✦•┈10┈•✦
—¡Drew, qué bueno verte! —exclamó Britt con un vaso de jugo en la mano—. Pasa, pasa.
—¿Vine muy temprano?
—Un poco nada más…
Estuve a punto de contarle todo a Britt, pero pasó de largo y no tuve más remedio que seguirla.
La casa estaba en completo silencio. Era tal y como la recordaba, con sus enormes ventanales que permitían la vista perfecta a la piscina. Tenía dinero, mucho. Su padre y el padre de Jeremy, si mi memoria no me fallaba, eran dueños de una cadena de restaurantes de pollo frito.
—¿Y Jeremy? —pregunté al ver unos bocadillos sobre la mesa—. Me siento tonto al no traer nada para compartir.
Seguí caminando y me dirigí a la sala seguido de Britt, quien trataba de ocultar una sonrisa. Todo el lugar estaba a oscuras, con una suave melodía de piano sonando en alguna de las habitaciones de arriba.
—Oye, esto me está asustando…
—Tranquilo, Jeremy está en la sala principal. Adelante, llego en un minuto.
Abrí la puerta con mi mano libre y, al estar todo a oscuras, busqué desesperado el interruptor de la luz. Cuando lo encontré, no apreté el botón. Unas sombras se movieron en el fondo del cuarto y pensé por un momento en que Jeremy estaba siendo atacado por esos duendes de garras enormes.
Esta vez sería diferente y por fin obtendría pruebas, así que tomé el florero que adoraba uno de los muebles del pasillo y me dispuse a capturar a una de esas criaturas. Conté hasta tres e irrumpí con mi arma improvisada, al mismo tiempo que encendía la luz y decía unas cuantas palabrotas.
—¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!
Un montón de papeles de colores me golpearon en la cara, seguidos de varios gritos y aplausos.
—¿Qué? —Esa palabra fue lo único que salió de mi boca y escondí el florero en el suelo de forma disimulada.
Tal vez esto ya se había salido de mis manos, tal vez sí necesitaba ayuda.
—¿Creíste que lo olvidaríamos? —preguntó Britt y me abrazó—. Al principio iba a ser una fiesta de bienvenida, pero pasó lo de tu hermana y bueno… Ya que la semana pasada fue tu cumpleaños, quisimos aprovechar y festejarlo.
—No… no sé qué decir.
Me obligué a sonreír mientras muchas personas que no conocía me felicitaban y otras incluso me daban pequeños regalos. En todo momento permanecí con mi cara de tonto, pensando en la escena bochornosa que pasé con el florero.
—¡Un aplauso para el cumpleañero! —Jeremy entró sin camisa y me pasó una cerveza—. ¿Qué se siente ser un adulto responsable?
No compartí las carcajadas de él y de Britt. Solo sonreí incómodo y suspiré un poco más tranquilo cuando pasé a ser segundo plano y todos los invitados se dirigieron a la piscina.
—¿Te sientes bien? Estás muy pálido —Britt le dio un codazo a Jeremy para que parara de reírse y por fin obtuve la atención de ambos.
—No. Descubrí algo, es sobre mi hermana.
Me senté en una de las sillas que tenía un cartel que decía: “Ya tienes 18, ya puedes ir a la cárcel”, y comencé a relatar lo que había encontrado en Internet. Mamá no me creía, papá no contestaba el teléfono y no sabía cómo encontrar a aquella mujer que sospechaba lo mismo que yo. Jeremy y Britt eran mi única esperanza.
—Investigué sobre el duende del que habló Jeremy. —Saqué mi libreta y busqué mis anotaciones—. Bueno, encontré solo un blog donde hablan de él. Al parecer, es una criatura que lleva siglos viviendo en el bosque. Lo apodan el devorador de niños, pero su verdadero nombre es Houa.
—¿Y ese Coco secuestró a tu hermana? —preguntó Jeremy, no muy convencido.
—Sí, y uno de sus demonios ayudantes está fingiendo ser mi hermana. Pero ella no fue la primera, escuchen esto: En 1999, Samuel Kim desapareció en el mismo bosque mientras sus padres acampaban en la tienda de al lado. —Pasé la página de mi libreta para seguir leyendo toda la investigación que había recolectado anoche—. En 2004, Amanda Spencer desapareció mientras se hospedaba junto a su familia en un hotel, no muy lejos de aquí. En el 2012…
—Oye, oye. —Jeremy se quitó el gorro de fiesta de su cabeza—. Está bien. Relájate.
—Déjalo que continúe —le reprochó Britt.
—Pero todos tienen una coincidencia —seguí—, eran niños problemáticos al igual que mi hermana…
—¿No crees que estás siendo un poco paranoico? —preguntó Jeremy, finalizando con un eructo.
—No. Últimamente, Molly actúa muy extraña, parece otra persona. Más bien, es otra persona, estoy seguro.
Al levantar la mirada, Britt se rascaba el brazo y Jeremy buscaba otra cerveza.
—Podemos ir al bosque a investigar si eso te hace sentir más tranquilo —dijo mi amiga con una sonrisa forzada.
—Olvídenlo, saldré a tomar aire.
—¡Drew, espera! ¡Podemos hablar sobre esto!
Ignoré a Britt y salí de la casa lo más rápido que pude.
Ninguno de los dos me creía, para ellos solo era un loco que fantaseaba con criaturas deformes, justo como lo creía mamá.
Me alejé de la música que estaba a todo volumen y me dispuse a buscar el motivo que me había obligado a ir a esa fiesta: encontrar a Shea para que me explicara esas palabras que me dijo más temprano.
Busqué como loco una cabellera igual a la de ella, pero solo encontraba a parejas besándose o tontos bailando mientras se tambaleaban.
Cuando comenzaba a perder la esperanza, escuché una tos extraña y volteé a ver.
Shea estaba sentada muy alejada de todos, en medio del jardín lleno de aves del paraíso y estatuas de cristal que debían valer una fortuna.
—Hola —dije, sin apartar la vista de los rasguños en sus brazos.
La chica solo asintió con la cabeza y suspiró. Debía pensar bien en mis palabras si no quería quedar como un completo idiota frente a ella.
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