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Capítulo 17: Un nuevo líder

Christopher

Estaba en casa, y cuando no tenía nada mejor que hacer, simplemente pasaba mi tiempo practicando las nuevas técnicas que podía aprender, o también las que podía inventar. Recientemente había sabido de una en la que se podían matar tres vampiros con solo un movimiento. Era totalmente genial, pero aún no la había perfeccionado. Ser uno de los miembros más importantes de La Lanza de Fuego tenía sus ventajas; entre ellas, estaba el hecho de que podía tener mi lanza propia, por lo que podía tenerla en casa y practicar todo lo que quisiera.

Estaba más concentrado que nunca. Ya había practicado el movimiento varias veces, y fallado. Estaba seguro de que ya sabía cuál era el truco, pero justo cuando estaba a punto de empezar, y decapitar a mi maniquí vampiro, el teléfono sonó. Mascullé un juramento; respiré profundo y contesté el teléfono, muy a mi pesar.

—¿Si? —contesté un poco irritado. Podía escuchar la respiración de la persona al otro lado del teléfono, pero nadie decía nada. Si era alguna especie de broma, se lo haría pagar al pequeño hijo de puta.

—Hola Chris, soy Clari. —dijo por fin. Y bien, era una sanguijuela… simplemente excelente y totalmente irónico. Mi entrenamiento mata vampiros, interrumpido por una.

Le respondí con cortesía, aunque cauteloso. Me sorprendía que me estuviese llamando. No recordaba haberle dado mi número… mierda. Posiblemente entró en mi mente y lo sacó de allí. Debía ser mucho más cuidadoso con la protección de mi mente. Me propuso salir con ella a “alguna plaza”. En definitiva no iría a ningún sitio semi privado con un vampiro. Prefería que viniera aquí, donde podía estar protegido, y donde estaba en mi territorio.

La chica me agradaba. Como humana era bastante linda, ahora como vampiro era una belleza europea digna de cualquier portada de revista. Aún tenía muchas cosas de su “yo” anterior, pero en ningún momento dejaba de tener presente el hecho de que era un monstruo chupa sangre. Le di la dirección de mi casa, y la llamada acabó. Le había dicho que estaba corrigiendo unos cuantos exámenes, cosa que de hecho, debía hacer, pero que simplemente no quería hacerlo.

Apenas terminó la llamada, procuré guardar todas mis cosas de caza. Sabía que Clarissa, con la velocidad de los vampiros, en menos de un minuto podría estar aquí, aunque sería bastante estúpido de su parte que lo hiciera así. Sin embargo, procuré organizar todas mis armas bastante bien.

Llamé a la recepción, y le pedí a la chica linda que estaba el día de hoy que a cualquier persona que llegara preguntando por mí, me notificara antes. No quería tampoco que me tomara por sorpresa. No le daría esa ventaja. La chiquilla de recepción solo contestaba con risas, y respuestas afirmativas. Coqueteé con ella solo lo necesario para asegurarme de que no se olvidara de lo que le estaba pidiendo y luego la dejé. Luego de eso, todo lo que hice fue esperar. Sabía que podía llegar en cualquier minuto.

Recibí la llamada de la chica de la recepción unos veinte minutos después. Estaba casi dormido, en realidad. Esperaba que llegara mucho más rápido.

—¿Señor Blade? Hay una chiquilla pelirroja justo aquí preguntando por usted. —Me pide que le diga cuál es su apartamento. ¿Le digo que se largue por donde llegó? —dijo la chica, con algo de resentimiento en su voz. En alguna otra situación, en definitiva me habría gustado ver una pelea de chicas por mí, pero sabía que esta niña no tendría ninguna oportunidad frente a Clarissa.

—No, para nada. Por favor, dile el número de mi apartamento. La estoy esperando. —La chica se quedó en silencio. —¿Escuchaste lo que te dije, Mandy?

—Me llamo Marie. Sí, sí escuché. Pero, ¿está seguro, señor Blade?

—Por supuesto que estoy seguro Mellie. Por favor dile que suba.

—Soy Marie. Y bueno señor Blade, ¿no le gustaría tomar un café alguna vez?

—Estoy ocupado Molly, dile a mi invitada que suba. —dije en tono tajante, y corté la llamada.

Sabía que era un tipo apuesto. Podía ver el efecto que tenía en las chicas, pero esta chica en particular me había molestado bastante. Me encargaría de poner una queja en la junta de condominio para que las despidieran. Qué molesta.

Al cabo de unos minutos, pude escuchar a Clarissa abrir la puerta a mi apartamento. La había dejado abierta adrede, para que supiera que yo sabía que estaría aquí, y que no hurgara donde no le importaba. Sin embargo, en el momento que entró, me tensé. Mi casa era un campo minado para vampiros. Con solo pisar en un sitio no debido, todo se iría al demonio. Por suerte, nada ocurrió, y con solo esperar unos segundos más, la vi abriendo la puerta de mi alcoba.

Cuando la vi por primera vez, noté que se veía hermosa. Su piel parecía porcelana. Su cabello parecía fuego. El color negro de su blusa acentuaba sus curvas perfectamente, al igual que sus jeans. Solo la miré por un segundo, antes de volver mi mirada a los examenes, que acababa de agarrar, y fingir indiferencia.

Le pedí que pasara y se pusiera cómoda, siendo lo más amable posible. Ella se notaba un tanto incómoda con el desorden que había en mi habitación. La verdad es que yo también estaba un poco incómodo con éste. Tuve que desorganizar toda mi habitación para cubrir algunas armas, y porque simplemente tanto orden en la casa de un chico no es normal. Debajo de alguno de esos bultos de ropa, estaba mi cuchillo favorito. Demonios.

Trataba de buscarle conversación, para que el ambiente no fuese más incómodo de lo que ya era. Le pregunté qué hacía en su casa. Ella contestó que quería verme, y le dije que yo también a ella, lo cual no era una total mentira. Sí quería verla. Ella era agradable… y sexy. En un momento nos quedamos en silencio, yo fingía estar corrigiendo, pero la verdad era totalmente consciente de la mirada de Clarissa sobre mí.

Cuando levanté la mirada, ella lució totalmente apenada. Apartó la mirada, y vi un poco de rubor en sus mejillas. No sabía que los vampiros podían sonrojarse. Habría perdido dinero apostando que no podían. En el momento en que la tonalidad rojiza pobló su rostro, me pareció que nunca la había visto más sexy.

Me acerqué a ella. Muy lento. Ella no se movió ni un centímetro. Ni siquiera estaba respirando. Me moví hasta estar a centímetros de ella. Al verla mirar de mis labios a mis ojos, no pude resistirme. La atraje hacia mí, y uní nuestros labios. Por atraerla hacia mí, me refiero a que la cargué sin ninguna dificultad y la puse sobre mí.

Siempre había sentido cierto asco por los vampiros. Eran criaturas que se alimentaban de la sangre, de la fuerza vital, del alma, de otros seres vivos. Pero la verdad, es que no me molestaba ni un poco besarla a ella. Pase mis manos por todo su cuerpo, y antes de siquiera notarlo, tenía mis manos por dentro de su ropa. ¡Diablos! Ella era mi alumna. Dudé por un momento antes de pensar qué demonios, y sacarle la blusa por completo.

La verdad, es que no me equivocaba al decir que era una de las chicas más hermosas con la que había estado. Su abdomen… sus pechos… lo quería todo. Aún tenía un poco de autocontrol, pero la verdad era que estaba a punto de dejarme ir por completo. Si me quitaba los pantalones, o yo se los quitaba a ella; no habría vuelta atrás. Estaba a punto de dar ese último paso, cuando escuché un sonido que llamó un poco mi atención, aunque no tanto como la chica semi desnuda frente a mí. Lo siguiente que supe, fue que Shaun, Santiago y Mario estaban en mi habitación
arrastrándome fuera.

Me tensé por completo, ellos nunca habían venido a mi casa. Ni siquiera sabía que ellos estuviesen enterados de dónde vivía. Había hecho unas cuantas fiestas aquí, y los había invitado por cortesía, pero nunca habían venido. Cuando entraron, venían hablando acerca de algo que según pude captar, era acerca del general. Se quedaron totalmente en silencio, y lucieron un tanto sorprendidos cuando vieron a la chica en trapos menores, y a mí sin camiseta, aunque eso no impidió que me tomaran por los brazos y me sacaran de la habitación. A  pesar de mi desconcierto, me encargué de cerrar la puerta tras de mí.

—Hubo un incidente. —dijo Mario con seriedad. Él era el de mayor rango después del general… y de mí.

—¿Qué ocurrió? —pregunté. Ellos respiraron profundo al unísono.

—Mataron al general. —dijo en tono sombrío, mi expresión de sorpresa fue inmediata. El general era un tipo bastante inútil en general, pero era un luchador fenomenal. Me sorprendía que pudiesen haberlo vencido.

—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? ¿Estaba saliendo a cazar? ¡Viejo estúpido! —dije con desesperación.

—No sabemos cómo, fue hace algunas horas, aunque tampoco sabemos quién. —Miré con frialdad al interior de la habitación, pensando en la criatura que debía estar sobre mi cama en este momento. Por suerte, la puerta estaba construida con unos cristales especiales que no permitirían que ningún vampiro viera u oyera nada de lo que sucedía del otro lado.

—¿Fueron vampiros? —pregunté, mirando al suelo. Shaun negó con la cabeza. Respiré profundo sin querer. Estaba seguro de que estos tipos no sabían lo que era Clarissa, o si no, ella no estaría viva en este momento. Me sentía un poco asqueado de lo que había estado a punto de hacer.

—No, fue un humano. El general tenía años sin salir a combatir, y además, lo encontramos desangrado dentro del cuartel. Ningún vampiro podría haber entrado sin que lo detectáramos. Hay un traidor.

—Bueno… qué mal. Lo siento por eso. Pero, ¿solo vinieron hasta acá a avisarme? Yo iba al cuartel en dos horas, o tal vez un poco más. Me habría enterado de igual forma. Así que díganme la razón real por la que están aquí. —No quería parecer insensible, solo que me parecía absurda la idea de que vinieran hasta aquí solo a avisarme, ya que sabían que mi relación con el general era un tanto turbulenta.

—Hay una junta con el consejo. Un general muerto no es algo que no haya sucedido antes. Muchas personas van a postularse, pero si tú quieres el puesto, te lo darán. —dijo Mario con entusiasmo. —Por orden de antigüedad, y por tus capacidades, eres el más indicado. Todo el asunto es si lo quieres o no. —Abrí mucho los ojos y consideré las posibilidades, yo… ¿como general? No era mala idea, en realidad, era una idea genial.

—¡Claro que aceptaré el puesto! —Ellos me sonrieron de vuelta.

—Hay que marcharnos ya, entonces. Fuimos enviados por el presidente del consejo. Intentarán alargar la decisión lo más posible, pero si no llegamos en los próximos veinte minutos, será demasiado tarde. —Yo asentí y corrí dentro de la habitación... Clarissa ¡rayos! Había olvidado por completo que ella estaba aquí.

La miré durante unos segundos. Estaba sentada en una esquina de mi cama. Quieta como una estatua. Creo que no estaba respirando siquiera. Lo único que me indicaba que no era una pieza de arte, era el hecho de que sus ojos, los cuales se mantenían de un color bastante interesante, me seguían mientras me movía por la habitación. Pensé mis opciones. Podía irme, y adquirir el puesto que siempre había deseado desde que ingresé a la organización, o podía quedarme, y tener el mejor sexo de la historia con una vampiresa posiblemente virgen. La miré fijamente durante unos segundos más, y pude ver sus ojos fluctuar un poco. No. Estas eran criaturas sobrenaturales y peligrosas para los humanos. No deberían existir. Son anti naturales. Deberían ser exterminados, y yo me podía encargar de eso mucho mejor que cualquier idiota que podrían poner en mi lugar.

—Clarissa hay una emergencia y debo irme. Lo siento. —A pesar de que sabía que ella era un monstruo, me sentí un poco mal por dejarla allí sola. Pero tenía mis prioridades claras, y esto era más importante que un buen revolcón.

Salí de allí con rapidez, y sin mirar atrás. Esperaba que Clarissa no pensara en revisar entre mis cosas, porque mis armas mata vampiros no estaban muy bien escondidas. ¡Diablos! Debí haberlo pensado antes de irme y dejarla allí. Pude sentir la mirada de la pequeña chica de la recepción seguirme a medida que salía del edificio. Me subí al auto de Shaun, y fuimos al cuartel como si nuestra vida dependiera de ello. Esperaba que no hubiese alguna patrulla por el camino, porque sería bastante difícil dar explicaciones.

—Cuando llegues, habla como si ya fueras el general. Eso dará una buena impresión, y es lo que el consejo espera. Que te proyectes como el líder que serás. —dijo Mario. Yo solo asentí. Estaba algo nervioso, pero sabía que estaría bien. Yo había nacido para esto. Desde el primer día sabía que llegaría lejos.

Mario recibió una llamada y habló en susurros. Tenía a Santiago dándome palabras de aliento, y a mi corazón haciendo el intento de salir corriendo. Me iba a asegurar de ser el mejor general que hubiese pasado por allí. Se habían acabado las aventuras, y los juegos con vampiros.

—El consejo estaba a punto de cerrar la junta. Iban a escoger a Alex como nuevo general, ¿lo imaginas? Ese maldito psicópata. Pero en fin, esperarán cinco minutos más. Más vale que nos apuremos. —Asentí frenéticamente y luego me miré por primera vez en todo el trayecto.

—Yo no puedo llegar así. ¡Mírame! —dije señalando mis ropas informales e inadecuadas. Tenía solo unos shorts y una camiseta. Lucía como un chico que iba de camino a la playa. Maldita sea.

—Eso no tiene importancia, no hay tiempo para que te cambies, ellos no se fijarán en eso. —dijo Santiago, de forma severa. Eso era cierto, pero esta ropa me hacía sentir algo inseguro. Cuando llegamos al cuartel, suspiré.

Aquí voy, pensé. Prácticamente corrí hasta la sala de juntas. Todo el cuartel estaba vacío. El consejo, y los principales deberían estar allí en la reunión; los soldados de menor rango seguro habían sido despachados. Miré las puertas de la solemne sala por solo un segundo, antes de abrirla lentamente y caminar con la cabeza en alto.

En el momento en el que puse un pie en la sala, todo el mundo hizo silencio. Pude escuchar algunos murmullos. Algunos de aprobación, y otros… no tanto. Me senté en la silla designada para el general y miré a cada una de las personas presentes a la cara.

—Están perdiendo el tiempo mirándome a la cara señores. Está muy claro que el nuevo General soy yo. Y ustedes están aquí, mirándose unos a otros, ¿intentando decidir quién los va a liderar? Sean sus propios líderes. No hace falta que nadie los dirija para matar a esas malditas sanguijuelas. Y eso es lo que deberían estar haciendo. Así que largo de mi vista, y vayan a hacer lo que deben hacer.

Mi pequeño discurso tuvo diferentes reacciones. Algunos no lucían muy de acuerdo, con eso ya lidiaría luego, pero la mayoría de las personas, y más importante, los miembros del consejo, me miraban con orgullo en sus ojos.

Qué bien se sentía estar a cargo.

***
De verdad quiero disculparme por la tardanza con el capítulo t.t creo que ha pasado casi un mes, y aunque el  capítulo no es muy largo, sé que entenderán que editar no es un trabajo tan fácil, y en la universidad me lo están haciendo más difícil aún. Sin embargo, estoy casi segura que el próximo  capítulo lo tendrán mucho más rápido, y será mucho más rápido.
Los quierooo
:333

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