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Capítulo 20: Sin vacilar

Jason

Salí de la escuela y miré el cielo. Era un día realmente hermoso. Había un sol radiante, y el clima era más o menos caliente. Lo suficiente como para no estar abrigado. Estos días eran los que más disfrutaba con… Hillary. Eran estos días en los que su cabello rubio lucía más radiante, sus ojos más azules; era como si ella misma formara parte de la naturaleza.

Ahora, desde que ya no estábamos juntos, todo el mundo me miraba más raro en la escuela. Tal vez antes lo hacían también, pero al estar con ella ni siquiera lo notaba; pero esta era mi vida ahora, y aunque la odiara profundamente tenía que aceptarlo. En lo que respecta a Clarissa y a mí, nos habíamos cruzado varias veces en los pasillos; la mayoría de las veces estaba junto a Hillary, y podía sentir la tensión. Todavía quería matarla. Aún pretendía arrancarle el corazón con mis manos, pero no lo haría. No hasta que estuviese seguro que podía hacerlo, y salir vivo de ello.

Sabía que ella era una vampiresa nueva, pero igualmente debía ser una buena luchadora; los malditos chupasangre lo tenían en su genética. No había ninguno que no fuese un dios de la pelea. Sabía que debía prepararme muy bien para el momento en que me enfrentara con ella. Caminé de la escuela hacia mi casa, perdido en mis pensamientos. Esperaba poder tener una misión. La adrenalina que se sentía al matar a uno de esos monstruos era completamente embriagadora… adictiva. Ya quería hacerlo de nuevo.

Entre mis pensamientos, perdí completamente la noción del tiempo, y antes de notarlo ya estaba en casa. Saludé a mi madre con un beso en la mejilla, subí hasta mi desordenada habitación, me arrojé sobre la cama y caí en un sueño profundo y sin sueños.

Cuando abrí los ojos de nuevo, ya el cielo estaba completamente oscuro y lleno de estrellas. En la Lanza de Fuego no había ninguna clase de horario a cumplir, pero tenía algunos días sin ir así que no quería llegar anormalmente tarde. El cuartel estaba bastante cerca de mi casa, pero de igual forma decidí irme corriendo para despertarme un poco en el camino.

Llegué a la casa en la que tenía lugar el cuartel, probablemente por fuera parecía un negocio común y corriente, en el que entraban de manera inusual varias decenas de hombres al día. No ponía un pie en este sitio desde que había asesinado al antiguo General, y suponía que las cosas habían cambiado un poco. Toqué la puerta con la graciosa contraseña que teníamos; se abrió un poco, solo para ver quién había tocado, y luego se abrió por completo, dándome paso a las escaleras que me dejaban justo en la entrada del gigantesco cuartel. Nada parecía muy diferente. Las computadoras estaban en el mismo sitio, había gente yendo de un lugar a otro, no parecía haber ninguna especie de caos. Respiré profundo. No había tenido tanto impacto la muerte de Williams; gracias a Dios.

—Jason, tiempo sin verte por aquí. —dijo Christopher con una sonrisa en su rostro, y palmeándome el hombro. Le sonreí y lo miré con detenimiento, había algo diferente… su uniforme. Tenía dos líneas de estrellas doradas en sus mangas… era el nuevo general. ¡Cielos! Eso sí que era una mejora.

—Sí, las cosas se han complicado últimamente Chris… es decir, General. —dije cabizbajo, no sabía cómo habían sido los generales anteriores a Williams, pero sí sabía que a él no le gustaba para nada que lo llamaran por su nombre de pila, lo consideraba una falta de respeto y otras cosas por el estilo. A mí siempre me pareció un poco tonto esto, a fin de cuentas, en su jodida identificación no figuraba “General” por ningún sitio. Christopher, en cambio, solo me miró y luego sonrió.

—Puedes decirme Christopher, General es solo un título sin importancia. —dijo haciendo un gesto con la mano. Yo sonreí de vuelta, la humildad con respecto al título decía mucho acerca de él. Por suerte, Chris no sabía nada acerca del causante de la muerte de Williams. —En realidad Jason, me alegra verte por aquí. Eres justo la persona que estaba esperando. —dijo en tono pensativo, en el momento que pasaba su brazo por mis hombros y me arrastraba con él.

—¿Ah sí? —pregunté con una expresión confundida, él solo sonreía. La verdad no entendía qué utilidad podía tener para una persona como Christopher.

—Sí. Es que… verás, cuando me nombraron General, hubo muchas personas que no estuvieron de acuerdo por diferentes razones; muchos incluso abandonaron todo, por lo que nos está faltando personal en algunas áreas, como en las células regulares. Yo sé que eres nuevo, y que deberías tener más entrenamiento, pero considero que eres bastante disciplinado y un luchador formidable. ¿Quisieras formar parte de una célula fija? —dijo, como tratando de convencerme un poco, aunque el esfuerzo era totalmente innecesario.

—Claro que quiero. —dije de forma apresurada, arrepintiéndome de parecer un estúpido novato.

—Bien, empiezas hoy mismo. Tendrás que patrullar junto con Mario y Brandon. No hay tiempo que perder. —dijo Chris, ya hablando en un tono más profesional y práctico.

—Genial. —dije, sonriendo. Christopher asintió, y luego volvió a pasarme un brazo por los hombros.

—Este es el comienzo de tu carrera como cazador, Jase. Eres un luchador excelente. —dijo con una sonrisa sincera en su rostro.

—Gracias… Chris —dije. Él me sonrió y yo le devolví la sonrisa con facilidad, me despidió con unas palmadas en el hombro, se dio media vuelta y se fue. Probablemente tendría muchas cosas que hacer.

¿Qué me diría si supiera que por mí es que está allí? ¿Que yo fui el que mató al viejo hijo de puta, y que ahora tiene ese puesto tan privilegiado por mí? Sacudí mi cabeza ante la idea de siquiera mencionarle el acontecimiento.

Crucé todo el pasillo principal y entré a la habitación donde se encontraban los uniformes, un poco más allá estaban las armas… el sitio donde había matado a Williams. Aparté la mirada y procedí a ponerme el sencillo uniforme. Consistía en una simple camiseta negra con dibujos de llamas en varios sitios a modo de decoración e identificación. Junto a mí, las personas que supuse eran Mario y Brandon, también estaban poniéndose el uniforme. Suponía que eran ellos ya que tenía entendido que solo había una célula de cazadores “profesionales” al día, para no desgastar a lo mejor de lo mejor.

Salí de la habitación, sintiéndome apenado y diminuto bajo la mirada llena de escrutinio que me dirigieron Mario y Brandon. Al salir, me encontré con Christopher esperándonos en la parte de afuera de la sala. Cuando los chicos que estaban en los vestidores estuvieron listos se unieron a mí; se vieron tan sorprendidos como yo al encontrar a Christopher allí. Chris nos presentó, y como había pensado, estos dos tipos eran Mario y Brandon, mis compañeros esta noche. Christopher nos dio una sonrisa; se situó a mi lado y me rodeó por los hombros.

—Chicos, sé que no conocen a Jason y que es un simple novato, así que si notan que necesita ayuda en cualquier cosa, deben dársela. Sé que están acostumbrados a trabajar con Alex o conmigo, pero las técnicas de lucha de Jason están lo suficientemente avanzados como para no ser una carga.

»Lo he visto luchar, y no tiene nada que envidiar a ninguno de nosotros en cuanto a habilidad. Domina perfectamente todas las armas y sus técnicas son formidables a pesar del poco entrenamiento. Lo he visto luchar contra un vampiro hombre adulto, sin vacilar ni por un segundo; no cualquiera puede hacer eso, y vivir para contarlo. —dijo, en tono serio pero alentador. Mario y Brandon solo miraban de Christopher a mí con una expresión algo sorprendida. Podía entenderlo; después de tantos años de experiencia ellos se debían sentir bastante escépticos ante la idea de que un niño pudiese hacer todo lo que ellos hacían, pero bien, hoy estaba de mi parte demostrarles que sí podría cumplir sus expectativas. Adquirí una postura erguida, y saqué la mano de los bolsillos, para lucir con mayor confianza de la que en verdad sentía; luego Christopher prosiguió, entregándonos un pequeño GPS a cada uno de nosotros. —En el centro hay una pequeña concentración de vampiros haciendo estragos; los hemos estado siguiendo y sabemos que han asesinado a varios humanos, no podemos permitir esto. Acaben con ellos. —dijo, con autoridad. Asentimos y salimos del cuartel con prisa.

La verdad es que me sorprendí bastante cuando, al llegar afuera, Mario o Brandon; no los diferenciaba muy bien, me lanzó de repente un casco negro, perfectamente pulido y brillante, con algunos detalles en la parte de abajo en forma de llamas.

—¿Para qué es esto? —pregunté, sosteniendo el casco en alto. Uno de los chicos volvió su mirada hacia mí y me miró de manera burlona.

—¿Cómo piensas que nos iremos? ¿En limusina? —dijo, el que supongo que es Mario, arqueando una ceja y en tono de broma.

—No… pero… ¿motos? —dije de forma insegura.

—Sí, son más rápidas, y más prácticas… además de más económicas. Si no la sabes conducir, puedes irte conmigo. —dijo uno de los chicos.

—No, claro que las sé manejar, es solo que… me sorprende, es todo. La última vez que salí a cazar, nos fuimos caminando. —dije encogiéndome de hombros.

Uno de ellos pareció divertido, creo que era Brandon. Mario se veía mucho más serio, a pesar de que era notablemente menor que Brandon. Mario tomó un pequeño control y presionó un botón que abrió la puerta que rebeló a las motos, y wow… qué motos. No eran una de esas motonetas que usan las niñas cuando se quieren ver bien, no, esto era una moto de verdad. Era bastante grande, y se podría decir que tenía todos sus “juguetes”. La que yo tomé era de color negro, la de Mario era azul y la de Brandon roja. Eran unas bellezas; eran de las motos más hermosas que pude haber visto jamás. Me casaría con una de estas cosas. Probablemente irían a unos doscientos cincuenta kilómetros por hora con facilidad.

Cuando pasé mi pierna a través de la moto, y la encendí, sentí la adrenalina correr por mis venas a todo lo que da, me sentía ansioso y nervioso, ambas a la vez, lo cual era algo raro en mí. No solía ponerme nervioso con facilidad, pero podía sentir el peso sobre mis hombros acerca de lo que estaba a punto de hacer.

El viaje duró menos de cinco minutos. Al partir, podía sentir la brisa golpeando mi piel, incluso con el casco puesto. Definitivamente una de las mejores sensaciones que puede haber, y en definitiva una de las más estimulantes. Al llegar a la plaza indicada, estacionamos las motos en un sitio discreto y nos separamos para poder cubrir más terreno.

La plaza no era muy grande, solo constaba de cuatro bancas, dos árboles, unos cuantos faroles, y un camino que la rodeaba. Estaba concentrado, mirando uno de los árboles en el que me pareció ver un movimiento, cuando una mujer, blanca como la cal, de cabello corto de color negro, un poco más alta que yo, delgada, y de ojos rojo oscuro, simplemente apareció frente a mí. Di un paso hacia atrás, no por estar asustado, sino por la impresión de tenerla tan cerca. Estaba molesta, sus ojos lo demostraban. Tenía los labios retraídos, mostrando todos sus dientes, pero sobre todo, sus dos colmillos sobresalientes hasta la mitad de su labio inferior. Parecía estar estudiándome con detenimiento. Sus colmillos eran una señal de que estaba hambrienta, otra también era que se veía desgarbada y salvaje; un poco como una vagabunda. Y aunque un vampiro hambriento era más peligroso, también era más débil.

Pasados unos segundos, ella soltó un gruñido y se abalanzó sobre mí. Con su rapidez nunca habría logrado esquivarla. Me dio un golpe en un costado que probablemente me dejaría un buen moretón, aunque no fue tan fuerte como para romperme algún hueso. Me puse de pie como pude, pero ella ya se encontraba en mi espalda, con una expresión un tanto desenfrenada por la pequeña cantidad de sangre que salía de mí mediante algunos raspones. Aproveché este momento de frenesí y desconcentración para utilizar la lanza como mejor sabía. Primero logré hacerle un corte en el brazo, luego en su rostro, y por último, antes de que se recuperara por completo, la atravesé en el pecho, justo en el corazón. Vi su expresión de sorpresa, y luego nada… su rostro quedó totalmente en blanco y ella cayó al suelo sin más.

Cuando dejó de respirar, vi a una cabeza asomándose desde un árbol; recordé que era un grupo de varios vampiros, así que me puse en posición defensiva; no dejaría que me tomaran desprevenido de nuevo. Mi respiración era pesada, y podía sentir las gotas de sudor correr por mi cuello, pero cuando observé mejor, noté que solo era un humano. Tenía aproximadamente treinta años; con músculos que me decían que había estado haciendo actividad física gran parte de su vida. Tenía el ceño fruncido y una mirada severa; me parecía conocido, pero en el momento no recordé dónde lo había visto. Lo miré a los ojos y solo vi una rabia inmensa. Pensé que me mataría de un momento a otro. Él tenía la mandíbula apretada con firmeza y parecía estar trabajando duro por mantener el control. Yo simplemente trataba de que la lanza no temblara demasiado y de no hacerme en mis pantalones. Sabía que los vampiros eran unos monstruos, pero no tenían ninguna comparación junto a un humano terriblemente enojado. Podía notar que estaba a punto de hacer un movimiento, pero justo antes de eso, miró hacia abajo y vio a la sanguijuela muerta yaciendo en el suelo; esto hizo que su expresión se suavizara al instante.

—¿Quién eres? —dijo arqueando una ceja, y con curiosidad genuina en el tono de voz.

—Me llamo Jason. —dije sonando mucho más seguro de lo que en realidad me sentía. Su aspecto era realmente intimidante. Me aclaré la garganta y me erguí, aún con la lanza en posición. —¿Quién eres tú?

—¿Cómo te las arreglaste para matarla tan rápido? —dijo, ignorando mi pregunta anterior y tratando de esconder su sorpresa, pero no lo hizo muy bien. Yo solo me encogí de hombros.

—Supongo que soy bueno, pero basta de preguntas. Vampiro o no, contesta quien eres antes de que solo seas un sujeto con un agujero en el pecho. —dije de forma despreocupada a pesar del peso de mis palabras, y rozando la lanza con el centro de su pecho. Él se puso las manos en la espalda, y me rodeó varias veces; examinándome como si fuese una rata de laboratorio e ignorando por completo mi posición amenazadora. Cuando se cansó de dar vueltas a mi alrededor, se detuvo frente a mí y me miró.

—Mi nombre es Alex Kingsbury, supongo que debes haber oído de mí alguna vez. —dijo, de forma pretenciosa. —Y sí, mi joven amigo, eres bastante bueno, a decir verdad, fueron solo unos segundos. Estoy sorprendido, y eso no es muy usual.

—Eh… ¿gracias? —dije, sin saber qué más decir.

—Supongo que estás en la Lanza de Fuego, ¿o me equivoco? —preguntó. Yo solo asentí. —¿Te gustaría unirte a mí? Se podría decir que soy independiente… no tengo reglas, y la verdad creo que tu serías una buena adquisición. —dijo de forma seria, pero buscando entusiasmarme; yo parpadeé varias veces por la sorpresa. Sabía que era bueno, pero nunca pensé tener una oferta como esta en mi primer día en el campo.

La verdad es que era una propuesta tentadora, se habría un nuevo mundo de posibilidades ante mí con esto. Pero no… no le haría eso a Chris; no podía. No después de todo lo que había hecho por mí… simplemente no le podía pagar con esa moneda.

—Gracias, pero estoy bien donde estoy. Tal vez más adelante. —dije con una mueca de disculpa. Alex frunció el ceño, notablemente molesto. Al parecer no se tomaba muy bien el rechazo.

—De acuerdo. —dijo en el mismo tono serio que usaba al principio de nuestra pequeña conversación. Tras decir esto, simplemente se giró y desapareció entre los árboles.

Lo miré caminar hasta que no lo pude ver más. No pensé que hubiese grupos independientes de cazavampiros. Sus palabras quedaron resonando en mi mente una y otra vez.

Yo solo, sin jefe… sin reglas. No estaba nada mal.

***
Disculpen la tardanza T_T apenas voy saliendo de clases y sé que me tomó mil años terminar este capítulo, trataré, de verdad lo haré de que el próximo esté listo más rápido.
Por favor díganme qué les pareció el capi.

Los  adoro

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