, no es así?

—Por supuesto —sonrió su hijo.

—Oh, casi lo olvido —dijo George mientras rebuscaba en el bolsillo de su pantalón, hasta que al fin sacó lo que tenía— ¿quieres una galleta?

—Eh... mejor luego —rechazó cortésmente Dhani, ligeramente asqueado pero deleitado a la vez.



Casa #8: Dorothy Lennon

El viento rugió, las ventanas se abrieron de par en par y el espíritu del Beatle John ingresó a la habitación.

—DoOoRoThYyYy... —llamó John.

La mujer se despertó sobresaltada al ver al fantasma.

— ¡Oh por Dios! —exclamó Dorothy, aterrada. — ¡Esto no puede ser real!

—De hecho lo es. Y vaya que eres atractiva tú también —dijo mirándola de arriba a abajo— supongo que está en los genes.

—No es cierto —dijo llevándose las manos a la boca.

—Lo digo de verdad —insistió John— de hecho, si no fueras mi nieta...

—Me refiero —interrumpió Dorothy— a que no puede ser cierto que estés aquí, ¡tú estás muerto!

—Ya sé, ya sé. Estoy muerto y aparecí mágicamente, pero por favor no hagas preguntas sobre eso —suplicó el Beatle. —En fin, venía a platicarte sobre un asunto —anunció mientras tomaba un papel que llevaba en su bolsillo— así que sé buena niña y deja que te lea de qué se trata todo así puedo volver a casa y ver The Twilight Zone, ¿bien?

—Eh... está bien... —titubeó Dorothy y John comenzó a leer.



Casa #9: Errol Lennon

El viento rugió, las ventanas se abrieron de par en par y el espíritu del Beatle John ingresó a la habitación.

—ErRoOoOoL... —llamó John.

Al parecer el hombre no lo había oído ya que seguía durmiendo como si nada.

—ErRoOoOoOoOoL —volvió a decir John, pero nada. — ¡MALDICIÓN, ERROL! —exclamó impaciente, pero su nieto en verdad tenía el sueño pesado.

John volvió a recuperar la compostura y comenzó a silbar una dulce melodía mientras observaba a su alrededor. Luego se inclinó al suelo, tomó un zapato y se lo arrojó con todas sus fuerzas a Errol, despertándolo sobresaltado.

— ¿Qué fue eso? ¿Quién eres? —interrogó Errol, adolorido.

— ¡Lo siento tanto! no era mi intención despertarte —se disculpó John. —Pero bueno, ya que estás despierto, me presentaré. Mi nombre es John Lennon, trabajo en Soytuabuelo Sociedad Anónima y vengo desde el más allá para informarte sobre un asunto.

—Esto no puede estar pasando —negó el hombre.

—Bueno... mientras tú lo asimilas, te dejaré este papel aquí —dijo John depositando un documento sobre su regazo— el cual explica a qué vine aquí y bla bla bla. Decidí escribir un documento e imprimirlo porque la verdad me da flojera explicarlo yo mismo, espero que lo entiendas.

Errol observó el papel sin decir palabra alguna, aún estupefacto.

—Creo que eso es todo —prosiguió John— así que bueno... ¡bye! Saludos a la familia.

Y luego de aquel emotivo encuentro, John desapareció, concluyendo así la misión de los Beatles. Ahora sólo restaba esperar.



Pero a decir verdad la espera no duró mucho. En el noticiero de la mañana anunciaron que la disputa legal entre los chicos y Apple Corps había finalizado y por lo tanto ya no irían a la corte. Al parecer los herederos de los Beatles habían tenido la noche anterior "experiencias cercanas" con los mismos Beatles, las cuales les hicieron recapacitar sobre el asunto.

"No sea si haya sido un sueño o no, pero mi bisabuelo se presentó ante mí" aseguró Douglas Starkey. "Él era muy amable, tal como lo recordaba. Recordamos muchas cosas juntos" admitió con una sonrisa nostálgica.

—Aww, Ringo —dije conmovida y lo abracé.

"Nuestro bisabuelo nos citó a mi hermano y a mí a mi casa. Confundía nuestros nombres una y otra vez, como siempre" dijo Lawrence McCartney.

— ¡Paul! —lo regañamos Jenna y yo.

— ¿Tú citaste a los dos en un mismo lugar? —Preguntó John— ¿Cómo no se me ocurrió eso? Y yo que anduve de idiota recorriendo casa por casa.

"Además creo que le gustó mi esposa" agregó Lawrence.

Paul me observó en aquel momento. Yo me contuve de decir algo, pero le eché una mirada de "hablaremos luego".

"A mí mi abuelo me causó temor, era muy intimidante" confesó Frederick Harrison. "Se comió todas las galletas que había en mi casa"

— ¡George! —lo regañamos las dos.

"Pero también me hizo recapacitar e hizo que quiera reconstruir la relación con mi padre, el cual a partir de ahora vivirá conmigo. Se lo agradezco mucho" añadió Frederick.

"Mi padre me visitó a mí también" dijo Dhani Harrison. "Para ser sólo un sueño, se sintió muy real, en especial cuando me abrazó. Me sentí como un niñito otra vez"

—Awww, George —dijo Jenna y lo besó.

—No sabía que habías ido a visitar a Dhani también —comenté.

—Sí, sé que no era lo planeado, pero no pude evitarlo —dijo George con una pequeña sonrisa.

"Pues mi abuelo era diferente. Creo que trató de coquetear conmigo" dijo Claudette Lennon.

"Conmigo también" agregó Dorothy.

"Amenazó a mi esposo" se quejó Lillian.

"¡Me arrojó un zapato!" exclamó Errol.

— ¡John! —lo regañamos, mientras los chicos reían.

Tal vez los chicos no acataron bien las órdenes de apegarse sólo a lo que tenían que decir, pero en realidad no esperaba que lo hicieran. Nunca lo hacen. Pero de alguna manera u otra, siempre logran salirse con la suya, y este caso no fue la excepción. La batalla legal había acabado y eso era lo que importaba.

—Olvidé decirles que me topé con Little Richard anoche —mencionó George.

— ¿El fantasma de Little Richard? ¿De verdad? —preguntó Jenna sorprendida.

—Apuesto a que esos "oooh" suyos deben sonar mucho mejor en versión fantasma —señalé.

— ¿Cómo se encuentra Little Richard? ¿Está bien? —preguntó Paul.

—Sí, muy bien —aseguró. —Por cierto, Ringo... te mandó saludos —dijo George con un guiño.

Al oír eso, Ringo empalideció aún más y nosotros no pudimos evitar reír. 

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