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Capitulo 4: Cena para dos

Recogí mi cabello en una coleta y me coloqué un vestido, la noche estaba cálida. El cambio de estación había traído consigo noches calurosas. Me dispuse arduamente a cocinar dejando todo listo en menos de una hora, también coloqué todo en la mesa incluyendo unas copas y vino aunque no solía beber mucho.

La puerta de un auto sonó y me asomé un poco a la ventana viendo como él caminaba hacia la casa y traía consigo un ramo de flores. Cerré la cortina sintiendo miedo de que me hubiera visto espiando y me apoyé contra la madera de la pared lloriqueado por dentro de emoción debido a que estaría cumpliendo una de mis fantasías favoritas.

Un chico tocando mi puerta con flores en sus manos.

Los tres certeros golpes contra la madera se hicieron sentir luego de unos segundos de ensoñación y volví a tierra para abrir la puerta.

—Hola JungKook— sonreí y vi en sus manos unos narcisos amarillos fragantes.

—No habían girasoles— bufó y miró las flores en sus manos —. Los narcisos no son buenos para regalar por su significado pero solo quiero que te centres en su belleza y la fragancia—.

—Los narcisos hablan de un...— los miré con detención.

—Amor no correspondido— interrumpió y lo miré incrédula de lo supiera —. Pero me gustaron así te te los traje. No quería llegar con las manos vacías—.

—Pasa, adelante— dejé a su disposición la entrada a la casa.

—Huele increíble, como siempre que vengo— admiró el lugar mientras yo pasaba por su costado hacia la cocina.

—¿Serán los narcisos?— saqué un frasco y lo llené de agua para colocar las flores frescas.

—No, es algo más delicioso ¿Será cerdo frito con arroz y kimchi?— cerró los ojos olfateando.

—¿Acaso eres adivino?— reí mirando cómo había descubierto mi cena.

—¡No. Solo tengo hambre!— sonrió y frotó sus manos —. Creo que iré a mi casa a cocinar algo— caminó hacia la puerta pero yo corrí a cerrarla y me interpuse a su camino.

—¡No te vayas!— le dije un poco agitada —... No sin antes comer— sonreí.

—¿Me estás secuestrando?— una risita nerviosa se escapó de su boca

—¡No, por supuesto que no! Es solo que pensé que podríamos comer juntos ya que me salvaste ayer de ahogarme y yo te golpeé aquella vez en la cara...

—No debes preocuparte por ello YuMi, creo que estamos a mano y además se hace de noche— miramos ambos por la ventana.

—Pero es solo un poco de comida— miré hacia la cocina —. Además tienes tu tarta a medio comer en mi refrigerador esperándote— él se acercó a mí y comencé a sentir con más intensidad el olor a su perfume y su aliento tibio.

Un ruido proveniente de la bodega de atrás de casa nos llamó la atención y me asustó a desmedida y me acerqué a su cuerpo sintiéndome segura.

—Quédate aquí— me apartó y abrió la puerta para rodear la casa.

Yo con mi miedo me quedé obediente dentro de la casa esperando verlo nuevamente con fe de que nada malo pasaba hasta que regresó, un poco sucio pero bien.

—Había un conejo metiéndose a la bodega— rió —. Tiene un pequeño agujero en la tierra donde se oculta así que seguramente tiene familia porque no escapó al sentirme.

—¿Y el sonido?— lo miré entrar a la cocina y lavarse al menos bajo el agua del lavamanos.

—Botó una pala que chocó contra la puerta de la bodega mientras cavaba, imagino— miró la olla de arroz y luego a mi —. Creo que aceptaré la invitación


Nos sentamos a la mesa y abrimos un vino para disfrutar la comida hablando de conejos y el pueblo, divagando entre temas pero nada profundos. La forma en la que cenaba, saboreando todo con lentitud y frunciendo el ceño hacía que el momento fuera igual de íntimo que en mis sueños. Pensé en las palabras de la Sra. Kwon y me di cuenta que si esto debía pasar pasará de todos modos esta noche, otra o quizás en un futuro pero el sentimiento de besarlo me quemaba la boca, como una necesidad.

—¡Es el mejor cerdo que he comido en mucho tiempo!— limpió sus labios luego de dar finalizada su cena.

—Aún está la tarta esperándote—miré hacia el refrigerador insistiendo en que la noche no se acabara.

—No se si podría comerla. Me siento completamente satisfecho— bebió el último sorbo de vino que conservaba en su copa.

— Oh, no ...te he dado vino y tienes que conducir— miré el plato vacío y me sentí una tonta.

—Tendría que beber dos botellas completas para emborracharme YuMi, no te preocupes— se acomodó en la silla y se giró hacia mí que estaba a su costado derecho —. Gracias por la cena, realmente lo disfruté—.

—¿Te vas?— mi voz sonó lastimera, como si necesitara su presencia.

—Debo hacerlo, tú debes ir a dormir y yo también— se giró para levantarse de la mesa y tomé su mano.

—El Sr. Choi me dijo que las fresas eran tuyas— me levanté sin soltar su mano —. Eran tu pago de la semana pero me las diste a mi...

—Es un viejo que no guarda secretos— cerró los ojos y frotó su nariz —. Creí que las disfrutaría más y no me equivoqué, hiciste una tarta deliciosa con ellas.

—Y comimos unas en la cantera— lo miré y me fijé que él también sostenía mi mano con la yema de sus dedos y repasaba con su pulgar la piel del mio.

—No olvidaré eso— sonrió —Te veías tan bella con el cabello mojado y...

—¿Y qué?— imploré que terminara la frase.

Me miró y relamió sus labios posando su ojos luego en los míos, podía sentir la necesidad de besarnos tan filosa que podía cortar la tensión entre nosotros.

—Y... — soltó mi mano con lentitud e hizo una reverencia —Debo irme. Buenas noches, YuMi— caminó hacia la puerta y salió por ella cerrándola con firmeza.

Me asomé a la ventana, lo ví correr a su auto y quedarse sentado en el asiento del conductor sin partir. A través de la noche no podía verlo pero estaba dentro de ese auto quizás pensando en mí, en él, en nosotros en la cantera, no lo sé.

Pero la puerta del auto sonó y al asomarme vi que se acercaba caminando firme hacia la casa y lo esperé detenida en medio de la sala mirando hacia la puerta; él la abrió y no se detuvo en cerrarla, solo caminó hacia mí y tomó mi rostro entre sus manos... y me besó.

Sus labios con aún el sabor del vino y su lengua poco respetuosa se colaron en mi boca con ninguna delicadeza y mi torpeza me delató en medio de ese beso que me costó seguir. Sus manos afirmaron mi nuca para luego mover mi rostro hacia un costado para regar la piel de mis mejillas con besos cortos pero encantadores con unas risitas que se escapaban de su boca.

—Lo siento— dejó su aliento en mi cuello y apoyó su frente en mi hombro —. Fue un impulso estúpido... pero se sintió increíble—.

—Sí— respondí sin creer lo que estaba sucediendo y acaricié su espalda.

—Fui un bruto— alzó su vista hacia mi y noté que sus mejillas estaba rojas —Quizás si bebí mucho vino después de todo— volvió a reír pero su rostro revelaba lo avergonzado que estaba.

—Nunca me habían besado así — lo miré ocultado una sonrisa —. Siempre hay una primera vez— me toqué los labios con la yema de los dedos, pensé que un sueño hasta que sentí su mano acariciarme la mejilla y acunarla suavemente.

—Lo haré de nuevo, pero más lento y más delicado— advirtió su siguiente jugada y se acercó a mi lentamente, cerré los ojos  hasta esperar que sus labios rozaran los míos. 

De forma anticipada sentí su aliento tocarme la piel de los labios y los entreabrí liberando un suspiro lastimero pidiendo por favor que lo hiciera de una vez. Pero no pasaba y abrí los ojos para encontrarlo viéndome con una sonrisa, no era de burla, era más la sonrisa que le regalas a alguien porque verlo te hace simplemente feliz, con un toque de dulzura suficiente para derretir a cualquiera, como azúcar que se vuelve caramelo a temperatura sostenida.

—¿Quieres que te bese, YuMi?— habló tan cerca de mi rostro que lo sentía en mi cabeza como un pensamiento —. ¿Quieres que lo haga una vez más? 

—Sí, quiero que lo hagas— hablé a duras penas con un  nudo en la garganta que parecía lastimero y necesitado de aire. Parecía que JungKook me había robado la respiración desde el primer hambriento beso.

— Eres como un ángel, Han YuMi— me acarició el rostro mientras sus ojos miraban hacia los míos —. Tan suave, tan dulce... tan diferente a las otras chicas— sus ojos me recorrieron el rostro —. Me recuerdas a alguien especial que jamás volví a ver—.

Lo miré hipnotizada como aquella vez en la cantera, mi piel comenzaba a quemar por la necesidad de ese beso, de ese toque que solo quería de él en este momento. Cerré mis ojos y en mi mente comencé a orar, pero no oraba por miedo sino por deseo, quería que Dios me diera una señal acerca de este momento, si acaso JungKook era ese hombre y si era apropiado dejar que hiciera conmigo lo que se le viniera en gana en este preciso momento y pedí perdón.

JungKook se acercó a mis labios y con su lengua los rozó humedeciéndolos con delicadeza, su aliento se coló en mi boca y lo tragué junto con la ansiedad que me provocaba el momento. Atrapó primero mi labio inferior entre sus labios succionándolo levemente y repitió lo mismo con el superior para luego invitar su lengua a rozar la mía en el interior de mi boca, yo le di la bienvenida con gusto, con deseo y mi corazón se aceleró en desmedida.

—Quisiera seguir pero...— acarició con sus dedos mis manos haciendo que mi piel se erizara y se acercó a mi oído —. Debo ir a casa...para seguir soñando con esto

—¿Es un sueño?— dije en voz alta sintiendo que todo resultaba como una broma de mal gusto de mi parte.

—No, creo que no— rió contra mi oído — En los sueños no puedo hacer esto— con la punta de su lengua repasó el cartílago de mi oreja haciéndome soltar un gemido —. Oh YuMi — chasqueó su lengua contra su paladar algo frustrado —. Me harás perder la cordura si me quedo más tiempo aquí—.

—¿Y si te quedas?— pregunté deseosa de que el momento siguiera. Si tenia que pasar ahora que así fuera.

— Si me quedo probablemente terminaríamos en el sillón del living besándonos más, acariciándonos...—  susurró a mi oído — Haciendo cosas que solo los verdaderos amantes hacen— sonrió y luego me miró fijamente al rostro tomándolo nuevamente entre sus manos.

— Verdaderos amantes—  dije en voz baja mirándolo — . Al menos llévate tu tarta de fresa, si decides irte...— .

— Lo hago por autocontrol YuMi, esto me quema por dentro —  suspiró cerrando los ojos por un momento tratando de buscar las palabras indicadas —. Si fueras otra mujer estarías bajo mi cuerpo... y yo no tendría piedad— miró mi cuerpo con detención —Y no podría defenderme contra el pensamiento que tiene tu padre frente a los hombres. Mi idea es demostrarte que no es así— acarició mi cabello con dulzura —. Mereces más que mis ganas de liberarme de la presión de mi entrepierna, ángel —.

—¿Entonces no soy suficiente?— lo miré quizás con mis ojos de confusión e inocencia porque su mirada hacia mi me hizo sentir que estaba frente a un depredador hambriento.

—Eres más que suficiente, YuMi—  se acercó y besó mi frente — . Ahora ve a la cocina y tráeme la tarta—  sonrió y yo me aparté obedientemente por su tarta.

La contuve entre dos platos y la envolví en un paño que anudé en la parte superior para entregársela en sus manos. JungKook se inclinó hacia mi y besó mi mejilla de forma suave, casi rozándome la piel después de haberme besado y lamido todo mi rostro de forma voraz. Y comprendí ahí que los hombres si bien tienen ese sentido de intimidación, era posible que lo canalizaran a su favor solo para disfrutarlo plenamente en otro momento y que yo también tenia ese lado animal dentro pero al no saber como actuar en el momento no supe guiar para lograr mi cometido. 

Se apartó de mi, me vió de pies a cabeza y se despidió con un movimiento de cabeza para salir por la puerta que estaba entre abierta.

¿Qué debía hacer una mujer para que un hombre la hiciera suya?

¿No llevar nada de ropa? No, él me besó de la forma más provocativa que jamás había probado y llevaba mi vestido puesto, mi cabello desarreglado desordenado y mi piel olía a perfume y la comida de la cena.

¿Debía insinuarme descaradamente?

Pedirle que tuviéramos intimidad hubiera quizás matado las ganas de él de seguir interactuando como el lobo y la oveja solitaria a punto de ser devorada. Noté que ese es un juego que le gusta bastante porque en los momentos que más hemos tenido este tipo de interacciones en cuando yo más me siento vulnerable y tímida. 

¿Debía esperar a que él me enseñara todo?

Sí, debía esperar.


• ──────────── •

El agua caliente caía delicadamente sobre las tacitas de loza fina donde la Sra. Kwon servía el té. Cada vez que la visitaba me preguntaba como una mujer de cuarenta y tantos nunca se casó ni tuvo hijos, como siempre estaba sola y vivía en paz en esa casa antigua que alguna vez habitaron sus padres.

—El amor joven es una hermosura— sonrió al mirarme luego de tomar asiento en el sillón flamante de terciopelo color verde esmeralda —. Cuanto daría por darle una nueva oportunidad a mi vida y revivirlo— cerró los ojos un momento como recordando algo.

—¿Recuerda a su primer amor Sra. Kwon?— pregunté colocándole un poco de azúcar a mi té.

—¡Obvio, eso no se olvida!— sonrió —Era un chico del pueblo, asistía a la iglesia todos los domingos con mis padres y ahí lo conocí. Nos volvimos amigos y mientras los padres hablaban en las reuniones de la capilla nosotros nos íbamos a la plaza a comer manzanas o la fruta que nos dieran en el momento. La iglesia nos refugió mucho tiempo— su expresión cambió un poco al referirse a ello.

—¿Por qué nunca se casó o tuvo hijos?— antes de seguir contándole mis experiencias a ella quería saber las suyas.

—No me casé porque me rompieron el corazón. El mismo hombre que me prometió cuidarme y acompañarme después de la muerte de mis padres huyó y no me dió la cara después de ello— miró hacia la ventana —. Tuve un bebé pero murió o eso es lo que me dijeron después del parto, supongo que no era para este mundo esa criatura— miró su taza y la tomó para luego alzar la mirada y darme una sonrisa forzada —. Tu padre tiene una suerte de tenerte. Tu madre también deber ser una mujer encantadora—.

—Soy adoptada Sra. Kwon— sonreí ya que aquello nunca me causó molestia al decirlo —. Mi padre es un hombre de casi cincuenta años, soltero y devoto de los actos sociales. Centrado en ayudar a la gente y viviendo en su mundo haciendo el menor ruido posible— tomé entre mis manos la taza —. Comprenderá por qué yo soy así

—Totalmente YuMi— sonrió y relamió sus labios —. Aun así creo que estas rompiendo patrones. Cuéntame más de ese beso— se inclinó en su asiento hacia mi.

—¡Fue increíble!— me cubrí el rostro luego de apoyar la taza en la mesita de centro —. Me había dado besos con JiMin antes pero esto no se compara porque sentí que JungKook si quería besarme tanto como yo también lo deseaba— suspiré recordándome entre sus manos —. Podría jurar que mi pureza se fue en ese beso porque incluso pensé en que me hiciera suya— acaricié mis brazos por sobre la tela de la blusa que llevaba esta mañana.

—¿Y por qué no lo hiciste?— se cuestionó confundida.

—Él lo evitó. Él tenia todas las posibilidades de hacerme suya ahí mismo pero no lo hizo porque quería que fuera diferente— ahora que lo pensaba me sonaba a todo a un rechazo —. ¿Cree que después de besarme supo que yo no era el tipo de chica con...

—¡No digas esas cosas YuMi! Él sabe por lo que haz pasado con tu padre, es obvio que quiere derribar esas barreras como un caballero y por mucho que quisiera intimar contigo se contuvo para que te dieras cuenta que los hombres no son unos animales como tu piensas— el argumento era totalmente solido para cuestionárselo.

—Pero ahora soy yo quien quiere que pase ¿Cómo puedo hacerle saber que quiero que pase?— ella podía darme un consejo, era la única mujer con la que hablaba.

—Te diré unas cuantas cosas que te pueden servir, pero escúchame con atención— se acercó más y me dió bastantes consejos.

• ──────────── •

Estar nuevamente entre los niños de la escuelita me refrescó la mente frente a lo que realmente venia a hacer a este lugar,  ayudar y enseñar.

—Muy bien niños, comenzaremos con la hoja que tiene todos en sus mesas y identificaremos las letras de la primera palabra— caminé entre las mesas —Como suenan solas y juntas entre silabas como lo habíamos practicado—observé que todos estuvieran haciéndolo y luego me senté en mi lugar esperando a que alguno de los niños necesitara ayuda.

—¡Señorita Han!— alzó uno la mano y yo me acerqué a verle —. Solo quería decirle que mi omma está muy agradecida por enseñarnos, ayer pude leerle algunas paginas de un libro que encontramos por casa y estaba emocionada— el pequeño niño de mejillas rebosantes y rojizas volvió a su tarea mientras yo sonreía complacida de mi tarea.

—Dejaré unas guías en sus cuadernos para que practiquen— le mostré los papeles —Ya saben que viene la fiesta de los artesanos de la zona y quiero verlos allá para que lean el poema que les enseñé hace unas semanas ¿Lo recuerdan?— los miré a todos acuciosamente.

—¡Si, señorita Han!—alzaron todos la voz.

El señor Yoon apareció en la puerta para avisar que el tiempo de clase había acabado y comentar que la fruta había llegado, eso quería decir que JungKook estaba aquí.

—Gracias Sr. Yoon— hice una leve reverencia y los niños salieron al ante jardín a buscar su fruta fresca. 

Ya sola en el salón miré por la ventana la escena que se dibujaba. JungKook había hecho que los niños formaran una fila para recibir la fruta y felices accedieron. El Sr. Yoon miraba al igual que yo la escena, el sol del medio día ya estaba bajando haciendo que el habiente fuera más cálido pero menos brillantes. Los niños con su fruta retornaron al salón en búsqueda de sus mochiles y se despedían para volver a sus casas, uno a uno salieron de la sala dejándome a solas ordenando las guías y mis cosas en mi bolso.

—Verte siendo profesora es realmente lindo— dijo apoyándose contra el umbral de la puerta, alcé la mirada hacia él encontrándolo en una camiseta blanca y jeans claros rectos, su cabello con ondas sutiles mirandome de esa forma intensa que ahora tenia otro propósito.

—Quizás lo mio ser enseñar  leer en vez de escribir historias— suspiré dejando mis cosas sobre la mesa, sabia que no pasaría por la puerta sin que él no obtuviera lo que sea que quisiera.

—¡Oh no! No puedes dejar esas pasiones. Yo se que escribirás una gran historia— sonrió entre cruzando sus brazos sobre su pecho —. La mejor historia de todas—.

—Y si quiero escribir la mejor historia de todas debo ir a casa— tomé mi bolso y caminé hacia él. JungKook miró hacia ambos lados del pasillo y dió unos pasos al frente haciéndome retroceder, su cuerpo me guió contra la pared y me sostuvo con una mano en la cintura colocando su cuerpo cerca del mio. Yo lo miraba al rostro dándole un sí a lo que se que pasara por su mente.

—No he dejado de pensar en lo que sucedió anoche. Esta mañana me terminé de comer la tarta de fresa y me supo a gloria— sonrió de costado —Me pregunto si puedo probar tus labios otra vez— su mano viajó de mi cadera a mi rostro y labios acariciándolos mientras yo trataba de no desmayarme por los latidos fuertes de mi corazón —Déjame llevarte a casa—.

Asentí porque era lo único que podía hacer en esos momentos. Y él tentado no hizo mas que besarme lento, saboreándome de una forma literal y figurativa hasta que escuchamos unos pasos.

—¡Señorita Han!— dos niños entraron rápidamente a la sala y miraron a JungKook ahora apartado de mi fingiendo revisar algo en la ampolleta del techo.

—Díganme niños—los miré con mis mejillas ruborizadas y un nudo en el estomago por los nervios.

—Solo quería pedirle una copia del poema porque quiero enseñarle a mi hermana a decirlo para mis padres— estiró sus manos hacia mi y saqué de mi bolsa una copia —¡Gracias Srta. Han, adiós JungKook hyung!— nos reverenció a ambos y salieron corriendo fuera de la casa.

• ──────────── •

Sentada en el asiento del copiloto miraba el paisaje mientras me arrancaba las cutículas de mis dedos hasta que Jungkook tomó de mi mano y la bajó hasta mi muslo sacándome de mi bucle nervioso.

—¿Y si alguien nos vió?—alcé la voz y volví la mirada al camino —. Estarían dispuestos a devolverme a la cuidad  después de esto y lo peor es que se lo dirán a mi padre y a JiMin

—¿JiMin es tu novio?— Jungkook preguntó curioso y yo me sentí una idiota al haber dicho aquello en voz alta.

—No lo sé con certeza— me cubrí el rostro con vergüenza —. No puedo creer lo que estoy haciendo...

—¿Acaso con JiMin no se besaban así? — rió, quizás para hacer más ligero el camino a casa.

—No, jamás lo hemos hecho en publico. Quizás eso hace que me sienta peor

—Solo pasó YuMi, basta de victimizarte por algo tan poco. No tienes nada de qué arrepentirte— parecía hastiado de mi discurso de niñita de papá y tenía razón, ya no estaba para esto en absoluto.

—Pero me gustó— dije en voz baja y vi  el atardecer brillando en el fondo.

—Sabes que estoy para lo que necesites ¿Cierto?— alardeo de su presencia junto a mi y yo seguía mirando el paisaje que se teñía —. Solo piensa que si nadie se entera de esto podrás volver con JiMin, él estará feliz de tenerte de vuelta y con experiencia en algunas cosas—.

JungKook en vez de seguir el camino se estacionó en el lugar apartado para entrar a la cantera y me miró por unos segundos.

—Hace calor. Deberíamos pasar a refrescarnos un rato ¿Qué dices?— lo miré desde su rostro y lo que alcanzaba a divisar ahora que estaba sentado junto a mi y ví el agua a lo lejos. No traía toalla ni ropa de cambio pero recordaba los consejos de la Sra. Kwon y no podía rechazarlo si lo que buscaba era acercarlo más.

—Si te preocupa no tener nada para secarte yo siempre llevo a mano algunas cosas— miró hacia el asiento trasero como si hubiera leído mi mente y yo abrí la puerta para bajarme.

¡EL BE...SO , EL BE...SOO, EL BE...SO!

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@dorasilove @liveforjk y @WangNini_

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