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Capítulo trece.

"Ángel"


—Entonces, ¿ellos te secuestraron? —preguntó mientras tomaba fuertemente de su mano.

—Algo así —contestó con la mirada perdida —, a mi y a muchos más.

Cheryl no sabía que más decir, ni que contestar. Justin solo le había contado una pequeña parte de lo que le había sucedido muchos años atrás y para ser sincera, no había entendido mucho sobre el tema. Fue arrebatado de su familia por unas personas malas, muy malas, y eso había sido lo único que su cabeza pudo procesar. Ella quería saber más sobre la situación, ella quería poder entender por qué su pobre alma aún vagaba por el mundo de los vivos. Pero sabía que tenía que resistirse y no presionar las cosas entre ambos. Pronto sabría la verdad de todo.

La pelirroja lo miró. El viento movía su cabello dorado mientras su vista seguía perdida, mirando a la nada. Ella sonrió. —Eres muy guapo.

Justin abrió los ojos con algo de asombro, pues no se esperaba tal confesión de la chica. Cheryl se sonrojó, maldiciendo por qué había pensado en voz alta. El ojimiel al darse cuenta, soltó una risa encantadora. —Y tú eres hermosa, Cheryl.

La chica lo abrazó del brazo y posó su mirada en el lago. De pronto, preguntas y más preguntas volaron por su mente. ¿Cómo murió? ¿Dónde murió? ¿Estuvo secuestrado hasta su muerte? Tuvo que morderse la lengua para permanecer callada, no arruinaría el momento.

—Eres lo mejor que me ha pasado —prosiguió, captando la atención de la pelirroja —, ojalá te hubiera conocido antes.

Fue ahí donde Cheryl volvió a preguntarse a sí misma, ¿Hasta cuándo dejaría de verlo? ¿Llegaría el día en el que despertara y no obtuviera señal de Justin?

Definitivamente no quería que eso pasara. Ella quería pertenecer con él, para siempre.

—¿Hay manera de que regreses? —preguntó. El ojimiel frunció el ceño —, sí, es decir, aquí. En este mundo, vivo.

Justin sonrió de lado, con ternura. —Eso no es posible, Cheryl. No puedo regresar, por más que quisiera.

—No hay ley que diga que no.

—La ciencia —contestó —, no se trata de leyes, cariño.

La chica suspiró, decepcionada. Era ilógico que él pudiera volver y lo sabía, aunque le doliera en lo más profundo de su corazón. Quería estar con él, no quería separarse, y no había respuesta a eso. Al menos...

—Tal vez tú no puedas volver, pero, ¿qué hay de mí? —lo miró profundamente. —Yo sí puedo.

Justin se tornó serio y negó con su cabeza. —¿De qué hablas?

—No tengo nada que perder. Mis padres, ya no están. No era feliz, hasta que llegaste tú —confesó, agachando la mirada —, ¿qué haré el día que no vuelva a verte?

—Jamás Cheryl, escúchame bien, jamás permitiría algo así —dijo entre dientes. La pelirroja levantó la vista de nuevo. —No vuelvas a pensar eso. Tienes una vida por delante.

La pelirroja levanto los hombros, con indiferencia. —Da igual.

Justin se acercó a su cuello, y sin previo aviso, respiró sobre él. Cheryl se sorprendió y sintió como su piel se ponía de gallina. Presionó sus labios y comenzó por dar pequeños besos sobre el cuello. La chica cerró los ojos, empezando a temblar. —¿Qué... que haces, Justin?

El castaño solo se limitó a pronunciar. —Shh.

Prosiguió besándolo, colocando su mano derecha en la nuca de chica. ¿Cómo era posible que un humano sintiera el tacto de un alma? Cheryl no lo sabía, pero vaya que lo estaba disfrutando. La pelirroja soltó un leve gemido y se percató como Justin sonreía sobre su piel. Segundos después, se separó y la miró. Cheryl notó que sus hermosos ojos color avellana, se oscurecían un poco. Eso la asustó, pero acto seguido, el castaño la besó. Cheryl continuó el beso, omitiendo lo sucedido, y comenzó por saborear sus dulces labios.

El beso era tierno, provocando que la chica cerrara los ojos por completo. Justin bajó de su tirante y con sus dedos, acarició su hombro. Cheryl volvió a gemir, y el ojimiel optó por continuar el beso, un poco más provocativo. La pelirroja sentía que el cualquier momento explotaría, pero decidió por mantener la calma.

Justin bajó de su otro tirante, haciendo que su blusa cayera, mostrando su sostén rosado. La chica se separó, cortando el beso y se sonrojó. El castaño acarició su mejilla. —Está bien, podemos parar. —susurró.

Cheryl rio por debajo, y comenzó por desabrochar su chaqueta. Justin levantó la ceja, con picardía, y acto seguido, se quitó la playera, facilitándole el trabajo a la chica.

Lo miró, visualizándolo de cada extremo de su abdomen. Era perfecto, sus pectorales, sus cuadros no muy marcados, y su entrada en forma V, estaban enloqueciendo a Cheryl, cómo deseaba que estuviera vivo. Miró su tatuaje del número veinticuatro sobre su costilla, pensando en que había sucedido realmente. Justin retomó en lo que estaban y volvió a besar a la pelirroja.

Segundos después, se encontraba recostándola sobre el césped. Continuó por tomar los seguros de su sostén, quitándolos, hasta poder deshacerse de él. La observó, y Cheryl cerró los ojos, sin querer saber la reacción que obtendría acerca de su cuerpo. La pelirroja siempre ha sido muy insegura y ha tenido baja autoestima desde que tiene memoria, ningún otro hombre en la vida la había visto así, al descubierto, por eso temía de lo que pudiera suceder, tal vez Justin pararía y se arrepentiría. Al no escuchar respuesta por su parte, abrió los ojos, lentamente, encontrándose al ojimiel, mirándola aún. —Eres perfecta. Estoy locamente enamorado de ti, Cheryl.

De nuevo la besó, y la chica se pasmó al oír lo que sus labios habían pronunciado. ¿Enamorado? Justin bajó a sus piernas y miró sus ojos. —¿Puedo?

Cheryl sonrió al ver cómo le pedía permiso para tocarla.

Ella solo asintió, y enseguida él se deshizo de sus leggins negros. La chica tenía la respiración demasiado agitada, y al momento en que Justin quitó de sus bragas, gimió. De nuevo, se posó delante de su rostro y dio un tierno beso en sus labios. El castaño se desabrochó el pantalón, quedando solamente en boxers y Cheryl rio tímidamente.

—¿Nadie nos puede ver? —preguntó con un poco de preocupación.

—Amor, estamos en medio del bosque —depositó en beso en su frente —, nadie nos ve.

Cheryl asintió, y bajó los boxers del castaño. Ahora estaban totalmente desnudos, uno junto al otro, entregándose por completo. —Soy virgen —, de pronto confesó la pelirroja.

—Yo también —rio divertido —, no te preocupes, cariño. Todo saldrá bien, te protegeré como a nadie, no te lastimaré.

Y pasó lo que ambos deseaban. Sus cuerpos se transformaron en uno solo, haciendo el amor. Cheryl estaba más feliz que nunca, hasta que posó sus ojos en su cuello. Esas cicatrices... quería asesinar a la persona que le había hecho tanto daño a Justin, a esa persona que había provocado su muerte. Nadie en este mundo merece lo que sufrió el castaño, y por un momento, la venganza pasó por su cabeza.

Pero regresó de nuevo a los ojos Justin, olvidándose de todo lo demás, solo enfocándoselas en él, se sentía protegida a su lado. Seguía sin entender por qué podía verlo, por qué podía sentirlo, por qué podía hacerle el amor. Era un momento mágico, sensacional, para ambos. Se estaba entregando a un alma, un alma hermosa. Su ángel.

—Yo también estoy enamorada de ti, Justin.

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¡Hola! Antes que nada, quiero decir que todo lo escrito anteriormente en esta novela es FANTASÍA Y FICTICIO. Para que no vengan a insultar que eso no puede pasar, todo es ficticio, nada es real. Las amo, espero les haya gustado. ❤️

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