Capítulo 13: Un nuevo... ¿amigo?
Clarissa
Sentía una impotencia increíble. Sabía que Damon había estado solo hace segundos allí, y ya no estaba. Salté por la ventana de mi habitación y corrí, solo corrí. De alguna manera que no puedo explicar, sabía que estaba corriendo hacia Damon. Ya el hilo dorado no estaba, pero sentía que estaba siguiendo una especie de conexión que me guiaba hacia él. Su rastro me llevó por toda la carretera hasta el centro de la ciudad; ya Damon no se estaba moviendo, podía sentir su energía estática en algún lugar. Me esforcé un poco más, y alcancé una velocidad que estaba bastante segura que no había alcanzado antes. En una fracción de segundo, llegué a la plaza donde habíamos estado entrenando. Lo sentía allí, pero no podía ver a nadie.
Sentí unas manos apretar mi cintura a modo de cosquillas, lo que causó que me girara con rapidez, dispuesta a dar un buen golpe, el cual Damon esquivó con agilidad.
—Además que tardaste una eternidad para llegar, ¿también vas a golpearme?
—¿Me tardé? ¡Hoy no había entrenamiento!
—Lo sé, pero sabía que vendrías. No podrías resistirte a verme. —dijo esbozando una gran sonrisa.
—En realidad, vine a buscarte para darte una buena cachetada por ser un acosador de primera. ¿Qué estabas haciendo en mi casa, y más específicamente en mi cuarto?
—Pues estaba buscándote. Quería pasar un rato divertido. —dijo, luciendo un tanto divertido.
—¿Y ya no quieres pasar el rato? —pregunté, bromeando.
—Tardaste demasiado novata. Ya no tengo ganas. —Pensaba replicarle algo, pero en ese momento, percibí un aroma que no conocía. —Oh, veo que lo notaste. Novata, quiero que conozcas a alguien.
De entre los árboles que nos rodeaban vi emerger una figura de lo que creía, era un chico. Era un poco más bajo que yo, pero igualmente delgado y musculoso. Su piel era blanca como la cal, y su cabello rubio, casi blanco, caía sobre su rostro hasta casi cubrir sus ojos. Incluso a la distancia podía ver que sus ojos eran color azul muy oscuro, pero a la vez muy brillante, como si la vida brotara a través de ellos. Era, físicamente, muy hermoso. Tal vez más que Damon.
—Novata, él es Paolo, un amigo de hace mucho tiempo. —Damon corrió hacia él, y le dio un abrazo afectivo, con el cual lució un tanto incómodo. Yo miré al chico rubio y le di una linda sonrisa; él me la devolvió.
—Pues mira qué tenemos aquí. —dijo Paolo. Yo estaba a unos buenos 100 metros de ellos, pero sabía que la distancia no escondería mi asombro. Paolo, al hablar, puso una mano en su cintura, y con la otra tocó su rostro. Enarcó una ceja, y lucía bastante divertido... y bastante afeminado también.
—¿Quién es él? —le pregunté mentalmente a Damon, tratando de mantener mi cara impasible. Paolo parecía estar examinándome desde la distancia.
—Es un amigo desde hace unos cien años aproximadamente.
—¿Él es...?
—Más gay que cualquier persona que haya conocido en todos estos años. Espero que no te sientas desilusionada. —Giré los ojos.
—Espero que no te pongas celoso. —dije de forma sarcástica.
—Pues... —empezó a replicar, pero Paolo interrumpió nuestra charla mental.
—Chicos no me excluyan. Damon, tú sabes que yo no puedo leer la mente. —Lo dijo en tono tan afeminado que me causó algo de gracia.
—Lo siento amigo, ella es muy grosera, debí advertírtelo. —Giré los ojos. Paolo solo sonrió y lo calló con un gesto.
—Entonces niña, ¿cómo te llamas? —preguntó.
—Clarissa
—Genial, ¡qué lindo nombre! —Sonreí ahogando una carcajada. —¿Y cuál es tu habilidad, cariño? —Antes de que pudiera contestar Damon se me adelantó.
—Controla todos los elementos —dijo.
—Me estaba preguntando a mí. —dije, y giré los ojos. —Y eso que la grosera era yo. —dije regañándolo. —¿Y tú qué haces? —le pregunté a Paolo.
—Controlo la naturaleza.
—Supongo que nuestras habilidades se asemejan un poco. —dije.
—Supongo que sí, pero mi poder es un poco más generalizado, el tuyo va específico a cada elemento. Por ejemplo, yo puedo controlar la velocidad a la que un árbol crece y florece; tú puedes controlar la tierra que lo rodea, para ayudarlo a crecer más rápido. Pero sí, somos un tanto afines, chiquita.
Era gracioso que me llamara así cuando él era notoriamente más bajo que yo. Me acerqué más a ellos y nos sentamos en el suelo los tres juntos. Damon estaba manteniendo algo de distancia de mí, lo cual era extraño; también estaba bastante callado, lo que era más extraño aún. Supongo que debería preguntarle luego, pero por ahora, quería concentrarme en conocer un poco mejor a Paolo.
—Entonces Paolo, ¿cuántos años tienes? —pregunté.
—258, pero me veo como de 18, gracias a Dios me convirtieron a esta edad. No sé qué habría sido de mí si me hubiesen convertido a los 50. Supongo que estaría bastante amargado. —Sonreí ante su comentario, la verdad es que no lo había pensado así, pero también agradecía saber que dentro de diez o 20 años, seguiría luciendo de esta manera.
—¿Y cuéntame como te convirtieron, o por qué? —pregunté. Él lucía un tanto sorprendido por mi pregunta. No sabía si en el mundo de los vampiros, esta era una especie de pregunta prohibida, pero ya la había hecho. Damon lucía un tanto alerta a la actitud de Paolo, pero éste solo suspiró unos segundos después, y me miró con nostalgia.
—Bueno, yo tenía 18 años, eran tiempos diferentes, los matrimonios arreglados eran la norma. Prácticamente los hijos no teníamos voz ni voto en lo referente a nuestro futuro. Yo estaba comprometido con una chica, que debo admitir que era bastante hermosa, y obviamente tenía una familia muy adinerada. Con solo decir que con la dote, podríamos mantenernos un par de años sin siquiera mover un dedo. Yo era un chico bastante buenmozo, y por supuesto, era un buen partido para cualquier jovencita de la alta sociedad. —Eso se veía a leguas de distancia. El vampirismo pudo haber acentuado todo, pero podía ver que era bastante lindo como humano también. Se me hacía extraño escucharlo tan serio. —Mis padres soñaban con verme casado y con hijos, yo seguía sus reglas, solo porque no quería causarles molestias. Todos mis hermanos habían sido un orgullo, y yo no quería ser la excepción. Aunque no te sientas mal por mí, me las arreglaba para no ser totalmente miserable tampoco. Solía salir con un chico bastante seguido, él era bastante encantador. Parecía tener carisma natural, y unos ojos muy extravagantes, ya que su color variaba dependiendo del día.
—¿Nunca se te ocurrió que algo iba mal? —pregunté. Si yo conociera a alguna persona cuyos ojos hoy eran verdes, y mañana negros, definitivamente me asustaría. Aunque, ¿qué podía decir? Me las había arreglado para sobrevivir como vampiro sin levantar demasiadas sospechas a mí alrededor.
Él sonrió a la vez que suspiraba, y me miraba como un padre miraría a su hija pequeña. —No cariño. Eran otros tiempos, la ingenuidad estaba en el aire. Además, el color usual era ambarino, y tú y yo sabemos bien que los ojos claros son muy volubles. Pero en fin, él y yo salíamos mucho. Solíamos enviarnos cartas con códigos, para que nadie pudiese de descifrarlas. Enviábamos al menos una carta semanal, cuando una semana su carta no me llegó, me preocupé y me las arreglé para ir hasta su casa sin que nadie se enterara. Toqué la puerta, y cuando me vio, lucía bastante sorprendido. Honestamente, pensé que tenía a alguien más, y lo había sorprendido en el acto. Sus ojos estaban muy oscuros, nunca los había visto así. Me acerqué para saludarlo y él me alejó, me sentía confundido. Me volví a acercar, pero él me dio un golpe que no recuerdo muy bien, solo sé que me dejó semiinconsciente, luego recuerdo un dolor muy fuerte, y desperté con... sed. Y 140 años después, encontré a Damon —Yo sonreí.
Mientras Paolo contaba su historia, unos flashes invadieron mi cabeza con imágenes que no venían de mí. Vestidos pomposos. Una casa elegante. Una linda rubia de ojos negros. Sangre y oscuridad. Supuse que fueron pensamientos que tuvo Damon que se colaron en mi mente. Posiblemente estaba recordando cómo lo convirtieron a él.
—Que... historia la tuya. ¿Y qué hacías en los años antes de encontrar a Damon? —Él me miró y se puso algo serio.
—Me dedicaba a cazar caza-vampiros, pero esos asesinos son como los mosquitos; no importa cuantos mates, siempre hay más. Y créeme, yo maté muchos. Aunque no era un estilo de vida nada elegante.
—¿Y no volviste a ver al chico que te convirtió? —Pregunté. Él miró hacia abajo y apretó los labios.
—Sí, y no. Aproximadamente 50 años luego de convertirme, estaba en Moscú, simplemente caminado, y observé a cuatro cazadores atacando a uno de los nuestros. El chico lo estaba haciendo tan bien, que de cierta manera me fascinó un poco. Lo estaba haciendo tan bien que pudo matar a tres de ellos, pero cuando estaba acabando con el tercero el otro lo mató con una de sus lanzas por la espalda. Eso fue lo que me sacó de mi trancé e intervine con rapidez, matándolo en menos de dos segundos. Después de matarlo, fue que vi quién había sido el vampiro. Me encargué de incinerar sus restos. Ese fue mi primer cazador cazado. Pero desistí después de un tiempo, porque cada vez era más difícil. Aunque debo aceptar que de vez en cuando, que puedo ver a alguno descuidado, me doy un buen festín. —Él me dio una sonrisa triste.
—Lo siento.
—No te preocupes, cariño. Eso fue ya hace mucho tiempo. —Yo sonreí con timidez.
—Bueno Paolo, creo que deberías visitarnos más seguido, porque por fin estoy disfrutando de un poco de silencio junto a Damon. —digo, para aligerar un poco el ambiente que se había tornado un poco tenso. Damon claramente iba a replicar, pero Paolo lo interrumpió.
—Cierto, Damon, tienes que entretener a la chica. Yo sé que tú eres muy bueno en ese arte, pero ésta parece que hasta te comió la lengua. —Yo abrí mucho los ojos y miré a Paolo. ¿Realmente estaba insinuando que entre Damon y yo había algo?
—Yo no soy un payaso para entretener a nadie. —dijo Damon, sonando molesto. Paolo lo miró y luego a mí. Entrecerró los ojos, y luego abrió la boca en un gesto de asombro total.
—No.lo.creo, apuesto a que si pudieran sonrojarse, lo harían. —dijo, y soltó una sonrisa pícara. Yo miré a Damon y tenía una expresión apenada; dirigió su mirada hacia mí, pero cuando notó que yo también estaba mirando, desvió su rostro. —Oh, vamos chicos, —continuó Paolo —no lo oculten más. Entre ustedes hay una tensión sexual que ni yo puedo obviar. —Él enarcó una ceja y nos miró, primero a Damon y luego a mí.
—¡Rayos Paolo! Deja de inventar cosas. —dijo Damon, Paolo solo se encogió de hombros.
—De acuerdo, no me crean aún... yo solo espero ser el padrino en su boda. —dijo. Yo giré los ojos.
—Paolo y ¿cómo eras humano? —pregunté. Él sonrió con nostalgia nuevamente; me arrepentí de haber preguntado. Supongo que era más fácil pensar en tu época como humano cuando hace apenas dos semanas aún lo era.
—Mi cabello era más dorado, había más colores en él. No era amarillo platinado tan perfecto como ahora. Mi piel era más roja, un tanto bronceada. Mis ojos eran celestes. Justo del color del cielo en un buen día. Era el típico surfista Australiano. Y antes de que lo preguntes, sí, hace 260 años ya existía el surf. En Australia no era tan popular como ahora, pero igual se practicaba un poco, aunque no era muy parecido al que ves ahora. —Yo abrí mucho los ojos.
—¿Eres Australiano? ¿Y surfista? —Él sonrió.
—Sí, lo era. —dijo, y me dio una sonrisa triste nuevamente al hacer referencia a todo eso que "era" y ya no lo es. La verdad era que me costaba un poco imaginar a Paolo un poco menos perfecto que lo que era, aunque en definitiva, la imagen que se creó en mi mente de Paolo surfeando no estaba nada mal. Podía ver que Damon apretó su mandíbula y los puños.
—Qué interesantes pensamientos llenan tu cabeza. —me dijo Damon mentalmente, en un tono bastante duro.
—Oh vamos, no estés celoso. —repliqué.
—No lo estoy. No tengo por qué estarlo. Tú no eres nadie. —Eso último me dolió un poco, pero procuré que no se notara.
—Pues no lo parece.
—Es lo que es. —dijo (o pensó) con dureza.
Pero yo sabía que mentía, sus ojos carmesí me lo decían. Estaba molesto. Estaba celoso. Y me gustaba. No solo porque disfrutaba de la atención en general, sino porque disfrutaba de su atención. Y sabía cómo podría conseguir más de eso. Sabía como podía ponerlo aún más celoso. La causa de sus celos podía tener un nombre específico... Christopher.
***
Lamento mucho la tardanza, pero mi laptop se dañó u.u entonces me cuesta mucho más editar los capítulos u.u trataré de no tardarme tanto la próxima vez.
:33
PD: WATTPAD NO QUIERE ANUNCIAR CUANDO PUBLICO CAPITULOS NUEVOS, NO ENTIENDO QUE PASA ARGH kjhrrdiuyedhuhrdbgojhdbrgohrd
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro