EXTRAÑOS ACONTECIMIENTOS
Pronto confirmé mis sospechas, alguien nos estaba observando desde lejos en ese preciso instante. Cuando giré la cabeza me encontré con unos ojos que conocía muy bien... ¡Era Martín! ¿Qué hacía ahí? ¿Cómo me había encontrado? ¿Me estaría buscando o me habría visto por casualidad? Lo raro es que no hubiera venido corriendo a montar el numerito, o peor aún, a pegarle a Robert. Empezó a acercarse lentamente hacia nosotros, ¡mierda! Tenía que evitar a toda costa que se enfrentara a Gómez, la cosa podría acabar muy mal y no estaba dispuesta a que le hiciera daño después de todo lo que había hecho por mí.
—Chicos, enseguida vengo. He visto un conocido, voy a saludarlo. Id yendo al coche si queréis y me esperáis ahí, no tardaré mucho.
—Vale, ¿va todo bien? —Me preguntó como extrañado. —Si quieres te esperamos ahí mismo, no importa. —Añadió Robert señalando un banco un poco más adelante.
—No te preocupes, si no tardaré nada.
—Como quieras, vamos Liam.
Una vez se empezaron a alejar, aceleré el paso, con mucho miedo. No sabía cómo iba a actuar Martín. Él parecía tranquilo, tenía esa cara dulce y amable que recordaba de nuestros mejores momentos, pero bien es sabido que en ocasiones el lobo se vestía de cordero. Tenía el corazón desbocado, parecía que iba a salírseme del pecho, pero tenía que hacerlo, por Robert y por Liam.
—¡Hola, Isis, cariño! —Me saludó, moviendo la mano.
—Hola... Martín...
—No tengas miedo, mujer, parece como si hubieras visto a un fantasma, —rió. —¿Estás bien? te echaba de menos, ¿sabes?
—Sí, bueno... todo lo bien que puedo estar...
—¡Qué bueno, me alegro! A ver cuándo vuelves a casa no soy nadie sin ti, cariño.
¿Estaba alucinando o actuaba como si nada hubiera pasado? Es más, estaba más cariño que hacía mucho tiempo. Esto no podía ser bueno... Aunque quizá en este poco tiempo que había pasado había reflexionado. Quizá al ver que podía perderme, se había dado cuenta de lo que tenía al lado y me ha valorado más. ¡Qué raro era todo! Lo peor es que me estaba confundiendo... Quería abrazarlo, besarlo, decirle lo mucho que lo quería y olvidar todo lo que había pasado... Pero por otro lado, sabía que tenía que alejarme de él, que no era bueno para mí. Llevábamos muchísimo tiempo mal y los últimos acontecimientos solo me confirmaban que no debía volver con él jamás.
—Gracias... Supongo, —titubeé.
—¡Qué seca estás! ¿No te alegras de verme?
—Claro... pero... tengo un poco de prisa ahora. —Respondí con una verdad a medias.
—No te preocupes, solo estaba preocupado por ti, como no te llevaste el móvil y no sabía dónde estabas, me puse en lo peor. Lo he pasado fatal estos días sin ti.
—Lo... Lo siento.
—No pasa nada, simplemente pensé que te había perdido para siempre, y al verte por aquí no podía perder la oportunidad de hablar contigo. Perdona si hice algo mal el otro día, no me encontraba bien. No era yo mismo. No sé qué me pasó.
—Está bien, de verdad, tengo que irme. —Me excusé. No quería seguir hablando con él. No entendía nada, ni a él ni a mí misma. ¿Desde cuándo había sido tan comprensivo y pedía perdón? ¿Qué habían pasado, unos tres días? Nadie cambiaba tan rápido... ¿O sí? Tenía que salir de aquí enseguida, y no tomar una decisión precipitada. —Lo siento, pero me están esperando y no es lo que piensas, estoy con un amigo. —Me expliqué. ¿Por qué coño le estaba dando explicaciones? ¿Por qué me excusaba sin motivo alguno?
—Ah, ¿un amigo? No lo conozco a ese, ¿no? ¿Por qué no me lo presentas?
—No creo que sea buena idea... Él... Él tiene que irse ya, tiene que llevar a su hijo al médico. —Mentí.
—Bueno, otro día entonces. No te molesto más. Toma tu móvil, por si quieres que nos veamos. Por cierto, estás muy guapa, —me piropeó guiándome un ojo. —Espero que se te pase pronto el enfado. Te estaré esperando.
¡Ufff! No iba a poder aguantar más de seguir aquí. Todas mis alarmas me estaban diciendo que saliera corriendo, pero mi corazón frenaba todo impulso a escapar de su lado. Tenía que cortar esto ya.
—Gracias, por ser tan considerado y por devolverme el móvil. Cuídate mucho. Adiós Martín.
—Adiós cariño, eres todo lo que tengo. Por favor, piénsatelo bien y vuelve.
Sin darle oportunidad a que me siguiera hablando me di la vuelta y empecé a andar en dirección al coche, pero una mano me agarró del brazo.
—Te quiero, Isis.
Deshaciéndome de su mano seguí caminando, pero esta vez más rápido. Mientras avanzaba me guardé el móvil en el bolso, con el corazón dividido y haciendo de tripas corazón para no llorar. No quería que Gómez, y sobre todo Liam me vieran mal. ¿Cómo había pasado de ser el mismísimo demonio a ser tan encantador en tan poco tiempo? Actuaba como si hubiéramos tenido una riña tonta. Igual estaba verdaderamente arrepentido, ni siquiera se enfadó al verme con otro hombre... Antes habría puesto el grito en el cielo, e incluso le habría pegado. Además, estaba realmente guapo y cariñoso, como en los viejos tiempos... Quizá debería pensar en darle una oportunidad... ¡Aggg! No sé, tenía un conflicto en mi mente conmigo misma que no sabía resolver.
—¿Todo bien? Tienes mala cara, —me preguntó Robert mientras se bajaba del coche rompiendo mi ensimismamiento. Se ve que había llegado hasta ahí sin darme cuenta.
—Sí, sí... todo bien, genial. —traté de disimular con una sonrisa fingida.
—¿Seguro que va todo bien, Isis? Perdona que me entrometa, te conozco desde hace bien poco, pero sé que tu cara es el reflejo de tu alma. Eres muy transparente y no te noto muy bien. Si quieres hablar de algo aquí estoy, como amigo o como psicólogo, como prefieras verme ahora mismo.
—Sí, de verdad, no te preocupes. Era un amigo que no veía hacía mucho tiempo. Estuve llorando por la emoción y no sé... Se me habrá quedado mala cara al llorar, supongo. —Esperaba que creyera la mentira que le estaba contando, o al menos que no me la tuviera en cuenta. No estaba preparada para hablar del tema ahora mismo.
—Está bien, pero si necesitas algo solo tienes que decírmelo. Por cierto, mañana empezaremos con la terapia, creo que te ayudará. —Dijo mirándome con cara de incrédulo, seguramente no se habría creído ninguna palabra.
—¡Vamos, papá! Quiero jugar un rato al juego nuevo, ¡jooo! —Interrumpió Liam desde el coche acompañado de un ladrido de Golfo.
—Perdón, perdón, ya vamos.
—Perdona, Liam, es culpa mía que me entretuve hablando con un viejo amigo.
—No te perdono, Isis. Ahora tendrás que jugar al juego conmigo, ¡jummm!
—Será un placer, ser castigada jugando contigo, —reí. El pequeño era el único que siempre lograba arrancarme una sonrisa en los peores momentos.
—Me da que a alguien le gusta Isis, —bromeó Robert.
—¡No! ¡No me gusta! Es una amiga... —Se sonrojó Liam.
Al final terminamos todos riendo. La verdad es que tenía que agradecerles muchas cosas, sobre todo a Robert, nunca se podrá imaginar lo mucho que le debía.
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