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Capítulo 26: Un nuevo objetivo

Adriana

Tener personas a quienes molestar era uno de los mejores pasatiempos de la vida... o bien de la existencia. Dependiendo del punto de vista que se tenga. Pero la verdad era que estar con Damon era mucho mejor. No siempre pensaba en él, pero cuando lo hacía, no podía evitar recordar todos nuestros momentos juntos, además, podía encontrar a quién amargarle la existencia donde sea que fuera y Damon... pues, estaba bastante convencida de que él había sido la única persona que había podido llegar a amar de verdad.

Fui a buscar a mi querido... "amigo", Miguel. La última vez que supe de él estaba en Suiza, seguramente podría darme alguna pista de dónde demonios se había metido Damon, ya que hacía algún tiempo que estaba fuera del radar. Sin embargo, si Miguel no sabía nada, tenía una buena idea de cómo podríamos pasar el rato. Sonreí ante la idea, en lo que visualizaba al portero del edificio donde vivía mi amante latino.
Pretendía simplemente pasar, pero el tipo se atravesó. Respiré profundo, y traté de no asesinarlo allí mismo. En cambio, le di una sonrisa.

—Hola, vengo buscando a Miguel. ¿Miguel Fernández? —dije en un perfecto alemán, de ese tan extraño que hablaban aquí.

—No, en realidad hace algún tiempo que no lo vemos por acá.

—¿No dijo a dónde iba? —dije, usando solo un poco de coacción.

—Iba a visitar a su novio. En Francia. ¿Quiere que le deje algún mensaje? —preguntó. No tuve ninguna duda de que estaba en Paris, a la sabandija de Paolo siempre le había gustado esa ridícula ciudad. Es como si Francia no tuviese nada más para ver según él. Era malditamente básico. Miré de arriba abajo al portero. Era el tipo de Miguel. Probablemente solo fuera alguno de sus múltiples amantes, de los cuales Paolo nunca se enteraría.

—No. Muchas gracias, guapo. —dije en tono coqueto. En realidad, no era guapo pero coquetear estaba en mi naturaleza. Debía tener unos buenos cuarenta años. Sin embargo, estaba bastante bien conservado.

Unos diez minutos después estaba pisando la tierra de Paris, después de correr como si mi vida dependiera de ello. Era un día lindo, eso era extraño, el clima aquí era muy cambiante y era mayormente húmedo. Malo para el cabello. Miré a mi alrededor, no pensé en estar aquí de nuevo... Paris La ville de l'amour.  Mi francés estaba un poco oxidado, pero eso no era un problema. El sexo era un idioma universal, y resulta que yo era una experta hablándolo.

Llegué directo a la torre Eiffel. No era mi lugar favorito de la ciudad, pero hacía bastante tiempo que no estaba aquí, y esta era la forma más fácil de ubicarse. Además, había muchos bocadillos deambulando por doquier. Me senté en un banco, solo para pasar el rato. Era bastante entretenido ver cómo los chicos que pasaban cerca se quedaban un poco embelesados mirándome. El vestido color negro tipo casual que tenía puesto dejaba ver mis piernas, las cuales con solo un mínimo movimiento, podían paralizar a cualquiera. Incluso como humana, siempre había sabido disfrutar del poder que tenía sobre los hombres. Era bastante entretenido.

Al cabo de un rato me aburrí de solo estar sentada, y decidí ir a algún sitio a ver si podía conseguir algo para comer, y ¿qué mejor sitio que un restaurante? Después de correr por unos segundos y encontrar el sitio perfecto, acomodé mi cabello, el cual estaba algo desordenado por el viento, y entré. En los restaurantes de este tipo siempre había alguna pobre alma en pena abandonada por su amante casual, y no tuve que buscar mucho para encontrarlo. Allí estaba, sentado en una mesa solo, y con cara de quererse morir. Su piel era blanca como la cal. Sin embargo, sus mejillas estaban algo rojas y tostadas por el frío. Incluso estando sentado se podía admirar su cuerpo, el cual era bastante hermoso, pero lo que más me llamaba la atención eran sus ojos. Sus ojos eran de color ámbar vivo, no ámbar vampírico, ámbar humano. Eran bastante curiosos y me encantaban un poco. Noté que él también me miraba, supongo que debía ser bastante extraño ver a una chica supremamente hermosa simplemente de pie, quieta como una estatua, observándote, así que me recompuse un poco, y me acerqué a él.

—Hola, cariño. ¿Todo bien? —dije, de manera seductora. Sentándome frente a él sin que me invitara.

—Eh... supongo. ¿Te puedo ayudar con algo? —El pobre tipo se veía realmente abrumado por mi presencia. Le sonreí.

—Solo con tu presencia, amor. ¿Represento un problema? ¿Estás esperando a alguien? —pregunté, falsamente interesada. Ya me había adentrado en su mente. La chica que esperaba debía haber llegado hace al menos cuarenta minutos; obviamente lo había dejado plantado. Él miró a los lados y después me miró con pesar.

—No. Supongo que no. ¿Y tú? —Me carcajeé con ganas.

—Oh, no cariño. Yo nunca espero a nadie. Pero cuéntame, ¿qué haces aquí? ¿Esperas a alguien?  —pregunté, casi en un ronroneo, mientras pasaba mi mano a lo largo de su brazo, utilizando solo un poco de coacción para que se dejara llevar solo lo necesario. Él sonrió de manera triste.

—Estaba esperando a una amiga... pero supongo que no fue tan malo que no apareciera. —dijo, mirándome de manera detenida. Yo sonreí.

—Puedes apostarlo. ¿Quieres salir de aquí? Este sitio es un tanto deprimente. —dije, dándole una mirada sugestiva.

—Claro. ¿A dónde quisieras ir? —dijo, un tanto resignado.

—A ningún sitio específico, ¿no te apetece una caminata? —dije, encogiéndome de hombros.

Pareció desanimarse un poco, suponía que esperaba tener un poco de acción durante la noche, y lo cierto es que la tendría, solo que no la que él esperaba. Salimos juntos del restaurant, caminando bastante cerca el uno del otro, hasta que él rodeó mis hombros con sus brazos. Me estremecí un poco bajo el toque de su piel caliente... y de su sangre circulante. Lo necesitaba ahora. Le tomé la mano y lo conduje a través del callejón más cercano. Éste era oscuro, tal vez no lo suficiente, pero bastaba para evitar la atención innecesaria. Lo empujé, tal vez un poco más fuerte de lo necesario, contra la pared, y comencé a besarlo de manera un tanto desesperada, mientras lo apretujaba contra mí, sintiendo como su cuerpo se rendía a mis pies. A pesar de la ansiedad, y la velocidad del beso, pude apreciar que este chico besaba bastante bien. Sabía que él estaba emocionado, sabía que nunca habría pensado que podía estar haciendo esto con una chica como yo; posiblemente nunca había estado ante una vampiresa de setecientos cincuenta años, y debía aprovechar eso.

—Escucha, creo que no me apetece empezar a desnudarme aquí. —dije, sonriendo de manera felina entre jadeos. Él sonrió.

—Podemos ir a mi casa, si te parece bien. —Como respuesta, le di un beso, un poco más agresivo, en lo que comenzábamos a caminar hacia su auto.

Lo que vi me sorprendió gratamente. El chico tenía un auto convertible negro, bastante bonito. Me abrió la puerta como todo un caballero y procedimos a ir a su casa. Me causaba un poco de gracia que a pesar de la velocidad a la que manejaba el chico, el tiempo que le tomó llevarnos hasta su casa, fue el mismo que me tomó en llegar de Bern a Paris.

Su casa estaba en lo que siempre había sido una buena zona de la ciudad. Era grande y adosada. Al entrar, pude notar que la casa estaba inmaculada, tal vez demasiado para pertenecer a un heterosexual. Tenía el piso de mármol, y lámparas de araña colgaban del techo. Más que una casa, parecía una especie de salón de fiesta, salvo porque en una esquina, frente a un televisor que parecía una pantalla de cine, había una cantidad casi industrial de videojuegos. Dentro de la misma casa, habían unas escaleras de vidrio en forma de caracol, las cuales al subirlas, noté que daban a un pasillo con algunas puertas, y al final del mismo, una puerta de cristal que daba a una terraza. Podría acostumbrarme a este sitio.

—¿Hay alguien más que viva aquí? —pregunté, cuando terminé de observar de manera superficial los espacios de la casa, y bajando las escaleras para encontrarme con una sonrisa de suficiencia.

—Nadie vive aquí en realidad, esta es una casa de vacaciones. Para traer invitados, mayormente. Mi casa real es mucho más grande. —dijo, carcajeándose un poco en lo que se acercaba a mí. —Entonces, ¿qué dices preciosa? ¿Quieres seguir perdiendo el tiempo, o quieres pasar a mi cuarto? —añadió. Apreciaba su seguridad, y la verdad es que me excitaba un poco.

Lo besé. La respuesta era obvia. Aunque ambos sabíamos que no llegaríamos a su habitación. Las escaleras estorbaban demasiado en esta situación, y el sofá no se veía nada incómodo. No sería mi primera vez en unas escaleras, pero no era mi sitio favorito para tener sexo.

Nos besamos... mucho. Más de lo que normalmente besaba a los chicos, pero el deseo aumentaba, y había que hacer algo al respecto. El chico, con las manos un tanto temblorosas y el corazón apresurado, sacó mi vestido de un tirón, dejándome en mi perfecta ropa interior de encaje negro. Yo proseguí a quitarle los vaqueros, y a literalmente desgarrar su camiseta para dejarlo justo como lo quería... a mi merced. Los preliminares fueron excelentes, uno de los mejores de mi vida, y eso es decir bastante, tomando en cuenta que tenía casi un milenio de edad... y de amantes, pero lo cierto era que nuestros cuerpos demandaban más que toques y caricias, y no tardamos en rendirnos ante ese deseo... una y otra vez.

Después de algunas horas de sexo por todo el lugar, solo estaba acostada junto a él, mientras nos seguíamos besando. El sol empezaba a salir y mi piel comenzaba a arder, esa era mi señal. Sabía que tenía que empezar con lo que de verdad había venido a hacer.

—Entonces... ¿valió la pena que te dejaran plantado? —pregunté, apoyándome sobre mis codos para besar su pecho.

—Nunca pensé que el que me dejaran plantado pudiese ser lo mejor que me pudiera pasar. ¿Te parece si seguimos divirtiéndonos hasta que nos apetezca tener otra cita? —preguntó, sonriendo de manera sugestiva y viéndose bastante seguro de sí mismo. Podría encariñarme con este chiquillo. Era una lástima total.

—No creo que haya próxima vez. —dije, en lo que besé su cuello.

Sabía que él estaba un poco desilusionado, y lo cierto es que yo lo estaba un poco también. Seguí besando su cuello, planteándome mis opciones, en el momento en el que un rayo de sol dio justo sobre mi espalda desnuda, y quemó. Quemó como el infierno. No tenía opciones, eso era lo cierto. Dejé que mis colmillos salieran de manera rápida y me apresuré a morderlo. Él jadeó, sorprendido, pero después su voluntad se quebrantó bajo el efecto maravilloso de las morfinas vampíricas.

Podía sentir cómo mis fuerzas volvían. Como pudo, el chico se sentó y me apretó contra él, haciéndome gemir un poco. Lo abracé con fuerza, procurando no romper sus huesos. Podía escuchar su corazón; el ritmo estaba disminuyendo cada vez más. Si tomaba solo un minuto más, lo mataría. Antes de que pudiese pensar bien qué estaba haciendo, me detuve. Este chico era una fuente segura de sangre y de sexo... no que la segunda me hiciera falta, pero no se conseguía un amante como este muy seguido, y habría sido una gran pérdida dejarlo morir así. Lamí la herida que había dejado en su cuello para que no siguiera sangrando, y lo dejé acostado sobre el sofá, con una sonrisa un tanto idiota en su rostro, y casi inconsciente. Sabía que al cabo de unos días se repondría por completo, y eso estaba bien. Mientras tanto, ya tenía un sitio en el cual quedarme. Me puse de pie, me coloqué la ropa, y salí.

Volví a dar un paseo por la torre Eiffel, esta vez solo para observar y tratar, por millonésima vez y sin éxito alguno, de ver que era lo que a las personas les atraía de este extraño lugar. Era un lugar tan pasivo y sin gracia... como buena artista, admiraba la arquitectura, pero cuando prácticamente la viste ser construida no es algo tan especial. Sin embargo, sí pude notar algo que antes no había estado allí, y que me llamaba la atención. No era exactamente en la torre Eiffel, pero mi olfato no me engañaba, y ese olor nunca, ni en mil años más, habría sido capaz de olvidarlo. Seguí el aroma, y la verdad es que no me llevó mucho tiempo encontrar el origen. Damon. El que en algún momento había considerado como el amor de mi vida estaba con una chica en sus brazos, besándola. Estaba algo cambiado; tenía el cabello más claro, la piel más rosada y una barba incipiente. Era normal para los vampiros que con el paso del tiempo se refinaran los rasgos, pero definitivamente era digno de admiración... siempre lo había sido. Me dio tanta alegría verlo como... celos, los cuales eran una emoción un tanto ajena para mí. Yo siempre había sido un espíritu libre, e incluso me gustaba compartir... pero Damon siempre había tenido un efecto diferente en mí. Respiré profundo, tratando de no mostrar nada de lo que pasaba por mi mente, y me acerqué hacia ellos.

—¡Oh vamos, chicos! No sé si lo han notado, pero esto es un espacio público. —les dije, adoptando mi actitud más perra, pero tratando de no sacar todo el veneno que llevaba por dentro.

Ellos dejaron de besarse, muy a su pesar, me di cuenta, y Damon fulminó con la mirada al que osaba interrumpir su velada, me miró por una fracción de segundo y luego me reconoció. Una sonrisa se extendió por su rostro, y lo siguiente que sentí fueron un par de brazos a mi alrededor, y la agradable y familiar esencia de Damon. No importaba cuánto tiempo pasara, su aroma nunca dejaría de ser tan familiar como el mío propio... y eso se sentía particularmente bien.

Había pasado mucho tiempo, y Damon no tardó en resaltarlo. Lo había extrañado, y lo cierto era que hasta este momento no me había dado cuenta de cuánto. Podía sentir los ojos de aquella chiquilla sobre mí; examinándome con lentitud. Pues bien, había dedicado mi vida para hacer que las personas admiraran todo de mí, y sabía que esta pequeña... duende, no sería la excepción. Al hablar con Damon quería contarle todo lo que había estado haciendo durante los últimos años, pero sabía que luciría un tanto desesperada si lo hiciera, así que opté por adoptar mi actitud despectiva natural; restándole importancia a todo... hace algunos años, gracias a esta actitud, había tenido a Damon a mis pies en más de una ocasión.

Miré un poco más allá de Damon, y noté a la chica que había estado con él, probablemente una de sus múltiples conquistas, y me di la tarea de examinarla. Era mucho más alta que mis cinco y medio pies de altura, su cabello era rojizo, largo y liso. Piel blanca, cremosa, con algunas pecas casi imperceptibles, rasgo que demostraba que había sido humana hasta hace poco. Sus ojos eran color ámbar, aunque un poco rojizos. Al parecer le molestaba mi presencia, lo que no hacía sino divertirme más. Su cara era perfectamente simétrica; labios carnosos y ojos grandes. Tenía un aspecto bastante infantil, aunque algo angelical... ya sentía que la odiaba.

Por supuesto, sentí que con el comentario de "¿no vas a presentarme?", me estaba dando mi puesto, pero estaba equivocada, la verdad es que di la oportunidad perfecta para que Damon presentara a esta... ridícula, como su novia. SU NOVIA.  Él no podía tener novia. Era imposible. Estaba demasiado roto, yo lo sabía, esa era una de las cosas que amaba de él. Estuve junto a él por mucho tiempo, y nunca siquiera pensó en llamarme su novia, y ahora ésta ya se había ganado el título. Traté de mantener mi cara de póquer, pero sabía que había fracasado completamente. A mí me presentó como una amiga, aunque con cierta duda en su hablar, así que tomé la oportunidad para dejar en claro quién había sido para él.

Nuestras aventuras sexuales a lo largo y ancho del globo deberían estar plasmadas por algún escritor erótico de alguna era, tanto por la abrumadora cantidad de veces que llegamos a hacerlo, como por las peculiares situaciones que envolvieron todo el asunto. No dudé en sacar esto a relucir, en un tono un tanto ligero pero hostil, con una destinataria claramente establecida. Ella no era la primera y probablemente no fuese la última chica en la vida de Damon. Le estaba haciendo un favor al dejárselo saber. La chica hizo una mueca, pero no me importaba. Ya yo había pasado por Damon, me consideraba con derecho de antigüedad sobre él.

Damon le restó importancia a nuestra historia, lo que debo decir, me dolió bastante. Pregunté cómo había conocida a la chiquilla, y mientras esperaba una respuesta vaga, me encontré a mí misma viajando en el tiempo en mi memoria, recordando nuestras aventuras juntos... y todas las veces que tuvimos sexo en el proceso. Sin embargo, su respuesta me sorprendió por completo. ¿Damon la había convertido? Solo conocía un puñado de personas que Damon había convertido, y ninguno era mujer. Pasaban mil posibilidades por mi mente por las cuales esta chica pudo haber merecido tal honor, pero ninguna se acercaba a la verdad. ¿Cassey? ¿De verdad? Esa maldita perra me había echado a perder millones de cosas cuando estaba viva, y ahora se las arreglaba para regresar y joderme con la única persona que me había importado en la vida. No podía quedarme ahí otro segundo, y no podía seguir permitiendo que esa pequeña duende siguiera deleitándose en mi desconcierto, así que decidí irme. Aunque no demasiado lejos.

Tenía que alejar a Clarissa de Damon... mi Damon. Y para eso tenía que acercarme a ellos. Tenía una buena idea de dónde podían estar matriculados. Usualmente había una escuela en particular en cada sitio a la que asistían todos los vampiros. Siempre había supuesto que era una casualidad, pero tal vez fuese una clase de acuerdo de algún tipo. No lo sabía ni me importaba demasiado.

Fui a la escuela, y busqué la oficina de admisiones. Me tardé un largo minuto en encontrarla debido al gran tamaño de este maldito edificio. Al entrar en esa oficina me sentí como en casa, había una cantidad enorme de computadoras... demasiadas para ser una escuela. A lo largo de los años había desarrollado afinidad con la tecnología en general, así que simplemente me senté frente a un equipo, y lo prendí con mi mente.
Encontrar el archivo de los alumnos fue casi demasiado fácil, y matricularme más aún. Me aseguré de estar en todas las clases con Damon, pero no podía desperdiciar la oportunidad de humillar a Clarissa en la clase de gimnasia, así que me anoté en esa también. Con todo listo, procedí a apagar la computadora; al hacerlo, sentí que un sentimiento abrumador, que siempre me abordaba cuando me desconectaba, venía a mí y me nublaba un poco la vida en general. Lo odiaba. Traté de recomponerme con rapidez, tomé algunos uniformes y me fui.

Al llegar a mi nuevo hogar, noté que todo estaba como lo había dejado hace algunas horas. Mi amante aún estaba profundamente dormido en el sofá. Quise despertarlo para tener sexo de nuevo, pero sabía que el chico no podría llevar a cabo el trabajo completo con la cantidad de sangre que había perdido, así que decidí jugar algunos videojuegos para esperar a que fuese la hora. Siempre había odiado la escuela, pero sabía que Damon haría que todo valiese la pena.

Al jugar, había perdido un poco la noción del tiempo, y al notarlo era algo tarde, aunque la verdad hacer una llegada elegantemente tarde era mi especialidad. Me puse el ridículo uniforme con rapidez, me hice una coleta simple, y corrí hasta una distancia prudencial de la escuela. Al entrar, pude notar como las miradas de todos se dirigían a mí. Los chicos me miraban con lujuria y deseo, y las chicas con la envidia claramente marcada en sus rostros. Este iba a ser mi nuevo reinado, me aseguraría de ello.

Al abrir las puertas caminé justo como lo haría si caminara por una pasarela. Qué ridículos e impresionables eran los humanos. Me reí para mis adentros. Pude ver a Clarissa a unos cuantos metros mirarme fijamente, y acto seguido vi sus ojos combinar con su cabello.

—Hola nena. —Le dije en el tono más empalagoso y dulce que se me dio en el momento. Cada vez se notaba más molesta... me encantaba. Yo simplemente fui a buscar mi horario como una estudiante común y corriente.

No podía dejar de sonreír.

***
Volviiiii *o*
no sé si leyeron el  mensaje que había dejado en mi muro de mensajes, pero si no lo han hecho, los invito a que lo hagan,ahí están las razones por las cuales no había subido más capítulos. No son excusas, pero son los motivos :c
Sé que siempre lo digo, pero trataré  de subir capítulos de forma más seguida, más aún ahora que tengo dos proyectos...
Por cieeertoo...
Amaría que se animaran a empezar a leer mi otro escrito.
También va de vampiros, y es un trabajo completamente mío.
Creo que les va a gustar, y significaría mucho para mí que pasaran por allá y me dijeran qué les parece
Trataré  de mantener mi promesa esta vez uwu
Los amooo
GRACIAS POR MANTENERSE AQUI

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