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Capítulo 7: Morir... ¿y luego entrenar?


Clarissa

Llegué al parque con rapidez. Luego de haberme alimentado me sentía totalmente renovada, y mucho más en control de mí misma. Aún el olor de las personas era una tentación a tener en consideración, pero me sentía en la capacidad de apretar los dientes, y seguir caminando. Por suerte, con la rapidez con la que corría, el aroma de cada persona duraba mucho menos de un segundo. Estaba segura que me estaba moviendo a una velocidad tal, que ni siquiera me notaban, probablemente solo sentirían una brisa fugaz, y tal vez alcanzarían a ver un ligero resplandor rojo.

Al llegar al parque, ubiqué a Damon con tan solo llegar. Estaba a unos buenos 100 metros de distancia. Sentado cerca de un árbol. Viéndolo desde lejos, bajo la luz de la luna, podía decir que se veía hermoso. Su cabello parecía resplandecer, al igual que su piel. Me sentía embelesada.

—Por fin llegaste, novata —me dijo Damon, sacándome de mi ensimismamiento. Era sorprendente cómo estaba tan alejado de mí, y lo escuchaba como si estuviese a centímetros, a pesar que no alzó la voz ni un poco.

—Eres un exagerado. No llegué ni un minuto tarde, además, tú parecías muy entretenido observando al cielo, ¿qué te pasa? ¿Las estrellas te decían algo? —repliqué, poniendo las manos en la cintura, mientras caminaba hacia él con lentitud, solo para desesperarlo un poco. Me estaba gustando la idea de ser tratada como una semidiosa, y me molestaba un poco que Damon quisiera bajarme el ego, aunque, recordé, yo no debía ser nada remotamente especial ni diferente para él.

Damon solo se carcajeó. De repente se acercó mucho a mí. Quedando solo a centímetros de distancia.

—Acabas de cenar, ¿no es así? —preguntó.

—Hace unos minutos, ¿cómo lo sabes? —Que él siempre estuviese un paso por delante de mí y que fuese un sabelotodo estaba empezando a molestarme.

—Tus ojos te delatan. Son color topacio. Cambian con los estados de ánimo, y con los estados del cuerpo. Se supone que es una forma de comunicarnos entre nosotros sin la necesidad de hablar. Y dime, ¿qué fue?

—¿Cómo que qué fue?

—Si fue un animal, o una persona. No es como que tengas algo que escoger fuera de eso. Si quieres mi consejo, —Antes que pudiese decirle que no lo quería, continuó hablando. —trata de no pensar en las personas como unos seres con familia, trabajos... una vida. Sobre todo tú, que hasta hace apenas dos días eras una de ellos. —Giré los ojos ante ese comentario. Él se encogió de hombros. —Es tu problema si lo tomas o lo dejas, solo trata de acordarte de mí cuando estés intentando suicidarte porque tu pequeño cuerpo no puede soportar la culpa. Y créeme, intentar matarte no va a funcionar.

—Sí, gracias, es mi problema, y no tengo ganas de tomar tu consejo, pero lo tendré en mente. —Él parecía algo divertido por mi actitud. —Volviendo al tema de los ojos... ¿no hay una forma de controlarlos? —dije, evitando notoriamente el hecho de que mi cena ciertamente había sido una persona, y debido a lo que me dijo, me estaba pesando un poco en la consciencia.

—Por supuesto. —responde, como si fuera la cosa más obvia de todo el mundo.

—¿Y qué esperas para compartir tu milenaria sabiduría conmigo?

—No deberías ser tan impaciente, novata. Tienes toda una eternidad de oportunidades y de cosas por aprender. Ahora, para controlar todo el asunto de los ojos, tienes que calmarte. Tener control sobre tus emociones, valga la redundacia. Pero debes saber que con el topacio, el negro y el violeta no se puede hacer mucho.

—¿Y qué significan esos?

—Bien, el topacio es cuando acabas de alimentarte, pero con sangre humana, así que aunque no me dijeras qué comiste, sé que tu pequeño bocadillo fue algún pobre desamparado. —dijo en tono burlón. —Ahora bien, cuando te alimentas de sangre animal, tus ojos serán de tu color natural, pero un poco más oscuros. Son totalmente negros cuando tienes hambre, y son violeta brillante cuando tienes miedo.

Me quedé pensando por un momento. Era bastante interesante, aunque también era una especie de rompecabezas. Tener que recordar tantos datos acerca de tantos colores, no era nada sencillo. Esperaba que estos súper sentidos hubiesen ampliado mi memoria un poco también. Asentí de forma vaga, y lo miré fijamente. Él se veía totalmente divino, y consideraba que yo también me veía bastante bien. Sabía que mi piel resplandecía casi tanto como la suya, y vaya que estaba mostrando piel. Pensé que Damon al menos tendría la decencia de notar mi atuendo, o al menos de hacer un comentario provocador acerca de él.

—Por cierto, he visto chicas mucho mejores que tú, y con menos ropa. —comenta de repente, en un tono burlón que hacía que me provocara darle una buena bofetada, pero que al parecer era bastante normal viniendo de su parte.

—¿A qué rayos viene eso? —Me molestó sobremanera su comentario. En gran parte porque no quería aceptar que había chicas, que a pesar de que sabía que me veía bastante mejor que antes, aún se veían mejor que yo.

—Te estabas preguntando si no iba a hacer ningún comentario sobre tu nueva ropa, la que deja mostrar un poco más de piel de la que debería.

—¿Qué? ¿De dónde sacaste semejante tontería? —Giré los ojos. Sí, estaba pensando algo parecido, pero ¿quién se creía él para decírmelo? Además, si yo no podía leer su mente, no se suponía que pudiese leer la mía.

—La mayoría de los vampiros podemos leer las mentes, ¿sabes? Supongo que ya te habrás dado cuenta.

—Sí, algo así. ¿Algo más que aportar? —dije en tono algo pedante. Aunque eso no explicaba por qué yo no podía leer la de él, aunque decidí dejarlo pasar por ahora.

—Sí, sí lo hay. Todos los vampiros tienen alguna habilidad especial. —Abrí mucho los ojos ante esto.

—¿En serio? Qué genial. —Él me miró como si fuese una niña estúpida.

—Sí, claro, totalmente genial. —De un momento a otro, se acercó mucho a mí de nuevo; no había notado cuando se había alejado de mí en realidad; quedando solo a centímetros de distancia. —¿Te gustaría una demostración? —En su rostro se dibujó una sonrisa burlona al decir esto. Yo solo pude quedarme callada y asentir, un tanto perdida en su mirada.

Se quedó callado, solo mirándome. Sus ojos eran marrones muy oscuros, casi negros. Podía detallarlos con una exactitud con la que no habría podido hacerlo de no tener esta súper visión. Eran totalmente resplandecientes a pesar de su tonalidad oscura. Según lo que me había dicho anteriormente, su color denotaba que estaba algo hambriento, pero aun así, una especie de aro multicolor parecía rodear su iris. Al cabo de unos segundos de simplemente observarlo, una banca que estaba a unos 30 metros de nosotros, se elevó en el aire, y se acercó a mí a una velocidad alarmante. Habría corrido si Damon no hubiese sostenido mi brazo con una fuerza tal, que de haber apretado solo un poco más, lo habría roto. Observé la banca, y vi que justo antes de tocarme, se dirigió hacia arriba, y como si nada, volvió a su lugar anterior. Estaba temblando, lo sabía. Todo había sucedido en solo unos segundos. Escuché a Damon reír.

—Eso se llama telequinesia, cariño. Te permito cerrar la boca en este momento. —Giré los ojos, sabía que no tenía la boca abierta, pero aún estaba bastante temblorosa. —Bien, ya viste a qué me refería con habilidad especial. Tú debes enseñarme la tuya ahora.

Esto me sacó un poco de mí. ­—Yo... no sé qué habilidad tengo. —dije, un tanto apenada.

—Claro que no lo sabes, eres una novata. No estaba pidiendo que me dijeras cuál era, sino que me la mostraras, y para eso debes esforzarte. Generalmente podrás hacer o controlar algo con tu mente. —Asentí y traté de concentrarme en algo. En cualquier cosa, pero nada pasaba. Era absurdo. ¿Se suponía que esto era entrenar? Me sentía totalmente frustrada.

—Tranquila, novata. Todos los inexpertos como tú tardan un poco en descubrir su habilidad.

Este comentario fue la gota que rebosó el vaso. Me giré hacia él con una ira que no sabía que estaba conteniendo. Mis emociones estaban a todo dar, y lo tenía claro. Me sentía con la capacidad de arrancarle la cabeza justo en ese momento. Sabía que mis ojos debían estar bastante rojos ahora. Esperaba que a Damon le parecieran excitantes ahora.

—¿En serio? ¿Me estás diciendo de esa manera? ¡Te dije que no me dijeras así! —Mientras hablaba, podía sentir que vibraba con una especie de energía que no podía comprender, pero que al parecer me rodeaba y de alguna forma conseguía moldearla a mi conveniencia. En un impulso que en el momento no razoné, dirigí esta oleada de energía a Damon, el cual por alguna razón, casi salió despedido. Podía notar su esfuerzo por no moverse.

Al cabo de unos segundos, podía sentir como la energía disminuía, y al parecer, MI energía se iba con ella. Sentí mis piernas temblar, y caí al suelo. Me sentía exhausta.

—Bien, novata. Parece que controlas el aire —me dijo, asombrado y con aprobación. Yo no podía creer que eso que parecía casi haberlo arrancado del suelo hubiese sido una oleada de aire, ya que yo no sentí ni un poco de eso.

—¿Seguirás diciéndome así? —Traté de encontrar esa energía que me había invadido antes, pero no la encontré. Él hizo un gesto con la mano para quitarle importancia, y yo conseguí ponerme de pie sin tambalearme, aunque no estaba recuperada por completo.

—Aunque me impresionas, preciosa. Puedes hacer más.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté confundida.

—Porque solo tienes dos días como vampira. No te creas tan especial. Si hubieses experimentado y explotado tu máximo potencial, fácilmente estarías en el suelo, desmayada. No habría sido solo debilidad en tus piernas. Habrías casi muerto. Literalmente. Podría apostar a que te sientes cansada. —Asentí. —Pero no totalmente, ¿cierto? No me contestes. Tomando en cuenta que te levantaste del suelo puedo decir que no. Y por lo mismo puedo decir que tienes mucho más poder del que creí. Al parecer, no eres una novata tan corriente. El resto de tus habilidades las descubrirás con el tiempo.

—¿Hay algo más que deba saber?

Lo pensó por un momento. Parecía organizar las ideas en su cabeza, como un profesor de matemáticas al que le hacían una pregunta no muy común.

—Sí. Somos inmortales. —Giré los ojos. Sabía que no era totalmente obvio, pero es una característica que se les atribuye a los vampiros siempre, en cada uno de los casos. Está prácticamente implícito. —Bueno, no inmortales totalmente, morimos si nos queman, y hay dos armas especificas que usan los cazadores; un hacha de cerámica con filo de diamante, y una lanza de plata con punta de oro. —Al decir esto último, su mirada pareció un poco perdida, y noté sus ojos tornarse azul celeste por solo unos milisegundos, aunque había olvidado qué significaba ese color. Pude sentir los vellos de mi nuca erizarse por completo, y no entendía por qué.

Todo el sentimiento pasó en solo fracciones de segundo. Tan rápido que ni siquiera estuve segura de que había sido real, y no un producto de imaginación. Enseguida estaba Damon de nuevo con su sonrisa ridícula y sexy.

—Bueno, empecemos el entrenamiento.

—¿Qué? ¿Acaso esto no era el entrenamiento? —dije. Él solo puso una sonrisa picara.

 ~o~

Chicos, me disculpo por la tardanza con el capítulo, pero estos días de navidad y año nuevo no son muy fáciles para pensar en nada más que no sea la familia jijiji. Pero ahora volveré a subir los capítulos con la regularidad anterior c: 

Por otro lado, aprovecho para agradecer a todos los que han leído y votado  por esta historia que apenas va comenzando. Ya tiene más de 700 vistas, y más de 200 votos, y espero que eso siga aumentando, y que a ustedes les siga gustando la historia.

Por favor, siempre que quieran hacer algún comentario u acotación acerca de la historia, háganla, créanme que la tomamos muy en cuenta, y nos importa mucho :)

Hasta el próximo capítulo <3<3

PD: Cuando leen la historia, ¿se imaginan los personajes como alguna persona específica? Y de ser así, ¿como quién?

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