DANIELA AL TELÉFONO
Tras dejar a Isis sola en la habitación me dirigí a la mía. Estaba agotado, pero inquieto y triste por la situación de la pobre mujer a la que estaba ayudando. Recorrí el garaje y posteriormente el corto pasillo hasta llegar al dormitorio. Me desvestí y me di una ducha fría antes de acostarme. Ya en la cama, no paraba de darle vueltas al tema pensando en cómo ayudarla y preparando varias terapias a realizar con ella... No podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera Isis. Se me había metido en la cabeza que tenía que salvarla y aunque sabía el por qué, no quería pensar en ello ahora mismo o me iba a amargar más la noche. Decidí llamar a mi mujer, la echaba de menos, quería saber cómo le iba en el extranjero y quizá me ayudara escuchar su visión de las cosas. Así que cogí el móvil de la mesilla de noche, me levanté y me puse a dar vueltas como un loco por la habitación.
—Hola, Dani, cariño. ¿Cómo estás? —Dani, así es como llamaba de manera a cariñosa a mi mujer, Daniela.
—¡Hola, Rob! —Así me apodaba ella. —¡Mi vida! Te echaba de menos. Pues bien, liada, ya sabes cómo son estos dichosos viajes de negocios, pero bien no me quejo. ¿Y tú? Cuéntame, ¿al final conseguiste saber más sobre la chica que me habías comentado? Isis era, ¿no?
—Pues... Mis peores temores se confirmaron. Su marido es un maldito maltratador, por no decir algo peor...
—¡Vaya! Lo siento. Siempre eres capaz de ver las cosas de antemano con tanta facilidad... Sé que te afectan más de lo que debería. ¿Y qué vas a hacer? ¿Has pensado cómo ayudar? Conociéndote seguro que sí, pero dímelo tú.
—Bueno, para empezar se ha instalado en la casa de invitados, no tenía a dónde ir. También le he ofrecido, bueno, le hemos ofrecido, con tu permiso, —reí, —trabajo como canguro de Liam. Nos hacía falta alguien que se ocupara de él cuando regrese del campamento y estemos trabajando. Como ella estaba sin trabajo, pensé que sería una buena manera de ayudarla. Además, quiero hacerle un seguimiento con algunas terapias e intentar abrirle los ojos y que gane en confianza, autoestima y fuerza, para que cuando esté preparada vaya a denunciar. No sé cómo lo ves o si se te ocurre algo mejor...
—Vamos, que te has implicado de lleno con esta chica. Sabes que yo miro un poco más por el dinero que dejas de ganar cuando haces estas cosas de manera altruista, pero me parece bien. Me enamoré de ti precisamente por cosas como estas, así que ya estaba prevenida, —rió. —Seguro que con tu ayuda saldrá adelante, estoy convencida. También sé que lo haces porque te sientes en deuda por haber encontrado a Golfo, así que para adelante con ello. Ya la conoceré cuando vuelva, entonces, quizá lleguemos a ser buenas amigas.
—Gracias cariño, sabía que podía contar contigo. Verás que hacéis buenas migas. Pese a todo por lo que ha pasado veo en ella una mujer fuerte, valiente y es muy maja la verdad. A Golfo le encanta y seguro que hace hablar incluso a nuestro Liam, con lo tímido que es. Creo que nos va a venir bien a todos, ya sabes que yo creo que el bien atrae el bien y que la gente nos alimentamos de las energías positivas.
— Lo sé, como si no te conociera ya. Pues muy bien mi cielo, no sé qué decirte, está en las mejores manos que podía caer.
—Daniela, necesitamos que vuelvas ya, —se escuchó de fondo por el teléfono.
—Rob, te tengo que dejar, lo siento. Te quiero, te quiero mucho. Volveré lo antes posible, cuídate y que vaya bien con Isis.
—Gracias, Dani, yo también te quiero. Cuídate mucho, ¿sí? Te quiero mi vida, que vaya bien el curro.
Haber hablado con Daniela, aunque no me diera respuestas, me ayudó a calmarme un poco. Quizá pensaba que iba a poner el grito en el cielo, pero estuvo muy comprensiva, incluso demasiado diría. ¡Qué buena era! Mira que querer a un necio como yo, que en vez de llevar más dinero a casa le llevaba gastos (me desternillé de risa en la soledad). ¡Qué ganas tenía de verla y abrazarla!
Con la cabeza algo más tranquila y más relajado, deposité el móvil de nuevo sobre el cargador inalámbrico de la mesilla de noche y me tumbé en la cama. Acomodé las almohadas y me acosté boca arriba, con los brazos cruzados sobre el pecho, sí, parecía un vampiro dentro de un ataúd con esa pose... Pero era como más cómodo me encontraba. Pronto me embriagó un sopor que me fue arrastrando a las sombras, y justo cuando estaba a punto de caer rendido al sueño, me vino a la cabeza cómo realizar de mejor manera las terapias. Entonces se me dibujó una media sonrisa de felicidad en la cara y el cansancio hizo que me quedara dormido por fin.
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