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Buen humor


<Aledis>


Lunes. Me despierto recordando levemente el sueño del que acabo de salir con brusquedad, después de apagar la estridente alarma. Me persigue esa dichosa mirada entre melodía y melodía. No termino de aceptar que aún dormida me encuentren esos pensamientos sobre el chico que ocupa mi mente desde el concierto y que tanta intriga me produce.

Distraída, abstraída por mi fastidiosa mente, me ducho, me visto y desayuno. Todo de manera mecánica.

Aunque no estoy segura de estar en condiciones de coger el coche, pienso que me vendrá bien centrar mi atención en otra cosa.

Tras lanzar todo tipo de improperios a los conductores que tienen suerte de denominarse como tal y dejar mi coche en el aparcamiento del campus, veo en mi reloj que aún me queda tiempo para tomarme un café, así que voy directa a la cafetería, que además está cerca de mi primera clase.

Me quedo petrificada unos segundos al verlo. Al ver al producto de mis pensamientos y ahora también de mis sueños. Nos miramos un segundo, tras el cual aparto mis ojos de los suyos. Disimulo mirando hacia la camarera y me dirijo hacia una de las butacas pegadas a la barra. Somos los únicos que estamos en la estancia, aparte del servicio. No me extraña, dada la hora que es.

-Buenos días, un café con leche, por favor.- Le digo a la mujer, con un tono más grave de lo normal.

-Buenos días. Enseguida.- Me responde, con una sonrisa.

No sé cómo lo hará para estar de tan buen humor un lunes por la mañana. Mira hacia el chico con una sonrisa aún más abierta si cabe y le pregunta si está rico el desayuno. Así que por eso está tan contenta. En parte me da rabia y no sé por qué. Ni siquiera lo conozco y no es asunto mío.

Cuando me trae el café me lo tomo rápido quemándome la lengua y sintiendo un sabor más agrio de lo habitual.

Aún me sobra tiempo y estoy empezando a arrepentirme de lo que acabo de hacer. Con el café tenía al menos una distracción o una excusa para no mirarle. Ahora no sé qué más hacer.

Pago la cuenta sin dejar propina. Me sigue asombrando mi humor, y por más que lo intento, no encuentro siquiera una excusa absurda para lo que acaba de pasar.

A la camarera ni parece importarle que no le haya dejado propina, sigue ensimismada con él.

Me permito el lujo de mirarlo por fin y él me está mirando. A mí. Me sostiene la mirada unos segundos y la aparta, dirigiéndola hacia su desayuno, a medio terminar.

Sacudo la cabeza, pensando que le doy demasiadas vueltas a cosas insignificantes. Maldiciendo por dentro mis incoherencias y actos, voy a mi primera clase, matemáticas.

Como era de esperar, me encuentro sola en el aula. Me pongo a repasar los apuntes de la clase anterior. Me parece absurdo que demos un repaso de las matemáticas de bachillerato, cuando podríamos estar aprendiendo cosas nuevas. Por eso a veces voy a las clases de segundo año, me parecen más entretenidas y así me voy haciendo una idea de lo que voy a estudiar.

Mientras pienso en eso, comienzan a llegar mis compañeros. Algunos me suenan de verlos en otras clases, otros apostaría a que no los he visto en mi vida y sólo dos tienen el privilegio o la mala suerte de sentarse a mi lado.

-Hola, Aledis. Deberían ponerte una cama en la Uni, casi parece que vives aquí, maja.- Me saluda Tris, con su tono jovial.

Tris es una chica morena, un poco más baja que yo y que siempre dice lo primero que se le pasa por la cabeza. Eso es justo lo que me llamó la atención de ella desde el primer día.

-Hola Tris.- Intento sonreir, aunque seguro que más bien me habrá salido una mueca entre triste y cansada.- Muy graciosa.- Le suelto, con un tono sarcástico.

Justo un instante antes de que entre el profesor por la puerta, aparece Alex. Él es el colmo de la puntualidad, no llega ni temprano ni tarde. A veces pienso que se comunica con el profesor de cada clase para llegar justo a tiempo.

Alex es como Tris (sólo que imbécil). Nos saluda con un gesto de la cara y guardamos silencio para concentrarnos y tomar apuntes.

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