Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 20.- Paranoia

Las semanas habían transcurrido donde Rick había decidido llevar al grupo con Maggie para hablar sobre un posible plan para derrocar a Negan.

Rick había llevado consigo a su hijo adoptivo, porque no podía dejarle solo en ese estado tan delicado que se encontraba desde que Negan le privó su medicación.

Y entonces Drako escapó de Hilltop, poco antes de saber siquiera que Daryl estaba en el mismo lugar.

— No está — indicó Rick preocupado — No está por ningún lado.

Y eso bastó para que como un loco, Daryl comenzará a buscarlo por todos lados.

El bosque parecía interminable. Los árboles se alzaban como gigantes oscuros, sus ramas formando una red de sombras que engullían la poca luz que quedaba del atardecer. Drako llevaba horas caminando, siguiendo un sendero invisible que solo existía en su mente, guiado por las voces.

Sigue adelante. Está cerca.
— No te detengas ahora.
— Ellos te están vigilando, pero nosotros te protegeremos.

La respiración de Drako era irregular, entrecortada por el cansancio y el frío que calaba sus huesos. Su ropa estaba manchada de tierra y hojas, y sus manos temblaban mientras apartaba ramas que le rasguñaban la piel. Pero no importaba. Tenía que llegar. Las voces lo habían llevado hasta ahí, y aunque no entendía del todo por qué, sabía que debía obedecer.

El miedo lo acompañaba, mezclado con una adrenalina que lo mantenía en movimiento. A cada crujido de las hojas detrás de él, giraba la cabeza, convencido de que alguien lo seguía. Los árboles parecían murmurar, susurrando secretos que no podía descifrar.

De repente, una voz distinta resonó, una que no había escuchado en semanas.

— ¡Drako!

Drako se detuvo en seco, el pecho subiendo y bajando violentamente. La voz sonó distante al principio, como un eco que se filtraba entre los árboles. Miró alrededor, desconfiado.

No lo escuches — dijo una de las voces en su mente, tajante y fría — Es una trampa.

Es él — insistió otra, casi burlona — Ha venido a hacerte daño.

Drako apretó los puños, sus uñas clavándose en las palmas. La confusión y el terror nublaban su juicio. Y entonces lo vio. Daryl emergió entre los árboles, su rostro marcado por la preocupación, con el cabello despeinado y las manos extendidas en un gesto de calma.

— Drako, soy yo — dijo Daryl, avanzando con cuidado — Te estaba buscando. Estaba preocupado.

— ¿Por qué ahora? — Drako retrocedió, sus ojos abiertos de par en par, llenos de paranoia. Su cuerpo temblaba, y parecía más una sombra de sí mismo que el hombre que Daryl recordaba — ¿Por qué hasta ahora y no antes?

— Quiero ayudarte — respondió Daryl, deteniéndose al notar el miedo en los ojos de Drako — Por favor, ven conmigo. Estás perdido, pero podemos salir de aquí juntos y lo sabes.

— Mentira — La voz de Drako se quebró, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos — ¡Eres como los demás! ¡Vienes a hacerme daño!

— No, Drako, nunca te haría daño — insistió Daryl, dando un paso más cerca. Su voz era suave, pero estaba teñida de desesperación — Tienes que confiar en mí.

Las voces en la mente de Drako comenzaron a gritar todas a la vez.

— ¡Es una trampa!
— ¡No confíes en él!
— ¡Haz algo antes de que sea demasiado tarde!

El pánico se apoderó de Drako, y en su confusión, sus manos buscaron en su chaqueta hasta encontrar un pequeño cuchillo que había guardado en un arrebato de paranoia días atrás. Lo sostuvo con fuerza, apuntándolo hacia Daryl.

— No te acerques — advirtió, con la voz temblorosa pero llena de pavor.

Daryl levantó las manos, alarmado, pero sin apartar la mirada de Drako.

— Está bien. No me acercaré — dijo con calma, tratando de mantener su tono firme — Pero escucha, Drako. Esto no eres tú. Esas voces... no son reales. No tienen poder sobre ti. Dicen mentiras.

— ¡Cállate! — gritó Drako, dando un paso atrás mientras el cuchillo temblaba en su mano — ¡No sabes nada! ¡No entiendes nada!

El mundo alrededor de Drako parecía girar, las sombras entre los árboles se retorcían y las voces rugían en su cabeza como un vendaval. Todo era demasiado. Y entonces, cuando Daryl intentó dar otro paso para acercarse, algo dentro de Drako se rompió.

Con un grito desesperado, Drako se lanzó hacia él, el cuchillo en alto. Todo sucedió en un instante: el filo perforó el costado de Daryl y no había sido una sola vez, habían sido dos, y un gemido de dolor escapó de sus labios mientras caía de rodillas, sosteniéndose el abdomen.

Drako retrocedió de inmediato, dejando caer el cuchillo al suelo. Sus ojos estaban desorbitados, su respiración errática. La sangre manchaba la camisa azul de Daryl, que, a pesar del dolor, levantó la vista hacia Drako.

—Drako... — murmuró — No... no estoy aquí para hacerte daño.

Drako cayó de rodillas, llevando las manos a su cabeza, incapaz de procesar lo que acababa de hacer. Las voces ahora reían, crueles y despiadadas.

Mírate. Lo arruinaste todo.
— Te lo dijimos. Ahora estás solo.

Daryl intentó acercarse un poco más, pero su cuerpo ya no respondía como antes. Sus ojos empezaron a cerrarse lentamente mientras el bosque parecía hundirse en un silencio aterrador. No quería cerrar los ojos pero esa fuerza era más fuerte que si mismo.

Drako, atrapado en un torbellino de culpa, miedo y confusión, se quedó allí, con las manos ensangrentadas y el alma hecha pedazos.

La sangre parecía más roja bajo la tenue luz que se filtraba entre las copas de los árboles. Drako se quedó paralizado, sus ojos fijos en el cuerpo de Daryl que yacía inmóvil en el suelo. El cuchillo seguía a un lado, manchado de ese rojo que ahora sentía en sus manos.

— Lo mataste.
— Sabías que pasaría.
— Eres un monstruo.

Las voces lo rodeaban, cada palabra un golpe más fuerte que el anterior. El aire se volvió espeso, difícil de respirar, y su pecho subía y bajaba frenéticamente mientras las lágrimas comenzaban a correr por su rostro.

— No... no... — balbuceó, su voz apenas un susurro quebrado.

Se arrastró hacia Daryl, temblando, y con manos temerosas tocó su rostro, buscando un rastro de vida. Pero Daryl no se movió. Drako sintió el peso del pánico apoderarse de él, como si una ola lo estuviera ahogando.

— No quise... no quise... — murmuró, sus palabras rotas por los sollozos — ¡No quise hacerlo!

Las lágrimas caían incontrolablemente mientras se apartaba, alejándose como si el cuerpo de Daryl lo quemara. Se acurrucó junto a un árbol cercano, abrazando sus piernas con fuerza mientras se balanceaba hacia adelante y hacia atrás.

Esto es tu culpa — susurró una de las voces, fría como el hielo — Siempre ha sido tu culpa.

No quería... yo no quería... — repitió Drako, apretando las manos contra sus oídos para intentar silenciar las voces, pero estas solo se hicieron más fuertes.

Dijo que te ayudaría, y lo mataste.
— Él confiaba en ti.
— Ahora sí estás solo.

El peso de sus palabras se hundió en el pecho de Drako como una piedra. No podía apartar la mirada de la sangre en sus manos. Era cálida, pegajosa, y cada vez que parpadeaba, la veía extenderse, cubriendo no solo sus dedos, sino también el suelo, los árboles, todo.

En un momento de lucidez desesperada, gateó de nuevo hacia Daryl, sacudiéndolo con fuerza.

— ¡Despierta! — gritó, su voz rasgada por la culpa y el pánico — ¡Por favor, no me dejes! ¡No puedes dejarme!... me lo prometiste.

Pero no hubo respuesta. El pecho de Daryl apenas se movía, y Drako no podía distinguir si seguía respirando o si su mente le jugaba otra trampa.

Las voces le susurraban al oído, riéndose, gritándole, acusándolo.

Si te encuentran aquí, sabrán lo que hiciste.
— Corre, Drako. Huye.
— Es tu única opción.

Dio un paso hacia atrás, luego otro, y finalmente giró sobre sus talones, comenzando a correr sin rumbo fijo. Pero después de unos pocos metros, se detuvo, sus pies clavados en el suelo. No podía dejarlo así. No podía dejar a Daryl.

Con el corazón latiendo como un tambor desbocado, regresó lentamente hacia él. Se arrodilló a su lado, sus dedos temblorosos tocando el pecho de Daryl, buscando algún signo de vida.

— Por favor, Daryl... no te mueras. No me dejes solo... — susurró, con la voz quebrada y las lágrimas empapando su rostro — Te quiero, Daryl, por favor.

El silencio del bosque se volvió opresivo, como si todo el mundo hubiera contenido la respiración junto con él. Drako comenzó a sollozar nuevamente, su cuerpo temblando mientras se derrumbaba al lado de Daryl.

— Esto es tu culpa.
— Él confiaba en ti, y lo mataste.
— No mereces seguir aquí.

Las ramas crujían bajo sus pies, y el viento ululaba entre los árboles, como si se uniera al coro de su condena. Drako no podía dejar de ver las imágenes en su mente: la sangre en sus manos, el cuchillo cayendo al suelo, los ojos cerrados de Daryl, inmóviles.

Se detuvo al borde del acantilado. Desde ahí, podía ver el vacío extendiéndose ante él, una caída larga hacia las rocas que se alzaban como dientes afilados en la distancia. El sonido del mar golpeando las piedras se mezclaba con las voces, creando un caos ensordecedor que llenaba su cabeza.

El viento era frío, arremolinándose a su alrededor, pero Drako apenas lo sentía. Todo su cuerpo temblaba, no de frío, sino de la intensidad de su desesperación. Las lágrimas corrían libres por su rostro, pero él no hacía ningún esfuerzo por limpiarlas.

— Daryl... — su voz se rompió al decir su nombre. Cerró los ojos y apretó los puños, recordando su voz cálida, las veces en las que lo había calmado en medio de sus crisis. Todo. — Lo siento... lo siento tanto.

Se inclinó hacia adelante, con los dedos de los pies apenas tocando el borde. Sus pensamientos eran un torbellino, pero una certeza se alzaba entre ellos: esto era lo único que podía hacer para silenciar las voces, para escapar del peso insoportable de su culpa.

Sí, hazlo — susurraron las voces, ahora suaves y seductoras — Es lo único que puedes hacer.

Termina con esto.

Drako cerró los ojos y dio un paso hacia adelante. El vacío lo llamaba, y por un momento, todo pareció detenerse.

El viento arremetió contra él, empujándolo ligeramente hacia atrás, como si el mundo mismo intentara detenerlo. Pero Drako estaba decidido. El dolor era insoportable, un peso que lo hundía, y las voces no callaban.

Y entonces, cerró los ojos y dejó que su cuerpo se inclinara hacia adelante. El tiempo pareció detenerse mientras caía, el rugido del viento llenando sus oídos y el vacío apoderándose de su estómago. Por un breve instante, sintió algo parecido a la paz, como si todo el ruido en su mente finalmente se apagara.

Pero la caída fue rápida. El impacto contra las rocas fue brutal, un sonido sordo que resonó entre las paredes del acantilado antes de ser tragado por el rugido del vacío.

Las voces, por primera vez en años, se silenciaron.

En el acantilado, el viento continuó soplando, llevándose con él las últimas palabras que Drako había murmurado antes de caer, palabras que nunca serían escuchadas, pero que cargaban todo su arrepentimiento y su amor:

Te quiero, Daryl.




[••••••••••••••••••••••••••••••••]

📌 La primera vez que se vieron fue en un bosque y la última también.
📌 En el capítulo 7 les hice spoiler de lo que pasaría cuando Merle se lo dice a Daryl.
📌La foto de perfil simboliza el final.
📌Daryl si estaba vivo pero Drako no lo notó, tan solo pensó que era parte de su misma mente.
Si tan solo lo hubiese notado seria diferente..
📌No escribiré la reacción de Daryl cuando lo sepa, ni la de Tara cuando regrese y se entere de todo.
Seria mucho dolor.
📌Todo fue culpa de Negan al privarle sus medicamentos pensando que sería divertido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro