Desde que tengo memoria... o lo que aún recuerdo de ella, mi madre y mi abuela siempre me han enseñado que la vida no siempre es como uno quiere, ¿y saben que? tenían razón, desde el momento en que quede comprometida nunca imagine lo que la vida me estaba preparando.

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— ayuda!! — imploró asustada — quien sea!!

Afortunadamente, la señora Wayne estaba lo bastante cerca para escuchar los gritos de Nike, sin pensarlo mucho corrió hasta llegar con Nike.

— ¡Niña! tranquila, te ayudare — la mujer se estaba acercando y de inmediato el terror gobernó en la mente de la ahora infante

— ¡Espere no lo haga! los tablones no soportaran el peso de las dos — le advirtió preocupada

Siendo consciente de aquella advertencia siguió pisando con cuidando los tablones, con ayuda de su paraguas pudo acercarse lo mas posible. Nike se sostuvo del paraguas y lentamente logro sacarla de aquel hoyo, por suerte ninguna de las dos salió herida.

— Le agradezco que me haya salvado señora Wayne, si usted no hubiera llegado... — le interrumpió la mujer —

— no me agradezcas, ahora... dime porque estabas aquí tan sola sin nadie acompañándote — le pregunto con una seriedad característica de ella —

— quería ir al baño, pero... no me fije por donde iba y cuando me di cuenta los tablones ya habían colapsado —

La mujer no dijo nada, sin embargo, se podía apreciar su alivio a través de un suspiro.

— mira que descuidarte de esa manera, ahora entiendo porque mi esposo quería inspeccionar por si mismo el orfanato por unos días, este lugar esta en malas condiciones —

— eso si no cuenta la comida que nos sirven — saco la lengua con asco

ambas miradas se conectaron por un momento, la mujer se rió un poco por la expresión graciosa de la niña

— parece que sabes algo del tema — sonrió un poco por tal ocurrencia —

— no realmente, tengo muy poco tiempo de estar aquí — confeso algo insegura —

— ya veo — miro el reloj — bueno me tengo que ir, hace un tiempo me tenía haber ido, ha sido una entretenida charla.... —

— Nike... me llamo Nike — respondió sonriente

— bien Nike, no me presente formalmente soy Martha Wayne — saca de su bolso una barra de granolas — no es mucho pero tómalo, debes tener hambre —

Nike lo tomo y agradeció haciendo una pequeña reverencia en señal de respeto. Ambas se separaron tomando su camino. La primera impresión que tuvo de Martha fue de una persona cerrada, pero que también puede ser bastante dulce si le prestas atención

— Algo me dice que no sera la última vez que le vuelva a ver...

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— Bienvenida señora Wayne — Dijo Alfred ayudando a Martha a salir de la limo — hoy ha llegado mas temprano —

— La junta de hoy me dejo algo mareada — respondió sin más — Alfred si no es mucha molestia, necesito descansar

— para nada señora Wayne — ayuda a Martha a llegar a su habitación — en un momento le preparo algo para que coma —

— Gracias Alfred —

Cuando el mayordomo se fue, Martha se recostó en la cama. Las reuniones y eventos la tenían agotada y más la noche de gala que se llevaría a cabo dentro de tres días, lo mas extraño era que no dejaba de pensar en aquel orfanato en el que salvo a una niña de haberse lastimado. Habían pasado mas de unos pocos meses y no había vuelto debido a que su esposo le dijo que ya no había necesidad, pues el orfanato iba a ser demolido y aquellos niños serian transferidos a otros orfanatos diferentes. Se entristeció un poco, no todos los días tenia la oportunidad para conocer a gente agradable, en especial a niños...

Todavía podía recordar aquella platica, por un momento, llego a pensar en las posibles palabras de la infante como "¡son la pareja Wayne!" "¿van a adoptar a un niño?" "¡Es tan genial!", ese tipo de cosas que uno esperaría... Sin embargo, para su sorpresa, ella simplemente le agradeció de una manera sincera como si se tratase de cualquier persona, casi se llega a reír con aquel pensamiento.

— Señora Wayne — le sorprendió el mayordomo —

— ¡Alfred! — se sobresalta — Que susto —

— Disculpeme, no era mi intensión asustarla, parecía estar muy pensativa — dejo la charola de comida sobre la mesita — ¿Le sucede algo? —

— No Alfred, no es... Nada — le dio la espalda al mayordomo mirando a a través de la ventana — Necesito estar sola —

Alfred sin siquiera preguntar nada, se retiro haciendo una leve reverencia. Desde hace poco que Martha estaba algo distanciada. Su marido intento hablar con ella, pero ella le insiste que no es nada de cual preocuparse. El por otra parte, estaba comenzando a hacerlo.

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La noche había caído, las calles estaban comenzando a ser deshabitadas tomando poco a poco la apariencia de un pueblo fantasma. Este era el momento en que los criminales salían de su escondite y se aprovechaban de los inocentes. Pero en fin, era Ciudad Gótica, una de las ciudades más peligrosas.

Afuera de un hotel la pareja Wayne bajaba de la limusina con sus mejores ropas. Entregando la invitación entraron al salón donde se llevaría a cabo la fiesta, como era de esperarse los paparaxis nunca faltaban, sin embargo, ninguno de los dos dejo su papel actuando con astucia para no dejar algo que pudiera llevarlos a la boca del lobo.

El salón brillaba con su mayor esplendor, las diversas luces de colores, el gran buffet, la gran decoración y la gente importante formaban un aura que parecía ser de la nobleza. Si no estabas acostumbrado a las miradas acusadoras probablemente entrarías en pánico.

— Si no te sientes bien, nos podemos ir —

— Estoy bien Thomas — sonríe levemente —

Su marido no muy convencido asiente, el no era ningún tonto, lo sabia desde el día en el que regresaron de aquel orfanato, conocía a su esposa lo suficiente como para saber que algo o alguien le había llamado la atención.

Sin previo aviso las luces del salón se apagaron, la sonata se había detenido llamando la atención de todos los presentes. Thomas no sabía que estaba pasando al igual que su esposa. Las luces volvieron y en medio del escenario estaba el representante de la fiesta.

— Buenas noches damas, caballeros, es un gran privilegio tenerlos aquí presentes — los aplausos no se hicieron esperar — pero antes de continuar ¿no creen que sería bueno tener un poco de entretenimiento? —

De un momento al otro el ambiente cambio. Los invitados le miraban con atención esperando cualquier movimiento al cual criticar.

— tomen asiento y disfruten de nuestro show, se que lo harán... —

Así como apareció se fue de nuevo al igual que todos los artistas que aparecían en el escenario. Martha y Thomas parecían disfrutar el espectáculo pero luego de media hora comenzaban a aburrirse un poco y la razón era que No había absolutamente nada que ellos no hayan visto de esos espectáculos para despertar su curiosidad, pero antes de querer irse algo los incito a quedarse

Al frente de ellos una niña vestida cual princesa y a su lado lo que parecía ser un pianista esperando las ordenes de la pequeña.

— Nubes... Vengan aquí... — se escucho el sonido de las campanas — gotas... Caigan — se oía el sonido de la lluvia — Expulsen el fuego y lleguen a vosotros

La tensión se podía sentir tanto que la curiosidad de la pareja cayo sobre la niña. El pianista dada la señal comenzó a tocar en forma suave, la niña no tardo en seguir al pianista acoplando la melodía con su canto

la tristeza que nació
en este instante vuela
en el viento
al cielo ...

tiembla mi corazón
el viento acude a la llamada
del cielo azul

quiero protegerte mi amor
sentirme es nuestro destino
no importan ya las lágrimas
derramadas

quiero llenar ese hueco de felicidad

tierna lluvia que
llevo en mi canción hasta el
da igual juntos no estar
tan solo por favor

que las palabras del amor que por ti sentí ,
tráelas por mi ,
cantando a la lluvia
que las gotas de lluvia ahora estrellas son
y ahora el momento es

que en toda la tristeza
se podrá de nosotros alejar
veras que el mundo
a la vida va a volver

... por favor tierna lluvia

... ven junto a mi

Terminando la dulce melodía hubo un minuto de silencio. Todos aquellos presentes que fueron atrapados por su canto podía verse unas lágrimas en sus ojos acompañado de una sonrisa y siendo sinceros... Aquella niña les había traído a Ciudad Gótica un pequeño momento de paz esa noche. Los aplausos no se hicieron esperar, elogiando a la cantante, lanzándole rosas rojas. Ella les sonrió

Ambos artistas desaparecieron llevándose la magia que producía sus melodías cargadas de amor y paz...

Al por fin finalizar la fiesta la pareja fue retenida por uno de los camareros

— Disculpen que los moleste, ¿Es usted Martha Wayne? —

— Si — responde — ¿Que necesita?

— La pequeña artista que canto hace poco le quería entregar esto? —

Martha recibe la carta y le agradece al camarero para por fin retirarse del hotel y regresar a su hogar.

Alfred les recibió en la entrada de la puerta ayudando a la pareja quienes al estar en la sala abrieron el regalo encontraron un mensaje

— Que el canto de la lluvia perdure en sus corazones señor y señora Wayne

Atte. Nike

— Thomas... —

— ¿Si querida? —

— Necesito encontrar a esa niña... —